
Los mejores discos colombianos de 2022
Los músicos colombianos no han dejado de producir y de innovar. Esta selección da fe de la diversidad de propuestas que aparecen continuamente en el país.

Por Juan Carlos Garay
Tambora urbana
Callejera – La Perla
Desde hace varios años, un movimiento de tambores y gaitas se ha venido tomando las principales ciudades del país. El punto de partido son las cumbias y los bullerengues de nuestra tradición costeña, pero no se trata de recrear el folclor sino de aproximarse desde la experiencia urbana. Estas son cumbias de cemento. Y en ese contexto, las integrantes de la agrupación La Perla (“los mujerones”, como las llamó el músico y productor Eblis Álvarez) coronan el género con un primer álbum que es poderoso, brillante y variado. Incluso los pasajes de rap terminan de enriquecer la experiencia.
Joropo contemporáneo
La Recia – Cimarrón
Tras el fallecimiento de su fundador, el arpista Carlos “Cuco” Rojas, el grupo Cimarrón ha pasado por una etapa de reinvención que se evidencia en este nuevo disco. Ahora las riendas las toma la cantante Ana Veydó, con lo cual quizá las letras adquieren una mayor prominencia. Pero la fuerza de los pasajes instrumentales sigue allí: el arpa, el cuatro llanero, las maracas, todo está trabajado con virtuosismo. El principal cambio que notamos es sonoro; hay una especial creatividad en la ingeniería de sonido que eleva esta música de los llanos orientales a un plano más universal.
Folclor del Pacífico
Dale duro al bombo – Ruca y el Quinde de Barbacoas
El sello Discos Pacífico ha ayudado a visibilizar la música más inspirada que se oye en el litoral olvidado, desde un novedoso movimiento hip-hop de Tumaco hasta las expresiones más tradicionales de las comunidades afro. En ese sentido ancestral, la cantadora y lideresa Ruth Elena Cabezas “Ruca” es un tesoro hallado: una mujer que ha compuesto cientos de canciones y rescatado otras que cantaban su madre y su abuela. Buena parte de esa sabiduría queda registrada en este disco, en el cual Ruca canta acompañada por una agrupación de marimbas.
Salsa de laboratorio
Meridian Brothers & El Grupo Renacimiento – Meridian Brothers
Desde hace quince años, el productor Eblis Álvarez ha creado un universo sonoro inconfundible. La base fue la música académica escrita y elaborada a través de computadores; algo que requería, digamos, una apreciación más intelectual. Pero al poco tiempo, esta música de laboratorio se fue permeando de ritmos populares (en particular la salsa) y buen sentido del humor. Esta vez la broma comienza con la mención de un supuesto Grupo Renacimiento que en realidad no existe sino en la mente de Eblis. Todo es excusa para la sátira, y todo fluye con un inquietante sabor afrolatino.
Debut destacado
Tierra caliente – Monte
Prácticamente desconocidos, los integrantes del quinteto Monte lanzaron un primer álbum que invita a seguirles la pista de ahora en adelante. Vienen de Bucaramanga, son los continuadores de una escuela de cancionistas santandereanos desparpajados (como Edson Velandia), pero a la vez están influenciados por Fela Kuti y toda esa pléyade africana. La columna vertebral de su sonido es una guitarra eléctrica con una admirable capacidad rítmica. Parece que por fin alguien ha logrado recrear ese tropicalismo alejado del mar, esa banda sonora de lo que afectuosamente llamamos “tierra caliente”.
Piano solo
Tumbos – Nicolás Ospina
Quizá no habíamos conocido en la reciente discografía colombiana un disco de piano solo tan heterogéneo. Imposible hablar de un solo estilo, incluso de un puñado de géneros. Parece ser más bien una declaración de amor al instrumento y sus incontables posibilidades sonoras. El propio Nicolás Ospina a sus 40 años ha pasado por el jazz, el folclor, la música para cine y, más recientemente, la canción de autor. Todas esas facetas van desfilando acá en un exquisito desorden. Imperdible el tema “Fuga móvil”, que toma el famoso ringtone de Nokia y lo desarrolla a la manera de Bach.
Electrónica
¡Ay! – Lucrecia Dalt
Desde que partió de Medellín para radicarse en Europa, la propuesta sonora de Lucrecia Dalt ha pasado por varias transformaciones. De la suavidad de sus primeros discos hasta experimentos densos cercanos al ruido, lo suyo parece ser una búsqueda de las posibilidades de composición a través de todo tipo de máquinas y secuenciadores. Pero hay algo especial en este disco, una especie de equilibrio, aderezado como siempre con su voz dulce, que casi hace pensar que Lucrecia encontró su sonido. Seguramente no será así y vendrán grabaciones muy diferentes, pero entre tanto disfrutamos de esta indiscutible cima.
Adaptación a ritmos colombianos
Inguna plays Piazzolla – Inguna
El nombre de esta banda significa “camino” en la lengua kogi de la Sierra Nevada de Santa Marta. Se trata de un grupo de músicos interesados por el jazz y la música colombiana a partes iguales. Sin embargo, para este nuevo proyecto eligieron un reto más complejo: homenajear al gran revolucionario del tango, Astor Piazzolla, con arreglos que se alejan del lenguaje porteño y lo acercan a nuestros ritmos. El bambuco, la guabina y hasta el pasaje llanero (con la participación del arpista Edmar Castañeda como invitado) conmemoran a su manera los treinta años del fallecimiento de Piazzolla.
Reedición de archivo
El mundo de Jimmy Salcedo – Jimmy Salcedo
Para los televidentes del siglo pasado no será necesario explicar quién fue Jimmy Salcedo, el pianista y presentador “chévere” de una época de oro de nuestra pantalla. Este álbum busca rescatarlo como el personaje carismático que fue, pero además presentarlo a las nuevas generaciones a través de una selección de los seis discos que dejó grabados en la década de 1970. Es impresionante lo bien que han envejecido estas piezas: los elementos tropicales y de funk, el uso de sintetizadores y el esmero en la producción nos hablan de un músico acucioso que estaba al día con las corrientes mundiales.
Música clásica colombiana
Acuarelas colombianas – Filarmónica Juvenil de Cámara de Bogotá
La Orquesta Filarmónica de Bogotá ha iniciado un vínculo con el sello italiano Egea para grabar varios discos con lo mejor de nuestros compositores clásicos. Este es el primero de la serie, que acertadamente encabeza la suite “Acuarelas colombianas” de Adolfo Mejía. En general, se trata de obras con un tratamiento orquestal digno de las páginas universales, pero con elementos de danzas autóctonas y evocaciones costumbristas. La Canción de cuna de Antonio María Valencia es de una dulzura enorme, y el Concertino de Guillermo Uribe Holguín nunca había sonado tan bien.
