La coca no es la cocaína

El Cauca ocupa el cuarto lugar en el país entre los departamentos que tienen mayor concentración de cultivos de coca. El Tambo es el municipio que reúne la mayor cantidad de cultivos, con el 45 por ciento del total del departamento. Así lo reveló un informe del Proyecto del Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (SIMCI). 

Campesinos e indígenas han dependido por décadas del cultivo de la hoja de coca para sobrevivir, pero el negocio de la cocaína ha alterado la percepción que se tiene sobre su uso y sobre las bondades de sus propiedades. 

Ahora, a través de diferentes proyectos productivos, las comunidades intentan mostrar que la planta no tiene la culpa del narcotráfico ni de la violencia que ha azotado al país. 

“La mata no es la que mata”

“Nosotras decidimos iniciar este proyecto porque nuestra región tiene una historia con la coca. Y se nos ha señalado, y se nos ha excluido, porque siempre nos gritan que nuestros cultivos matan. Pero la mata no es la que mata. Por eso quisimos darle otro significado”, aseguró Anyi Ballesteros, líder del colectivo Agroarte Artesanías. 

Anyi trabaja con un grupo de ocho artesanas, todas mujeres en darle un nuevo significado a la coca por medio de la transformación de la planta en tintes para la ropa. En su proyecto, teje pashminas y bufandas de seda orgánica, que más adelante tintura con la hoja de coca a través de un proceso natural

El proyecto fue desarrollado gracias al apoyo del estudio de diseño textil GingerBlonde, que ha conseguido que las telas ya hayan sido expuestas en distintas partes del país.

"Empezamos a experimentar con hojas frescas de coca y con harina de coca. Tomamos las fibras que se quieren tinturar, las adaptamos con distintas sales metálicas para que se resalten los colores o se hagan más oscuros, y así haya una amplia gama de tonalidades", explicó Alejandra Torres, una de las diseñadoras del estudio. Ella aseguró que lograron conseguir 96 colores en total: 48 con hojas frescas y 48 con harina de coca. 

Otras personas, con la misma intención que Agroarte, han usado derivados de la coca en la preparación de comida –además de los tradicionales tés que ayudan con la digestión–. Otros, han empezado a desarrollar abonos para recuperar la tierra, que se ha visto fuertemente afectada por operaciones con glifosato. 

“Colombia puede convivir con los cultivos en paz”

Pese al esfuerzo, aún no existen suficientes facilidades para superar el estigma. En Colombia únicamente existen dos entidades que se dedican a estudiar y explorar los diversos usos de la coca: el Sena, que ha desarrollado fertilizantes con esta planta, y la Dirección Antinarcóticos de la Policía, que la estudia para saber cuál es la manera más fácil de erradicarla. 

“Para mí, el centro de todo es romper esa única relación creada con el cultivo, en la que se piensa que la coca es igual a la cocaína. Y con esto no quiero decir que una cosa no derive de la otra, pero sí es importante entender que hay muchos más usos”, aseguró Catalina Gil, una de las oficiales encargadas de la oficina para la reforma a la política de drogas de la Open Society Foundation.

Gil añade que es necesario promover otros usos para la planta de coca y cambiar la visión que existe sobre las comunidades que han subsistido por la planta: “Las comunidades que viven donde hay cultivos no deberían sentir esa vergüenza porque lo que causa el daño son las políticas que implementamos para abordar los cultivos. Como país, ya tendríamos que tener la posibilidad de saber que Colombia puede convivir con los cultivos en paz”.