Tachi Ûmada: el proyecto colombiano que quiere mejorar las condiciones de los astronautas en el espacio

Daniela Payán, Carolina Orozco Donneys, Jose David Villanueva, Darío Perea y Andrés Fandiño.

Crédito: Cortesía de grupo Tachi Ûmada.

20 Febrero 2024

Tachi Ûmada: el proyecto colombiano que quiere mejorar las condiciones de los astronautas en el espacio

Un grupo de científicos colombianos está desarrollando el proyecto Tachi Ûmada, con el que se busca mejorar las condiciones de los astronautas en el espacio a través de hongos comestibles, paneles orgánicos y análisis ergonómicos. CAMBIO habló con el equipo de investigadores.

Por: Alisson Betancourt

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Aunque el primer viaje fuera del planeta tierra se logró en 1961, para los astronautas siguen existiendo retos significativos para sobrevivir fuera de la Tierra. Por eso, diferentes científicos del mundo trabajan en proyectos que buscan mejorar las condiciones, su alimentación, su cuidado corporal y demás.

El grupo de científicos colombianos Carolina Orozco Donneys, ingeniera Química; Darío Perea, científico líder; y Andrés Fandiño y Juan Carlos Velásquez, médicos; con el acompañamiento del español Jose David Villanueva, capitán de misión, se encuentra trabajando en un proyecto que nombraron Tachi Ûmada, que significa 'nuestro sol'.

A diferencia de otros proyectos que se han desarrollado para el espacio y que reciben el nombre de dioses griegos, a este quisieron ponerle una palabra que tuviera origen relacionado con las culturas indígenas, en este caso, de la lengua emberá.

El proyecto busca cultivar hongos en el espacio con altos porcentajes de vitamina D, usando para ello la energía solar. Sin embargo, como los científicos le comentaron a CAMBIO, la ciencia es lenta y se demora en dar resultados. Este proyecto viene desarrollándose poco a poco y hasta el momento ha tenido varias fases.

Una de ellas fue una exploración espacial análoga, es decir, mediante un simulador de las instalaciones de la European Space Agency - Analog Astronaut Training Center (ESA-AATC), ubicadas en la ciudad de Cracovia, Polonia, en la que participaron Daniela Payán, Carolina Orozco Donneys, Jose David Villanueva, José Darío Perea y Andrés Fandiño, pusieron a prueba el desarrollo de los hongos, los paneles solares orgánicos e hicieron seguimiento a los efectos en el cuerpo durante los 10 días que duró el proceso.

“Es importante hacer una exploración espacial, ya que muchas de las cosas que se utilizan actualmente en la Tierra están dadas porque alguna vez o muchas de las veces ha habido intentos de hacer algo en el espacio y termina siendo utilizado aquí. Entonces hicimos una exploración espacial porque estamos buscando el mejoramiento de nuevos materiales”, aseguró Perea y agregó que cosas como la cámara de los celulares, la polarización de los lentes, los filtros de agua y demás son un ejemplo de ello.

¿Cómo fue la observación análoga?

Los científicos que se transformaron en astronautas análogos por más de una semana estuvieron en el simulador de Polonia que imita las condiciones lunares. En este espacio, pusieron a prueba la manera para que, en un lugar cerrado, sin luz solar y sin condiciones semejantes a la Tierra, se pudiera sembrar un hongo autóctono de Colombia para poder alimentarse y permitir que no se agoten los insumos en las operaciones.

Nosotros simulamos características lunares, pero también como si estuviéramos dentro de una estación dentro de la luna, sí, como si estuviéramos dentro de una casita que estuviera en la luna, que simula como si uno estuviera en unas condiciones extremas”, agregó el científico líder.

foto grupo
Crédito: Cortesía de grupo Tachi Ûmada.

Para probar el crecimiento de los hongos, montaron tres espacios: uno en una cámara oscura donde buscaron cambiarle a las setas su ciclo circadiano, otro en una cámara oscura con luces leds donde se le hacían cambios entre rojo, azul y violeta; y la tercera se hizo en un espacio con un papel que tiene efecto semipolarizado con los paneles solares orgánicos desarrollados en Alemania de color verde y violeta.

En ese sentido se encontró que (los hongos) crecieron mejor en verde, porque si tú ves el sol de nosotros es un sol de sodio y el sodio está muy cerquita del color verde, entonces hay una realidad de algo que pasa, son hongos autóctonos de una región como Colombia y cumplen con los espectros”, agregó Perea.

Adicional a los paneles de colores, las luces leds y el espacio, los hongos fueron alimentados con un sustrato de trigo.

“Los hongos necesitan un sustrato para crecer y eso fue lo que hizo Carolina en Colombia. Las pruebas las hicimos con bagazo de caña con tálamo de arroz, eso les encanta porque eso tiene dulce y al hongo le gusta lo rico, entonces en Polonia, el sustrato fue trigo”, explicó Darío Perea.

¿Por qué escogieron hongos y no plantas?

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Hongo del experimento. Crédito: Cortesía de grupo Tachi Ûmada.

Pese a que los hongos no tienen un alto porcentaje de vitamina D (el objetivo del proyecto es aumentar esto), es fácil transportarlos al espacio, resisten altas temperaturas, tienen algo de proteína, son buenos para manejar residuos, entre otras características.

“Si tú tienes un residuo y ese residuo lo puedes transformar produciendo hongos y que esos hongos se pueden crecer tres veces en ese mismo residuo, entonces eso es muy interesante”, escribió Carolina Orozco.

¿Para qué paneles solares orgánicos?

Además de todos los beneficios que podría traer el uso de hongos para los astronautas, en el proyecto se buscó ir más allá en cuanto a los materiales y la sostenibilidad. Es por eso que, pese a que hicieron procesos con luz led, incluyeron los paneles solares orgánicos, que a diferencia de los que se ven comúnmente, parecen una hoja de acetato de diferentes colores, son más livianos, no están hechos de silicio, son portables y no necesitan luz solar directa para cargar, sino que también funcionan con luz sintética.

“Cuando uno habla usualmente de paneles solares, se imagina el panel de silicio, pero no son los únicos. Dentro de la tercera generación de paneles están los orgánicos y de un material que se llama perovskita; son orgánicos porque su base es el petróleo, o sea, son plásticos, es un plástico topado para que tenga propiedades de conducir y generar electricidad. Son multicolores y se crearon por primera vez en Alemania. No hay nadie en Colombia que lo esté haciendo pese a que el país es rico en el petróleo que se usa para crear este material”, explicó Perea, quien ha participado en la creación de estos paneles en el país europeo y ha trabajado de la mano con el grupo de científicos que buscan desarrollar al máximo la energía solar.

Materiales
Manta Isotermica Aluminizada en el simulador de las instalaciones de la European Space Agency - Analog Astronaut Training Center (ESA-AATC), ubicadas en la ciudad de Cracovia, Polonia. Crédito: Cortesía de grupo Tachi Ûmada.

Una preocupación: las condiciones de trabajo de los científicos

“Nos preocupamos por los mismos científicos que son los que están produciendo los desarrollos científicos y a veces los científicos no trabajan en las mejores condiciones a pesar de que creemos que trabajan en las mejores condiciones, entonces este proyecto es también evaluar si estas condiciones en las que trabajan los científicos son las mejores para poder producir lo que se quiere producir”, añadió el doctor Juan Carlos Velásquez.

En este sentido, los médicos del proyecto explicaron que para la construcción de algunos espacios es posible que a futuro también se usen los residuos de los hongos y la ergonomía debe buscar que este material cumpla las condiciones para estos procesos.

“La ergonomía llega a jugar otro rol importante porque hay que ver cómo se debe diseñar esto y se usen estos residuos para que cumplan las mejores condiciones de confort, de comodidad, respuesta fisiológica para que las personas que estén utilizando estos residuos constituidos en un objeto práctico lo puedan hacer de la mejor forma, pero, pues estos son proyectos de larga data”, agregó Velásquez.

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Experimento dentro del simulador. Crédito: Cortesía de grupo Tachi Ûmada.

En este sentido, Andrés Fandiño insistió en que se debe seguir avanzando en el proceso, pues aunque se han dado algunos avances, no son definitivos.

“Todo esto genera un desarrollo que es relativamente lento. Desafortunadamente, la ciencia funciona lentamente, relativamente lento en relación con otras actividades humanas, entonces por eso, muchas veces los políticos no tienen paciencia y entonces las agendas de ciencia cambian completamente, cada gobierno, entonces si queremos desarrollar ciencia desde Colombia y desde Latinoamérica hay que tener metas a largo plazo, un promedio de 50 años”, aseguró el médico.

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