¿Perdieron las guardias campesinas su papel de conciliadoras?
13 Marzo 2023

¿Perdieron las guardias campesinas su papel de conciliadoras?

Crédito: Archivo Particular

La muerte de un patrullero, un civil y el secuestro de 78 uniformados del Escuadrón Antidisturbios, durante las protestas del 2 de marzo en San Vicente del Caguán, pusieron en duda la función pacificadora de las guardias campesinas.

Por: Javier Patiño C.

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Las confrontaciones entre la fuerza pública y los campesinos, ocurridas en la mañana del jueves 2 de marzo, durante las movilizaciones contra una empresa petrolera en San Vicente del Caguán, quedaron registradas en las redes sociales: un grupo de hombres con chalecos con los símbolos de las guardias campesinas llamaban a la desobediencia civil y atacaban a los uniformados que intentaban contener las protestas.

Semejante actitud generó cuestionamientos en la opinión pública, porque iba en contravía de los principios que han caracterizado a la guardia campesina de proteger la vida, cuidar los territorios y promover la conciliación entre la fuerza pública y las comunidades. 

¿Qué son las guardias campesinas?

La historia de las guardias campesinas se remonta a comienzos de la década de los setenta, cuando las guardias cívicas conformaron la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (Anuc) con el objetivo de mediar en las confrontaciones entre los campesinos y la fuerza pública.

Su mayor visibilidad se notó hace diez años, cuando el país vivía un gran paro cocalero. La Asociación de Campesinos del Catatumbo (Ascamcat) organizó un grupo especial que tenía la misión de cuidar los territorios, ser garantes de los derechos humanos y, sobre todo, dirimir conflictos entre las comunidades.

Esta primera organización campesina fue replicada en los departamentos de Nariño, Cauca, Magdalena Medio, Catatumbo y Meta. Desde entonces, la guardia ha ayudado a mediar en las disputas entre las mismas comunidades, a paliar las consecuencias de los desastres naturales y brindar seguridad en zonas de presencia de grupos ilegales, labores que realizan sin ningún reconocimiento legal, con el que sí cuentan la guardia indígena y la guardia cimarrona desde la expedición de la Constitución de 1991, asociadas a resguardos y consejos comunitarios con autonomía y autoridad territorial.

Para Felipe Ordóñez, coordinador de la Guardia Campesina en el Magdalena Medio, sus labores han sido fundamentales para propiciar el diálogo con las autoridades, mediar en medio de las confrontaciones con la fuerza pública y llevar a la resolución de conflictos.

“Hemos tenido muy buenas relaciones con las autoridades locales y nacionales, que muestran como un ejemplo de concertación las labores que cumplimos en el territorio, priorizando el diálogo antes que la confrontación”, asegura.

En opinión de Isaac Morales, coordinador de la Línea de Seguridad Urbana y Crimen Organizado de la Fundación Paz y Reconciliación (Pares), es tan reconocida la labor que realiza la guardia campesina que la fuerza pública prefiere dialogar con sus representantes para lograr acuerdos con las comunidades.

secuestro

Punto de quiebre 

Lo ocurrido en San Vicente del Caguán el 2 de marzo, sin embargo, desbordó los límites de la confrontación, por la desproporción de la fuerza ejercida por el Escuadrón Antidisturbios y la reacción de los líderes campesinos, que se dejaron llevar por la presión y, de alguna manera, propiciaron la alteración del orden público, con las consecuencias por todos conocidas: un policía y un civil muertos, 78 uniformados más retenidos a la fuerza por los campesinos. "Los sucesos tendrán que ser investigados por los organismos oficiales –opina Felipe Ordóñez–, pues el reconocimiento que tienen las guardias campesinas quedó en duda por el descontrol que llevó no solo a la pérdida de dos vidas, sino a mantener retenidos a uniformados y civiles para controlar las disputas”.

Isaac Morales asegura que los actos violentos contra la empresa petrolera son una muestra del descontento social por la falta de respuestas del Estado, que llevaron a que las cosas se salieran de control con un triste desenlace. “La presencia de ilegales pudo haber llevado a incrementar las confrontaciones, y atentado contra la esencia de la guardia campesina, que puede ser vista ahora como grupo beligerante”.

Las investigaciones demostrarán qué fue lo que realmente sucedió durante las 48 horas en el departamento del Caquetá, una protesta que llevaba más de un mes sin ninguna alteración, bajo el control de la guardia campesina. Lo cierto es que los acontecimientos hicieron temblar los cimientos y la imagen de la organización civil, que llevaba años alimentando su reputación de conciliadores.
 

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