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El papel de los ciudadanos y del sector privado en la construcción de democracia
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En Colombia, el concepto de ciudadanía se entrelaza estrechamente con el funcionamiento de la democracia. Sin embargo, surge una pregunta crucial: ¿estamos realmente preparados para ejercerla plenamente? En este reportaje exploramos junto a dos expertas en formación ciudadana, Carolina Meza y Luz Enith Castro, las complejidades de este tema.
Desde la infancia hasta la vida adulta, desde el ámbito familiar hasta el laboral, nos sumergimos en un análisis profundo sobre cómo podemos fortalecer nuestra ciudadanía y contribuir al robustecimiento de la democracia en Colombia.
Ser buen ciudadano implica desarrollar competencias para ser mejores personas
Carolina Meza es psicóloga y filósofa de la Universidad de los Andes y, adicionalmente, realizó una maestría en psicología social y cultural en London School of Economics and Political Science. En la actualidad dicta el programa de inteligencia emocional y autocuidado en la Universidad de los Andes, y acompaña en sus procesos de desarrollo interno a personas y grupos a través de ‘Harmonía’, su escuela de transformación del ser.
Desde sus inicios como profesional, ella se interesó por el tema de la formación ciudadana –entendida como el desarrollo de mejores habilidades para convivir con otros– en espacios en los que las voces de todos quepan, en donde se valore la diversidad y en los que se puedan construir relaciones armónicas.
CAMBIO: ¿En qué momento de la vida y de qué manera empezamos a construirnos como ciudadanos de una democracia?
Carolina Meza: No nacemos democráticos. Empezamos a desarrollar habilidades democráticas en nuestras casas, con nuestras familias, y luego en el ámbito educativo. Está claro que es en los ambientes de interacción con otras personas en los que aprendemos a ser democráticos, a relacionarnos de manera democrática. Sin embargo, muchas veces sucede que, como adultos, nos damos cuenta de que lo que aprendimos en la casa o en el colegio no nos está sirviendo en nuestra vida actual, y nos toca volver atrás para sanar, plantearnos la posibilidad de cambiar ciertas creencias o desarrollar competencias que no tenemos y que necesitamos para vivir de manera armónica en sociedad.
CAMBIO: ¿Cómo continúa esta formación ciudadana a lo largo de la vida o, por ejemplo, cuando una persona trabaja para una empresa?
CM: Hay muchas maneras en las que una empresa o una organización se relaciona con esa construcción de democracia y de ciudadanía. Una es la forma en que se desarrollan los espacios democráticos al interior de la empresa según su cultura organizacional. Ahí nos preguntamos qué tanto espacio hay para el dialogo, para la participación, para la diversidad y para tener conversaciones difíciles. También nos cuestionamos sobre qué tanto respeto hay por los diferentes puntos de vista y cómo se logra llegar a acuerdos internamente.
Con Harmonía, la escuela de la que soy socia, nos dedicamos a apoyar a las empresas para que desarrollen una cultura organizacional más respetuosa y democrática para que protejan y cuiden a las personas y sus vínculos y, desde aquí, se generen relaciones y ambientes laborales en los que todos quepan, lo cual es muy difícil en algunos casos.
Lo bueno es que las organizaciones ya están entendiendo que en la diversidad está su mayor riqueza, y que cuando se fortalecen los espacios democráticos no se pierde productividad, rigor o autoridad, sino todo lo contrario. Cuando se abren espacios democráticos, las personas se sienten más seguras y libres de hablar y mostrar sus diferencias. Esto hace que aporten más y sin miedo y, por lo tanto, a que se comprometan más. Se transforman en organizaciones más innovadoras, como consecuencia de la diversidad en los aportes de los diferentes puntos de vista cuando se comparten en un ambiente propicio para que las cosas nuevas surjan. Cuando los ambientes son democráticos, se fortalece la ciudadanía al permitir que las personas hablen, se expresen y se sientan psicológicamente seguras y, además, que en caso de que detecten que se está cometiendo un error, así sea por parte del jefe, sientan que pueden contradecir la autoridad y retroalimentar los procesos. De esta forma resultan mejores ideas y mejores resultados.
Foto: cortesía Carolina Meza.
CAMBIO: ¿Se podría concluir que si Colombia cuenta con organizaciones privadas más democráticas vamos a tener una mejor democracia, políticamente hablando?
CM: Creo que sí, aunque hay muchos otros factores que también influyen. Es importante tener en cuenta que son muchas las personas vinculadas a empresas y que para éstas el ámbito laboral juega un rol muy importante en sus vidas, así que después de la familia y del ámbito educativo, éstas son los espacios de socialización más importantes. Si uno puede intervenir estos ambientes y cambiarlos para que cada vez sean más democráticos, más abiertos a la diversidad y cada vez más pacíficos sicológicamente hablando, está adquiriendo unas herramientas, un aprendizaje que puede aplicar en todos los ámbitos de su vida.
CAMBIO: ¿Cómo se aporta a la democracia desde el trabajo individual?
CM: Desde el contexto de cada uno, con la pareja, con los hijos y cada vez que definimos qué tanto espacio hay para compartir, para que todas las voces sean escuchadas y se sientan cómodas expresando lo que piensan y sienten. Nos debemos preguntar si en nuestro núcleo familiar las relaciones son igualitarias y equitativas y, luego, llevar esta reflexión a otros espacios más allá de la familia nuclear, por ejemplo, a la familia extendida e ir ampliándola a nuestras relaciones con nuestros vecinos, con nuestros compañeros de trabajo y con nuestra comunidad. Es cuestión de ver las oportunidades. Podemos ser parte de un comité de convivencia, participar en las juntas de acción comunal o del consejo comunitario. También podemos investigar y prepararnos para tener un voto informado, y trabajar en nuestro propio desarrollo personal, específicamente en la gestión de nuestras emociones para tener mejores vínculos con los demás. En fin, hay muchas oportunidades para aportarle a la democracia.
CAMBIO: En términos de formación ciudadana, ¿cuál cree que es nuestro principal reto como país?
CM: Para mí es la violencia, entendida como nuestra dificultad para usar el diálogo a modo de herramienta para dirimir conflictos, para llegar a acuerdos, para encontrar soluciones. La violencia está demasiado instaurada en los colombianos. Tenemos mucho por aprender en términos de escuchar al otro para conversar y poder llegar a puntos medios entre nuestras opiniones y las de los otros. Soy consciente de que hay diálogos que parecen imposibles, pero soy una convencida de la comunicación no violenta. Pienso que siempre hay maneras de llegar a acuerdos sin necesidad de usar la violencia. Lo que sucede es que en Colombia hay una impronta muy fuerte de utilizar caminos violentos para solucionar cualquier tipo de conflicto, desde el más pequeño hasta el más complejo. Sentimos que la violencia es la única manera de sentar nuestra opinión y resolver los problemas y eso está unido a nuestra valoración de la diversidad. Somos un país muy diverso, en el que convivimos personas con maneras de ver la vida muy distintas, por lo que nuestro mayor desafío es valorar esa diversidad y generar condiciones para que todas las miradas tengan cabida en las conversaciones.
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'Somos un país muy diverso, en el que convivimos personas con maneras de ver la vida muy distintas, por lo que nuestro mayor desafío es valorar esa diversidad y generar condiciones para que todas las miradas tengan cabida en las conversaciones'
CAMBIO: ¿Cómo se adquieren competencias ciudadanas?
CM: Lo primero que debemos saber es que una cosa es tener emociones y otra muy distinta es conocer nuestros estados emocionales y saber regularlos para aprovecharlos al servicio de lo que queremos lograr y de los vínculos que queremos cuidar. Como ciudadanos, lo que queremos es crecer en todo sentido, lograr lo que nos proponemos y contribuir para que las personas con las que convivimos también logren lo que quieren, y para eso debemos desarrollar diferentes tipos de competencias.
Las hay que tienen que ver con la capacidad de crear y construir ambientes democráticos, espacios de paz, armonía y convivencia. También hay competencias que nos deben servir para convivir con la diferencia y saberle sacar el mejor provecho posible a esta experiencia. Adicionalmente, las hay emocionales, y son fundamentales para la salud de la democracia ya que, por ejemplo, si sentimos rabia y no sabemos gestionarla, ésta se traduce en violencia. También están las competencias comunicativas, es decir la capacidad que tenemos que desarrollar para entender lo que nos pasa y poder expresarlo, pero también para manejar la frustración en caso de que no todo lo que manifestamos tiene una solución. Por otro lado, están las competencias cognitivas, como el pensamiento crítico, el tomar distancia para ver las cosas con perspectiva. En conclusión, son diferentes competencias y como ciudadanos las debemos desarrollar para ejercer nuestra ciudadanía de la mejor manera, para que me ayuden a vivir bien y para que nos ayuden a todos a vivir bien.
El impacto en la transformación social es real y sostenible cuando se suman los recursos de los sectores público y privado
Luz Enith Castro es trabajadora social y consultora en educación y bienestar. Actualmente apoya a la fundación Empresarios por la Educación y el Liderazgo en el desarrollo de un programa a nivel nacional para fortalecer los liderazgos de los actores educativos. También se desempeña como coach de salud y bienestar. Ha trabajado toda la vida en el sector educativo y en el desarrollo de relaciones más conscientes, humanas y equitativas, y está convencida de que el trabajo articulado y en alianza entre actores y sectores que comparten propósitos comunes es el motor idóneo para generar bienestar y desarrollo.
CAMBIO: Desde su experiencia, ¿cómo ve que ha sido el aporte del sector privado a la construcción de ciudadanía y democracia en Colombia?
Luz Enith Castro: Colombia es un país con un empresariado que es socialmente muy responsable. Durante más de 15 años he tenido la oportunidad de trabajar con compañías que le aportan al país. Ha sido trabajo muy juicioso, de la mano de los territorios, pero también un oficio muy callado. Lo que veo es que cada vez son más los empresarios que se concientizan del potencial que existe en desarrollar capacidades y en promover temas como la ciudadanía y la democracia, lo que se retribuye en el crecimiento y bienestar de sus mismas empresas.
La fundación Empresarios por la Educación, por ejemplo, no sólo aporta recursos sino también y desde su quehacer, conocimiento y experiencia para acompañar al sector público y a organizaciones territoriales y nacionales a fortalecer sus capacidades de acción, pero igualmente sus contenidos y metodologías. La ventaja que tiene el sector privado es que sus acciones pueden mantenerse en el tiempo, mucho más allá de los periodos que se manejan en el sector público. Cuando se suman las acciones, trabajos y recursos de los sectores público y privado, por lo general tenemos resultados de gran impacto que, además, son sostenibles en el tiempo y generan transformaciones reales en la calidad de vida de los colombianos.
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'Cuando se suman las acciones, trabajos y recursos de los sectores público y privado, por lo general tenemos resultados de gran impacto que, además, son sostenibles en el tiempo y generan transformaciones reales en la calidad de vida de los colombianos'
CAMBIO: ¿Cuál sería un buen ejemplo de un caso de éxito de una alianza público-privada que haya generado una transformación real y sostenible?
LEC: Hay una iniciativa que llevo en mi corazón y en la que estoy trabajando. Se trata de un programa de educación que comenzó hace más de 10 años para fortalecer el liderazgo de los rectores, de los directivos de los colegios, que son los que lideran, dirigen y orientan las acciones sobre cómo mejorar la calidad de la educación. Anteriormente no se tenían en cuenta a estos actores desde las políticas públicas, así que desde el sector privado y desde la experiencia empresarial nos preguntamos cómo aportar. Sabemos que en las empresas un líder efectivo que transforma la organización logra llevarla a niveles inesperados de calidad. Entonces se tomó este conocimiento del sector privado y, de la mano del sector público, se creó el proyecto Rectores Líderes Transformadores, que cuenta con una evaluación de impacto que demuestra que invertir para fortalecer el liderazgo de los directivos docentes nos ayuda a mejorar el aprendizaje. Gracias al programa RLT (Rectores Líderes Transformadores) se obtuvieron entre 1 y 1.5 puntos más en el promedio de la prueba SABER11 de Matemáticas, por sólo mencionar uno de sus tantos logros.
Fue tan potente esa transformación a nivel nacional, que el programa RLT se convirtió en referente para América Latina en cómo acompañar directivos escolares. Esto pudo darse porque el sector privado concurrió no sólo con recursos, sino también con conocimiento y experiencia. Además, este programa motivó todo un movimiento para desarrollar a nivel nacional otras acciones como ésta para fortalecer el liderazgo de los directivos docentes y empezar a visibilizar los temas alrededor de los líderes del sector educativo, lo que nos llevó a generar política pública alrededor del tema.
Foto: cortesía Luz Enith Castro.
CAMBIO: ¿Qué gana el sector privado cuando lidera o se suma a esto tipo de iniciativas, sobre todo en los territorios?
LEC: Cuando el sector privado se acerca a la comunidad para acompañar o desarrollar proyectos desde su responsabilidad social, aprende sobre lo que pasa afuera, más allá de lo que sucede dentro de su rango de acción empresarial. Esto impacta a la empresa no sólo por el capital humano, por el clima o por el ambiente que se vive alrededor de ella, sino también porque si la sociedad mejora y avanza en ciertos temas va a tener impacto también en su desarrollo como sector privado.
CAMBIO: ¿Qué le recomendaría a una empresa que quiera empezar a apoyar la transformación social?
LEC: Eso depende de la misión-visión de la empresa y también de hacia dónde quiere direccionar sus acciones: si en algo relacionado con su sector o si tiene mayor afinidad por el desarrollo social, como por ejemplo el medio ambiente, la educación, la salud o el bienestar. También hay que ver si tiene el capital social y el knowhow, lo mismo que si ha definido un territorio específico en el cual quiera trabajar o si se quiere sumar a alguna iniciativa ya existente. En Colombia se están desarrollando muchas iniciativas, así que a veces no hay que inventarse nada. Existen ya muchos programas que necesitan acompañamiento y apoyo, y a mí siempre me parece una buena opción de estudiar la posibilidad de sumar algo a lo que ya existe.
CAMBIO: ¿Cómo ser más conscientes y asumir la corresponsabilidad como ciudadanos en el mejoramiento del bienestar general en Colombia?
LEC: Cuando hablamos de la ampliación de la conciencia nos referimos a ese momento en que me pregunto cuál es mi lugar en el mundo y cuál es mi responsabilidad con ese lugar en el mundo. Entre más miro hacia adentro, más me cuestiono sobre el tipo de ser humano que quiero ser para mí y para las personas cercanas a mí, así como también por la manera en que respondo a los retos que me pone la sociedad y mi país. Esta tarea no siempre es fácil, pues a veces no contamos con las herramientas ni con los recursos para actuar e impactar de verdad. Pensamos que es muy poquito lo que podemos hacer. Sin embargo, hay una reflexión que me acompaña desde que empecé a desempeñarme como trabajadora social y es que como país estamos atravesados por el conflicto armado. A todos nos toca, de alguna u otra forma, el tema de la violencia en Colombia, y todos podemos aportar si empezamos a comunicarnos de forma no violenta.
Cualquiera que sea la profesión que tengamos, todos podemos trabajar por la construcción de paz en Colombia si empezamos a cambiar la forma en que nos comunicamos con los otros. Nos movemos en una cultura muy violenta y esto a veces se ve reflejado en el lenguaje. Así que cada uno podría empezar por hacer conciencia de cuáles son las expresiones que usa para responder ante ciertas situaciones que resultan incómodas. He notado que cuando usamos formas de lenguaje diferentes, no violentas, empiezan a cambiar las relaciones, incluso la que tenemos con nosotros mismos. Son actos, aparentemente, pequeños que me aportan paz a mi y a las personas con las que me relaciono.
Pensamos que esas tomas de conciencia llegan con la adultez, pero para mí ha sido muy bonito darme cuenta de que las nuevas generaciones llegan cada vez más rápido a éstas, gracias a lo que nosotros hemos construido y le hemos aportado a nuestros hijos, quienes ya cuentan con unas herramientas de interlocución diferentes. A mi esto me llena de esperanza.
Ciudadanía y democracia en Colombia: todos ponemos
Luego de conocer las visiones de Carolina Meza y Luz Enith Castro, expertas en desarrollo personal y formación ciudadana, queda claro que la construcción de ciudadanía y el fortalecimiento de la democracia son responsabilidades que compartimos todos los colombianos. Desde el hogar hasta el trabajo, desde la esfera pública hasta la privada, cada uno de nosotros tiene un papel fundamental que desempeñar. A través del diálogo y la comunicación no violenta, la participación activa y consciente y el compromiso con el bienestar colectivo, podemos forjar una sociedad más inclusiva y próspera.
Es momento de asumir este desafío con determinación y trabajar juntos hacia un futuro donde todos los colombianos puedan ejercer plenamente su ciudadanía en un entorno democrático, en el que todos podamos realizar nuestro proyecto de vida y contribuir a los de los demás.
Esta nota hace parte de la serie periodística “Pensar con otros” realizada en alianza por CAMBIO y Grupo SURA. Creemos que entre todos podemos aportar a la construcción y fortalecimiento de la ciudadanía y la democracia en Colombia.