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“Entender cómo están los ecosistemas es una forma directa de entender cómo está la vida del planeta”: Hernando García, director general del Humboldt
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El director conversó con CAMBIO sobre el estado de los ecosistemas en Colombia y las tareas más urgentes para proteger la biodiversidad del país. En su intervención, hizo un llamado a enfrentar con firmeza las economías ilícitas que impulsan el aumento de la deforestación en la Amazonia colombiana.
Por: Luis Chía

Colombia, uno de los países más megadiversos del mundo, cuenta con ecosistemas únicos que albergan una gran variedad de flora y fauna, difícilmente comparables con los de otros territorios. No obstante, esta riqueza natural enfrenta grandes desafíos derivados de la triple crisis planetaria: el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación.
En su diálogo con CAMBIO, García también se refirió al panorama actual de los ecosistemas y las especies en el país, el impacto creciente de la deforestación en la Amazonia y las prioridades que deberá asumir la nueva ministra de Ambiente, Lena Yanina Estrada.

CAMBIO: ¿Por qué son importantes los ecosistemas para la vida en el planeta?
Hernando García: Los ecosistemas son la base de la vida en el planeta. Un ecosistema en buen estado no solo mantiene la biodiversidad, las especies y sus poblaciones, sino que cumple un papel fundamental en asegurar los servicios ambientales que nos brinda la naturaleza, como la regulación del recurso hídrico –tan necesaria y vigente ante la escasez de agua– la captura de carbono, un servicio directamente relacionado con la lucha contra la pérdida de biodiversidad; y, por supuesto, la producción de alimentos. Comprender el estado de los ecosistemas es una forma directa de entender cómo está la vida en el planeta.
CAMBIO: ¿Cuál es el estado de los ecosistemas en Colombia?
H.G.: Desde el Instituto Humboldt, en asocio con la Universidad Javeriana, realizamos un trabajo que se llama ‘La huella espacial humana’ para entender cómo ha cambiado la integridad y salud de nuestros ecosistemas desde 1970 hasta ahora, incluso con una proyección a 2030. Más del 60 por ciento de los ecosistemas continentales en Colombia ha sufrido una afectación por las actividades del hombre en los últimos 50 años. Esta huella ha sido especialmente en la Región Andina, que es además donde vive más gente y por ende, la que tiene mayor población en condición de vulnerabilidad a eventos climáticos extremos. En los últimos 20 años, esta huella se intensificó fuertemente en la Orinoquia, en la zona de piedemonte y de altillanura.

CAMBIO: ¿Cómo están las especies del país?
H.G.: Si observamos el estado de los ecosistemas y su integridad, encontraremos también una relación con la condición de amenaza de las especies en Colombia. Hoy tenemos, a partir de los ejercicios de evaluación del riesgo de extinción y amenaza de las especies, que cerca del 20 por ciento de todas las especies de vertebrados evaluadas y el 30 por ciento de todas las especies de plantas evaluadas están en peligro de extinción o presentan algún grado de amenaza. Esta condición es especialmente crítica en ecosistemas acuáticos como ciénagas, humedales y ríos, aunque otros como los bosques secos y los bosques andinos también albergan, probablemente, la mayor cantidad de especies amenazadas en el país. Este es un llamado a la acción y a la lucha contra la pérdida de biodiversidad, para que trabajemos mediante múltiples medidas y con todos los actores posibles en la conservación y salud de nuestros ecosistemas.

CAMBIO: La Defensoría del Pueblo ha alertado sobre el deterioro de la Amazonia, impulsado por el aumento de vías ilegales, la expansión ganadera y el cultivo de coca en ecosistemas como los tepuyes. ¿Qué acciones urgentes deberían adoptarse desde lo público para frenar el avance de la deforestación?
H.G.: La deforestación es un drama global, especialmente acentuado en países como Colombia, que es megadiverso y donde más del 50 por ciento de su cobertura continental está formada por bosques naturales, lo que implica una responsabilidad planetaria en su conservación. Desde lo público, esto requiere un enfoque integral y el trabajo conjunto de todas las fuerzas posibles. El Gobierno nacional, alineado con lo establecido en el Plan Nacional de Desarrollo y lo trabajado desde el Sistema Nacional Ambiental, debe seguir centrando sus esfuerzos en los núcleos de desarrollo forestal donde se encuentran los frentes de deforestación. Además, es crucial trabajar con las comunidades locales, fortaleciendo su gobernanza y generando alternativas de vida que no dependan de la destrucción del bosque, sino que promuevan una economía forestal sostenible.
CAMBIO: ¿Qué papel cumplen el proceso de paz, la justicia y el control de delitos ambientales en la lucha contra la deforestación?
H.G.: Se requiere que, a través del proceso de paz y el diálogo con los grupos armados presentes en territorios selváticos, la naturaleza no quede atrapada en medio del conflicto. La naturaleza no debe ser moneda de cambio en el conflicto, ya que con su pérdida perdemos todos. Así mismo, es fundamental fortalecer la conexión con la Fiscalía y otros entes de control para abordar los delitos ambientales y entender las cadenas económicas ilícitas detrás de los actores que impulsan la deforestación en Colombia. Es crucial identificar a los grandes responsables de la deforestación y cómo los recursos provenientes de estos ilícitos se vinculan con otros mercados, tanto ilícitos como lícitos en el país. Por eso, hay un llamado urgente a una Fiscalía cada vez más comprometida en la lucha contra los delitos ambientales, especialmente contra la deforestación.

CAMBIO: ¿Cuál es el rol de los institutos de investigación en esta lucha?
H.G.: Evidentemente, instituciones como el Humboldt, el Sinchi y los institutos de investigación de las universidades tenemos una gran responsabilidad, ya que gran parte de nuestra labor se financia con recursos públicos. El conocimiento que generemos y la capacidad científica que poseemos deben enfocarse en responder preguntas clave y guiar las acciones contundentes que deben tomar los diferentes actores públicos del país. El conocimiento del Humboldt, así como el de otros centros de investigación y universidades, debe ser también pertinente para fortalecer las acciones en la lucha contra los delitos ambientales en Colombia.
CAMBIO: Desde el Ideam se ha afirmado que la desaparición de los glaciares en Colombia avanza de manera alarmante. ¿Qué ha identificado el Instituto respecto al estado de estos ecosistemas en particular?
H.G.: El Humboldt, en sus 30 años, no ha liderado una agenda de investigación en estos ecosistemas, pero hemos trabajado en la alta montaña, con un enfoque en páramos, los cuales entendemos como un punto de conexión con los glaciares y los bosques altoandinos. A partir de los estudios del Ideam y nuestros trabajos, se infiere que el cambio climático está intensificando la dinámica de estos ecosistemas.
Con el calentamiento, muchas especies del páramo tienden a subir hacia las cumbres más altas. Hemos seguido algunas parcelas que, antes glaciar, ahora son ocupadas por especies del páramo. Sin embargo, los páramos tienen un límite altitudinal y, debido a su alta sensibilidad, los ecosistemas de montaña sufrirán mucho, pues las especies estarán expuestas a temperaturas extremas y no tendrán más espacio para desplazarse.
CAMBIO: Un reciente estudio del Instituto, a través del proyecto GEF Páramos para la Vida y en convenio con la Universidad del Rosario, reveló los páramos con mayor área quemada en Colombia en las últimas dos décadas. ¿Cuáles fueron algunos de los hallazgos más sorprendentes de este informe?
H.G.: El 86 por ciento de las cerca de 3 millones de hectáreas que ocupan hoy los páramos en Colombia están en buen estado de conservación. Sin embargo, existe un reto importante en la gestión de estos ecosistemas sobre aproximadamente un 15 por ciento del territorio. Al analizar el trabajo liderado entre el Humboldt y la Universidad del Rosario, encontramos que los páramos con mayor frecuencia e intensidad de incendios están ubicados en la cordillera Oriental y el Macizo Colombiano, áreas también con una mayor ocupación humana. Esto puede estar asociado a fenómenos naturales, pero también a acciones antrópicas, como el manejo de áreas de cultivo. Los páramos representan un reto en términos de conservación de ecosistemas en el país; deben ser conservados debido a la gran conciencia sobre su valor para el abastecimiento de agua a todos los ciudadanos de Colombia. La mayoría de las ciudades capitales dependen de estos ecosistemas para su suministro de agua.

CAMBIO: ¿Qué acciones son necesarias para garantizar la conservación de los páramos y frenar la expansión de la frontera agropecuaria?
H.G.: La conservación de los páramos debe ser un acuerdo social, que involucre un pacto de gobernanza y modos de vida sostenible con las comunidades que han sido y son parte de estos territorios. Con la información disponible, hoy, a través de este monitoreo con sensores remotos, también se han identificado las áreas de vocación agropecuaria en los páramos, las cuales deben ser manejadas de manera sostenible, con sistemas de producción de menor impacto, asegurando que las aguas no se contaminen por el uso intensivo de agroquímicos.
Además, es crucial asegurar la provisión de hábitat para las especies que dependen de estos paisajes productivos de los páramos. Lo que no podemos permitir en Colombia es que la frontera agropecuaria siga avanzando. Estamos monitoreando esta situación, y es parte de los diálogos territoriales que hemos llevado a cabo para acordar con las comunidades no aumentar el área de la frontera agropecuaria en estos ecosistemas vitales para la vida y para el agua en Colombia.
CAMBIO: ¿Cuáles deberían ser las prioridades de la nueva ministra de Ambiente, Lena Estrada, en la etapa final del Gobierno nacional?
H.G.: El Plan Nacional de Desarrollo establece líneas programáticas para la agenda ambiental en Colombia. Estoy seguro de que la ministra Lena, con su compromiso, liderazgo y trayectoria en la agenda ambiental del país, será una gran líder para cumplir con estos compromisos. Es fundamental continuar enfrentando la deforestación a través de esta estrategia en los núcleos de desarrollo forestal, trabajando en la gobernanza social del territorio, generando alternativas de vida para las comunidades y promoviendo nuevas opciones basadas en la economía de estos ecosistemas. También debemos seguir impulsando la restauración ecológica con un enfoque social, incentivando acciones que mejoren la salud de nuestros territorios y la regulación hídrica.
Un aspecto clave del Plan Nacional de Desarrollo es incorporar el agua en el ordenamiento territorial, lo cual es especialmente crítico en territorios anfibios como La Mojana, el Corredor de la Vida del Cesar y la ciénaga de Zapatosa, así como en las sabanas inundables de Casanare y Arauca. Este trabajo ya está siendo liderado por el Sistema Nacional Ambiental (Sina) y, sin duda, la ministra Estrada continuará este liderazgo. También es probable que aporte su visión desde la gobernanza indígena, dado que muchas de las áreas ecológicas clave en Colombia están ubicadas en estos resguardos, por lo que es esencial asegurar que cuenten con las herramientas necesarias para proteger sus ecosistemas.
