Danza y memoria para reinterpretar las herencias violentas
Crédito: Edward Lora
Aunque ayer terminaron las actividades en los distintos escenarios donde se celebró, la Bienal Internacional de Danza de Cali aún no termina. En la instalación ‘Figuras de la memoria’, que estará abierta hasta el 20 de noviembre, la artista suiza Céline Burnand y la bailarina colombiana Andrea Bonilla les dan una nueva mirada a lugares del Pacífico que fueron escenarios de violencia.
Por un lado, tres bailarinas se apoderan con sus movimientos de la arquitectura del sanatorio Al Hayat, en la ciudad egipcia de Helwan, donde en la primera mitad del siglo XX se trataban pacientes con tuberculosis. Por otro lado, Andrea Bonilla, una bailarina colombiana, se mimetiza con la naturaleza de la costa del Pacífico. Sus movimientos les dan una nueva vida a lugares cercanos a la isla Gorgona, que ahora es una reserva natural, pero que durante más de 20 años fue una prisión infernal.
Las rutinas de danza de estas intérpretes se proyectan en el díptico de la videoinstalación Figuras de la memoria, concebida por la artista visual suiza Céline Burnand. Aunque las locaciones de este trabajo están distanciadas por miles de kilómetros, hay un profundo vínculo que las conecta.
En la Sexta Bienal Internacional de Danza de Cali la danza no solo se encontró en el escenario. Este año ha contado con una programación de más de 66 eventos entre talleres, laboratorios, conversatorios, proyecciones de películas y exposiciones.
Con la muestra Figuras de la memoria, que se puede ver en el Centro de Danza y Coreografía del Valle del Cauca La Licorera como parte de la Bienal Internacional de Danza de Cali, Burnand continúa su trabajo en el que busca reinterpretar momentos dolorosos del pasado a través de la danza. Esta exploración está basada en una teoría del historiador de arte Aby Warburg, según la cual hay momentos de la historia, especialmente de violencia y agitación, en los que se pueden encontrar los mismos gestos corporales.
“Por ejemplo, él fue hasta la antigua Grecia y luego encontró los mismos gestos en estatuas del Renacimiento”, explica Céline Burnand, cuyo trabajo artístico combina su formación en artes visuales con la antropología visual y la literatura.
La idea de Burnand es que el cuerpo arrastra traumas de nuestros antepasados y están influenciados por las sociedades en la que vivimos. El objetivo de la artista suiza era trabajar sobre ese concepto en dos locaciones diferentes y esa exploración la llevó del sanatorio de Helwan, que fue dirigido por su bisabuelo René Burnand entre 1926 y 1929, al Pacífico colombiano.
En noviembre de 2021, Burnand viajó a Colombia gracias a una residencia en el espacio cultural Lugar a Dudas, y fue entonces cuando visitó la isla Gorgona. “La sensación era un poco ambivalente porque primero está esa isla hermosa que ahora está siendo preservada por razones ecológicas y, al mismo tiempo, está la parte histórica muy pesada de violencia y tortura”, explica Burnand.
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"Bailar las ruinas y bailar unos cuerpos que son invisibles fue el gran desafío para mí dentro de este proyecto. También empezó a ser muy gratificante ocupar esos espacios desde la resistencia, porque allí las comunidades negras de la Región Pacífica empezaron a encontrar sus formas de resignificar, tejieron otras redes y construyeron desde la dignidad": Andrea Bonilla.
La colaboración con la bailarina colombiana Andrea Bonilla se gestó en la pasada edición de la Bienal de Danza de Cali y para Bonilla fue muy impactante trabajar sobre este lugar del país que es muy potente para el imaginario colectivo del país.
“Revivir estos espacios donde la sociedad castiga, espacios de privación del movimiento, de privación de la libertad, era muy fuerte para mí como afrocolombiana, como mujer negra. Entonces, empezamos a hacer una reflexión sobre cómo estas son figuras emblemáticas del proyecto colonial y, a partir de ahí, todas las violencias que hemos encarnado”, asegura Bonilla.
En junio pasado ellas se reencontraron y pasaron un mes trabajando antes de grabar, discutiendo el papel de las mujeres afrocolombianas en el espacio de la prisión y encontrando referentes en el libro de crónicas Gorgona, Isla prisión de Cecilia de Robledo.
“Leímos el libro y utilizamos ciertas palabras claves para improvisar algunos bailes. Por supuesto, estaban las palabras libertad y maternidad, porque los presos escribían a sus esposas o madres. Además, estaba la idea del mar como vía de escape para huir de la isla”, explica la artista suiza.
Las grabaciones de los bailes tuvieron como locaciones lugares cercanos a la isla Gorgona, en los que no solo se resguardaron algunos prófugos de la prisión durante el siglo XX, sino que también fueron sitios en los que los esclavos encontraron refugio durante la ocupación española.
De esta manera, se configuró esa idea de reinterpretar lugares con historias violentas y de darles un nuevo significado a las vidas de esos cuerpos que sufrieron flagelos por los intereses de los proyectos coloniales.
“Bailar las ruinas y bailar unos cuerpos que son invisibles fue el gran desafío para mí dentro de este proyecto. También empezó a ser muy gratificante ocupar esos espacios desde la resistencia, porque allí las comunidades negras de la Región Pacífica empezaron a encontrar sus formas de resignificar, tejieron otras redes y construyeron desde la dignidad”, añade Bonilla.
Para Burnand, la colaboración con Bonilla fue muy enriquecedora en dimensiones como la concepción de la imagen, porque, aunque ella tenía concebida una idea de cómo quería que se viera, al final Bonilla transmitía sus sensaciones con el cuerpo. “Yo no soy bailarina, así que creo que este estilo de trabajo fue muy interesante. Yo soy más visual, veo marcos, cuadros y composiciones, y ella ve el espacio desde su cuerpo”, añade Burnand.
Las grabaciones de los movimientos de Bonilla se complementan con una serie de alabaos (cantos fúnebres típicos del Pacífico colombiano) interpretados por Nany García, a quien Burnand le mostró las grabaciones para que la cantante improvisara a partir de esa base.
Los alabaos se mezclan con cantos folclóricos egipcios en la voz de Sodfa Kamel, quien los grabó especialmente para este proyecto. “Me parece fascinante que, por la presencia de las comunidades africanas en Colombia, hay algunas cosas muy similares. Egipto y Colombia están muy lejos geográficamente, pero también hay ideas similares sobre los espíritus y los muertos y los antepasados”, asegura Burnand.
En Egipto, Burnand trabajó con las bailarinas Amina Abouelghar, Eman Hussein y Samar Ezzat tomando como referencia el archivo fotográfico de su bisabuelo René. El escritor y médico suizo respondió al llamado del rey egipcio Fuad I que buscaba un candidato para dirigir un hospital para tuberculosos. En los videos, las bailarinas dialogan a través de sus movimientos con los archivos de René Burnand; y como escenografía están las ruinas de esta edificación que llegó a pertenecer a la mafia local.
Curiosamente, otro de los ancestros de la artista suiza, Eugène Burnand, fue un pintor naturalista que nació en 1850 y empezó creando paisajes naturalistas de su país. Luego, se dedicó a pintar imágenes religiosas, para las que usaba como modelos a personas conocidas como su propia esposa, y retratos de su familia y amigos.
“Creo que me influenció en el sentido de que siempre estoy intentando trabajar con amigos. Por supuesto, en su época todo el mundo era muy religioso, mientras que mi generación tiene una relación diferente con la religión. Él hacía pinturas y yo hago pinturas vivas, a mí me interesa la idea de que el cuerpo carga con el legado o con un trauma”, finaliza Burnand.
Figuras de la memoria
Centro de Danza y Coreografía del Valle del Cauca La Licorera
Abierta al público hasta el 20 de noviembre
Carrera 1 No. 26-86
Cali