Imágenes sin sangre que también hablan del horror de la guerra

Crédito: Germán Ortegón Pérez

17 Julio 2023

Imágenes sin sangre que también hablan del horror de la guerra

‘El espejo de los ausentes’ es el nombre de un libro que habla de los horrores de la guerra, el despojo y el desplazamiento sin necesidad de mostrar angustia, lágrimas o sangre.

Por: Eduardo Arias

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A veces las fotografías que no muestran personas hablan mucho de las personas. Es el caso de las diferentes series de fotos publicadas en El espejo de los ausentes, un libro que recoge fotografías de Germán Ortegón Pérez y que publicó el fondo editorial de la Universidad Javeriana, donde él es profesor de comunicación de pregrado y posgrado.

Salvo en muy contadas excepciones retrata objetos o paisajes sin personas. Objetos que hablan (incluso gritan) de personas que estuvieron allí y que ya no están porque fueron despojadas de sus tierras, sus casas, sus objetos, o sencillamente porque trasladaron su campamento militar a otro lugar.

Muchos de esos enseres domésticos y utensilios quedaron tirados y se pudren o se oxidan en medio de una vegetación que los rodea y a veces los cubre. La fachada de una casa abandonada que aparece detrás de un denso follaje, los restos de un puente de madera que se usaba para cruzar una quebrada, un altar con una figura de la Virgen María y un crucifijo rústico, una libreta con anotaciones, una mesa con una bandera de Colombia a manera de mantel, una habitación donde aún está una cama metálica sin colchón.

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Fotografías como estas forman parte de las series Indicios, Después de la guerra, Lo que fuimos I y Lo que fuimos II, que, como señala Rafael Díaz en uno de los textos que aparecen en el libro, “no hacen otra cosa que constatar lo afirmado por ese gran cronista que fue Alfredo Molano: ‘El sentido de la historia en Colombia está vinculado a la exclusión’”. Por su parte, las series Hijos de las nubes y Memorias de arena hablan de la tragedia del pueblo saharaui, que lucha por su independencia luego de que Marruecos invadiera el antiguo Sahara Español tras la partida de los colonizadores en 1975.

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Ortegón lleva más de 30 años dedicado al periodismo, la fotografía, la producción ejecutiva y la dirección de ficción y no ficción. Productor general de la programadora CM&. Director del espacio Agenda CM& y realizador del programa El andariego. También se ha desempeñado en la televisión pública como productor delegado en Señal Colombia, gerente de educación y cultura en Canal Capital donde dirigió el espacio Conectados. También fue productor ejecutivo de la serie de ficción #TBT Sin límite y director general de la serie web Entusados.

Paralelamente exhibe en estas semanas sus fotografías en Bogotá (bajo el título de Poéticas de la ausencia) en la Galería Diáspora, un nombre que le cae como anillo al dedo a su proyecto fotográfico. CAMBIO hablo con Germán Ortegón acerca de El espejo de los ausentes y las razones que lo han motivado para tomar este tipo de fotografías.

Germán Ortegón
Germán Ortegón.


CAMBIO: ¿Cuál es el origen de este libro?
Germán Ortegón Pérez:
Este libro es una apuesta narrativa que pone a dialogar a los objetos-sujetos de cada obra fotográfica con la cámara, el fotógrafo, el papel, los pigmentos, el impresor, el marquetero y los espectadores; donde las huellas de historias vividas o no vividas, reflejadas en las imágenes despiertan nuestros sentidos aquí o en cualquier lugar del mundo. La propuesta visual que cruza la geografía de lugares y objetos, producto de los vejámenes de la guerra y el abandono, expone la ausencia de sus dueños, habla de otros que no están y que también nos habitan en diversos planos hilando historias entre la memoria y el olvido.

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CAMBIO: ¿Por qué unió en un solo libros fotos de Colombia y del Sahara?
G. O. P.:
Los objetos rescatados en estas obras artísticas tienden un puente imaginario entre el desierto del Sahara y Colombia, buscando abrir a través de la interpretación, una conversación inconclusa que expanda nuestra consciencia y rescate la belleza espiritual de los objetos-sujetos capturados por la cámara en años, meses, días y horas determinadas. La curaduría propuesta para la presentación de las obras fotográficas cambió desde el momento en que se pensó presentar esta desdicha universal, de tal manera que cada imagen dialogue con las otras independiente de su ubicación geográfica e historia individual, buscando que se convierta en un relato más universal.

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CAMBIO: ¿Cuál podría ser, si se vale el término, la línea editorial del libro y de la exposición paralela que usted montó en la galería Diáspora?
G. O. P.:
Las imágenes seleccionadas para este libro abandonan la mirada de la mutilación de los cuerpos, la sangre derramada, las lágrimas incontenidas que se volvieron paisaje para los espectadores y apela a las emociones que despiertan los objetos huérfanos y solitarios en medio de la tragedia, el dolor y la desesperanza.

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CAMBIO: ¿Qué lo llevó a encontrar en estas imágenes (casi todas sin personas) la esencia misma de las personas?
G. O. P.:
Durante mi trayectoria periodística siempre estuve capturando en fotografía todo aquello que estaba solo en medio de los caminos y me preguntaba siempre que había pasado con sus dueños. Otra pregunta que me surgía es si cada historia que contaba y mostraba a los protagonistas en lugar de ayudarlos no los estaba revictimizando y poniendo en peligro. Estas y otras preguntas más me llevaron a la idea de capturar los objetos y darles historia propia, personalidad a cada uno. Esos objetos-sujetos hablan de nosotros, de nuestra estética, de nuestra cultura, de nuestra geografía, de nuestras angustias. Es así que pretendo volver a sensibilízanos frente al dolor de las tragedias humanas que son las mismas en el planeta.

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CAMBIO: ¿Qué reflexiones le ha dejado este trabajo?
G. O. P:
Cuando lo empecé a mostrar sucedieron varias cosas muy interesantes. La mayoría de las personas creaban historias, pero a partir de las vivencias personales. Aquí veían relatos visuales en dos continentes, África y Suramérica, y cada uno de estos objetos interpelaba por sus sensaciones y en algunos casos se narraban historias vividas y no vividas de acuerdo con cada individuo. O sea logramos sensibilizar frente a la tragedia. Cambiar el punto de vista de las historias se vuelve una herramienta fundamental. No tener una sola versión de la historia hace de mi trabajo artístico un reto que exige mayor creatividad. Lo otro es convencer a una facultad, una editorial y una universidad a realizar un libro muy fotográfico en el que sean las sensaciones las que primen y no el texto científico.

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