'Los Descalzos', una epopeya revolucionaria que vale la pena recordar
2 Mayo 2023

'Los Descalzos', una epopeya revolucionaria que vale la pena recordar

Juan Leonel Giraldo (primer plano) y Fernando Wills, autores de 'Sólo teníamos el día y la noche', durante la firma de ejemplares de su libro en la Feria Internacional del Libro de Bogotá.

Muy pocas personas saben o recuerdan que entre 1973 y 1984 centenares de jóvenes, casi todos universitarios, dejaron atrás la comodidad de las grandes ciudades para convivir con campesinos de regiones abandonadas y remotas del país. ‘Sólo teníamos el día y la noche’, de Fernando Wills y Juan Leonel Giraldo, revive esa epopeya utópica casi olvidada.

Por: Eduardo Arias

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Entre 1973 y hasta 1984 centenares de jóvenes, casi todos universitarios, decidieron desplazarse hasta remotas aldeas y caseríos de toda Colombia para integrarse a esas comunidades y apoyarlos. Como integrantes del Movimiento Obrero Independiente Revolucionario (MOIR) seguían los planteamientos del maoísmo de que había que ganarse primero el corazón de los campesinos y luego su mente. El MOIR fue un movimiento de izquierda que jamás abrazó la lucha armada. De allí nacieron los Descalzos, nombre que recibieron estos jóvenes soñadores y cuyos testimonios recogieron Juan Leonel Giraldo y Fernando Wills para elaborar el libro testimonial ‘Sólo teníamos el día y la noche’. CAMBIO habló con ellos acerca de su extenso reportaje.

Libro


CAMBIO: ¿Ustedes, los autores, conocieron de primera mano esa experiencia?
Juan Leonel Giraldo:
Muchos de los Descalzos fueron amigos muy cercanos. A muchos los visité en los caseríos y veredas a donde se habían ido a hacer trabajo político. Wills también hizo política en Facatativá y el oriente de la sabana de Bogotá. Yo mismo estuve con la maleta lista pero a última hora el jefe del Moir, Pacho Mosquera, me mandó a decir que me necesitaba más en el periódico Tribuna Roja, que algunos despistados creían que era de las barras del Santa Fe.


CAMBIO: ¿De dónde surgió el interés por realizar este gran reportaje?
J. L. G.:
Gabriel Iriarte, que es un conversador tan inteligente como lo fue su hermano Alfredo, una noche contó una historia muy graciosa que le pasó en San Juan Nepomuceno, Bolívar. Y Wills, que es un gran editor y lleva en su sangre inglesa el gusto por las anécdotas con encanto, me dijo, hagamos un libro sobre los Descalzos, que deben tener muchas cosas maravillosas qué contar.
Fernando Wills: Comenzamos hace seis años. Recorrimos el país entrevistando a más de cien Descalzos. Grabamos casi quinientas horas de entrevistas de las que resultaron más de dos mil cuartillas. Al final las redujimos a 500 pero quedó la esencia de esa gran gesta de más de mil muchachos hace 50 años.


CAMBIO: ¿Por qué razón o razones aquellas personas se decidieron por irse a vivir en condiciones tan duras?
F. W.:
El Moir era un partido recién nacido y completamente desconocido. Sólo se movía en las tres más grandes ciudades del país. Entonces tomó la decisión de enviar a sus cuadros más jóvenes a las ciudades intermedias y a los pueblos. Antes se había encaminado hacia los obreros, hacia las fábricas y los sindicatos. Y cuando mucha de la izquierda insistía en hacer lucha armada y abstencionismo, el Moir determinó participar en elecciones. Luego marcharon a montañas y llanuras centenares de jóvenes militantes, muchos valientes muchachos, a vincular a los campesinos a su política revolucionaria.

CAMBIO: ¿No hay maneras más prácticas y efectivas de llevar un mensaje político?
J. L. G.:
Los Descalzos corrieron muchos riesgos y enfrentaron muchas dificultades. Pero no estaban a la deriva como los Narodniki, los miles de jóvenes populistas rusos que en 1874 dejaron Moscú y San Petesburgo y se fueron a convertirse en siervos de los campesinos de la estepa. La mayoría de los Descalzos fueron bien recibidos porque llegaron sin armas a llevar a los pueblos brigadas de salud, vacunas, escuelas, acueductos, electricidad, molinos, cooperativas, víveres, puentes, lanchones, deportes, bibliotecas, arte, hasta El rey Lear de Shakespeare. Se dedicaron primero a ayudar a la gente en sus angustias diarias. De lo último de lo que les hablaban era de política.


CAMBIO: ¿Querían sentirse campesinos chinos?
J. L. G.:
La revolución china siempre fue muy admirada pero Pacho Mosquera insistió siempre en que el Moir debía partir de la propia realidad colombiana.
 

CAMBIO:¿Le trajo algún beneficio político al Moir haber realizado esta inmersión en pueblos, aldeas y veredas? ¿Sí lograron atraer a los campesinos o a algunos de ellos a su movimiento?
F. W.:
En pocos años se lograron crear muchas ligas y cooperativas campesinas. Quizás, con la excepción de la Amazonía, los Descalzos abarcaron toda Colombia. Se celebraron varios encuentros campesinos y se fijaron unas normas claras para el manejo de las cooperativas.

CAMBIO: ¿Recuerda algún testimonio que lo haya impactado o que le haya parecido muy particular?
J. L. G.:
Es imposible escoger un solo testimonio, todos dejan una gran lección, muchos son muy conmovedores, en especial los que recuerdan el asesinato y la represión de los Descalzos por la guerrilla, los paramilitares y el ejército. No se me borran, por ejemplo, personajes como Pedro Herrera, un viejo que perteneció a las guerrillas liberales de los Llanos que se metió al Moir y a quien acribilló la guerrilla en Arauca. O a Ariel Pocaterra, un jornalero de Ciénaga de Oro que prácticamente no sabía ni hablar, y que aprendió a hablar y a leer con el Moir y se volvió militante y lo asesinaron los paramilitares.
 

CAMBIO: ¿Cómo se recuerda hoy la riesgosa aventura de los Descalzos?
F. W.:
La mayoría de ellos la recuerdan como lo mejor que les pasó en sus vidas y que los marcó para siempre. Los lectores de este libro se sorprenden con los episodios que ellos protagonizaron, los bellos lugares que conocieron, los increíbles personajes que fueron sus amigos. En el libro hay muchas historias pues es un libro de más de cien personajes. Por eso tiene más de 500 páginas, aunque hicimos un esfuerzo para que no saliera muy caro.

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