Piedad Bonnet por Piedad Bonnet: la poeta escogió diez poemas para CAMBIO

Piedad

4 Junio 2024 07:06 pm

Piedad Bonnet por Piedad Bonnet: la poeta escogió diez poemas para CAMBIO

Felizmente, gracias a que Piedad Bonnett ganó el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, la poesía es noticia en Colombia. Le pedimos a la poeta que seleccionara diez poemas suyos en una suerte de antología para CAMBIO.

Por: Redacción Cambio

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LAS CICATRICES 

No hay cicatriz, por brutal que parezca, 
que no encierre belleza. 
Una historia puntual se cuenta en ella, 
algún dolor. Pero también su fin. 
Las cicatrices, pues, son las costuras  
de la memoria, 
un remate imperfecto que nos sana
dañándonos. La forma
que el tiempo encuentra 
de que nunca olvidemos las heridas. 

EL MUNDO ANCHO Y AJENO

Se trata de Sun Danyong, un joven chino.
Dicen que tenía veinticuatro años,  
que ensamblaba piezas de aparatos electrónicos, 
que vivía lejos de casa, en Hon Hai, 
que trabajaba doce horas diarias, como todos sus compañeros,  
que dormía en sus horas libres, como todos sus compañeros, 
que entre ellos había un diálogo escaso
porque casi no se conocían. 
Nadie sabe otra cosa, 
salvo que saltó por la pequeña ventana de su cuarto de dos por dos, 
y que es uno de los muchos que han saltado 
en el último año. 
Ah, sí. La noticia dice una cosa más: 
que los empresarios de la fábrica
han puesto mallas en todas las ventanas
para evitar más suicidios. 

Leo la noticia en Google, en mi computador portátil, 
por donde puedo ver el mundo ancho y ajeno.


LOS IMPERTURBABLES

Un sentimiento incómodo la compasión

ese que se levanta 
al ver que el joven con el que nos cruzamos
el de la frente gacha
tiene los ojos húmedos 

o que un anciano ciego tropieza y manotea
con los anteojos rotos y las rodillas rotas 
y la cara turbada de los abandonados

que una multitud huye 
cargando sus gallinas y el peso de sus muertos

La compasión confunde
                         (nos hace odiar y amar al mismo tiempo)
desata nuestras culpas
adensa entre las manos la moneda 
con la que consolamos la impotencia

y nos convierte en frágiles
seres sentimentales 
tan oscuros a veces a las puertas del sueño

e incapaces de ir firmes y rotundos
como esos otros 
                           los imperturbables.   

PECADO ORIGINAL

Has olvidado
aquel antiguo mar en que flotabas
entre el silencio y el latido; el agua
primera, sin memoria, dulce tumba
donde el ay no erizaba aún sus mil puntas.
Has olvidado
la voz que te expulsó del Paraíso.

-Sabemos de aquel húmedo tiempo con la fe
con que se dice una oración. Y hay algo
en nuestro cotidiano desamparo
que se empecina en él, que busca ansioso
su eternidad, su abrazo sin preguntas-
                                              
Pero no desfallezcas.  Allá detrás de todo
hay otro mar, (¿o el mismo?), que te espera.
¿Qué corazón, me digo, latirá en su penumbra?


COMO UN ARBOL

Como un árbol que agradece la lluvia
desplegando sus ramas
así empapada yo de tu deseo
florecí de palabras.
Ahora, como un árbol en invierno,
desnuda, despojada,
quiero hundir mis raíces en la tierra,
beber su savia.
Y callar como un árbol. Vestirme de silencio
para oír lo que dentro de ti chisporrotea
y sin hablar habla.

LOS HOMBRES TRISTES NO BAILAN EN PAREJA

Los hombres tristes ahuyentan a los pájaros.
Hasta sus frentes pensativas bajan 
las nubes 
y se rompen en fina lluvia opaca.
Las flores agonizan
en los jardines de los hombres tristes.
Sus precipicios tientan a la muerte.
En cambio, 
las mujeres que en una mujer hay
nacen a un tiempo todas
ante los ojos tristes de los tristes.
La mujer-cántaro abre otra vez su vientre
y le ofrece su leche redentora.
La mujer-niña besa fervorosa 
sus manos paternales de viudo desolado. 
La de andar silencioso por la casa
lustra sus horas negras y remienda
los agujeros todos de su pecho.
Otra hay que al triste presta sus dos manos
como si fueran alas. 
Pero los hombres tristes son sordos a sus músicas.
No hay pues mujer más sola,
más tristemente sola,
que la que quiere amar a un hombre triste.

VIGILANTE

Pinté un perro para que cuidara mi puerta, 
un perro triste y feroz al mismo tiempo
que disuadiera a cualquier atacante. 
Pero cuando fui a colgar el perro en mi puerta
vi que no había puerta, ni ventanas. 
Pasé mi mano por la pared rugosa buscando una grieta, 
tal vez un agujero. Comprendí que yo era la pared, 
que iba a morir sin aire, 
que la única grieta estaba en mis adentros
y que por los agujeros de mis ojos
miraba un perro triste, 
triste y feroz al mismo tiempo. 

PIDO AL DOLOR QUE PERSEVERE

Pido al dolor que persevere. 
Que no se rinda al tiempo, que se incruste
como una larva eterna en mi costado

para que de su mano cada día 
con tus ojos intactos resucites,
con tu luz y tu pena resucites
dentro de mí. 

Para que no te mueras doblemente
pido al dolor que sea mi alimento,
el aire de mi llama, de la lumbre

donde vengas a diario a consolarte
de los fríos paisajes de la muerte. 

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