Ramiro Osorio (izquierda), junto con Ernest Urtasun Domènech, ministro de Cultura de España, y Cayetana Guillén-Cuervo, presidenta de la Academia de las Artes Escénicas de España
Crédito: Fotos: cortesía de la Academia de Artes Escénicas.
Ramiro Osorio, teatrero de corazón con ímpetu de promotor
Desde 1985 Ramiro Osorio se ha dedicado a estrechar los lazos entre España y Latinoamérica a través de las artes escénicas. Esa labor que ha desarrollado llevó a la Academia de las Artes Escénicas de España a nombrarlo académico de honor.
Por: Eduardo Arias
El pasado 27 de noviembre la Academia de las Artes Escénicas de España le otorgó el título académico de honor a Ramiro Osorio, exministro de Cultura y desde 2010 director del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo. Para Osorio este es un gran reconocimiento, sin duda, puesto que la Academia la integran más de 700 profesionales en las diferentes artes escénicas tales como actores, directores, escenógrafos, coreógrafos, bailarines y gente del circo. Recibió el título de manos de Cayetana Guillén-Cuervo, presidenta de esa entidad, en una gala junto con la cantante Ana Belén, Josep María Pou, uno de los más grandes actores de España, y el gran coreógrafo Chevi Muraday. En esa misma ceremonia se les entregaron medallas de oro al Teatro El Liceu de Barcelona, al Festival de Música y Danza de Granada, al Teatro Arriaga de Bilbao y la sala San Pol de Madrid.
“A mí me llamó mucho la atención que, en medio de la situación política tan compleja en la que está España, en la mesa de honor estaban dos vicepresidentas. La primera vicepresidenta, Nadia Calviño, ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, que acaban de nombrar como presidente del Banco de Inversiones Europeo, y la segunda vicepresidente, Yolanda Díaz, una líder de la izquierda muy importante”. La gala reunió dirigentes tanto del PSOE como del PP y con ellos los presidentes de los gremios, los productores, miembros de la Sociedad General de Autores. “Aparte de ser muy emocionante siempre he tenido la convicción de que el escenario de la cultura es el más propicio para crear el consenso”.
Es la segunda vez que una personalidad no española recibe este reconocimiento. El primero fue el actor argentino Ricardo Darín, a quien el año pasado nombraron académico de honor.
Osorio considera que este reconocimiento es el resultado de una relación suya con España de muchísimos años. “En 1985 se llevó a cabo en Madrid y Sevilla la primera reunión de directores generales de teatros de Iberoamérica. Yo fui en calidad de director de Teatro y Danza de la Universidad Nacional Autónoma de México (ese era mi cargo en ese entonces) y descubrí unas artes escénicas poderosísimas, en gran transformación, de gran riesgo, de gran interés, y me propuse que se conocieran en América Latina”. En 1987 Osorio organizó una gran muestra de teatro español en México. En 1988, cuando Fanny Mickey y él crearon el Festival Iberoamericano de Teatro, España fue el país invitado de honor. “La clausura del festival, ese festival que tuvo tanta controversia con la Iglesia, en el que nos pusieron una bomba en un teatro, lo clausuramos con un espectáculo de un grupo catalán que se llama Ils Comediants. Lo hicimos con una gran cantidad de pólvora que salía de las ruinas del Palacio de Justicia. Fue como un acto de exorcismo colectivo. De ahí en adelante he tenido una relación muy profunda con España, con sus instituciones y con sus artistas, lo cual me ha permitido tener una cantidad también de opciones”.
En 1989 el presidente Óscar Arias, premio nobel de la Paz, lo invitó a crear un festival en Costa Rica y así nació el Festival Internacional de Teatro de San José por la Paz y en esa oportunidad presentaron una gran muestra del teatro español.
En 2005, cuando Osorio era el director general del Festival Cervantino de Guanajuato, se celebraron 400 años de la publicación del Quijote. “Las instituciones españolas crearon un Real Patronato en el que el único que no era español o representante de una institución española era yo. Hicimos siete Quijotes desde la ópera, la zarzuela, la música sinfónica, la danza, el ballet y el Teatro”. Osorio señala que ese tipo de apuestas sólo pueden hacerse si se tiene una relación muy intensa con las instituciones y se las conoce mucho porque estos proyectos son muy costososa y es necesario contar con grandes apoyos.
Entre 2006 y 2009 Osorio fue director de Cultura de la Secretaría General Iberoamericana en Madrid, desde donde impulsó la creación de los programas Ibererscena, Iberorquestas juveniles e Ibermuseos. Iberescena ha estimulado la creación escénica entre los países iberoamericanos y cuenta con un apoyo del gobierno español y de varias instituciones de ese país.
En los 13 años que Osorio ha estado al frente del Teatro Mayor, la participación española ha sido riquísima. En 2023 se presentaron más de 200 artistas españoles. Al teatro han venido el Ballet Nacional de España, la Compañía Nacional de Danza, la Compañía María Pagés, la Compañía Manuel Liñán, el bailaor Eduardo Guerrero, los guitarristas Juan Manuel Cañizares y Pablo Sainz-Villegas, y compañías como Tanttaka Teatro. “El año próximo viene la Orquesta Nacional de España y todo eso obviamente ha sido gracias a esa relación y a un respeto de los artistas, de las instituciones, que nos permite hacer todo esto. Yo creo que eso es lo que ha reconocido la Academia”.
Su relación con el mundo cultural español comenzó en 1985. Pero su amor por el teatro lo lleva en la sangre desde niño. En el Colegio San Bartolomé de La Merced, en Bogotá, formaba parte del grupo de teatro. Los invitaron a actuar al Teatro Colón y ese día supo que quería dedicarle su vida a ese oficio. “Obviamente yo era un niño y no voy a decir que en ese encuentro yo entendí la esencia de las artes escénicas. Pero sí me llenó de asombro”.
Cuando tenía 19 años fundó un grupo de teatro y en ese momento podría decirse que nació el gestor cultural. “Me di cuenta que si yo quería que viniera el público tenía que aprender a comunicar. Si quería tener un teatro debía conseguir recursos. Hoy tengo 71 años, calculen cómo era la realidad en aquellos tiempos. Tocaba aprender de todo y a mí el tema de la gestión nunca me ha molestado. Me gusta hacerlo. Me gustan los temas económicos, también me gustan los temas de gestión, los temas legales…”.
Son muchas las experiencias que ha vivido en el largo camino que ha recorrido. En México tuvo una compañía de teatro que recorrió todo el país. “Cuando he pasado a la responsabilidad pública he llegado con un bagaje que pocos funcionarios tienen porque a mí me ha tocado hacer desde lo más humilde hasta ser ministro de Cultura”.
Uno de los motores que lo han impulsado a dedicarle tanto tiempo y tanta energía a su trabajo es la certeza que tiene de que las artes escénicas, las artes vivas, generan un encuentro entre el público y los artistas que transforman y enriquecen la vida.
“A mí me parece que la vida diaria es monótona, reiterativa, invierte uno en una cantidad de tiempo para movilizarse. Nosotros no podemos cambiar el tráfico pero sí podemos cambiar lo que pasa desde que la gente llega a la puerta del teatro. Uno se transforma en ese poco tiempo en que uno vive una experiencia artística de excelencia. En la vida se combate la mediocridad de esa vida. Entonces por eso yo creo que cada vez la gente necesita más de estas experiencias. Nosotros lo vemos en este teatro porque nuestro propósito no es ofrecer funciones. Nos interesa que la gente venga a una experiencia y eso es lo que buscamos. Nosotros vamos a hacer más de 100 espectáculos diferentes en este teatro, pero hacemos 160 funciones. Pero Desde que programamos y los artistas que seleccionamos y las condiciones que queremos hacer. Con la pandemia descubrimos un mundo que ya existía pero que no usábamos tanto como son las series de Netflix y de todas esas plataformas absolutamente maravillosas. Pero al final a todos nos hace falta ese encuentro vital. Ese encuentro de presencias es único e irrepetible. Así vayas a la misma obra de teatro cinco veces, cada vez será un encuentro diferente, una acontecimiento diferente”.