Ricardo Rondón, el cronista transeúnte de las calles de Bogotá.
4 Enero 2024 09:01 pm

Ricardo Rondón, el cronista transeúnte de las calles de Bogotá.

Ricardo Rondón.

Crédito: Fotos: David Rondón Arévalo.

La Bogotá que ha visto Ricardo Rondón, un reportero de a pie que ante todo se considera transeúnte, no es la más celebrada y narrada. Las crónicas de este reportero con mucha calle, 20 de ellas recogidas en el libro 'Un espectáculo del absurdo', dan cuenta de una cara menos conocida de la ciudad,incluso a veces oculta,

Por: Eduardo Arias

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Heredero de una larga lista de maestros de la crónica y el reportaje, Ricardo Rondón se convirtió en una especie de leyenda urbana con sus historias de una Bogotá que estaba oculta a los ojos de quienes van a la oficina y hacen compras en un centro comercial.
Rondón trabajó durante 26 años en el diario El Espacio, y desde su cierre en 2013 ha seguido dedicado a narrar y a contar a Bogotá.
Un espectáculo del absurdo y otras 19 crónicas de Bogotá recopila 20 textos suyos escritos en los últimos 10 años. Este libro forma parte de la colección Bogotá Leer Para la Vida, una iniciativa editorial de la Dirección de Lectura y Bibliotecas de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, que ha elaborado una colección de libros de diferentes géneros pensados en realzar el patrimonio bibliográfico de la ciudad. Estos libros están disponibles en la red
El escritor Andrés Ospina se encargó de seleccionar las crónicas que componen esta antología. Cómo él señala, en un principio pensó en compilar crónicas publicadas en El Espacio, pero luego pensó que con escritos recientes le daba a la colección un tono distinto y fresco.
Algunos textos estaban inéditos y otros los publicó Rondón en su blog La pluma y la Herida. Varios de ellos se variaron un poco y se enriquecieron para mostrar la Bogotá del presente.
Quisimos mostrar a Ricardo como un observador de la Bogotá presente. Muchos textos se enriquecieron o se cambiaron un poco para ponerse a tono con lo que sucede ahora, lo que ha sucedido de 10 años para acá. Pensé en una Bogotá que estamos viendo morir ante nuestros ojos y que si no se registra desaparece”, señala Ospína. Él considera que Ricardo Rondón tiene una mirada muy particular y quiso resaltar esa visión tan particular que tiene él de transeúnte. Cómo ve Trsansmilenio, cómo ve esa cotidianeidad que la gente suele no tener muy presente pero que es muy digna de ser contada y que Rondón narra con un ingenio y con unos ojos muy particulares de una Bogota
Otro criterio de selección que tuvo Andrés Ospina fue salirse un poco de lo cachaco ya institucional como, por ejemplo, el restaurante La  Puerta Falsa o la Candelaria y mostrar una Bogotá que está un tanto al margen del relato que ya ha sido muchas veces narrado. CAMBIO conversó con Ricardo Rondón acerca de su pasión por la crónica, el libro y Bogotá.

Portada
CAMBIO: ¿Cómo llegó usted al periodismo y a la crónica?
Ricardo Rondón:
La vocación por el periodismo y por contar historias viene de muy joven. Soy autodidacta y mi primera incursión fue como declamador y reportero cultural del programa 'Ojo insólito', que dirigía Adolfo Valle Berrío en Todelar. De ahí pasé a El Espacio, donde hice de todo: crónica roja, espectáculos, las entrevistas de la sección de Mundo Loco, un promedio de 5.000, en 27 años que laboré con el desaparecido tabloide. También escribí el consultorio sentimental, el horóscopo sexual y los cuentos eróticos de los sábados. Fui editor de la edición de Bogotá y terminé como editor general hasta el cierre del periódico en 2013.


CAMBIO: ¿A qué se debe su pasión por contar historias de personajes que por lo general pasan inadvertidos?
R. R:
Bogotá es un maremágnum de lugares y personajes anónimos, delirantes y extraordinarios. La curiosidad, el olfato y la gran escuela de la calle, que es la de la reportería, me incitaron de años atrás a narrar historias desconocidas. Soy un caminante irremediable, "un husmea cosas", como decía el poeta Mario Rivero, y quiero y sufro esta ciudad insólita, cruel e impredecible en la que nací y en la que he transitado mis días.


CAMBIO: En sus textos se nota un conocimiento profundo de diversos asuntos. Literatura, música, arte, política… ¿Cómo se entera usted de tantos temas?
R. R:
Soy un devorador de libros, periódicos y revistas. De radio, más que de televisión. Y ahora de podcast. Ha sido una fiebre por descubrir y por estar informado, en lo posible. El tiempo queda corto ante la cantidad de temas por explorar.


CAMBIO: ¿Algún cronista o narrador del pasado le ha servido de guía o de referencia?
R. R:
Como formador de narradores, destaco al maestro Isaías Peña Gutiérrez, director por muchos años del Taller de Escritores de la Universidad Central. También al español Manuel Vicent, genio del retrato literario. Los grandes cronistas norteamericanos: Norman Mailer, Truman Capote, Tom Wolfe, Gay Talese, maestro del perfil. Los argentinos Rodrigo Fresan, Martín Caparrós y Leila Guerriero. De Colombia, Gabriel García Márquez, Álvaro Cepeda Samudio, Plinio Apuleyo Mendoza, Fernando Garavito (Juan Mosca), el club de los Gernanes: Arciniegas, Castro Caycedo, Santamaría, Pinzón, Felipe González Toledo, José Joaquín Jiménez (Ximénez), Daniel Samper Pizano, Antonio Caballero, Juan Gossaín, Heriberto Fiorillo, Ernesto McCausland. Son muchos espejos.


CAMBIO: ¿Cómo definiría, o explicaría, una ciudad como Bogotá?
R. R:
Bogotá, diversa y pluricultural, es un arca para el deleite de los sentidos y la imaginación. En el ombligo de la ciudad, en sus lugares apartados e insospechados, en su ruralidad, se empollan a diario historias a granel. Bogotá está hecha para la crónica. Contiene una suerte de efecto narcótico que inspira y excita.

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