Argentina vs. Colombia: la historia de la Copa América de 1987, cuando entre la niebla nació una nueva era
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Colombia no obtuvo el título, pero fue declarada como la mejor selección de la Copa América de 1987. Un triunfo ante Argentina en el estadio Monumental de Núñez cerró una inolvidable gesta del fútbol colombiano.
Por: Eduardo Arias
El pasado sábado Colombia goleó a Panamá y se ganó el cupo a semifinales, contra Uruguay. El resultado provocó alegría entre los seguidores de la selección, que reconocieron el gran nivel que presentaron los jugadores, pero todo ello dentro de un clima tranquilo y calmado. El mismo que imperó después del empate a un gol con Brasil en el último partido de fase de grupos. Si tanto la goleada histórica en cuartos de final, como el empate con sabor a victoria contra Brasil hubieran ocurrido antes de 1987, habrían sido calificados como una hazaña de dimensiones bíblicas: "¡Le empatamos a Brasil!", se habría declarado día cívico y algunos días después los jugadores habrían sido recibidos en el aeropuerto y paseados por las avenidas de Bogotá en un carro de bomberos.
Lo anterior es un retrato un poco exagerado y caricaturesco, pero sí es bueno saber (o recordar) que el origen de ese cambio de actitud que hace parecer normal que Colombia le juegue de igual a igual ante cualquier equipo del mundo nació en la Copa América de 1987. Doce años antes Colombia había logrado llegar a la final del torneo y los únicos antecedentes de hazañas de la Selección Colombia anteriores a 1975 habían sido un par de clasificaciones a los Juegos Olímpicos y, sobre todo, el empate 4 a 4 ante la Unión Soviética en el Mundial de Chile de 1962.
En la Copa América de 1987, que se celebró en Argentina, Colombia terminó tercera y además fue considerada de manera casi unánime por jugadores, técnicos y periodistas deportivos como la mejor selección del torneo. Carlos 'el Pibe' Valderrama fue declarado la figura del campeonato (por encima de Maradona y de cualquiera de los jugadores uruguayos o chilenos que disputaron la final) y Arnoldo Iguarán, autor de cuatro goles, se consagró como el goleador del torneo. En este equipo también brillaron Bernardo Redín, Luis Carlos Perea, Leonel Álvarez, Chonto Herrera, el arquero René Higuita y… la verdad, la lista de héroes es bastante larga. En aquella Colombia ochentera fue motivo de orgullo ver la gesta de la selección que dirigía Francisco Maturana en las páginas y titulares de publicaciones francesas como Once y France Football.
Fue el comienzo de una nueva era del fútbol colombiano, que de una u otra forma se ha mantenido. Con momentos muy buenos, como la eliminatoria al Mundial de Estados Unidos y la participación en el Mundial de 2014, y malos, como el oscurantismo padecido en las eliminatorias al Mundial de la primera década de este siglo. Una era en la que Colombia ha asistido a cinco campeonatos del mundo, ganó la Copa América de 2001 y ha jugado partidos memorables como el empate ante Alemania en el Mundial de Italia y el famoso 5 a 0 ante Argentina en el estadio de River en la eliminatoria al Mundial de 1994.
Así fue el camino de Colombia en la memorable Copa América de 1987
Esta historia ya lejana en el tiempo comenzó en el estadio Gigante de Arrollito, en Rosario. Colombia deslumbró tras derrotar en la primera fase a Bolivia 2 a 0 y a Paraguay 3 a 0 en la primera fase. En el primer partido anotaron Carlos Valderrama y Arnoldo Iguarán. Ante Paraguay, un rival que históricamente había sido muy complicado para Colombia, los tres goles los anotó el guajiro. Esos cuatro goles le bastaron –como se anotó antes– para consagrarse como goleador del torneo.
En aquella época no participaban países invitados como ahora, sino solo las diez naciones afiliadas a la Conmebol, así que el siguiente partido fue la semifinal, que Colombia jugó ante Chile. La euforia nacional desatada por el fútbol exhibido y por los elogios de la prensa extranjera permitían soñar en una final ante Argentina (el obvio favorito por ser local, ser los campeones mundiales vigentes, Maradona...). El optimismo era muy grande, así el rival fuera Chile, que contaba con un gran equipo. Había goleado 4 a 0 a Brasil con dos goles de Ivo Bassay y otro par de Juan Carlos Letelier, ambos delanteros muy letales.
El partido ante Chile fue vibrante y mucho más exigente que los dos anteriores. El trámite fue parejo, bastante movido en ambas áreas y se hizo necesario jugar una prórroga de 30 minutos. Colombia se fue en ventaja cuando, poco antes del final de los primeros 15 minutos de la prolongación, el juez central brasileño Romualdo Arpi Filho pitó un penal (bastante discutible) en favor de Colombia, que Bernardo Redín transformó en gol. Al reanudarse el partido, Chile, en su empeño por ir al ataque y presionar con gran ímpetu, aprovechó un par de desinteligencias defensivas de Colombia para darle vuelta al partido y pasar así a la final, que perdería 1 a 0 ante Uruguay.
Tras la derrota ante Chile, que sumió al país en una gran tristeza, el considerado mejor equipo del torneo tuvo que enfrentar a Argentina en el partido por el tercer lugar. Argentina había perdido 1 a 0 con Uruguay ante su público, y la actuación del equipo de casa, consagrado campeón del mundo un año antes, había mostrado un nivel de juego decepcionante. Una curiosidad de aquellos tiempos es que el campeón del torneo anterior clasificaba directamente a la semifinal. Así que Uruguay ganó una copa en la que solo jugó dos partidos. Pero esa es otra historia.
El sábado 11 de julio, en pleno invierno porteño, los equipos saltaron a la cancha en un estadio de River con poco público, pues la hinchada argentina estaba muy molesta con el rendimiento de su equipo y decidieron darle la espalda a Maradona y su tropa.
Para Colombia, enfrentar a Argentina en su estadio más emblemático era una empresa que bien valía pasar la página de la derrota ante Chile. El entusiasmo de periodistas y público seguía intacto. Cuando arrancó el partido fiel a su estilo, sin arrugarse ante la jerarquía del rival, su historia y el peso del escenario. Y vio sus frutos muy pronto. A los ocho minutos del primer tiempo, Gabriel Jaime 'Barrabás' Gómez (hermano de Hernán Darío, el Bolillo, mano derecha de Maturana) convirtió un golazo con un remate de media distancia. Colombia siguió jugando su fútbol y, en el minuto 26, un pase milimétrico de Valderrama rompió la línea defensiva de Argentina. Juan Jairo Galeano, conocido como J.J. entró al área a gran velocidad, anticipó la salida del arquero … ¡Quién lo creyera…! ¡Colombia le ganaba a Argentina en el estadio Monumental!
El primer tiempo terminó 2 a 0.
Para la parte final, un denso manto de neblina descendió sobre el estadio. Las cámaras de televisión, ubicadas en la parte alta de las graderías, que son las más importantes en la transmisión, no lograban captar lo que ocurría en la grama, así que buena parte de la transmisión del segundo del partido la hicieron únicamente con las imágenes de las cámaras que estaban a nivel del piso, como si se tratara de un partido de aficionados en una cancha sin tribunas. Argentina descontó a cuatro minutos del final con un gol de Claudio Paul Canniggia que a duras penas se pudo ver durante la transmisión y que aún hoy cuesta trabajo entender cuando se revisa en YouTube.
El triunfo ante Argentina se recibió como una gran hazaña, así el rival hubiera sido una Argentina un tanto desmotivada y que no pasaba por su mejor momento. Pero, qué caray, ¡era Argentina! “¡Les ganamos a los campeones del mundo en su estadio! ¡A Maradona!”. Al día siguiente fue la final. Un partido áspero, sucio y enredado que consagró una vez más a Uruguay y su garra y que dejó en muchos una sensación de melancolía, porque aquella tarde el gran jugador ausente, más que el propio Maradona, había sido Carlos ‘el Pibe’ Valderrama.