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La Selección de los excluidos
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Seis de los jugadores de la Selección son de los municipios PDETs, contemplados, por su exclusión y pobreza, en el Acuerdo de Paz. Antonio Sanguino, en exclusiva para CAMBIO, hace una crónica sobre el tema
Por: Antonio Sanguino

El loco Bielsa, técnico de la selección uruguaya dijo que el fútbol es de origen popular. Y en Colombia podríamos agregar que brota en medio de la violencia y la pobreza como una silenciosa fuerza resilente en la Colombia profunda. Muchas de las grandes hazañas deportivas siempre vienen de los territorios excluidos, tienen piel negra o mulata y han tenido rostros imberbes con ganas de tragarse el mundo a punta de coraje y talento, como ocurre con nuestra selección colombiana de futbol.
Caloto y Santander de Quilichao, en el Cauca pluricultural adolorido por violencias y exclusiones que se repiten en el tiempo; Itsmina y Condoto de un Chocó tan biodiverso como sometido a olvidos, salvo el de los ejércitos ilegales y mafias; Amalfi en una Antioquia cuyo empuje no ha alcanzado para evitar el imperio de carteles y violencias o Tierraalta en la Córdoba de las luchas campesinas y el terror paramilitar, hacen parte de los 170 municipios PDET (Programa de Desarrollo con Enfoque Territorial) priorizados por el Acuerdo de Paz firmado entre el Estado colombiano y las FARC-EP, municipios priorizados por sus niveles de pobreza, cultivos de droga, violencia y debilidad institucional.
Estos 6 municipios, junto a todos nosotros, celebran la victoria de 6 campeones de la Selección Colombia: Davinson Sánchez, Carlos Cuesta, Daniel Muñoz, Luis Sinisterra, Jhon Córdoba y Miguel Ángel Borja. 3 son defensas y 3 son delanteros. El fútbol, como relatara el escritor mexicano Juan Villoro, es una representación de la realidad; hoy la defensa de Colombia como las regiones de Cauca, Chocó y Antioquia expresan quizás el ADN de territorios que resisten a las ráfagas de ejércitos guerrilleros y bandas armadas que se reciclan y se repiten desde hace décadas, y que no se dejan doblegar por los años de soledad y mezquindad de los gobiernos y las elites para proveer servicios, atender derechos y permitir los sueños de sus niños y jóvenes. De allí viene la entereza y el coraje demostrados por estos defensores en un partido ante la garra uruguaya en la semifinal y ante todos los que ha enfrentado a lo largo del campeonato.

De esta defensa, Daniel Muñoz, considerado el mejor lateral de la Copa América, nació en Amalfi, municipio Antioqueño, el mismo donde nacieron los hermanos Castaño y los hermanos Rendón. Muñoz, por una expulsión en semifinales contra Uruguay, se perdió la final y hace honor a la leyenda del tigre de su municipio; Muñoz, antes que jugador, fue una barra brava y así juega en la cancha, esa misma emoción que lo sacó, hasta ahora, del partido más importante de su carrera, pero el fútbol como la vida da revanchas.
Los 3 delanteros, de Chocó, Cauca, Córdoba, uno de ellos titular, Jhon Córdoba, es de un pueblo minero que es su riqueza y su condena ¿cuántas guerras por el oro? Istmina es un municipio de Chocó con 25 mil habitantes, situado a un lado del río San Juan, zona de tránsito de los elenos y del clan del Golfo. Aunque salió muy pequeño de su pueblo, y llegó al futbol por herencia familiar de su padre Manuel "Triciclo" Córdoba, jugador histórico de Santa Fé, su piel y sus emociones siguen anclados a su tierra. Esquivar la violencia y la pobreza los ha llenado de la fuerza para hacerles goles a la desesperanza y el no futuro.
Cada uno de estos municipios #PDET, como gran parte de los territorios excluidos, no solo tienen historias de violencia, de masacres, de pobreza, también están llenos de historias de resiliencia y, ahora, que el gobierno del presidente Gustavo Petro habla de priorizar los territorios excluidos con inversiones públicas en agua potable, energías renovables, vías, salud, infraestructura educativa, sería una oportunidad para ver a estos territorios más allá de la exclusión. Que los jugadores de la selección Colombia que nacieron en los municipios #PDET sean un motivo para que el gobierno lleve grandes inversiones que transformen el territorio.
El acuerdo de paz estimó en 80 billones la Implementación de los PDET, cifra que ya ha sido analizada y no será suficiente para cerrar las brechas sociales y económicas de estos municipios que representan más de 7 millones de colombianos. Ya el presidente Petro, frente al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, habló de ampliar en 7 años la implementación del Acuerdo de Paz y la vigencia de los PDET; que esta sea la oportunidad para que el gobierno nacional en su conjunto y el Congreso, miren a estos municipios más allá de esta celebración que es histórica para el país.
La transformación de estos y otros territorios excluidos, como los 170 municipios PDETs y similares, debería constituir el núcleo del tan invocado Acuerdo Nacional. Sería el mejor homenaje a los Muñoz, los Minas, los Córdobas, los Borjas, los Sinisterras, los Borjas, de modo que el triunfo merecido por ellos no sea una faena individual o un golpe de suerte, sino un universo de bienestar y oportunidades para estos territorios convertidos en canteras de talento y amor por Colombia.
