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Crédito: Reuters.
De Moisés a Trump: con “Las tablas de ley”
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El excanciller Julio Londoño Paredes analiza el que parece ser hasta ahora un impacto moderado para Colombia de su política de aranceles, si se compara la que les ha impuesto, por ejemplo, a países como El Salvador.

El presidente Trump puso en jaque al mundo desde hace varios días con el anuncio de que el miércoles 2 de abril impondría aranceles para los productos de exportación a los Estados Unidos de muchos países, advirtiendo que a algunos los trataría “con benevolencia”. Finalmente, el anuncio se hizo y, sorpresivamente, en la larga lista de afectados apareció Colombia.
No era previsible ya que la balanza comercial es ampliamente favorable a los Estados Unidos. Además, Colombia no les ha impuesto a los productos de origen norteamericano aranceles adicionales a los establecidos en el tratado de libre comercio entre los dos países.
Sin embargo, al observar la lista de Trump, se concluye que los productos colombianos de exportación en principio no van a resultar seriamente afectados en el mercado norteamericano, ya que a algunos de nuestros competidores se les ha impuesto aranceles iguales o más gravosos que a los nuestros.
Es el caso por ejemplo de Vietnam, aliado de los Estados Unidos en el mar de la China al que se le ha impuesto un arancel del 46 por ciento. Es sabido que Vietnam desde hace muchos años es el gran competidor de Colombia en la producción de café suave. En esa forma el café vietnamita quedaría fuera del mercado norteamericano. Así sucede con algunos otros productos.
Además, si en el fondo pudiera inferirse que pudiera haber algún carácter político en la medida, para negarlo basta con mirar a El Salvador para descartarlo. A Bukele, que está recibiendo a todos los bandidos deportados de los Estados Unidos y que ha merecido todos los elogios, no solo de parte de Trump sino de la secretaria de Seguridad que recientemente visitó al país, y de Marco Rubio, el secretario de Estado, Trump le ha impuesto, como a nosotros el 10 por ciento de aranceles a los productos salvadoreños que ingresen a los Estados Unidos.

Por el contrario, la decisión de Trump con respecto a Colombia podría generar la esperanza de que los Estados Unidos, si no hay alguna declaración “heroica” de nuestro presidente en un momento de “efervescencia y calor”, decidiera no hacer la temida descertificación en el mes de septiembre contra nuestro país, por el incremento de los cultivos de coca y de la producción de cocaína. Ya veremos.
No faltarán, naturalmente, algunos que dirán que ante los aranceles del 10 por ciento habrá que buscar compensación con los cultivos de coca y la producción de cocaína. Sería suicida, ya que se abriría la puerta, para que, ahí si en una eventual descertificación, impongan los aranceles del 25 por ciento que hundirían a nuestro país.
Otra cosa es ver cuáles serán los efectos de esa decisión en la que Trump se parece a Moisés bajando del Monte Sinaí, con las tablas de la ley. Sería absurdo que a la larga solo consiguiera un frente consolidado de diferentes tendencias contra los Estados Unidos, incluyendo a la Unión Europea y a sus socios de la OTAN.
Nunca, ningún mandatario norteamericano, desde George Washington hasta nuestros días, habría “logrado” un panorama semejante, que solo fortalecería al extremismo en los cuatro puntos cardinales.
Habrá que ver como el Gobierno norteamericano reglamenta y dispone la vigencia de las disposiciones anunciadas. Como todo el mundo lo sabe, no sería imposible que Trump mañana se retracte de todo lo dispuesto o que modifique o reglamente todo lo del “show”, modalidad que ahora es tan utilizada también por algunos mandatarios latinoamericanos.
