
Para varios expertos, esta técnica puede aumentar las reservas de gas, pero otros cuestionan su impacto social y ambiental.
Crédito: Informe de Recursos y Reservas 2023 de la Agencia Nacional de Hidrocarburos
'Fracking': ¿puede el polémico método solucionar la crisis de gas en Colombia?
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En medio del déficit de gas que enfrenta el país, algunos expertos del sector han puesto sobre la mesa la fracturación hidráulica como una alternativa. Sin embargo, la técnica sigue inmersa en los debates ambientales y políticos. Reportaje.

Colombia enfrenta una crisis de gas natural. Por más de una década las reservas del combustible han disminuido, mientras que desde hace meses el sector alerta sobre un déficit del combustible para atender la demanda nacional. A finales del año pasado, el país comenzó a importar gas –más caro que el nacional– para los hogares, comercios e industrias. Así, el que siempre ha sido el recibo más barato empezó a subir en las facturas de los colombianos. .
Aunque el país ha confirmado importantes yacimientos de gas en el mar Caribe, como el Pozo Sirius-2, el hallazgo más importante en 30 años, no se podrá contar con esos recursos, por lo menos, hasta 2029, y Ecopetrol también ha anunciado otras medidas, como la construcción de una regasificadora en el Pacífico para importar gas natural licuado al país, pero esa infraestructura no estará lista hasta el próximo año.
En esas condiciones, una alternativa no muy popular está sobre la mesa: el fracking, una técnica para extraer hidrocarburos como el petróleo y gas que consiste en inyectar fluidos a alta presión para fracturar las rocas y liberar los hidrocarburos atrapados en ellas. Esa técnica, sin embargo, tiene fuertes impactos ambientales y la han prohibido unos 20 países, entre los que se cuentan potencias mundiales como Canadá, Alemania y Francia, además de algunos estados de Estados Unidos.

¿Qué pasa con el gas natural en Colombia?
La única manera de encontrar gas es perforando pozos exploratorios. En Colombia, en la última década han declinado los pozos perforados. Por esa razón también se ha reducido tanto la producción de gas como las reservas. Hacia 2014, con la caída de los precios del barril de petróleo comenzó a declinar la producción. Desde entonces no volvió a recuperarse el ritmo de la actividad de años anteriores.
En 2012, según información de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), Colombia alcanzó a perforar 133 pozos exploratorios, mientras que el año pasado solo llegó a 27. Si en 2012 había una reserva con autosuficiencia de 13 años, en 2023, según el más reciente dato oficial, estas se habían reducido a casi la mitad: 6,1 años.
Colombia comenzó a importar gas desde 2016, pero hasta el año pasado las importaciones solo eran para las plantas de generación térmica. Pero en 2025 el país tuvo que comenzar a importar gas para suplir la demanda de los hogares, los comercios y la industria. Ese déficit corresponde a la relación entre el gas que está produciendo Colombia y está disponible para la venta, frente a las necesidades para abastecer la demanda.

Luz Stella Murgas, la presidenta de la Asociación Colombiana de Gas Natural (Naturgas), le explicó a CAMBIO que, aunque la producción del combustible ha caído en la última década, Colombia sí tiene un potencial descubierto de gas natural con volúmenes significativos para abastecer la demanda de las próximas décadas.
Según Murgas, este potencial está “principalmente en áreas continentales, en zonas donde se puede producir gas con fracking y en el mar Caribe donde hay varios proyectos estratégicos. El potencial en áreas continentales es diez veces mayor a las reservas probadas que tenemos hoy”.
De los proyectos en el mar Caribe, el más importante es Sirius-2. No obstante, ese gas está a 30 kilómetros de la línea costera más cercana, y traerlo a tierra supone la construcción de un gasoducto que, según Naturgas, demoraría dos años en estar listo. Además, para poder iniciar la construcción, el proyecto necesita de una licencia ambiental y surtir 116 consultas previas con comunidades, principalmente del departamento de La Guajira.
El gas no convencional, como se le llama a los hidrocarburos que no pueden ser explotados con las técnicas tradicionales de extracción, se consigue en el valle inferior del Magdalena, en especial en el departamento del Cesar y una parte de Santander.
“Justo por el Cesar es por donde pasa el mayor porcentaje de kilómetros de la infraestructura de transporte de TGI, que es el transportador de gas natural. Ese tubo va desde La Guajira hasta Yumbo. No habría que construir infraestructura de transporte, ya está lista”, comentó Murgas.
Según la representante del gremio del gas natural, se otorgan las licencias ambientales para producir gas natural con fracking, en diez meses podríamos abastecer el mercado. “Infortunadamente es una oportunidad que Colombia no se ha dado, que debería darse con estricto rigor técnico”, mencionó.

El expresidente de la Agencia Nacional de Hidrocarburos Luis Miguel Morelli considera que este es “el mecanismo más indicado” para que el país pueda volver a la autosuficiencia en cuanto al consumo del gas propio y reducir los precios del gas que pagan los usuarios, pues mientras en el mercado internacional el precio está entre 15 y 17 dólares por millón de BTU (unidad que se usa para medir el combustible), el precio de extraerlo a nivel nacional puede ser menos de la mitad.
“Es un contrasentido que Ecopetrol esté devengando recursos muy importantes haciendo fracking en Estados Unidos, cuando en Colombia tenemos un potencial de no convencionales muy grande. Si se puede hacer bien hecho en Estados Unidos, ¿por qué no se puede hacer en Colombia? Me parece un crimen renunciar y dejar unos recursos en el subsuelo colombiano cuando en la superficie se necesitan para erradicar la pobreza”, le dijo Morelli a CAMBIO.
La ANH, hoy liderada por Orlando Velandia, ha reconocido que el país necesita impulsar mayores reservas y la producción de gas nacional. Según Velandia, el foco debería estar en que en el país hoy hay contratos que llevan años firmados y no han podido acometer sus labores exploratorias por problemas de licenciamiento, sociales o ambientales.
Respecto al fracking, Velandia le dijo a este medio que “esa es una discusión que está en el interior del Congreso, y el Congreso, en su real saber y entender, tomará la decisión”.

Un debate político
“En Colombia no está prohibida todavía la fracturación hidráulica, desde el punto de vista jurídico. Hay un proyecto de ley que cursa en el Congreso, pero jurídicamente esta actividad continúa habilitada”, explicó Milton Montoya, director del departamento de derecho minero energético de la Universidad Externado de Colombia.
La discusión política y jurídica en torno al fracking no es nueva. En varias ocasiones se ha llevado ante el Congreso de la República proyectos para prohibirlo. Este Gobierno ya intentó pasar un proyecto que no vio la luz en el Congreso, y su intento más reciente es el proyecto de ley 150 de 2024, radicado en agosto del año pasado.
En febrero, el Gobierno otorgó ‘mensaje de urgencia’ al proyecto. La abanderada de esta iniciativa fue la exministra de Ambiente Susana Muhamad, pero con su salida del gabinete hace unas semanas y con la agenda que tiene el Gobierno en el Legislativo, otras iniciativas se están llevando la energía del Gobierno del cambio.
En 2022 Muhamad defendió el intento de prohibición y sostuvo que “geológicamente, Colombia no es un país petrolero. No contamos con grandes yacimientos de gas que justifiquen esta práctica”.
Así mismo, en febrero, cuando se le dio el mensaje de urgencia al proyecto, el exministro de Minas y Energía Andrés Camacho dijo ante los micrófonos de Blu Radio que las previsiones para aumentar el abastecimiento de gas por medio de fracturación hidráulica eran “astrología” y puso en duda el resultado que podría tener este método hasta que no se cuenten con análisis técnicos y otros estudios.
Colombia tuvo la oportunidad de realizar estos estudios y análisis técnicos con dos pilotos de fracking. Entre 2016 y 2018 se adelantaron varios procesos, se otorgaron las licencias y se alcanzaron a suscribir contratos para dos proyectos piloto liderados por Ecopetrol, Kalé y Platero, en el municipio de Puerto Wilches, en Santander. Pero por reclamos de las comunidades hacia finales del gobierno de Iván Duque, y con la llegada del Gobierno de Petro se suspendieron todos los pilotos.

Según Montoya, incluso si se decidiera avanzar con estas técnicas, hay retos grandes en términos de consultas previas y de optimización y eficiencia en los procesos de licenciamiento ambiental, y una debilidad institucional en la aplicación de los mismos.
“En el sector minero energético hay una grave problemática en los procesos de consulta previa y licenciamiento ambiental. Lastimosamente las consultas previas se han convertido en un instrumento extorsivo de las comunidades contra las empresas, y también en un instrumento que las empresas tampoco lo aplican con el rigor en que debería aplicarse”, comentó el abogado.
El presidente de la Asociación Colombiana de Petróleo y Gas (ACP), Frank Pearl, reconoció que en el país hay gas “de muy buena calidad” y que si se extrae y comercializa sería mucho más barato que el que estamos consumiendo hoy. Aunque Pearl reconoció las oportunidades con esa técnica, no cree que sea oportuno ahondar en esa discusión por ahora.
“Este no es el momento de dar ese debate, pero Colombia tiene que dejar la puerta abierta para obtener gas a través de yacimientos no convencionales que tienen tecnologías probadas y que, además, en el caso de Colombia, tienen la virtud de que están muy cerca de las fuentes de distribución”, comentó.

El impacto ambiental, el gran pero del fracking
La gran limitante de la fracturación hidráulica y lo que ha llevado a que varios países, especialmente los europeos, lo prohíban, son sus impactos ambientales.
“Generalmente la discusión económica se plantea desde una sola visión, pero alrededor hay varios dilemas que se han abordado en diferentes estudios internacionales que muestran una asociación positiva entre el fracking y la afectación del agua y los cultivos, problemas de salud y desplazamientos de las comunidades”, comentó el activista ambientalista Carlos Andrés Santiago.
Santiago pone como ejemplo el caso de Vaca Muerta, una zona que alberga grandes cantidades de petróleo y gas cerca de la ciudad argentina de Neuquén, y donde se desarrolla el fracking. La región se considera una zona importante para la producción de peras y manzanas en Argentina, pero las comunidades de la zona han sentido un impacto negativo en sus cultivos en los últimos años.
“Hay impactos asociados a la contaminación de fuentes de agua, yo tuve la posibilidad de ir y he hablado con comunidades que han sido desplazadas por el desarrollo gasífero de la Patagonia argentina. El desarrollo de no convencionales en Neuquén ha afectado la producción frutícola", aseguró Santiago, quien trabajó dentro del Gobierno como asesor y secretario privado de la exministra Muhamad.
Según el ambientalista, los mercados de la Unión Europea se cerraron para los productores porque sus cultivos se producían alrededor de pozos de fracking, mientras que las manzanas chilenas no tienen ese problema.

Andrea Stegher, presidente de la Unión Internacional de Gas (IGU), asociación global que representa a más del 90 por ciento del mercado mundial de gas natural, defendió que la industria ha trabajado en los últimos años en mejorar la tecnología para reducir el impacto medioambiental de esta técnica para atender la demanda creciente de energía que tienen, no solo países como Colombia, sino de todo el mundo.
“La tecnología de fracking no es nueva ni es una posibilidad que se deba investigar. Hemos implementado mejoras día a día y hay capacidades técnicas para garantizar con una tecnología confiable y segura un suministro correcto de los recursos que están debajo del suelo. No hay una solución milagrosa. En Europa nos estamos beneficiando del gas natural licuado de Estados Unidos y nos hemos olvidado de que proviene del fracking. En 2021 nadie quería fracking en Europa, pero desde 2022 es la solución”, dijo el funcionario internacional.
La discusión en torno al fracking es compleja. No puede darse solo desde lo económico o desde lo ambiental, ni tampoco solo desde una óptica técnica, porque también corresponde a un contexto social y político. Para otros expertos el asunto va más allá de la situación ambiental misma del pozo y pasa a una discusión ambiental más amplia, sobre la importancia de reducir el consumo y explotación de combustibles de cara al cambio climático.
Tal es el caso de Óscar Puerta Luchini, ingeniero civil que trabaja en temas ambientales y de agua. Puerta ha sido consultor para varias empresas y, hasta hace unas semanas, estuvo en el Ministerio de Ambiente como director de Recursos Hídricos. “No creo que Colombia deba embarcarse en el fracking. Tiene costos muy altos en varios sentidos y no deberíamos propender por una técnica en la que no somos competitivos”, comentó.
Aunque Puerta reconoció que las tecnologías y las técnicas relacionadas con este método han mejorado, recalcó que se necesita mucha energía para fracturar las rocas y consumir mucha agua para extraer un gas que está a una gran profundidad.
El experto mencionó que otro “costo” que la fracturación hidráulica redunda en impactos ambientales: agua de la que no se puede disponer, una baja capacidad de reusar dicho recurso, la potencialidad de contaminar otras fuentes acuíferas y la posibilidad tanto de que cambien los regímenes hidrológicos como que se afecten los cultivos.
Países como Estados Unidos le han sacado provecho a este método y gracias a ello han dejado de depender del combustible de los árabes. Incluso Ecopetrol explota petróleo con fracking en la cuenca del Permian, en Texas. Sin embargo, Puerta mantiene sus reparos: “El Permian, la formación que se explota en Estados Unidos está en un ecosistema totalmente diferente al nuestro. Acá estamos en ecosistemas tropicales altamente vulnerables. Estoy convencido que es una técnica que no se debería desarrollar en Colombia”.
