
El presidente Gustavo Petro viajó a China el 12 de mayo junto con varios funcionarios de su Gobierno para firmar una alianza comercial y de inversiones.
Crédito: Juan Diego Cano - Presidencia
La experiencia de nuestros vecinos con China. Por Julio Londoño
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El excanciller Julio Londoño analiza para CAMBIO los resultados que para Perú, Chile y Ecuador ha tenido su cercanía con China. “No podemos seguir pensando que nuestra costa pacífica es una tierra remota, insalubre y violenta, que debe seguir así para que Trump no se disguste”, afirma.

La polémica por la firma del Memorando de Entendimiento con China sobre la Ruta de la Seda seguramente continuará. Hay 21 países de los 33 latinoamericanos y del Caribe que han concertado memorandos de entendimiento con el gigante asiático. Para no hablar de que 128 naciones más lo han hecho en alguna modalidad.
Las críticas que se han formulado van, desde los riesgos económicos, hasta las suspicacias sobre los efectos políticos para nuestro país. Pasando naturalmente por la inconveniencia y la oportunidad de hacerlo, en un momento en que Trump cambia todos los días de posición.
Washington no ve con buenos ojos que las naciones latinoamericanas y caribeñas se acerquen al gigante asiático y menos que Colombia lo haga, país que, además, es la primera productora de cocaína del mundo y está agobiada por una proliferación de grupos armados.
El Perú, desde hace muchos años, tuvo una gran migración china que se dedicó fundamentalmente a la gastronomía y a la agricultura. Fue el primer país latinoamericano que, en 1971, durante el gobierno militar presidido por el general Velasco Alvarado, estableció relaciones con China.
El voto peruano fue además fundamental en Naciones Unidas para la aceptación de China Popular como la verdadera China. Ahora es el principal socio comercial del Perú. Se acaba de dar al servicio el megapuerto de Chancay.
La experiencia ecuatoriana es similar. China le prestó al Ecuador 24.000 millones de dólares y se metió no solamente al sector energético, sino que acaba de terminar un excelente aeropuerto en la ciudad de Manta.
Chile, por su parte, concertó, desde 2005, cuando era presidente Ricardo Lagos, un tratado de libre comercio con China y tiene con ella un fluido y activo comercio. China ha hecho importantes inversiones en minería, energía e infraestructura. Chile es un país del Pacífico Sur como Colombia, aunque una cosa es el litoral pacífico chileno y otro el colombiano.
Naturalmente que Colombia debe negociar con la experiencia derivada de los otros Estados del Pacífico. No se puede caer en la trampa de endeudarse a base de créditos que China ofrece, porque si el acreedor no paga Beijing presiona, llegando a peligrosos extremos que pueden afectar seriamente al país.
El otro elemento, común en Ecuador y Perú, es que China ha incursionado muy activamente en el sector hidráulico y energético. Muchas críticas se han hecho por problemas que se han presentado en las obras realizadas por empresas chinas. Incluso el tremendo apagón que sufrió el Ecuador hace algunos meses y que casi dio al traste con la reelección de Noboa, se adjudicó a ellas.
Habrá que estar atentos. Pero eso es otra cosa. No podemos seguir pensando como muchos, que nuestra costa pacífica es una tierra remota, insalubre y violenta, que debe seguir así para que Trump no se disguste.
