"La pensional puede ser negativa a corto plazo, pero positiva más adelante": Alejandro García, de Fitch Ratings
20 Junio 2023

"La pensional puede ser negativa a corto plazo, pero positiva más adelante": Alejandro García, de Fitch Ratings

Crédito: Fotoilustración: Yamith Mariño

El jefe de análisis de banca en América Latina para Fitch Ratings, Alejandro García, habló con CAMBIO sobre la evaluación de la calificadora de riesgo al sistema financiero de Colombia y el impacto que tendría la reforma pensional.

Por: Angélica M. Gómez

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Colombia, como los demás países del mundo, está constantemente bajo la lupa de las calificadoras de riesgo, que analizan, según las condiciones macroeconómicas y políticas de cada uno, qué tan probable o no es que paguen sus deudas.

En el caso de Colombia, este año las calificadoras vigilan, además, el proceso de aprobación de tres grandes reformas: la laboral, la pensional y la de salud. 

Para la calificadora Fitch Ratings, la pensional podría tener un efecto negativo en el corto plazo en el sistema financiero –si se aprueba tal como está planteada–, pero un impacto positivo en el mediano. Así le explicó a CAMBIO Alejandro García, jefe de análisis de banca en América Latina para Fitch Ratings.

CAMBIO: ¿Cuál es la evaluación general que Fitch Rating hace de Colombia? 

Alejandro García: Estamos previendo un entorno bastante desafiante no solo para Colombia, sino en general para América Latina, por una cascada de eventos, en particular por la subida de tasas de interés, que vino como reacción a la inflación y mermó las expectativas económicas en casi todo el mundo, en comparación con los dos años bastante buenos que tuvimos después de la pandemia. 

Por ejemplo, en Colombia la economía creció fuertemente en los años 2021 y 2022. Pero cambiaron las condiciones globales y regionales y ahora estamos percibiendo una ralentización. Esto, en general, es negativo para casi todos los sectores. Obviamente, cuanto menos crecimiento hay, menos demanda de productos. 

El consumo comienza a ser más cauteloso porque los consumidores también se ven afectados no solo por el menor crecimiento, sino porque la gente lo siente en sus bolsillos con la inflación, con el aumento en el costo financiero de las deudas que tengan; entonces, en general, se da una conjugación de factores que anticipan un entorno relativamente desafiante para todos los agentes económicos en los distintos sectores.

CAMBIO: Vamos a esa parte de las tasas de interés, que es el costo de financiamiento. El superintendente financiero ha dicho que no le preocupa el incremento en la cartera en mora y que el sistema financiero colombiano parece que está bastante sólido. ¿Ustedes coinciden con esa apreciación? 

A.G.: En términos generales, coincidimos plenamente. Es un mensaje positivo de los sistemas bancarios en nuestra región. La verdad es que es el mejor de los mundos que, cuando hay una etapa débil del ciclo económico, solo se refleje en el deterioro de la mora. 

Obviamente también hay un impacto en la rentabilidad, pero lo importante es que, mientras no vaya más allá y comience a afectar, por ejemplo, las métricas de adecuación de capital o los perfiles de fondeo y liquidez de los bancos, es natural esperar que esta etapa suave del ciclo económico –y esta etapa complicada del ciclo crediticio– se traduzca en un deterioro generalizado de los indicadores de calidad de activos, no solo de la mora; porque los bancos tienen que castigar más, tienen que aprovisionar más, ya que hay que restituir esas reservas, hay que tener el colchón suficiente para enfrentar estos estos problemas de morosidad. Entonces, hay un impacto casi gemelo tanto en la calidad de activos como en la rentabilidad. 

CAMBIO: El superintendente financiero dijo en la Convención Bancaria que el sector financiero ya tiene demasiada regulación y que están evaluando cómo se puede alivianar esa regulación extrema. ¿Ustedes cómo ven esa intención del superintendente?

A.G.: No hay una respuesta fácil porque, por obvias razones, la banca juega un papel de intermediación súper importante, es un motor de actividad económica y puede jugar un efecto multiplicador. Por eso es importante y tiene este rol tan delicado, así que es natural que tenga un marco regulatorio que no se ve en otras industrias. 

Además, hay que recordar que la banca está arriesgando no solamente su patrimonio. Está de por medio buena parte del ahorro nacional; es decir, lo que las personas o empresas tienen en cuentas de ahorro y  en cuentas corrientes, pues al final de cuentas esa es la función de la banca: tomar ese recurso y hacer un uso responsable de ello y colocarlo en créditos. Entonces, hay que conciliar esos dos objetivos de financiar el crecimiento, pero a la vez asegurarse de que se hace un uso responsable y con riesgos bien medidos para esos recursos, que son de terceros. No es solo el capital de la banca el que está por medio.

Es natural que la banca sea una industria altamente regulada, al final de cuentas es un proceso de continuo aprendizaje. Cada vez que hay una crisis, un episodio de estrés, se prende algo y se introduce una nueva regulación. Lo vimos en la gran crisis financiera global del 2008 y seguramente lo veremos ahora en Estados Unidos, después de estos eventos con los bancos de tamaño medio que pusieron nuevamente en evidencia que había algunos riesgos de concentración, posiblemente de laxitud en ciertas regulaciones, en ciertas inversiones que hacían descalces de plazos entre activos y pasivos, riesgos de tasas innecesarios. 

CAMBIO: Colombia está tramitando una reforma pensional, que va a tener sus efectos en el mercado de capitales al cual pertenecen los bancos. ¿Qué evaluaciones están haciendo ustedes de esa reforma? 

A.G.: La verdad es que es difícil anticipar cuál es el efecto natural en los fondos privados de pensiones, sobre todo lo que significa una exposición natural para los bancos o los grandes conglomerados financieros, que son los que tienen presencia allá. Claramente, de entrada, puede significar un menor flujo de recursos a estos sistemas, pero al final de cuentas los activos bajo administración de un sistema privado de pensiones, por su propia naturaleza, por los rendimientos y eso, están en continuo crecimiento. 

La verdad es que no nos preocupa tanto el efecto que tenga directamente para el sistema financiero en su conjunto; porque, si bien es cierto que puede tener esas implicaciones parcialmente negativas en el corto plazo, también habrá que ver el resultado que tenga por el otro lado, el resto de la reforma pensional. Si en verdad tiene el efecto pretendido de que se democratice y se expanda el acceso a recursos públicos, que haya un mejor acceso a financiamiento de medianas empresas y son considerables en el mediano plazo, puede ser que contrarresten este impacto negativo de corto plazo para los conglomerados financieros. 

CAMBIO: Por último, ¿qué está haciendo muy bien el sistema financiero colombiano y qué oportunidades de mejora detecta?

A.G.: Lo voy a poner en términos relativos a Latinoamérica: creo que el proceso de internacionalización es muy bueno, es algo que no vemos tan común en Latinoamérica y que es una sana búsqueda de diversificación de riesgos. Todos nuestros mercados, en distintas magnitudes, tienen un potencial enorme de crecimiento a mediano plazo. Claro que, si se evalúan nuestros indicadores de inclusión financiera y cuando uno ve la penetración media contra el PIB, estamos a décadas de alcanzar a los mercados desarrollados. Claramente hay mucho por hacer acá, pero al final de cuentas también hay que aprovechar las oportunidades que hay en el exterior.

Confieso que cuando comenzaron a incursionar en el extranjero comprando entidades en Centroamérica, por ejemplo, más de uno pensábamos que podía venir con un cierto fenómeno de riesgos adicionales, porque sabíamos que, por ejemplo, Centroamérica es un área con más retos sociales y económicos, y posiblemente de gobernanza, que el propio Colombia, pero resulta que estos bancos han demostrado una muy buena capacidad de hacer muy buenas compras y gestionarlas bien. 

Esa incursión en el extranjero también ha probado ser una buena fuente de diversificación, incluso cuando uno podría pensar que fueron a comprar en países más débiles que Colombia; pero algunos de ellos son economías dolarizadas, algunos, aunque sean pequeños, tienen buen historial de desarrollo económico, como Panamá. 

Como desafío, la verdad es que, de pronto, en aras de atender esas oportunidades del mercado y las necesidades que hay de financiamiento, son bancos que no son tímidos en crecer cuando tienen la oportunidad. El último par de años son el mejor ejemplo de ello: crecieron de manera significativa a tasas incluso de doble dígito. Es cierto que la economía se prestaba para ello. Al comparar el tamaño del PIB colombiano con el 2019, virtualmente en dos años creció el equivalente a 20 por ciento. Pero también hay que recordar que hay otros desafíos, como que estamos en medio del proceso de adopción de los requerimientos de Basilea III tanto en términos de capital como de liquidez. 

Eso es un proceso precisamente gradual, para que los bancos tengan la oportunidad de adecuarse a requerimientos más altos y más astringentes de calidad y nivel de capital. Creo que ahora una de las razones que están exacerbando estos desafíos es ese alto crecimiento de los últimos dos años, conjugado con este rápido deterioro de las expectativas económicas, que nos lleva a una súper ralentización de la economía. Entonces, está por verse lo que hablábamos antes sobre la magnitud del deterioro de la cartera, cuando una buena parte de sus portafolios, de esos préstamos, no han sido probados en tiempos de estrés. Aún hay que ver la capacidad de esas empresas –o de esos hogares– de pagar esa deuda con estas condiciones de menores ventas, menos ingresos en casa, mayores costos financieros y una mayor inflación, lo cual deja menos recursos para seguir pagando esas obligaciones financieras.

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