Estas son las brechas económicas y sociales que enfrentan las mujeres rurales

En el 64,2 por ciento de los hogares rurales que cuentan con jefatura femenina, la mujer no tiene cónyuge.

Crédito: Colprensa

8 Marzo 2024

Estas son las brechas económicas y sociales que enfrentan las mujeres rurales

En el campo, las mujeres se convierten en madres y esposas desde edades tempranas. Por esto se hace más difícil que estudien y trabajen fuera de los oficios del hogar. Estas son las estadísticas detrás de esa realidad.

Por: Laura Lucía Becerra Elejalde

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En las zonas rurales colombianas viven 12,5 millones de personas, el 23,9 por ciento de la población del país. Entre estas, el 48,1 por ciento son mujeres (5,9 millones de personas) y el 51,9 por ciento son hombres (6,4 millones personas). 

Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), en el campo colombiano hay aproximadamente 4 millones de hogares, de los cuales 1,4 millones están encabezados por una mujer. Muchas de ellas están solas, sin otro apoyo, y deben sostener solas sus hogares. En el 64,2 por ciento de los hogares rurales que cuentan con jefatura femenina, la mujer no tiene cónyuge.

Periódicamente el Dane divulga un análisis estadístico llamado ‘Situación de las mujeres rurales en Colombia’ en el que la entidad estadística presenta un panorama acerca de la situación de vida de las mujeres que habitan las zonas rurales. Estos informes profundizan en las brechas que enfrentan las mujeres campesinas y en la realidad que viven. 

La última nota estadística de este tema se publicó el año pasado y recoge datos sobre la realidad de la vida en el campo. Por ejemplo, el Dane encontró que el 7,8 por ciento de las niñas y adolescentes entre 10 y 18 años en las zonas rurales estaban casadas o unidas. Este porcentaje es de 2,9 por ciento en las zonas urbanas y 4,1 por ciento en la totalidad del país.

Según lo observado por el Dane en los últimos siete años, la tasa de fecundidad en niñas de 10 a 14 años ha sido siempre mayor en las zonas rurales que en las zonas urbanas. Las cifras a 2022 mostraron una tasa de fecundidad de 3,5 y 1,6, respectivamente. Es decir, por cada 1.000 mujeres hubo una tasa promedio de 3,5 nacimientos en el campo mientras que en la ciudad fue 1,6. 

Estas cifras demuestran que, desde una edad temprana, las mujeres campesinas se enfrentan a la vida en pareja y a la maternidad, y con ello comienzan a profundizarse muchas otras brechas sociales y económicas.

Mujer campesina
Solo 29,3 por ciento de las mujeres en zonas rurales tiene un trabajo. Crédito: Colprensa

Las mujeres mayores de 5 años que saben leer y escribir representan el 89,9 por ciento en las zonas rurales, mientras que en las zonas urbanas son el 96,0 por ciento; es decir, hay una brecha de 6,1 puntos porcentuales.

En las zonas urbanas, las mujeres alcanzan niveles educativos más altos que las que residen en zonas rurales. El 23,6 por ciento de las mujeres que viven en áreas urbanas tiene educación superior o posgrado, mientras que solo el 1,6 por ciento de las mujeres rurales de este mismo rango de edad tiene este nivel educativo. Esto  representa una brecha de 22 puntos porcentuales. 

“El 7,9 por ciento de las mujeres rurales entre 6 y 21 años no estudia porque debe encargarse de los oficios del hogar y el 2,6 por ciento por embarazo. El 6,6 por ciento de las mujeres rurales asegura que el motivo por el que no estudia es falta de dinero o costos educativos elevados”, dice el informe. 

En el trabajo, incluso con las dinámicas rurales, la historia es parecida. El 70,7 por ciento de los hombres, alrededor de 3,2 millones de personas, tienen un trabajo, porcentaje que cae al 29,3 por ciento en el caso de las mujeres, y equivale a 1,3 millones de personas. Por el contrario, dedican la mayoría de su tiempo a labores de trabajo doméstico sin remuneración. 

Mujeres rurales

Las mujeres destinan al cuidado y apoyo de personas del hogar 19,3 horas semanales, los hombres dedican 11;  en labores de cocina y servir la mesa, que se conocen como suministro de alimentos, destinan 16,9 horas a la semana, y ellos dedican 8,3 horas. Para las tareas de limpieza, mantenimiento y reparación para el hogar ellas dedican 9,7 horas semanales y los hombres dedican 8,5 horas; y para compras y administración del hogar ellas destinan 7,9 horas semanales y ellos 9,6 horas. 

“Las mujeres en zonas rurales de Colombia invierten en promedio a la semana el doble horas de trabajo doméstico y de cuidado no remunerado en la actividad de suministro de alimentos que los hombres en zonas rurales, en el único contexto en el que los hombres en zona rural invierten en promedio más horas de trabajo doméstico y de cuidado no remunerado que las mujeres en zona rural es en actividades relacionadas a la compra y administración del hogar”, indica el boletín. 

Según el Dane, si se suman en un año todas las horas que dedican los hombres y las mujeres en las zonas rurales al trabajo doméstico y de cuidado no remunerados en estas zonas, el 79,8 por ciento de las horas fueron aportadas por las mujeres.

Las mujeres enfrentan todos los días situaciones que las ponen en desventaja frente a los hombres, en la vida doméstica y en el mercado laboral. La situación se agrava al analizar estos datos en un contexto rural, en el que se evidencian cargas de cuidado importantes desde una temprana edad, barreras educativas y un menor acceso a trabajos remunerados. No es fácil ser mujer en Colombia, pero es mucho más difícil ser mujer y campesina
 

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