La investidura de Pedro Sánchez en España: La política es para valientes

Crédito: X: @sanchezcastejon

13 Noviembre 2023

La investidura de Pedro Sánchez en España: La política es para valientes

En análisis para Cambio, Ramón Jimeno explica cómo el nuevo gobierno del PSOE en España surge de una alianza atípica y mayoritaria de 8 partidos. Las derechas del PP y Vox están incómodas con los acuerdos que las convierte en minoría. La oposición y las protestas serán intensas. Las aspiraciones independentistas catalanas volverán a discutirse por las vías institucionales y la persecución judicial para contenerlos queda atrás.

Por: Ramón Jimeno

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 Esta semana el secretario general del PSOE debe recibir la investidura para un segundo período de gobierno. Pedro Sánchez logró acuerdos con 8 partidos que suman mayoría absoluta. Tanto en escaños parlamentaros, 179 de 350, como en votos en las elecciones generales pues fueron el 51.1%. El PP y Vox fracasaron en su intento de gobernar: sólo sumaron 171 escaños que representaban el 45,7% del electorado. De manera que están encojonados y quieren impedir la investidura porque si el pacto es exitoso las derechas serán minoría muchos años.
 
Los acuerdos que solo Sánchez creía posibles parten de reincorporar a los separatistas catalanes a la institucionalidad. Es un gran giro que cierra el camino que usó el estado para combatir las aspiraciones de soberanía, judicializando sus pretensiones. El nuevo camino consiste en normalizar su participación en la vida civil mediante una amnistía. En Colombia es fácil de entender: la figura equivale a la reintegración de las Farc y el M-19 a la legalidad tras los acuerdos de paz. Sánchez considera que así se fortalece la convivencia civilizada y la unidad española.
 
El pacto que debe sellarse el miércoles y el jueves en el parlamento tiene otras consecuencias que alborotan a las derechas. El PSOE al sumar a los independentistas y a otros partidos minoritarios a un programa progresista, deja a las derechas en minoría, contra la pared. La decisión del PP de aliarse con la extrema derecha de Vox se lee ahora como un desacierto estratégico. Los temores de un gobierno con Vox les limitó el espacio para crecer electoralmente. Las encuestas confirman que si se repitieran las elecciones PP y Vox no lograrían los escaños necesarios para gobernar y menos la mayoría absoluta en las urnas. Las derechas llegaron a su techo.

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 Sánchez interpretó ese hecho y decidió arriesgarse a recoger a los partidos sueltos para componer una nueva fuerza para gobernar. Hizo con su equipo un esfuerzo de concertación para que los 27 escaños que le garantizan la investidura incluyan sus aspiraciones para convertirlas en acciones en el nuevo gobierno. Es un ejercicio ejemplar para los países donde la proliferación de partidos impide la gobernabilidad. Sánchez enseña que los líderes pueden buscar fórmulas para incorporar tantas diferencias en un propósito común.

Los acuerdos con los independentistas de Puigdemont eran muy arriesgados, requerían temple y persistencia. Los equipos se sentaron horas y horas a diseñar el proyecto de amnistía que requirió aportes de muchos talentos. Se necesita garantizar la constitucionalidad de la norma, cobijar a todos los afectados y hacer viable su trámite en el parlamento donde se presentará antes de la votación de investidura. Es la pieza central del acuerdo, normalizar a los catalanes que buscaban la soberanía.
 
Las derechas cargan su arsenal para sabotear esa amnistía para que el acuerdo se caiga. Empezaron con marchas para intimidar al progresismo, acompañadas de reconocidos lideres neofascistas que provocaron desórdenes; ahora vendrán las trabas procedimentales para dilatar el trámite de aprobación en el congreso que tiene complejidades; después emprenderán las acciones legales para dilatar su aplicación. Quieren mantener una tensión desgastadora para cumplir su objetivo, pues si la amnistía cae por cualquier razón, el pacto se rompe.

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 De allí que hayan tenido tanto cuidado las partes en la redacción del texto. La gente de Puigdemont intento incluir la figura del lawfare para subrayar que se usó la justicia como arma de persecución política, lo que justificaría la amnistía. Pero al final la excluyeron porque había distintos casos, y para evitar reacciones más adversas del poder judicial controlado por las derechas. Si bien hay algunas causas donde se ve con claridad el ánimo político de la sanción judicial, otros no lo tienen.
 
La intención de los separatistas no era provocar hechos violentos para obligar a reconocer la independencia catalana. Era generar hechos políticos como la votación masiva en el plebiscito del 2017. Sin embargo, la votación fue baja (43%) y se presentaron disturbios. El estado, liderado por Rajoy del PP, reaccionó aplicando normas de excepción. Varios líderes se fueron al exilo o a la cárcel. Pero, por ejemplo, más de 300 ciudadanos fueron detenidos por abrir escuelas para instalar las urnas donde se votaría el plebiscito. ¿Es un delito que justifica años de cárcel? ¿O es una sanción política por colaborar con los independentistas?
 
El PSOE logró sumar 8 partidos para crear un gobierno de mayorías estable con un programa de gobierno claro. Es un modelo que profundiza la democracia, que le da voz y derecho de decisión a los minoritarios. Sus votos cuentan en vez de esfumarse. Son fundamentales para decidir quién y cómo gobernar. Los 27 escaños de los 6 partidos que obtuvieron el 7.1% de la votación general, ahora cuentan para definir la orientación del presupuesto público, o para una reivindicación como tener el control de los trenes de cercanías mal administrados desde el centro, o lograr la condonación de deudas que limitan la inversión social en sus regiones.

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En España, como en tantos países, los grandes partidos no logran votaciones superiores al 50%. La diversidad y fragmentación de la sociedad contemporánea reta a la democracia a incorporar prácticas para sumarlas. La frustración se ser excluidos abre la puerta a las opciones extremistas que prefieren decretar la pena de muerte a la democracia por inútil. Esta es la gran lección que deja el proceso de institucionalización de los sediciosos catalanes y de transacción con los otros partidos minoritarios.
 
Para el mundo democrático la investidura de Sánchez es de gran importancia. La socialdemocracia europea lo expresó bien al afirmar que el acuerdo confirma que es posible contener al populismo de extrema derecha. Es un camino para garantizar el ejercicio de las libertades y el progreso colectivo. Al ampliar la cobertura de la democracia se reducen las posibilidades de caer en opciones autoritarias para restablecer el orden del pasado. La ciudadanía respira tranquila con líderes capaces de jugarse su pellejo para gobernar con mayorías renovadas. En definitiva, la política es para valientes.

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