
¿Más allá de Francisco? La gran pregunta de la fe católica
El papa Francisco impuso un estilo más fresco y cercano al Vaticano, un modelo aplaudido por muchos y criticado por otros.
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Para algunos, el fallecido papa argentino se atrevió a abrir las ventanas del cambio. El interrogante ahora es si su sucesor asumirá sus banderas o dará un paso atrás hacia el tradicionalismo. CAMBIO habló con expertos sobre el tema.
Por: Rainiero Patiño M.

Francisco, el del nombre de los “hombres libres”. Jorge Bergoglio, el argentino secular que intentó hablar en nombre de todos con su voz de hombre del sur. El patriarca del llamado constante al perdón y al diálogo. El pontífice catalogado como “radical” por los más conservadores jerarcas. El papa que, para algunos, no pudo pasar del discurso al hecho en su intención de una iglesia más social y más incluyente. La discusión sobre las palabras más apropiadas para definir al papa argentino está abierta a pocos días de su muerte. Pero, en lo que todos parecen estar de acuerdo es en el impacto que causaron sus posiciones y su forma de vivir la iglesia.
Las grandes incógnitas ahora son cuán poderoso es su legado y cuál será el rumbo de la Iglesia católica después de sus 12 años de pontificado. Sobre todo, cuando se habla de quien fue el papa que se atrevió a ser el primero en muchos aspectos.
Desde el 13 de marzo de 2013, su primer día de pontificado, Francisco dio señales de sus intenciones cambiando el protocolo al preferir visitar la Basílica de Santa María la Mayor, donde hizo una ofrenda floral y rezó ante la imagen de la Salus Populi Romani (Protectora del Pueblo Romano), más conocida como la Virgen de las Nieves. Y en ese mismo lugar, a seis kilómetros del Vaticano, pidió ser enterrado, en medio de un protocolo sencillo y alejado de la pompa tradicional de sus antecesores.
Francisco, por citar solo algunos ejemplos, fue el primer papa que habló con relevancia del medio ambiente, al punto que hizo una encíclica dedicada al tema, con los ojos puestos en la Amazonía. Denominada como Laudato Si, el documento reflexiona sobre la necesidad de cuidar lo que él llamó la "casa común" y hace un análisis crítico sobre la crisis climática, la desigualdad social y la importancia de la ecología integral.
También habló de la iglesia sinodal, en donde todos sus miembros participen, sin importar su diversidad. Es decir, que las iglesias locales, sus sacerdotes y las mujeres tengan un papel más relevante. Propuso, además, sacar la iglesia de los muros vaticanos y darle un papel más especial a los misioneros que son los que están en contacto con las comunidades más alejadas.
Fue un papa preocupado por las periferias geográficas y las humanas. Y líder comprometido con la defensa de los migrantes, considerados como un problema para muchos gobiernos, sobre todo del norte global.
La provocación interna también fue una constante. Solo por citar otro ejemplo, durante el discurso de felicitación navideña con la curia romana, en enero de 2018, Francisco dijo que “tratar de cambiar la Iglesia católica y la curia romana era como tratar de limpiar una esfinge egipcia con un cepillo de dientes”. Eso muestra hoymucho de la consciencia que Francisco tenía sobre su papel y su alcance como papa. Pero, para algunos estudiosos del tema, a pesar de todos los obstáculos internos, su pontificado alcanzó avances en muchos temas.
La creación en 2014 de la Tutela Minorum o Comisión Pontificia para la Protección de los Menores, para prevenir el abuso sexual y proteger a los niños en las instituciones eclesiales es otra muestra de su carácter y fue entendida como una clara lucha contra la pederastia.

Su disposición a reconocer épocas oscuras de la Iglesia contra los grupos étnicos, como pedir perdón a los indígenas cuando fue a Canadá, puede entenderse como la versión de un papa que estaba dispuesto a cuidar a todo su rebaño y que no le tenía miedo a los lobos. Lo mismo que su reconocimiento de algunos casos de abuso sexual y sus diálogos con los líderes de otras religiones y la valoración de sus diferencias no como un problema a gestionar, sino como una riqueza a integrar.
Por cosas como esas es que algunos expertos en el tema creen que Francisco dejó trazadas las líneas que le pueden permitir al próximo pontífice seguir el camino de la transformación de la Iglesia. No obstante, no son pocas las voces que alertan sobre una respuesta enérgica de los sectores más ortodoxos y tradicionalistas de la iglesia. La mesa está servida y los invitados hambrientos.
Temas necesarios
Más que polémicos, para algunos los temas abordados por Francisco eran necesarios en la búsqueda de una Iglesia católica acorde a los tiempos que se están viviendo en el mundo. Entre los que creen eso está Nestor Pongutá, periodista especialista en el Vaticano, quien siguió día a día el pontificado de Francisco.
Como muestra de esa búsqueda de la doctrina de Francisco, dice Pongutá, están la apertura a los divorciados y los homosexuales, el papel protagónico que le dio a la mujer, dejando a Rafaella Petrini como la primera gobernadora del Vaticano; su decisión de poner más mujeres dentro de la Comisión Económica para buscar un mejor manejo del tesoro del mismo Vaticano; y su trabajo como un puente para buscar reconciliación y la paz en el mundo.
“Siempre buscó ser más útil que importante y eso es algo que hay que subrayar. Además de meterse en temas que los que la iglesia antes no consideraba que pudieran tener un mejor papel protagónico. Eso fue lo que permitió que Francisco haya sido un papa tan querido y tan estimado por tantos sectores, no solo de las religiones, sino de la política e incluso también del ateísmo”, explica el periodista de origen colombiano.
De ahí que Pongutá no dude en afirmar que sí hubo un cambio en la Iglesia católica gracias a Francisco, “sobre todo en su imagen y en la influencia que esta tiene”. Como prueba cuenta que el día de la muerte del papa llegaron mensajes muy sentidos tanto de Vladimir Putin, el presidente de Rusia, como de Volodimir Zelenski, el presidente de Ucrania, como si los dos fuegos encendidos de una misma guerra se rindieran ante los pies de Francisco.
Eso sí, el especialista en el Vaticano tampoco duda en afirmar que Francisco enfrentó más oposición dentro del mismo Vaticano que por fuera, pero que eso nunca lo detuvo ni lo amilanó. “Era un papa que sabía que era incómodo y no tenía problema en ser incómodo”, explica.
Francisco, como buen jesuita, se levantaba a diario a tender la cama. Eso, decía, lo hacía sentir que empezaba la jornada trabajando y que, basado en el discernimiento de su congregación, actuaba como hubiera actuado Jesucristo.
El solo hecho de haberse quedado a vivir en una habitación de solo 50 metros cuadrados, mientras que algunos cardenales opositores vivían en apartamentos de 500 metros y 700 metros, con seis personas a su servicio, también fue leído como una muestra de su humildad. Una bofetada en el rostro de la opulencia innecesaria.

“Él nunca buscó actuar para su bien personal. Un hecho muy diciente es cuando ahora se escucha que dentro de su cuenta bancaria había 87 euros, que fue lo que dejó”, cuenta Pongutá con detalle.
Tampoco le tuvo miedo a los prejuicios de sus opositores. Famosas son también las escenas del documental grabado por Disney en el que se sentó a hablar con un joven no binario, con una modelo webcam y con un travesti. De igual manera tampoco tuvo miedo de sentarse con los líderes de otras religiones y buscar acuerdos. Así visitó varios países musulmanes, judíos y otros donde los católicos no llegan ni al 1 por ciento de la población.
“Eso hace que haya una iglesia renovada. Pero, aunque la letra no cambia mucho, la música en la Iglesia católica sí cambió, y ese ritmo se lo puso Francisco y por eso es una iglesia diferente”, concluye Pongutá.
Nueva estructura y nuevas caras
Santiago Sierra, profesor del Centro de formación Teológica de la Universidad Javeriana, no duda de que Francisco dejó una reforma importante en la Iglesia católica. Para explicarlo, dice que, por ejemplo, toda la estructura del Vaticano ha cambiado frente a lo que se conoce como los dicasterios, que son los departamentos especializados que realizan trabajos específicos dentro de la Curia Romana, ya que muchos de estos fueron fusionados para responder de una mejor manera a las necesidades actuales de la iglesia.
Otra cosa importante, señala, es que el papa Francisco dejó las bases para una reforma a largo plazo y como muestra está lo que dijo en su Saludo final al concluir la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo, el año pasado, cuando hizo un llamado a atender los problemas sociales del mudo.
“Esos son cambios que llegaron para quedarse, independientemente del papa que llegue, el proceso de implementación de la sinodalidad tendrá un espacio amplio hasta 2028 y el siguiente papa no puede desconocer un movimiento de apertura de la iglesia”, explica Sierra.
Para el profesor, eso no significa que no haya grandes retos para la Iglesia católica y por eso enfatiza en que el futuro de la iglesia y del mundo tienen que ver con la elección del nuevo papa, porque existen posiciones encontradas de si volver a la tradición o seguir con todo el legado del papa Francisco.

Sobre los nombres más sonados como posibles reemplazos. El profesor Sierra ve al cardenal Luis Tagle, de Filipinas,como el más cercano al magisterio de Francisco, entre otras cosas por su sensibilidad a toda la problemática de Oriente. Sobre el cardenal Mateo Zuppi, el presidente de la Conferencia Episcopal Italiana y otro de los renombrados, dice que también es de la línea de Francisco y puede aportar mucho por su juventud.
Sierra cree que el actual secretario de estado del Vaticano, Pietro Parolin, es una figura “un poco más intermedia”, porque siendo cercano a Francisco también es del afecto también de los cardenales del grupo del papa Benedicto XVI.
También están otros muy importantes como los africanos Peter Turkson, cardenal de Ghana, y Robert Sarah, cardenal de Guinea, quienes igualmente tienen una posición muy abierta a los temas sociales, pero son un poco más tradicionales. Y en el otro extremo aparece el cardenal Raymond Leo Burke, de Estados Unidos, exprefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica, quien es visto como un tradicionalista y conocido por sus críticas a las reformas de Francisco.
Una figura más cercana
Cumplido el entierro de Francisco, ahora los ojos estarán puestos sobre el cónclave, que debe realizarse nueve días después de la exequias. En esta ocasión serán 133 cardenales los que decidirán quién será el reemplazo del latinoamericano y el papa católico número 267 de la historia. De estos, 51 son de iglesias de Europa, 37 de América (17 de América del Sur), 23 de Asia, 18 de África y 4 de Oceanía.
José Yamid Castiblanco, sacerdote y profesor de teología, confía en que como el 80 por ciento de los cardenales electorales actuales fueron escogidos por el propio Francisco, con base en los informes de los nuncios de la Santa Sede de los distintos países, “el siguiente pontífice sea de su misma línea”.
De ahí la confianza del profesor en que el énfasis puesto por el argentino seguirá porque sería muy extraño que un papá nuevo, de la noche a la mañana, deje de hablar de esos temas.
Entre las cosas a destacar, Sierra dice que el papa Francisco recogió todo un movimiento del Espíritu Santo, que ya estaba en la iglesia, y puso también a marchar el Concilio Vaticano II, que se había quedado algo congelado. Sin embargo, es claro en decir que Francisco en realidad no tocó temas que hayan cambiado la doctrina de la Iglesia de manera sustancial y que lo que más aportó fue una manera pastoral muy misericordiosa.
Para eso explica que es clave entender que la Iglesia católica no es monolítica, ni completamente homogénea; y que en su interior hay tendencias, hay énfasis distintos y sensibilidades, con sectores más afectos a la tradición y sin ganas de cambios.
“Digamos que a lo largo de la historia de la iglesia, los distintos papás han ido simplificando cosas y nunca el que ha venido después las ha vuelto a poner. El pontífice que llegue va a ser una figura mucho más cercana al pueblo de Dios. Francisco era consciente que hay situaciones particulares en que la doctrina no se le pueda imponer a la gente como un ideal arbitrario. Ciertamente es otra iglesia y más humilde”, resume Castiblanco.
Y hasta después de muerto Francisco parece seguir enviando mensajes y rompiendo el protocolo. Como si se tratara de un guion prefabricado por él mismo. En las últimas horas de la capilla ardiente, en la basílica de San Pedro, a unos pasos del féretro y del lugar donde rezaban los cardenales, llegó sor Geneviève Jeanningros, la monja amiga de Bergoglio. De su mano entró Laura Esquivel, una mujer transexual paraguaya, que confesó ser amiga del fallecido pontífice. "Lo vi siete veces y comimos juntos. Le cocinaba empanadas de vez en cuando y se las mandaba. Le quería mucho", le contó Esquivel a Vatican News después de despedirse con un beso.
