Daniel Samper Ospina
9 Abril 2023

Daniel Samper Ospina

SI JESÚS LLEGA A COLOMBIA

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Es domingo 9 de abril y la palabra bíblica del Señor se cumple: el cielo se rasga en dos y dentro de una espiral luminosa se desliza, lento e ingrávido, nada menos que Jesús de Nazaret, el Elegido, que, en cumplimiento de la promesa sagrada, regresa a la tierra con el pequeño detalle de que, por una mera situación aleatoria —Dios así lo quiso— toma como puerto para Su Venida a la ciudad de Bogotá, en cuyas calles cercadas por lonas verdes suceden obras que, como la suya, son Eternas.

El hálito de luz que lo cobija no despierta asombro alguno en los transeúntes que, en su afanosa carrera, lo rozan con el hombro. En la avenida Jiménez lo aborda un delincuente que le pide el celular y le lanza un puñalada que por fortuna entra a la misma herida que ya tenía en su costado. Atraviesa por instinto la plaza de Bolívar mientras todas las palomas, salvo Paloma Valencia, se posan en sus hombros y llega a la Casa de Nariño donde, acostumbrados a mirar funcionarios con sandalias y túnica y barba larga que parecen levitar, los guardias de Palacio le permiten el ingreso. Un asesor supone que puede ser el reemplazo del ministro Ocampo, cuando Petro se canse de que se aburra, o de Irene Vélez, cuando Petro se canse de que sea burra, y lo lleva al despacho presidencial:

—Adelante, doctor, es por acá —le dice.

Aparece entonces Laurita Sarabia, quien se sorprende de que haya un visitante a aquellas horas. 

—¡Otra vez me la hizo! ¡Me cuela gente sin decirme nada y me toca a mí manejar todo! —se queja de su jefe, mientras mira la agenda—. ¿El señor es de la bancada animalista?

El Salvador niega con la cabeza.

—¿Juco, entonces, Fecode? ¿Amigo de los catalanes?

El Señor niega de nuevo.

—¿Quién es usted? —pregunta entonces.
—Soy el Salvador: he regresado para salvarlos…
—Pues nos cae de perlas porque estamos cayendo en las encuestas —dice Laurita, y acto seguido escribe a su jefe que el Redentor se encuentra en el despacho.

El presidente lo hace esperar tres horas antes de permitirle seguir.

—¿Conque tú también eres el camino, la verdad y la vida? ¡Bienvenido, colega! —lo saluda.

—Bienaventurados los misericordiosos, porque se les mostrará misericordia —responde Jesús.

—Pues no es por pecar de odioso, pero eso mismo dije yo, y precisamente en eso baso mi programa de la paz total, que te paso a comentar…

El presidente le explica entonces su programa de gobierno, establece las múltiples semejanzas que tiene con el Redentor —aunque omite la vez en que Pedro dijo tres veces que Jesús no lo crió— y aprovecha el encuentro para hacerle preguntas:

—¿La Biblia qué decía de ti, cuál era el relato periodístico?

El Redentor no alcanza a responder porque el presidente prosigue: “Yo también tengo mis milagritos, no crea…” y enumera la reinauguración de la vía Rosas Cauca, el descenso del dólar esta semana y la resurrección de Vargas Lleras. Laurita Sarabia reaparece en la puerta para que ingrese Álvaro Leyva, presente de súbito en el despacho, sin cita previa. El canciller reconoce a Jesús de inmediato:

—Encantado en conocerlo en persona, Redentor: yo estudié con Matusalén, en el mismo curso.

Cristo provecha el ingreso de Leyva para salir a la calle donde lo esperan varios periodistas, porque la voz de Su Presencia se ha regado, que le preguntan si es su primera vez en Colombia, si le ha gustado el país y qué se siente que a uno lo crucifiquen, y en adelante padece lo que somos: Antonio García, del ELN, escribe un trino desde su decimoquinta cuenta de Twitter en que le reclama la autoría de las pescas milagrosas. Navarro le ofrece un pie para que se lo lave. Jorge Enrique Robledo dice que Jesús no nació en Belén. Fajardo dibuja un post para explicar con colores la importancia de Nuestro Señor (y luego se lava las manos.) Danilo Rueda publica un comunicado en el que nombra como gestores de paz a Dimas y Gestas. El presidente Petro ofrece indulto a Barrabás a través de un trino (y le asigna un subsidio de un millón de pesos.)

Entretanto, Jesús se entera del nombramiento de Herodes en el ICBF porque es vecino de Verónica Alcocer y decide marcharse a predicar de nuevo en el desierto, esta vez al de la Guajira, donde Kiko Gómez le ofrece unas túnicas de Maicao a cambio de apoyar la candidatura de su hija a la Alcaldía de Barracas, y lo invita a pasar a Venezuela, para que coteje su milagro con el del Maduro, capaz de multiplicar los panes y los penes. 

El Salvador huye entonces a San Andrés, donde se queda varado, porque tenía tiquete por Viva Air, y le toca caminar de nuevo sobre las aguas.

De regreso a Bogotá, lo confunden en el Congreso con Daniel Carvalho; soporta a Roy Barreras, que le pide nombrar a su hijo en la embajada en Galilea; sortea en radio a Néstor Morales, que lo somete a una entrevista entre iguales, “de tú a tú, señor Jesucristo”, y a Vicky Dávila, que promueve en redes el numeral #JesusHablaConVicky y una charla en que le hace preguntas como esta: “Maestro: cuénteme un poco más de cuando sanó a un leproso, que me da curiosidad”.  

Francia Márquez les grita a todos que son unos sepulcros blanqueados. Iván Duque ofrece unas fuertes declaraciones en que dice: “Cuidadito, Caifás; cuidadito, Poncho Pilatos” y amenaza con dedicarse a la música. Las bodegas se enfrascan en una guerra a muerte con los numerales #DiosEsUribista y #DiosEsPetrista. Petro lanza otro trino diciendo que Lázaro es un Walking dit. El director de la Policía saca un crucifijo y trata de exorcizar a Jesús. Uribe le pide audiencia para asesorarse en el manejo de los doce apóstoles. El señor de la DIAN advierte que pondrá multas a los mercaderes del templo que no presenten factura electrónica. Temeroso de que la historia se repita, Inti Asprilla propone control de precios para que, llegado el caso, nadie pueda venderlo por más de treinta monedas de plata, que en realidad son cuarenta, por la inflación. 

Copa en mano y tras un piano, Abelardo de la Espriella lanza un video con la solicitud de que crucifiquen a Matador y anuncia que su oficina representará a Judas, a quien aconseja renunciar a su condición de apóstol para que su caso pase a manos de la Fiscalía, donde Francisco Barbosa lo archiva en menos de lo que canta un gallo. 

Y antes de poder decir al ELN “Perdónalos porque no saben lo que hacen” o al presidente “Petro: he ahí tú hijo”, ante nuevas revelaciones de Daisurys Velásquez, el Salvador se marcha a las carreras por el mismo cilindro luminoso por el que llegó. Y se salva de una nueva crucifixión.


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