Enrique Santos Calderón
18 Junio 2023

Enrique Santos Calderón

SOÑAR SÍ CUESTA

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Una insatisfacción política notoria recorre a Estados Unidos. Desde las épocas del malestar por la guerra del Vietnam o de la indignación por el escándalo de Watergate, no percibía semejante decepción ciudadana con sus líderes e instituciones. Ni una confusión tan extraña sobre los viejos principios de su democracia.
 
Ha habido un trastocamiento de valores del cual Donald Trump es perfecto ejemplo: un multimillonario tramposo, agresivo y soberbio que se convierte en la figura más poderosa de la política de su país. Y en paradójico símbolo de protesta contra el sistema que lo volvió tan rico y prepotente.   
 
Hoy está oficialmente sindicado de 37 delitos que van desde manejo indebido de documentos clasificados, falsificación de registros comerciales para ocultar sus relaciones extramatrimoniales, trapisondas fiscales y denuncias de abuso sexual, hasta cargos por obstrucción de justicia. Se ha declarado víctima de la “persecución stalinista” de Biden, que sería chistoso si no fuera tan grotesco.  Pero como todo le resbala no sería inverosímil que saliera aprestigiado de este proceso, aunque esta vez se le podría ir hondo.
 
El genio político de Trump es haber logrado proyectarse como el salvador de una nación que él definió como debilitada y sin grandeza, socavada por demócratas blandos y amenazada por la invasión de extranjeros indeseables. Discurso que caló a fondo entre una clase media blanca pauperizada, descontenta y necesitada de chivos expiatorios. Y sigue calando, como lo indica una popularidad que supera de lejos a la de su rival y clon republicano Ron DeSantis, el repelente gobernador de Florida que lanzó su campaña presidencial con la advertencia de que por la “colapsada” frontera sur de Estados Unidos entrarían hordas de inmigrantes latinos portadores de violencia, droga y crimen. Esto lo dijo después de haberse convertido en adalid de la censura de libros con temas de identidad racial o sexual, una alarmante tendencia en colegios privados y escuelas públicas.
 
Difícil creerlo —en una nación que ha sobresalido en la historia por su exaltación del pluralismo y la libre circulación de escritos—, pero más de 1.600 libros fueron prohibidos en escuelas de 52 estados el último año, incluyendo clásicos de la literatura estadounidense como Las aventuras de Huckleberry Finn de Mark Twain. Hay casos insólitos: de los estantes escolares de un colegio de Alabama fue purgado el libro ilustrado para niños Un tango para tres, que cuenta la historia real de dos pingüinos machos que criaron juntos a un pollito en el zoológico del Central Park de Nueva York. Abominable aberración sexual, por lo visto.
 
Un país que protagonizó una guerra mundial contra el fascismo hará bien en recordar que hace noventa años las quemas de libros en Alemania presagiaron los horrores que desataría Adolf Hitler. No digo que DeSantis o Trump sean la reencarnación de un nazismo “made in USA”, pero sus discursos destilan un racismo latente y un veneno contra lo diverso y lo foráneo que bien podría suscribir un Joseph Goebbels.                                                                
   
A un año largo de elecciones presidenciales no es de extrañar que se hable de una “disfuncionalidad” de la democracia estadinense, afectada por el auge de teorías conspirativas, de campañas cargadas de retórica negativa, xenofobia, racismo y de una ausencia evidente de nuevos liderazgos nacionales. Para no hablar de la expansión de milicias supremacistas blancas armadas hasta los dientes, que Biden calificó como la “mayor amenaza terrorista” que enfrenta su país.
 
También se entiende por qué medios como The New York Times aseguran que millones de estadounidenses están “descorazonados” ante la perspectiva de la misma contienda presidencial Biden-Trump. El primero tendría 86 años al terminar su segundo periodo y Trump, 82. “El futuro de USA y la cohesión de Occidente reposan sobre hombros octogenarios”, sentenció con ironía inglesa The Economist.  
 
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Todo lo que por allá suceda siempre nos afecta por acá y es difícil saber cuál de los precandidatos republicanos resultaría más perjudicial para América Latina. Por su parte, el de por si enredado Partido Demócrata debe lidiar ahora con las aspiraciones reeleccionistas de Biden, un hombre decente que podría hacerse a un lado y promover una alternativa generacional. Parece improbable, aunque es lo que según encuestas desea la mayoría de sus compatriotas.  
 
Pero en este vecindario pobre del sur nada de lo anterior afecta la percepción de Estados Unidos como el paraíso de abundancia y oportunidades a donde hay que llegar a cualquier precio y con cualquier sacrificio. El de medírsele a la selva más inhóspita del hemisferio, por ejemplo, con tal de llegar a la tierra prometida. Tal vez nunca se sepa cuántas personas han entrado para nunca salir del Tapón del Darién.
 
El apabullante flujo de extranjeros en busca del sueño americano es hoy el tema más candente de la agenda política de un país que se hizo grande con el aporte de llegados de todo el mundo pero que ya ha declarado “tolerancia cero” con los inmigrantes ilegales.
 
Estos seguirán soñando y llegando (entre ellos cada vez mas colombianos), pese a que los espera una realidad de rechazo, discriminacón y acoso policial.  Habrá más muros y alambradas fronterizas, más controles, sanciones y deportaciones, pero seguirán llegando. ¿Quién dijo que soñar no cuesta nada?
 
PS: La Fiscalía anunció que un equipo especial esclarecerá "con absoluta certeza" la extraña muerte del coronel Óscar Dávila. Estamos todos a la espera pues es un caso que tiene al país en vilo. ¿Y qué decir del "testigo anónimo"  que vincula al presidente Petro con el dinero robado a su exconsejera Laura Sarabia? ¿Qué validez tiene esa fuente? Sin tener que identificarla ¿la periodista que la divulgó puede acreditar su seriedad? Debería.   
 

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