“Aprovechen este momento de apertura que posiblemente sea irrepetible”, les dice la escritora de izquierda, Laura Restrepo, al ELN y a la disidencias de las Farc

Crédito: Colprensa

10 Septiembre 2023

“Aprovechen este momento de apertura que posiblemente sea irrepetible”, les dice la escritora de izquierda, Laura Restrepo, al ELN y a la disidencias de las Farc

Laura Restrepo, quien siempre se ha movido entre el periodismo, la literatura y la militancia política, en entrevista con Patricia Lara Salive, muestra un ángulo distinto del gobierno de Petro, habla de Europa y de América Latina, y califica como “criminal, porque ninguna guerra se gana”, la campaña Aguanta Ucrania liderada por el excomisionado de Paz Sergio Jaramillo.

Por: Patricia Lara Salive

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CAMBIO: Es un placer y un honor estar hoy aquí con Laura Restrepo, autora de once novelas, de un libro de cuentos, de uno de poesía para niños y de un gran reportaje, Historia de un entusiasmo. Bienvenida a CAMBIO, Laura.

Laura Restrepo: Muchas gracias por esta oportunidad de conversar contigo para CAMBIO.

CAMBIO: Laura, ¿por qué llamaste ese libro, primero Historia de una traición y, luego, Historia de un entusiasmo? El primero se publicó en el 86 y el segundo en el 95.

L.R.: Ese libro lo escribí desde el exilio. Es de los años 80, época de nuestra mutua participación en los procesos de paz de Belisario Betancur con el M-19 y el EPL. Cuando yo escribí el libro, y cuando lo publiqué desde el exilio, estaban matando a la gente que se iba desarmando de la guerrilla. Y se publicó como Historia de una traición porque yo pensé: ni siquiera lo van a dejar circular en Colombia. Por lo menos que el título diga que la paz ha sido traicionada. Era el momento en que aquello era un baño de sangre. Después se convirtió en la Historia de un entusiasmo porque creo que es un entusiasmo que de todas maneras perduró, que fructificó y que hoy sigue vivo. Yo creo que desde entonces, hasta acá, pasando por la época de la negociación y de la Constituyente, la posterior negociación de paz con las Farc, el proceso electoral con la presidencia de Petro y de Francia, y la experiencia de gobierno hoy, por parte de la izquierda, han sido cuatro décadas de consolidación democrática, de aprendizaje, de organización popular, de vocación de cambio y de reformas… Ahí vamos. No se puede juzgar por un solo momento. El gobierno del presidente Petro es solo un momento de ese largo proceso, un momento muy interesante porque es el ejercicio del poder. Yo creo que por primera vez es un poder profundamente interesado en las causas populares, seguramente con errores. Estamos aprendiendo a gobernar. Esta es la etapa en la que estamos. Y creo que ese entusiasmo seguirá después de este cuatrienio, porque el pueblo colombiano ha aprendido de paz, de sus derechos, a exigirlos, a pedirlos, a movilizarse. Así que yo creo que pese a los problemas, a lo que Mutis tan poéticamente llamó en su momento los elementos del desastre, que también nos circundan, a situaciones nacionales e internacionales muy difíciles, el entusiasmo democrático y popular nos ha marcado durante cuatro décadas. Y yo creo que está vivo y seguirá vivo.

Cambio Colombia

CAMBIO: Pero esa historia de un gran entusiasmo podría volverse la historia de una gran frustración: ha pasado un año y un mes de gobierno, y la ejecución no va bien. El mismo presidente Petro es el que está empujando a sus ministros, molesto, porque la ejecución no va bien. Se despertaron unas expectativas impresionantes con la candidatura de Petro, y el punto lo puso muy alto. ¿No ves ese riesgo?

L.R.: Yo creo que de todas maneras la posibilidad de las reformas tiene que ver con la correlación de fuerzas en el Parlamento. Creo que para las elecciones entrantes, dado que se trata de un proceso electoral democrático, hay que medir qué correlación de fuerzas se alcanza. Durante estos años hay que fortalecer enormemente a las fuerzas populares de izquierda, a las organizaciones que están a favor del cambio, para que la correlación de fuerzas parlamentarias sea más favorable la próxima vez. Entonces, de pronto hay un desequilibrio entre el deseo de las reformas y lo que realmente puede pasar a través del Parlamento. Pero hay cosas que si no se juzgan coyunturalmente, sino en perspectiva, son las ganadoras. Yo creo que Petro primero es un hombre de una inteligencia asombrosa y tiene el carácter de líder nacional e internacional. Él está diciendo en el mundo cosas que tienen que ver con la biodiversidad, con la sobrevivencia de la especie, con la crisis de la economía de mercado, con la apetencia de dinero, con la apetencia de petróleo, de carbono, por encima, inclusive, de la propia sobrevivencia de la humanidad. Yo creo que desde su primera conferencia ante la ONU, en 2022, él dejó claro ese programa, que es un programa estratégico que tiene que ver con Colombia como líder de la vida y de la biodiversidad: la defensa de la selva amazónica; la crítica que les echó en cara a las potencias del mundo; la tremenda crisis ambiental; la crisis social humana que no ha sido producida por nosotros, los países llamados subdesarrollados, sino por ellos; la defensa del Amazonas y de la biodiversidad, de la economía basada en una energía renovable, junto con la reforma social, la lucha contra la pobreza, el interés por las clases desfavorecidas, la justicia social y la igualdad, siguen siendo las metas de este gobierno. Si bien puede haber tropiezos coyunturales… Como te decía antes, la izquierda es la primera vez que gobierna. Si tú comparas con gobiernos anteriores, con contadísimas excepciones, con contadísimos momentos de lucidez democrática y de vocación popular, es la primera vez que un gobierno… ¡Ah! que no sabe... ¿Bueno, y los presidentes anteriores? ¿Y la clase política anterior? ¿Qué entendemos por saber gobernar? ¿Saber hacer negocios en beneficio propio? ¿Saber gobernar para la propia clase social? ¿Manejar el país a punta de violencia estatal? Si eso es saber gobernar, afortunadamente este gobierno no sabe hacerlo... Que falta claridad, manejo, experticia…

CAMBIO: Falta coordinación, mentalidad gerencial…

L.R.:  Seguramente. Pero de todas maneras yo creo que hay que mirar el panorama grande, y decir: es la primera vez que la izquierda gobierna. Es comprensible que no lo haga bien. Y con una oposición sistemática, malintencionada, perversa, con un mecanismo que es un golpe bajo: poner la frivolidad y los enredos de telenovela por encima de la discusión de los grandes problemas nacionales. Yo creo que el hombre debe estar hasta el gorro de lidiar con esa cantidad de dardos que le tiran por todos lados. Entonces, tampoco se puede decir que los errores sean solo por falta de conocimiento o de manejo. Es que también está lidiando con muchos frentes. Y yo te digo una cosa: ¿cuál es el país que sí va bien en este momento? Nosotros, los colombianos, nos miramos mucho el ombligo; miramos nuestra propia tragedia; nuestras propias dificultades. Pero la verdad es que es la humanidad la que está en una encrucijada. Y, desde ese punto de vista, hay que reconocer que Colombia tiene una política. Esto de la defensa del Amazonas, de la economía sostenible, de ponerle un freno a la apetencia de ganancias; a la fascinación por el dinero, por el petróleo, por el carbón, por extraerlos al precio que sea, aún el de la propia sobrevivencia…  es una cosa que se puede comer viva a la humanidad. Cuando uno habla de la selva del Amazonas, como el gran tesoro que poseemos nosotros… yo te recuerdo las palabras de Josep Borrell, representante de la Unión Europea para las relaciones internacionales. Te voy a citar una frase para que veas cuál es la tónica de Europa. Él dijo hace poco: “Europa es un jardín y está amenazado por la jungla que lo rodea. Tenemos que impedir que esa jungla penetre y devore el jardín que es Europa”. O sea nosotros, y todo el llamado Tercer Mundo, y lo que ellos consideran el atraso, somos la jungla. Mira tú esa mentalidad colonial tan atrasada… Habría que decirle al señor Borrell: ya quisieran ustedes tener la jungla amazónica, que es el pulmón de la humanidad. En ese sentido, Colombia va orientada estratégicamente.

Petro saca a la calle una cosa que nadie más tiene: una estructura de partido.

CAMBIO: Volviendo al tema anterior, hablemos de las reformas: Petro planteó inicialmente un gran acuerdo nacional y una coalición de gobierno con sectores de centro y centro izquierda. Por las razones conocidas, él dijo: hasta hoy llega la coalición de gobierno. Y la desbarató sin tener la mayoría para que el Pacto Histórico, solo, pasara las reformas. Entonces estamos ante la disyuntiva de que o vuelve a armar la coalición y cede en algunas cosas, o no arma de nuevo la coalición, no pasan las reformas y entonces dice: la derecha no permitió que se hiciera ninguna reforma. Personalmente no creo que haya que llegar a esos extremos. ¿Tú qué opinas?

L.R.: Sí, yo creo que esa es la disyuntiva del actual gobierno. Quedó demostrado hace unos meses en la gran convocatoria que hizo Petro de salir a la calle para apoyar al gobierno. Petro saca a la calle una cosa que nadie más tiene: una estructura de partido. Él tiene cuadros, dirigentes políticos, gente que lo apoya por la izquierda. Esa es su gran fuerza electoral, política y organizativa: organizaciones indígenas de comunidades negras, populares, sindicales y la propia estructura del M-19 desmovilizado, que sigue siendo muy sólida, que sigue moviendo las bases de la organización popular. Esas bases son su verdadero apoyo, porque lo demás va y viene, esas alianzas con el centro, o esas alianzas eventuales con la derecha, van y vienen; son coyunturales. Pero su gran apoyo es esa base política que yo creo que se viene armando desde hace 40 años.

CAMBIO: Pero para hacer las reformas tienen que pasar en el Congreso.

L.R.: ¡Claro! Yo creo que la disyuntiva del Gobierno es qué tanto abandona una línea de las reformas, en las que fue acompañado por sus bases más firmes; o hasta qué punto opta por moderar sus reformas para que pasen en el Parlamento. Ahí vendrá la muñeca que tenga el Gobierno... Yo no sé cómo se maneja eso. Por eso digo: para el próximo periodo hay que fortalecer una línea de izquierda para que tenga mejor correlación de fuerzas en el Parlamento. Ojalá el presidente, y la gente que lo acompaña, sepan manejar esa balanza de la democracia representativa, de tal manera que quede algo de esas reformas. Porque por más polémica que haya sobre si el gobierno las maneja bien o mal, nadie, con dos centímetros de ética, puede decir que este país puede vivir en este estado de desigualdad, de pobreza de las mayorías y de injusticia tan brutales. Ayer estaba leyendo otra vez Las uvas de la ira de Steinbeck. Hablando de qué es aquello contra lo que se está enfrentando este gobierno, -el pecado de la desigualdad y la indiferencia frente a la pobreza y las dificultades de la mayoría-, dice Steinbeck: “hay un crimen que va más allá de toda denuncia. Hay un dolor que el llanto no puede acallar. Hay un fracaso que ahoga todos nuestros triunfos”. Entonces, como dices tú, haciendo uso de la facultad de negociar, de pactar, de hacer un acuerdo nacional, que quede algo de esas reformas para que en el futuro eso se pueda profundizar.

CAMBIO:  Sí. A juzgar por una encuesta reciente del Centro Nacional de Consultoría, 70 por ciento del país quiere el gran acuerdo nacional. O sea, el país está hasta la coronilla de la peleadera y la confrontación, de esa cultura nuestra generadora de violencia. Entonces ¿qué hacer para lograr ese acuerdo? A veces uno siente que Petro plantea que quiere el acuerdo pero, con su lenguaje, lo aleja. Por ejemplo, ¿qué sentido tiene generalizar y acusar a los empresarios de esclavistas? Yo creo que los empresarios, o gran parte de ellos, han sido muy importantes para el desarrollo del país y, muchos, quieren colaborar con el gobierno para sacar el país adelante. Pero se sienten maltratados. Y así es difícil, ¿no? ¿Por qué no unir? ¿Por qué no lograr aunar voluntades para poder marchar tras un propósito común?

L.R.: Me acuerdo de esa consigna de Nicanor Parra, el poeta chileno, que decía que la izquierda y la derecha unidas jamás serán vencidas. Yo creo que eso es muy difícil de lograr. Esa sí que es una utopía. Aquí arrastramos con una inercia en la política tradicional, tan brutal, tan arraigada, tan acostumbrada a aferrarse a sus beneficios en detrimento de las mayorías del país, que lograr eso es muy difícil. Entiendo que hace parte del juego democrático. Pero negociar con ellos, ¡baila ese trompo en la uña! Eso no quiere decir desconocer que hay fuerzas progresistas a las que hay que saber atraer y acercarse. Desde luego, eso es indispensable. Si no, de las reformas no van a quedar ni pedazos. Tú sabes mejor que yo, la propia prensa, qué tan sucio juega en este país. Y la dificultad que eso conlleva. Entonces no es tan fácil unir a la izquierda y a la derecha.

CAMBIO: Pero por lo menos a los sectores progresistas del centro es muy factible unirlos. Fíjate, por ejemplo, un empresario, que desgraciadamente ya no vive, como Nicanor Restrepo, el papel que jugó en un momento dado. O el papel que pueden jugar otros empresarios hoy, como Maurice Armitage, o Carlos Enrique Cavelier, o Gonzalo Pérez… Son todas personas con una mente progresista que si los dejan ayudar y aportar, aportan y ayudan. Pero no cerrarles las puertas porque son empresarios…

L.R.: Entiendo y tienes razón. Lo que pasa es que hay que mirar también la situación nacional dentro de la coyuntura internacional. La cosa no está para para irse con suavidad. Lo que hay, con la crisis ambiental, con la acechanza de una guerra mundial (cualquier guerra mundial en este momento es una guerra atómica), eso hay que saberlo. Las fuerzas y los grandes negocios que se están moviendo detrás, no van en el sentido de la salvación del planeta sino de la difusión de guerras para mantener el dominio de lo que ha sido tradicionalmente esa forma imperialista de gobernar el planeta. Es tan brutal, estamos tan en el límite, que en este momento, pactar en los términos más suaves, más condescendientes, con las apetencias del mercado y del capitalismo, puede ser de vida o muerte. Eso no solamente en el terreno nacional, sino también internacional. La crisis ambiental es brutal. La hambruna se viene. Se viene el problema de la migración, que ya desde hace décadas es quizá el drama más grande de la humanidad. Se va a multiplicar en una forma insostenible. ¿Cómo negocias tú sabiendo que lo que negocias es aplazar la posibilidad de frenar el calentamiento global, de darle largas, de hacerse el loco con un cambio de la economía hacia una economía con recursos sostenibles? Aquí estamos jugando con candela: no se puede, en aras de una unidad nacional, pactar en términos demasiado suaves, porque lo que está en tela de juicio es la supervivencia del planeta y de la propia raza humana. ¿Cómo no oponerse, por ejemplo, en política internacional, a estas guerras que lo que están tapando es la gran crisis que hay en términos de justicia social y de justicia ambiental? La pelea es dura. Entonces sí se necesitan aliados. Pero se necesitan aliados con la conciencia de que aquí estamos negociando al borde del abismo.

CAMBIO: Volviendo a Colombia, Laura, en este momento las negociaciones con el ELN y con las disidencias de las Farc las están dirigiendo dos exmilitantes del M-19, Otty Patiño y Camilo González, quien fue también ministro de Salud de César Gaviria. Ellos tienen toda la experiencia para sacar adelante esas negociaciones. ¿Qué más deben hacer para acelerarlas?

L.R.:  Tanto Otty como Camilo son grandes personas y grandes cuadros. Son el tipo de gente que toma décadas producir, dirigentes honestos, lúcidos, con un conocimiento de causa y un compromiso profundo con el país y con la causa social. Yo creo que toda negociación política con las fuerzas disidentes armadas que están en oposición política al Estado y al sistema, es posible, y ahí se debe avanzar. Pero cuando viene de por medio el negocio de la droga, que es enorme, que maneja unas masas de poder y de dinero tan grandes, ahí no se le puede voltear la espalda al problema internacional. Es decir, la legalización de la droga es fundamental, así como la presión contra los países que siguen siendo consumidores, olvidando la tragedia que la criminalización y la ilegalidad de la droga ha significado para América Latina. Entonces, si no se pelea eso en el terreno internacional, para cambiar lo que es el gran negocio, yo lo veo muy difícil.

CAMBIO: ¿Podríamos decir entonces que sin legalización de la droga es muy difícil que haya paz en Colombia?

L.R.: No, en la parte política se puede negociar en términos de reformas sociales que todos coincidimos en que son indispensables, y en términos de apertura de espacios políticos para los que hoy son oposición armada. Yo creo que eso siempre se podrá negociar, tendrá idas y venidas. Como digo, venimos de un proceso de negociación de 40 años. Yo creo, por ejemplo, que términos como la paz social son equivocados porque son metafísicos. Hay que reconocer que esto es un proceso y que va a seguir siendo un proceso para no confundir a la gente con esa dinámica de éxito- fracaso: se pudo, ya se firmó, ya hubo un éxito, no se pudo, fracasó… Hay esa dinámica de éxito y de fracaso. Hay un proceso sistemático y consciente. Pero en cuanto a la negociación que tiene que ver con los carteles y con las fuerzas que están involucradas en el gran negocio de la droga, el escenario internacional es fundamental. Además, el gobierno norteamericano lleva décadas negociando con los capos de ese país reducción de penas a cambio de su entrega y de parte de su fortuna. Allá saben cómo se hace eso. No sé qué base ética o legal tenga. Pero, desde luego, beneficios prácticos sí les reporta. Tiene que haber conciencia, por parte del primer mundo, del absoluto fracaso de la guerra contra la droga y de cómo mueven ellos un negocio que a nosotros nos está haciendo leña. Es el problema de toda la América Latina: los miles de muertos que hemos puesto por cuenta de eso. Pero es muy difícil. ¿Qué ofreces a gente que se hace millonaria con la droga? ¿Qué les ofreces a cambio en el terreno de una negociación? 

CAMBIO: Que no se les perseguirá más… Pero tienen que sentir que ahora se les persigue y que tienen la cárcel muy cerca para que haya algún aliciente para entregarse y perder una parte muy importante de su fortuna. Porque si no sienten que los están apretando, pues no tienen ningún interés en negociar. Porque ahí no hay intereses políticos sino solamente económicos…

L. R.: Ahí el haber que tenemos es la voluntad de paz de Petro, que yo creo que es muy clara. Y están dos personas como Otty y como Camilo. Y si alguien puede avanzar en ese terreno son ellos. Yo creo que tienen además la ventaja de que el país confía en que son gente limpia, capaz, y además en ellos confía el país armado y el país desarmado… Será un proceso que dure, no se puede esperar que de la noche a la mañana cuaje.

CAMBIO:  Duque disparó los indicadores de violencia. Durante su gobierno, la violencia creció vertiginosamente. Y llegó Petro y no ha logrado bajar mayormente esos indicadores. Si bien se han reducido un poquitico los asesinatos de líderes sociales, continúan en niveles muy altos. La extorsión y el secuestro se han disparado. La extorsión se hace principalmente desde las cárceles. En fin, ¿por qué Petro, que indudablemente tiene una voluntad de paz que nadie puede cuestionar, y que prometió en su gobierno hacer de Colombia la potencia mundial de la vida, no ha logrado reducir significativamente la violencia?  Es como si fuéramos adictos a la violencia, Laura. ¿Qué pasa en este país?

L.R.: Mira primero la fórmula anterior, que era manos libres a sectores muy duros del Ejército y manejo mediante la violencia estatal. Esa no es una fórmula que el país quiera repetir ahora, cuando sigue muy difícil la situación de violencia. Pero permíteme remitirme nuevamente a la situación internacional. Tú sabes que Europa, como si no recordara la experiencia de la Segunda Guerra Mundial, ha ido con cierta euforia a la guerra de Ucrania y se ha involucrado en esa guerra en la cual, en realidad, no tendría por qué haberse metido. Es decir, los factores de violencia tienen que ver también con que se acentúa una situación de crisis a nivel internacional. Pero mira una cosa interesante que te digo a favor de Colombia: sí, somos un pueblo violento, pero somos un pueblo que negocia; nosotros sabemos negociar con el enemigo, pese a las enormes dificultades que eso tiene.

CAMBIO:  Pero se recicla la violencia. Y, después de cada negociación, al cabo de un tiempo, vuelve y juega.

L.R.: Pero déjame ponerte otra vez en el terreno internacional. Tú sabes que la guerra en Ucrania debe ser una de las únicas guerras en la historia de la humanidad donde nunca hubo una mesa de negociación. La única consigna por parte de las fuerzas enfrentadas allá, en esa Ucrania que está vuelta pedazos por cuenta de enfrentamiento de intereses, de enormes negocios, de política y de invasión por parte de las potencias enfrentadas, es la victoria. O sea, la guerra, hasta la muerte del último ucraniano. Hoy en día, a través de una política de censura muy grande de la información, permanentemente se ha estado hablando de la victoria de Ucrania y de la victoria de Zelenski contra toda evidencia, porque esto es un nuevo fracaso militar de la OTAN. Hay que reconocerlo así. A mí me parece atroz que esté Rusia invadiendo. Yo estoy absolutamente a favor de la sobrevivencia y del bienestar del pueblo ucraniano, tanto del ruso parlante como del otro. El único personaje entre todos los dirigentes europeos que está hablando de una negociación es el papa. Y se lo comen vivo cada vez que lo dice. ¿Entonces que en Colombia fracasamos? Bueno, mira cómo está fracasando el mundo. Nosotros, por lo menos, nos planteamos esa política de negociación. Y que tenga resultados inmediatos es muy difícil. Es decir, nosotros arrastramos también situaciones de injusticia demasiado largas…

CAMBIO: ¿Qué opinas de campañas como la de Aguanta Ucrania que lidera Sergio Jaramillo?

L.R.:  Me parece criminal, porque nosotros sabemos más que ningún pueblo que ninguna guerra se gana. Lo que tienen que hacer es negociar. Nunca ha habido una negociación. Deben respetar tratados anteriores que se habían hecho y se rompieron sistemáticamente. Y negociar. ¿Cómo van a salir de esa guerra? ¿Qué va a poder ganar un Aguanta Ucrania? ¿Hasta que qué? Tú sabes que ese país está plagado de minas y ya no se puede ni pisar. Se le reventaron las cosechas. Una corrupción rampante que hace que esté tambaleando ya Zelenski, que fue el héroe que promovieron los Estados Unidos y que hoy ya no lo quieren tanto. Ya están viendo cómo se lo sacan de encima por la derrota militar. Y además le puede significar la candidatura a Biden. Está clarísimo que Biden se jugó a desviar los recursos de su propia población hacia esa guerra, prometiendo además tumbar a Putin. Eso no ha pasado. Eso no lo va a lograr. ¿Entonces, aguanta Ucrania? ¿Quién no está a favor de que el pueblo ucraniano pueda vivir en paz? Todos estamos a favor de eso. ¿Qué posibilidades tienen de ganar? Eso es una campaña publicitaria y, en tanto, yo la considero criminal.

CAMBIO: Laura, hablemos de España. Tú vives en Cataluña, y conoces la situación española mejor que cualquiera. ¿Qué va a pasar ahí, con esa especie de impasse, de bloqueo político que hay?

L.R: En general, Europa está en una situación difícil porque ha perdido el norte, Europa ha perdido su autonomía, está en manos hoy de una Unión Europea que se ha convertido en un club de los negocios. Se ha metido a respaldar a la OTAN y a los Estados Unidos en una guerra que no le corresponde. Y España hace parte de esa confusión. Allá hay una cosa que llaman algunos el síndrome de la guerra del 14, que es pensar que ante una situación crecientemente difícil la guerra puede ser una solución. Y entran a la guerra con cierta alegría. Yo creo que España, en general, ha ido cayendo en esta dinámica. Es muy complicado. Europa entera se está armando. En la reunión pasada de la OTAN en Madrid, -y esa es una cosa en la que poca gente ha reparado-, se votó que la migración era una amenaza nacional y que, por tanto, requería una respuesta militar. Ya hemos visto la violencia que eso implica para la multitud migrante. Yo creo que España no logra salirse de eso. Personalmente creo que esa campaña armamentista por parte de Europa, aparentemente es contra que Rusia invada. Yo me imagino que Rusia tiene pretensiones sobre sus antiguos territorios y sus antiguos dominios, pero ninguna intención de penetrar en Europa. Creo más bien que esa campaña es contra las invasiones que sienten que se vienen por parte de los migrantes; armarse para protegerse contra lo que van a ser olas de migrantes cuando la hambruna y la sequía y la guerra se sigan propagando. Entonces, en general, veo la situación muy difícil ahora. Y muy interesante. Desde luego ahí hay una situación de paz que nosotros como colombianos apreciamos enormemente. La paz es un regalo del cielo, es una bendición y ellos logran mantenerla, y ojalá logren mantenerla más. Y es políticamente interesante. Yo creo que la izquierda se ha hecho fuerte en Cataluña y en el País Vasco, sobre todo. Veo a Madrid muy complicada, con un ascenso muy grande de la derecha y de la ultraderecha, inclusive de las fuerzas franquistas. 

CAMBIO: ¿Pero crees que, a fines de septiembre, pueda ocurrir que Feijó no alcance la mayoría a pesar de su alianza con VOX y que, finalmente, acabe Pedro Sánchez siendo reelegido con base en una alianza con los independentistas catalanes? ¿Ese es un escenario?

L.R.: Pedro Sánchez es un animal político absolutamente vivo y seductor. No hay que desconocer su capacidad de negociación porque la tiene, y muy grande; pero también hay que reconocer que la votación más progresista, inclusive la del propio PSOE, se afianzó mucho en Cataluña. Entonces, hoy en día, es imposible para él desconocer a Cataluña. Yo no diría que negociar con el independentismo como tal, porque es posible que el independentismo también haya virado en sus consignas demasiado radicales de independencia. Pero sí tienen que negociar con los catalanes y con los vascos. El PSOE tendría que negociar para poderse oponer al PP, a la derecha y a VOX. Supongo que eso será lo que finalmente suceda.

CAMBIO: Ahora hablemos de México, un país que tú conoces tanto. Recuerdo tu entusiasmo con López Obrador. ¿Cómo va ese entusiasmo cuando está López Obrador a punto de concluir su mandato?

L.R.: Yo nunca he tenido entusiasmo por nadie del poder ni por el poder mismo.

CAMBIO: Antes del poder...

L. R.: Antes tampoco. Era Carlos Payán, mi lindísimo compañero, que perdí hace unos meses. Él estaba más involucrado en eso. Yo no tanto. Creo que López Obrador tiene una situación de orden público tremenda. Entiendo que la rienda suelta que se les ha dado a los militares es un motivo de queja muy grande en ese país. Y que el problema de la droga está fuera de control. Pero yo creo que él le ha devuelto a a México un sentido de la dignidad y de posicionarse fuerte frente a Estados Unidos y frente al primer mundo. Y eso me parece positivo. Yo creo que el pueblo mexicano lo quiere, y que en futuros gobiernos se va de alguna manera a mantener su obra de gobierno. Yo diría que en términos generales el balance es positivo.

CAMBIO: ¿Y a América Latina, en general, cómo la ves?

L.R.: Interesante. Yo creo que el giro del Brasil hacia una economía ya no dependiente del dólar, y la alianza con esas fuerzas que se empiezan a generar (los Brics) es lo más importante y decisivo. Vamos a ver cómo evoluciona eso. Entiendo que la alianza con potencias como China, por ejemplo, también tiene sus bemoles. En esta alianza no hay Teresas de Calcuta, sino intereses fuertes. Pero, por lo menos, eso le permite a América Latina una dualidad, zafarse de una potencia imperial única (los Estados Unidos) y tener mayor juego. Venimos en un proceso de ensayos democráticos interesantes, unos más fuertes que otros. Es importante lo que pasó en Bolivia con un gobierno de los indígenas por primera vez; gravísimo lo que pasó en el Perú con esos golpes judiciales amañados, que yo creo que también se van a intentar por todos lados y se llevaron a cabo con éxito con Lula. Y se pueden intentar contra Petro también. Y contra eso creo que hay en general una conciencia latinoamericana más grande que la que había en el pasado. Si bien no todos los experimentos de reformas son exitosos, de todas maneras creo que el continente se encamina hacia una visión más independiente de sí mismo, aunque falta muchísimo todavía para que haya una conciencia de unidad.

CAMBIO: ¿Entonces, tú crees en la posibilidad que plantea Petro del peligro del golpe blando?

L.R.:  Yo creo que la amenaza del golpe blando fue tremenda hace unos meses. Yo creo que inclusive fuerzas progresistas, la prensa y, desde luego, la derecha, estaban jugadas a hacerle un golpe blando.

El golpe blando tuvo su momento y, de alguna manera, cayó

CAMBIO: No se puede generalizar: la prensa; no, algunos medios, digamos.

L.R.: Algunos medios. Sí, es justa tu apreciación. Pero yo creo que sí había esa jugada de irle moviendo el piso poquito a poco, evitando el golpe militar pero, por todos lados, erosionando el terreno. A mí me llamó la atención una columna de Enrique Santos Calderón que evocó una vieja consigna que él le aplicó a Petro y dijo: no tumbemos a Petro porque nos cae encima. Yo no sé en qué momento la clase dirigente de nuestro país cayó en cuenta de que no había que tumbarlo, sino ablandarlo, ponerlo más bien a funcionar, a gobernar a su favor. A mí me parece que el golpe blando tuvo su momento y, de alguna manera, cayó. Estamos a la expectativa de qué viene ahora. Yo creo que eso pasó, pero fue un intento muy serio en determinado momento. Vamos a ver ahora si Petro afloja, y entonces consideran que ya no es un enemigo que haya que tumbar; o si lo intentan por otras vías. No sé. Sé que la pugna sigue.

CAMBIO: Laura, hablemos de tus planes. ¿Qué plan tienes después de haber publicado tu bellísima novela Canción de antiguos amantes?

L.R.: Por ahora estamos con Penguin y Alfaguara en la reedición de la novela Hot Sur, que se publicó hace ocho años y era un thriller y una historia de colombianas indocumentadas en Estados Unidos y de cárcel de latinos en Estados Unidos. Pero, por detrás, era una historia muy política. Uno de los epígrafes que tiene dice: cuando un imperio cae es porque ya ha caído.

CAMBIO: Entiendo que esta semana ibas a la cárcel a presentar Hot sur.

L.R.: Estuvimos en La Modelo y en Cúcuta. Y lo que he visto, tanto en Cúcuta como en La Modelo es que, de todas maneras, en medio de lo que Mutis llamó los elementos del desastre que son, hoy en día, todos esos problemas y dramas enormes que nos acosan, hay ventanas abiertas al futuro. En Cúcuta tienen el problema de la migración, de la coca, de las disidencias del ELN, de la guerra y, al mismo tiempo, hay una feria del libro preciosa, montada con todo el cariño, con una afluencia enorme de juventud. Están también llevando la Feria del Libro al Catatumbo, a Pamplona. Eso es este país. Este país se las arregla para reconocerse a sí mismo en sus posibilidades y en su añoranza de alegría, de futuro. Lo de La Modelo fue un momento revelador. La conversación con los presos lo que puso en evidencia fue la feroz inteligencia de este país. 

CAMBIO: Cuéntanos alguna anécdota. 

L.R: Por un lado hay un trabajo cultural maravilloso que están haciendo en La Modelo. Y entiendo que lo están extendiendo. La Biblioteca Nacional, el Ministerio de Cultura, el Ministerio de Justicia están abriendo espacio en las cárceles. Vimos un grupo de teatro estupendo; además un grupo de rock muy lindo porque está conformado tanto por presos como por guardias. Estaban ahí, tocando conjuntamente, en una imagen que le hace a uno pensar en el futuro del país. Era tan bonito verlos ahí con sus guitarras eléctricas y su batería, espalda con espalda, los presos y los guardianes. No te quiero decir que, por otro lado, la situación de los presos no siga siendo tremenda. Pero es una cárcel abierta a que la visiten y a que a través de la cultura se puedan comunicar con ese lado tan enterrado en el último hueco que es una cárcel, esos colombianos que independientemente de cuál sea su delito, -eso lo arreglarán ellos con la justicia-, de todas maneras son tan colombianos como cualquiera, tan seres humanos como cualquiera y la cultura les potencia esa condición, les abre ventanas de libertad. El programa tiene un nombre muy bonito: Cultura para la libertad. Y los cursos de lectura y escritura creativa se llaman Fugas de tinta. Fue un momento muy genial. Al director de La Modelo, muy amable, le llevé el libro y le dije: pero coronel, ese es un libro que habla de cómo se fugan las presas en la cárcel. Y me dijo: bueno, ahora habrá que arrancar esas páginas (Risas). Pero qué lucidez la de unos colombianos que están ahí y que te dicen: el castigo como forma de reforma o de recuperación de la normalidad no funciona. Y tampoco que el país se haga la idea de que aquí estamos encerrados los malos y que por esa vía los colombianos, la sociedad, no se juzgue a sí misma como un caldo de cultivo de violencia y de delincuencia que viene desde lo más alto y que recorre todos los estratos de la sociedad. Muy impresionante hablar con ellos. Buenos lectores. Seguramente hablamos con el grupo especial que entra a esas actividades culturales. Pero de todas maneras es una demostración de lo que puede llegar a ser una situación más humana, más de apertura hacia la inteligencia de la gente que está ahí.

CAMBIO: Muy interesante. Antes de terminar, Laura, quisiera preguntarte: tú que has sido toda la vida una militante de la izquierda, ¿qué les dices a través de esta entrevista a los dirigentes del ELN y de las disidencias de las Farc que están en el plan de negociar la paz? Están negociando con un gobierno de izquierda… 

L.R.: Yo les diría que no dejen pasar la oportunidad. Pese a las fallas y las dificultades que haya, este es un gobierno honestamente interesado en las causas populares, y en reducir la pobreza y los niveles de injusticia social. Es que venimos de gobiernos neoliberales donde la palabra pobreza había quedado abolida. ¡Que no dejen pasar esta oportunidad! Nos jugamos a tirarle muy duro a un gobierno, y lo que puede venir es una cerrazón de espacios. Todo esto que estábamos hablando: el fortalecimiento de las organizaciones populares; el hecho de que tengamos a Francia como vicepresidenta y representante de las comunidades negras; la fuerza que hoy tienen las organizaciones indígenas; la conciencia de una juventud con una inteligencia muy aguda, todo eso llama a que esa gente que está por fuera, y que le está haciendo coqueteos a la paz pero que no acaba a de acogerla con todo, acepte la invitación a que se metan en ese gran espacio de resistencia, de pelea por las justas reivindicaciones a las que hoy en día les damos el nombre de paz, paz con justicia social. Eso sería lo que desde mi visión tan limitada de persona de letras, que es lo que soy, yo les diría: aprovechemos este momento de apertura que posiblemente sea irrepetible.

CAMBIO:  Así es… Bueno, Laura, muchas gracias por este tiempo para CAMBIO. Un privilegio y una alegría muy grandes estar contigo hoy.

 

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