El negocio de los Galil que se le puede caer a la industria militar colombiana

Crédito: Ejército Nacional

17 Noviembre 2023

El negocio de los Galil que se le puede caer a la industria militar colombiana

La versión moderna del fusil insignia de las Fuerzas Militares dejaría de producirse en el país, tras la decisión del gobierno israelí de suspender el apoyo militar. Esta es la historia de cómo Colombia se convirtió en el único fabricador de fusiles Galil por fuera de Israel y de cómo lo perfeccionó hasta adaptarlo a sus propias necesidades.

Por: Javier Patiño C.

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En 1967, durante la guerra de los seis días, el ejército israelí se dio cuenta de que el desempeño de los fusiles FAL, de origen belga, era poco efectivo, eran poco efectivas para sus necesidades.

Las tropas israelíes se quejaron de que su arma de dotación era demasiado larga, el mantenimiento era muy exigente, era difícil de controlar en modo automático y propenso a atascarse con el polvo y la arena del desierto.

En consecuencia, el ejército realizó un concurso entre ingenieros en armas, durante el cual resultaron finalistas dos rivales: Uziel Gal, quien creó el subfusil Uzi, y Yisrael Galil, quien diseñó un fusil de culata plegable y bayoneta tipo FAL que mezcla el mecanismo del AK-47 ruso y el RK 62 finlandés. El ganador fue Galil.

“El arma, en su tamaño original, no fue bien recibida entre las fuerzas especiales de Israel, que confiaban más en el AK-47 –que habían ensayado tras quitárselos a sus enemigos en la guerra del Yom Kippur– debido a su fiabilidad”, afirma el coronel en retiro Álvaro Estupiñán.

Con el paso de los años, agrega, el arma se fue modernizando para ser más plegable, con un punto de mira iluminado con tritio, un destapador en la parte inferior del guardamano, un bípode que puede emplearse para cortar alambre y un alcance efectivo de 400 metros.

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La llegada del Galil a Colombia

En 1990, las Fuerzas Militares colombianas utilizaban fusiles G3, M-14 y FAL, de calibre 7.62. Estas armas no volvieron al país porque Alemania, el fabricante del H&K G3 (de uso mayoritario), descertificó a Colombia por violaciones a los derechos humanos.

La industria colombiana fabricaba las municiones 7.62 mm, y se quedó con el problema de contar con la munición, pero no con las armas ni los repuestos.

“Alemania descertificó a Colombia por violación de derechos humanos y suspendió la venta de armas y respuestos, pero  aquí en el país se entendió el calibre 7.62 era el que atentaba contra de los derechos humanos, algo que no era para nada cierto”, cuenta Javier Miranda, experto en armas. 

El caso es que, en 1992, el Ministerio de Defensa, para solucionar el problema, ordenó unificar todas las armas de la fuerza pública (Ejército, Armada, Fuerza Aérea y Policía) y también la munición, de calibre 7.62 a 5.56. Tras esta determinación, realizó una convocatoria entre las empresas de armamento en el mundo, a la invitación se presentaron Colt de Estados Unidos, Stery de Austria, H&K de Alemania; FN Herstal de Bélgica e IMI de Israel (hoy IWI).

“La ganadora fue Israel Military Industries (IMI), que producía los Galil y ofrecía transferencia de tecnología, es decir que dotaba a los uniformados de los nuevos fusiles y, además, le otorgaba a Colombia licencia para fabricar los fusiles, con la gran ventaja de que la empresa israelí compraba lo que sobraba de la producción. Eso no se lo ofreció nadie más, y si bien no fue un factor decisivo no deja de ser menos importante”, dice Miranda.

Para satisfacer la necesidad inmediata de Colombia, la industria israelí recamaró a los Galil AR para que fuera compatibles con las municiones 7.62, con el objetivo de que Colombia pudiera aprovechar la munición que tenía en las bodegas.

“En 1995 se unificó la producción de fusiles con municiones 5.56, para acoplarse a la normatividad de la industria militar mundial de los países OTAN”, afirma el experto en armas.

Los avances desarrollados por ingenieros colombianos fueron presentados al gobierno israelí, el cual exaltó el trabajo realizado por Indumil, autorizó la fabricación nacional de fusiles Galil AR y se convirtió en el más grande comprador de piezas colombianas Galil desde hace diez años. Por ese mismo momento y con todo el apoyo de la ingenieria colombiana nace la versión ACE del fusil desarollado por Israel.

En la versión ACE, El Galil pesa mil gramos menos que el original AR (3,9 kilos). Doce piezas de acero fueron reemplazadas por piezas de plástico y otras 31 fueron rediseñadas para aumentar la precisión. 

El coronel Estupiñán dice que la industria colombiana hizo del ACE un fusil más ergonómico, con una culata de seis posiciones, retención  en el último cartucho ( lo que facilita la recarga)  e incluyo rieles de especificación militar, lo que facilita la instalación de miras nocturnas con tecnología de punta. 

“Es un fusil de asalto adecuado para los tipos de terreno y demás elementos que un militar debe afrontar en suelo colombiano, pues es un arma hecha específicamente para resistir casi cualquier cosa, como su hermana mayor el Galil AR, que a su vez es hija del AK-47 rusa”, agrega.

En opinión de Javier Miranda, la tecnología colombiana permitió que los cerca de 750.000 uniformados que hoy integran la fuerza pública tengan un armamento de última tecnología, similar a la de países desarrollados como Israel y Estados Unidos, y que al tener una fabrica nacional en Colombia, estemos como país a la altura de cualquiera en la región.

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La decisión de Israel

El pasado 15 de octubre, tras el trino del presidente Petro de solidarizarse con la causa palestina, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel anunció que dicho país detendría las exportaciones de seguridad a Colombia. Aunque el anuncio no se ha hecho realidad, semejante determinación podría afectar la fabricación, e mantenimiento y ventas del fusil Galil en Colombia.

Miranda dice que, en principio, esta decisión no afectaría mucho a Indumil. “El único repuesto que estamos comprando de Israel es el cañón, pero eso no quiere decir que la industria militar no esté en capacidad de fabricarlo en un cien por ciento”. Sin embargo,  importar armamento y dejar de fabricarlo localmente, afectaría una gran cantidad de empleos en la estatal miltar.

Casi diferente sucederia con la línea de fusiles Galil ACE, un arma también fabricada por ingenieros colombiano  pero aun bajo autorización de Israel. De acuerdo con Indumil, el Galil ACE, de calibre 5.56, con una cadencia de 700 tiros por minuto, es usado "como arma liviana y personal para combate urbano y rural de alta resistencia y excelente desempeño en extremas condiciones climatológicas".

Para el cotonel retirado, si Israel niega la autorización para producirlo la industria colombiana de este tipo de fusiles también quedaría inmediatamente paralizada, dejando una vez más un hueco en la producción del armamento que usa las Fuerzas Armadas y algunos organismos de seguridad como INPEC y el CTI de la Fiscalía.

La pérdida de la patente también se vería reflejada en los negocios que Colombia tiene con otros países, como Perú, Paraguay, Guatemala, Honduras y Panamá, a cuyos ejércitos les vende fusiles Galil producidos en el país. Incluso, con el apoyo de Israel, Colombia los ha comercializado en Egipto, Turquía, República Checa y Argelia.

Miranda opina que desalinearse de Israel sería utilizado por el Gobierno Petro para apartarse de la doctrina OTAN y acercarse más a Rusia, Venezuela, China e Irán en búsqueda de nuevos mercados.

“Estos países tienen sus propias líneas de fusiles, los AK-47, AK 113, AK 101, todos calibre 5:56, que podrían ser adquiridos por Colombia. Así que, teóricamente, sería como cambiar de un supermercado para irse a otro. Obviamente, eso tendría unas implicaciones diplomáticas, con multas que pondrían en peligro la pertenencia de Colombia en la OTAN”, concluye el experto en armas. 

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