ELN: una guerrilla anclada en una revolución que no logró
Un grupo de guerrilleros del ELN camina por las selvas de Colombia.
Crédito: Reuters
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El Gobierno suspendió la negociación con el ELN tras el atentado en Arauca. Es otro intento fallido de lograr un acuerdo con esta organización de 60 años, que algunos consideran una banda de fanáticos intratables, mientras otros lo ven como un grupo que aún conserva su carácter político, con el que es posible alcanzar la paz.
Por: Armando Neira
Con su ataque terrorista de este martes en Arauca, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) puede dejar gravemente afectado al gobierno del presidente Gustavo Petro, el primer mandatario de izquierda democrática que ha llegado al poder en Colombia.
Este miércoles en la noche, la delegación del Gobierno que se sentó con el ELN para avanzar en los diálogos de paz, suspendió el proceso que comenzó en 2022. "La viabilidad (de los diálogos) está severamente lesionada", afirmó la delegación en un comunicado.
Petro está en una encrucijada frente a este grupo, como lo han estado todos los presidentes de Colombia del último medio siglo. Como las cuentas de un rosario, los mandatarios pasan y pasan, sin encontrar la fórmula para que el ELN firme la paz.
El primero en intentarlo fue Alfonso López Michelsen (1974-1978), luego de que el ELN recibiera un golpe que hizo augurar a muchos su derrota militar: la Operación Anorí, en la que fue desarticulado el bloque comandado por sus principales fundadores, los hermanos Fabio, Manuel y Antonio Vásquez Castaño.
De Simacota, Santander, al atentado en Arauca
El 4 de julio cumplió 60 años de existencia. Ha corrido mucha agua bajo el puente desde su fecha de nacimiento y su primer ataque armado, el 7 de enero de 1965, en la entonces lejana Simacota, Santander. Con la llama encendida de la revolución cubana, los combatientes liderados por Fabio Vásquez creían posible un triunfo similar que nunca llegó.
Hoy siguen siendo un actor armado de una Colombia que no encuentra el camino para superar todas las violencias. Actualmente, el ELN tiene entre 4.600 y 5.000 integrantes, según la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, aunque el Ministerio de Defensa calcula que cuenta con 6.158 miembros.
El ELN es la última de las organizaciones surgidas en los años sesenta que decidieron el camino de la acción política con armas para agenciar sus propósitos políticos.
Para los expertos, hablar de una organización que llega a las seis décadas muestra también a un Estado que, con múltiples recursos y mayor legitimidad, no ha sido capaz de derrotarla. Allí sigue el ELN, como una organización nacional, con presencia en más de 200 municipios del país y con capacidad para seguir siendo un factor de perturbación y de cogobierno sobre importantes territorios. En algunas zonas son tremendamente marginales y en otras, verdaderos poderes que determinan muchos de los aspectos de la vida política, económica y social. Por ejemplo, en Catatumbo y Arauca están lejos de la marginalidad.
La otra es el secuestro. El ELN ha sido responsable de más de 9.500 secuestros entre 1990 y 2018, según el informe final de la Comisión de la Verdad.
Una banda de fanáticos intratables
Cuando se habla del ELN, se habla de un enigma. Muchas son las cosas que no se saben, se especula sobre sus capacidades, sus dirigentes, su presencia en Venezuela o sus intereses reales. Para unos, son una banda de fanáticos intratables, y para otros, una organización que mantiene su carácter político, con ideales y principios de acción, con quienes es posible llegar a un acuerdo de paz.
InSight Crime, un reputado centro de pensamiento, dice que, mientras en Colombia la guerrilla del ELN actúa como un grupo rebelde, en Venezuela es una fuerza con características de paramilitarismo.
“El ELN ejerce un alto nivel de control social en sus zonas de operación. Actúa como un poder estatal de facto en sus bastiones en Táchira, Apure y Amazonas, administrando justicia, imponiendo toques de queda y castigando a quienes violan sus normas. El grupo también tiene una influencia significativa ante las autoridades políticas locales.
En algunas regiones, incluso se ha observado a sus miembros distribuyendo las cajas de alimentos subsidiadas del programa gubernamental conocido como Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), utilizando esto como una forma de propaganda para influir en la población civil”, señala un informe titulado “El ELN en Venezuela”.
Se crecieron ante el fraude de Nicolás Maduro
De hecho, el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, dice que esta guerrilla se envalentonó por la crisis política que vive Venezuela, donde Nicolás Maduro se aferró al poder pese a haber perdido las elecciones, según las actas hechas públicas por la oposición.
Desde el 28 de julio, cuando se realizaron las elecciones en Venezuela, el ELN ha intensificado sus ataques contra la fuerza pública, la infraestructura petrolera y, en varios casos, contra la población civil. Hay estudios que muestran que en los últimos 40 años han hecho 1.600 atentados, un atentado cada 42 días, con cuantiosas pérdidas para la economía pero, sobre todo, para el medio ambiente. El cuidado del planeta que es hoy una de las mayores preocupaciones globales a ellos, lo demuestran con sus actos, les inquieta poco.
El presidente Petro dijo en campaña que en un gobierno bajo su mando haría un acuerdo de paz con el ELN en tres meses, sin duda una imprudencia que sus críticos ahora le cobran. Aunque no fue posible una negociación express, es cierto que durante su gobierno es cuando más se ha avanzado.
Según el senador Iván Cepeda, miembro del equipo negociador del Gobierno en la mesa: “En estas conversaciones con el ELN hemos obtenido resultados claros, que se diferencian de los magros o nulos logros de otras negociaciones durante décadas. Hemos suscrito 28 acuerdos, culminado el primero de los seis puntos de la agenda y elaborado un cronograma de trabajo. Según el acuerdo número 9 sobre participación, estamos desarrollando los puntos 2 y 3 de la agenda, es decir, democracia y transformaciones para la paz”, enumera uno de los líderes políticos más cercanos al presidente Petro.
Para Cepeda, “esto equivale a cerca del 50 por ciento de los puntos de la agenda. Además, hemos abordado aspectos del punto 5, sobre el fin del conflicto armado, y hemos emprendido acciones en cárceles del país y algunos territorios. Asimismo, hemos logrado llevar a cabo el alto al fuego más duradero registrado hasta ahora”, dijo el legislador del Pacto Histórico antes del brutal atentando de este martes en Arauca.
Antes de ese atentado con una volqueta cargada de tatucos, se sabía de la molestia del presidente Petro, según varias fuentes consultadas, con el ELN, al considerar que ellos no valoran su compromiso transformador y que, en lugar de apoyar una gestión de gobierno y sumarse de manera ágil a una dinámica de cambio sin armas, persisten en su desconfianza y critican los alcances de la acción del Gobierno.
El reloj empieza a correr en contra de Petro
El Gobierno tiene en el horizonte solo 23 meses de mandato, por eso ha ido ajustando las cargas sobre el camino. Ante el congelamiento de varios meses en la mesa, decidió abrir otra negociación con el Frente Comuneros del Sur, una estructura en disidencia a la dirección del ELN. Esto para, al menos, lograr una paz territorial.
En su VI Congreso, el ELN dejó entrever que no tiene afán en recorrer el camino de la concertación política. Sus críticas al sistema político que rige en Colombia se mantienen muy en alto, y el maximalismo, combinado con una profunda desconfianza hacia los poderes políticos y económicos, prevalece, incluido el gobierno del presidente Petro.
"La información parcial que se tiene del Sexto Congreso del ELN es que, en efecto, es casi imposible, que haya un acuerdo entre el Gobierno de Petro y el ELN", dice Gerson Arias, investigador de la Fundación Ideas para la Paz (FIP) y uno de los estudiosos que ha seguido diariamente el proceso más importante de la llamada Paz Total.
"En ese encuentro hubo al menos dos tipos de discusiones. El primero era sobre lo que iba a pasar en Venezuela con las elecciones, entendiendo obviamente que la defensa de la revolución bolivariana es un objetivo estratégico. El segundo fue el estado actual de las negociaciones, y una de las conclusiones que se recogieron es que la falta de cumplimiento de los acuerdos por parte del gobierno de Petro muestra que no será posible llegar a un cierre de la negociación", agrega él.
"Y otro elemento importante es la variable tiempo. El ELN interpreta que implementar lo que ya está acordado, de acuerdo con su perspectiva, es poco probable en los dos años que le quedan al gobierno. Parte de la conclusión es que no habrá un acuerdo en ese tiempo", añade Arias.
Un ELN que llega a las seis décadas y que sigue siendo un factor de permanencia en la vida colombiana, reta no solo al gobierno, sino también a quienes pretenden cerrar este viejo alzamiento armado, unos apostando por transformaciones y acuerdos negociados y otros con la fórmula de fuerza y aniquilamiento.
Una guerrilla que, al realizar su VI Conferencia, no habló del secuestro, uno de los delitos que más heridas le ha causado a Colombia. Dijo que el proceso estaba en crisis, pero, eso sí, se mostró complacida con la idea de una constituyente. Además, ratificó a sus viejos comandantes y no dio señales de querer entregar las armas.
Eso explica la decepción mostrada en su momento por Carlos Arturo Velandia, quien, en sus años de comandante del Ejército de Liberación Nacional, ELN, se hacía llamar Felipe Torres: la conferencia muestra que este grupo se “anquilosó” en manos de una cúpula marcada por la “gerontocracia”, sentenció.
Actualmente, al mando del ELN está Eliécer Erlinto Chamorro, alias Antonio García, como comandante en jefe de la guerrilla, acompañado en el Comando Central, COCE, por Israel Ramírez Pineda, alias Pablo Beltrán. García tiene 68 años y Beltrán 70.
En entrevista con el diario El País, Dora María Téllez, una de las mujeres símbolo en los movimientos armados de América Latina, dijo en relación con su destierro obligado por el ahora déspota Daniel Ortega: “Uno siempre tiene que aprender de la historia. Un primer aprendizaje es que este es un momento en el cual la lucha armada no tiene vigencia. Tiene que haber una lucha cívica”.
Atrás quedaron los años de romantizar la lucha armada. Hoy hay casos que muestran que eran más efectivos los votos que las balas, como lo hicieron Petro en Colombia, José Mujica en Uruguay, Dilma Rousseff en Brasil y Salvador Sánchez Cerén en El Salvador.
Con el ELN es distinto. “Mientras se le exija solo al ELN que cumpla, no será equilibrado y estaríamos ante un sometimiento o claudicación. Y para eso no está el ELN”, dice su comandante Antonio García, quien nació antes de la firma de la Constitución de 1991, de la caída del muro de Berlín, de la llegada del hombre a la luna, de la pandemia, la invención del celular, internet y el arribo de la inteligencia artificial, entre otros sucesos. Él sigue creyendo que con un fusil puede triunfar.