
Huelgas de hambre, protestas y demandas de cambio: ¿qué pasa en el Colegio Mayor de Cundinamarca?
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Varios estudiantes completaron más de 90 horas en huelga de hambre mientras que otros hicieron una toma cultural de la institución. Detrás de la crisis hay demandas por reformas profundas, democratización y cambios en el Consejo Superior y la rectoría.
Por: Andrés Mateo Muñoz

Estudiantes atendidos por paramédicos luego de completar más de 90 horas en huelga de hambre. La escena no es frecuente en ninguna universidad pública del país. Sin embargo, la situación en la Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca parece ser lo suficientemente crítica como para generar esas acciones desesperadas.
Aunque los dos universitarios en huelga tuvieron que suspender su protesta para no arriesgar su salud, las inconformidades persisten y llevan varios años acumulándose entre la comunidad académica. “Estamos buscando una transformación real de esta universidad, ya no damos más en esta situación”, le dijo a CAMBIO un estudiante del Colegio Mayor.
Las demandas de los estudiantes se pueden resumir en tres puntos fundamentales:
- Infraestructura física digna para la comunidad universitaria.
- Constituyente académica.
- Reforma en los mecanismos de elección de directivas.
Sobre las instalaciones de la universidad la situación no es muy alentadora. “Uno no sabe en qué momento le cae algo encima”, dijo otro estudiante. Incluso, la temporada de lluvias que afronta Bogotá ya produjo los primeros daños en el techo de la sede de la universidad en el centro de la capital. Así lo registraron los estudiantes en la tarde de este 30 de septiembre luego de un fuerte aguacero en el centro de la ciudad.

“Sedes como la de la calle 34 se están cayendo a pedazos, y nadie da razón de nada”, explicó un estudiante, quien agregó que la situación es igual de preocupante en la sede del Tintal, al sur de Bogotá. “Muchas veces no hay salones disponibles, ni reactivos para los laboratorios”, aseguró.
Además, así como en otras instituciones, el relevo en la rectoría se convirtió en otro escenario de reclamos. “Creemos que se debe reformar el Consejo Superior y que la universidad pueda ser dirigida por sus estamentos y no solo por las personas puestas a dedo”, afirmó una estudiante de Trabajo Social.
Hoy el Consejo Superior tiene nueve integrantes: la rectora María Ruth Hernández y representantes de los egresados, estudiantes, docentes, sector productivo, un designado del gobernador de Cundinamarca y otro del Ministerio de Educación.
El pasado 27 de septiembre esa corporación reeligió a Hernández como rectora. La docente está en el cargo desde 2020 y fue la más votada en la consulta no vinculante que se le hizo a la comunidad universitaria.

Sin embargo, la permanencia de Hernández en la rectoría no tiene contentos a los estudiantes, quienes aseguran que su continuidad no da garantías para la transformación que necesita el Colegio Mayor. “Si no ha podido generar mejores condiciones de infraestructura y bienestar en los últimos cuatro años, es difícil que en su segundo periodo sí lo haga”, dijo un estudiante.
Además, los estudiantes aseguran que desde la rectoría no han obtenido respuestas claras sobre sus demandas y solo han enviado “personas sin capacidad de decisión”.
La situación en la Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca también se ha agravado por cuenta de los hechos de violencia que han ocurrido en la última semana. Sobre esto la institución sí se pronunció afirmando que el 26 de septiembre pasado se presentaron daños en la sede de la universidad y hasta robos de las oficinas. Por ello, se pidió la intervención de las autoridades, entre ellas la Sijín, lo que generó zozobra entre los estudiantes y el levantamiento del campamento pacífico.
“No podemos arriesgar la seguridad de los estudiantes. Por eso decidimos levantar el campamento”, dijo una estudiante.

La universidad también invitó a “construir un espacio de diálogo y paz, donde se respeten las opiniones de todos y se fomente un ambiente académico pacífico”.
Hasta el momento, la salida a la crisis de la universidad parece estar a una mesa de concertación de distancia. Sin embargo, sentar a todas las partes involucradas depende de reconciliar posturas en orillas distintas.
