Rodolfo Hernández, el hombre que tuvo la presidencia en sus manos y la soltó
Rodolfo Hernández, excandidato presidencial falleció a los 79 años de edad.
Crédito: Colprensa
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El ingeniero no imaginó el éxito electoral que tendría en 2022 y en la recta final se enclaustró. A pesar de sus errores en la campaña, 10.580.412 colombianos votaron por él en segunda vuelta. Perfil.
Por: Armando Neira
“Rodolfo Hernández no quiere ser presidente”, coincidían varios analistas políticos al tratar de explicar por qué en el último mes de la campaña electoral de 2022 decidió enclaustrarse en su casa de descanso en Piedecuesta, Santander.
Unas semanas atrás, el 29 de mayo, con su fórmula, Marelen Castillo, habían sorprendido al obtener el 28,17 por ciento de los votos: 5.953.209. Con ese apoyo electoral se enfrentaría a Gustavo Petro y su compañera, Francia Márquez, quienes en ese momento atraían multitudes con manifestaciones masivas.
La disputa final enfrentaría a dos dirigentes con visiones muy distintas del país, pero con una propuesta común: el cambio. Colombia había salido golpeada de una pandemia que lo trastocó todo, a la que se sumó un estallido social que le dio un giro de 180 grados a la agenda política del país.
Pero mientras Petro tenía una estructura de campaña sólida en la que trabajaban cientos de voluntarios, entre ellos muchos jóvenes, Hernández solo contaba con un estratega, Ángel Beccassino. Se trata de un publicista que cuida cada palabra, cada frase, no solo por el tono, sino por la argumentación. Todo lo contrario que el candidato.
—“A mí no me jodan”.
Respondía Hernández cuando algo le molestaba, lo cual generalmente ocurría cuando se le preguntaba cómo eran los planes concretos de sus propuestas entre las que enumeraba: sacar al país del atraso, ayudar a los pobres y, sobre todo, luchar contra la corrupción, su caballito de batalla como líder de la Liga de Gobernantes Anticorrupción, su movimiento creado en 2015.
Condena a Rodolfo Hernández en el Caso Vitalogic
La máscara de Hernández era deseada por millones que veían en este cáncer uno de los mayores problemas de la sociedad. Sin embargo, detrás de esta estaba el rostro de un político de provincia acusado por el mismo delito. Se trata del caso Vitalogic. De hecho, la Fiscalía General de la Nación lo acusó en un expediente en el que se habla de una cifra de 336 millones de pesos entre la Empresa de Aseo de Bucaramanga (EMAB) para la celebración del contrato con Vitalogic, que se encargaría del manejo y tratamiento de las basuras en Bucaramanga, cuando él era el alcalde de la capital de Santander.
Sus electores, sin embargo, pasaron por alto este hecho y reivindicaban su figura como “auténtica”, “desparpajada”, “diferente” y “echada pa'lante”, cualidades que, decían, eran lo que necesitaba el país en aquel momento de crisis.
“Aquí se derrocha mucha plata, la plata de la gente, y yo la voy a cuidar”, decía. Por eso, aseguró que en caso de ganar la presidencia, cancelaría cualquier ceremonia ostentosa de posesión, y que sería un acto sencillo en Piedecuesta, a donde además llevaría la presidencia porque en la Casa de Nariño se gasta mucha plata.
“Yo me defino como Rodolfo Hernández, un ingeniero que quiere sacar a los ladrones del gobierno. Eso es todo”, decía en su programa de campaña. “La corrupción es una enfermedad que solo puede curarse con cirugía y sin anestesia”.
“¿Cómo es posible que estos políticos roban todo y los mandan para el club campestre? ¿Los mandan para la casa? Les meten atenciones militares, mientras que un pobre roba una gallina y le meten diez años en el peor patio”.
—Pero, ¿cuál es el programa concreto que usted instaurará en caso de ganar la presidencia?
—Ah, usted lo que me quiere decir es que está de acuerdo con los ladrones, con los Aguilar, con los clanes mafiosos.
En sus respuestas, le daba la vuelta a la discusión y eran los periodistas quienes terminaban dando la explicación.
Entre divertido, sonriente y con una alta dosis de incertidumbre, sus electores se fueron decantando por él.
De exitoso constructor en Bucaramanga a la campaña presidencial
¿Era posible que este hombre, que una década atrás era un absoluto desconocido y que alcanzó el éxito en los negocios con la Constructora HG —empresa que se hizo popular en el área metropolitana de Bucaramanga por otorgar créditos hipotecarios a sus clientes solo con la cédula— pudiera vencer al experimentado Petro?
A pesar de que muchos alzaban la voz ante un aspirante que decía “Me limpio el culo con la ley”, y a quien el país identificaba porque le había pegado un bofetón al concejal John Claro, quien se atrevió a preguntarle por el escándalo de Vitalogic, Hernández seguía sumando adeptos.
La situación obedecía en parte al rechazo que genera Petro. Así como un sector importante de la sociedad lo defiende a capa y espada, otro lo rechaza. El problema, entonces, no era quién iba a estar en el tarjetón, sino que lo importante era, para ellos, que derrotara a Petro.
“Desafiando todas las reglas de la ortodoxia política y cabalgando sobre el hastío, el fastidio y la indignación ciudadana ante la robadera de la clase política, el ingeniero Rodolfo Hernández fue consistente y disciplinado con su discurso anticorrupción”, escribió en su momento Juan Lozano. “Rodolfo no solo se les metió al tarjetón definitivo, sino que además, por primera vez en los últimos años, en algunas encuestas desbancó a Petro del primer lugar en el que había venido reinando holgadamente”, agregó este analista.
“Aunque sus ideas y su visión del papel de las mujeres, por ejemplo, lo ubiquen hacia la derecha más tradicional, también se muestra a favor del aborto y de la legalización de la marihuana. Sus propuestas son tan ambiguas, e incluso cambiantes de una semana para otra, que resulta difícil situarlo en algún lugar del espectro político. Y eso también le ha dado resultados”, decía en un reportaje el diario El País de Madrid. El informe se tituló: Por qué voté a Rodolfo Hernández: “Me gusta que no tiene pelos en la lengua”.
Así como el inexperto Lionel Scaloni enamoró a toda Argentina con su selección, y entre éxito y éxito se hablaba de ‘La Scaloneta’, aquí surgió ‘La Rodolfoneta’. Se convirtió en una moda en donde muchos querían subirse. Pocos se cuestionaban que si ganaba siquiera tuviera una bancada para sacar adelante una agenda legislativa.
Ese ascenso era imparable. La presidencia, entonces, quedaría en manos de aquel que cometiera el menor número de errores.
Pero ocurrió lo impensable. El ingeniero abandonó la campaña. Como un patriarca en goce de sus últimos otoños, se quedó en su casa a cuidar sus flores con su mujer, doña Socorro Olivero. Los periodistas, entonces, montaron tiendas de campaña al frente con la esperanza de que un día se decidiera a salir.
Un día se le vio muerto de la risa en un video en el que aparecía en pantaloneta, con cadenas de oro, y en compañía de algunas modelos, disfrutando del sol en su finca en Piedecuesta; luego dijo: “Yo recibo a la Virgen Santísima y a todas las prostitutas que vivan en el mismo barrio con ella, a todo el mundo lo recibo, pero no les cambio el discurso”.
Ante el escándalo y consciente de que este es un país conservador y religioso, abandonó su refugio y se fue con su madre, su esposa y su equipo de trabajo a la Basílica de Chiquinquirá, donde entregó una ofrenda floral dedicada a la Virgen, y arrodillado pidió perdón por la forma despectiva y grosera en que habló de ella y de las mujeres.
Era como si se hubiera propuesto cometer error tras error para perder. Tenía en sus manos la presidencia y la soltó.
Sin embargo, 10.580.412 colombianos se levantaron ese 19 de junio y votaron por él, el 47,31 por ciento del total de la votación. Petro ganó con 11.291.987 votos, esto es, el 50,44 por ciento del total.
Por derecho, Hernández tenía la posibilidad de ser senador. Tampoco le interesó. Dejó su curul y se fue para Santander, donde falleció este lunes a los 79 años de edad por un cáncer terminal que lo aquejaba desde hace varios meses.
El Hospital Internacional de Colombia (HIC) confirmó que “a pesar de todos los esfuerzos” de su equipo, Hernández “falleció hoy debido a complicaciones de su patología neoplásica metastásica de colon”.
“Lamentamos profundamente este sensible acontecimiento y, en nombre de todo el personal del HIC, extendemos nuestras sinceras condolencias a sus familiares, amigos, allegados y seguidores”, agregó el centro médico en un comunicado.
Fue el punto final de un hombre que tuvo la posibilidad de hacer historia y que no la hizo porque no quiso o porque se sintió agotado. Eso nunca lo contó.