“San Andrés está totalmente sucia y abandonada”: la compleja situación del turismo en el archipiélago

La belleza del mar que rodea el archipiélago de San Andrés y Providencia contrasta con la ausencia de turistas y el desorden que hoy es común en las islas. Las imágenes de las calles vacías reflejan la situación crítica de un territorio cuya población vive de un turismo cada vez menos fuerte.

El balance de Cotelco (Asociación Hotelera y Turística de Colombia) para la Semana Santa que acaba de pasar fue desolador. Las llegadas de viajeros de marzo fue de menos de 30 por ciento, muy distintos al panorama de 2022, cuando el turismo en las islas estaba mejorando, con casi un 71 por ciento de ocupación para el mes de marzo.

No obstante, Paula Cortés Calle, presidente ejecutiva de Anato, dijo que la isla ha tenido una mejoría paulatina en la llegada de turistas. "Entre enero y abril de 2024, han llegado 31.829 visitantes extranjeros, lo que ha significado un crecimiento del cuatro por ciento en comparación con el mismo periodo de 2023. Igualmente, durante estos meses, se ha reportado la llegada de 391.902 pasajeros en vuelos nacionales, es decir, un diez por ciento más que los del mismo periodo del año pasado", asegura, en un comunicado.

Julio García, parte de la junta directiva de Cotelco, capítulo San Andrés, y propietario del Hotel Portofino, no es optimista. Asegura que la isla pasó de tener una ocupación de 80 o 90 por ciento todo el año, a estar por debajo del 30 por ciento. Su hotel, por ejemplo, no pasó del 35 por ciento durante el puente del 3 de junio.

“Ya llevamos año y medio en esta desesperanza, es uno pedaleando para pagar una nómina todas las quincenas, para pagar la energía -lamenta García, con acento paisa: se radicó hace años en el archipiélago, pero es de Medellín-. Yo pago 50 millones de pesos de luz por un hotel de 80 habitaciones”.

Para él, la clave de la crisis se debe a que los motores de Viva Air y Ultra Air se apagaron y así bajó la frecuencia de turistas. Solo hay veinte vuelos a la isla cada día, cuando antes había cuarenta. El problema también está en el precio de los tiquetes. García compara los costos de ir a Aruba o Curazao, destinos parecidos a San Andrés, pero internacionales. Entre 200 y 300 dólares cuesta llegar a uno de estos destinos, cerca de 1,2 millones de pesos. El vuelo de ida y vuelta a San Andrés suele rondar los 200 dólares, aún tratándose de un destino nacional. 

“Necesitamos que nos den una mano las aerolíneas, si no hay mejor oferta de tiquetes, no vamos a salir adelante”, anota con una desesperanza imposible de ocultar.

Ahora bien, la presidenta de Anato señaló en mayo de 2024 que "San Andrés contó con 161 frecuencias semanales directas, mientras que en mayo de 2023, solo eran 124".

Cleotilde Henry, presidenta de la Asociación de Posadas (Asoposadas) de San Andrés, también ve y vive la crisis en carne propia. Su perspectiva se enfoca más en el desorden de la isla. “San Andrés no está en condiciones para albergar turismo, menos turismo de calidad, porque no hay servicios: todo está lleno de basura, San Andrés está totalmente sucia y abandonada”.

A diferencia de García, Henry no quisiera más vuelos llegando a la isla. Asegura que hay un problema de sobrepoblación con un alcantarillado que ni siquiera cubre el 20 por ciento del territorio. Tampoco está de acuerdo con bajar el cobro de la tarjeta turística de ingreso, pero sí pide que se revise cómo y dónde se está invirtiendo esa plata, “porque dicen que es para la infraestructura turística”, pero la inversión no es visible.

Más allá de las opiniones sobre posibles soluciones, es claro que la situación de la isla no da espera. Se habla también de promesas incumplidas por el Gobierno nacional, como la reducción de impuestos a la gasolina.

Además, con el comienzo de la temporada de huracanes, es previsible que disminuya todavía más la llegada de viajeros a las playas del país y, claro, de esta zona. “La quiebra de San Andrés va a ser general. No sé para dónde vamos”, concluye Julio García, quien también es el presidente de Anato en el capítulo de San Andrés.