
Se hundió la consulta popular, revivió la reforma laboral y el Gobierno se desesperó
La senadora María José Pizarro contiene al ministro del Interior, Armando Benedetti, tras el hundimiento de la consulta popular en el Senado.
Crédito: Colprensa
- Noticia relacionada:
- Gustavo Petro
- Armando Benedetti
- Consulta popular
- Reforma Laboral
El presidente Petro sufre una derrota en el Senado y convoca a los movimientos sociales “para dar el paso siguiente”. El minInterior afirma que hubo “fraude”, mientras que el minTrabajo plantea una huelga general. La oposición celebra efusivamente.
Por: Armando Neira

El gobierno del presidente Gustavo Petro sufrió una dura derrota política en la tarde de este miércoles, tras la decisión del Senado de rechazar su propuesta de consulta popular con una votación de 49 votos contra 47. Esta decisión le quita una herramienta fundamental para adelantar la campaña electoral con la que el progresismo pretendía disputar la permanencia en el poder en las elecciones de 2026.
Aunque el oficialismo ha sostenido que su interés principal es reivindicar los derechos de los trabajadores, la posibilidad de iniciar una campaña anticipada en todo el país, sin gastar recursos y visibilizando a sus líderes, era un auténtico tesoro.
Hasta este miércoles, Petro se había mostrado como un hábil animal político. Tras la decisión de la Comisión Séptima, en marzo, de hundir la reforma laboral, el presidente sacó un as bajo la manga: una consulta popular para que, en sus palabras, fuera el pueblo el que decidiera. De allá a acá se han vivido días frenéticos.
En principio, la oposición quedó desconcertada no solo por la audaz jugada del mandatario, sino porque no encontraba una salida clara para responderle. Además, Petro convocó a las calles, un espacio donde él se mueve como pez en el agua. Aunque no salieron los cuatro millones de personas que estimaron en Palacio, sí volvió a llenar la Plaza de Bolívar de Bogotá, donde emocionó a sus seguidores.

Sus contradictores alegaron que el presidente se aprovechó del contexto del 1 de mayo —fecha tradicional de movilizaciones de centrales obreras y sindicatos— y de haber traído desde el Cauca a la minga indígena con 20.000 participantes para mostrar más músculo en el asfalto. Sea como fuere, pocas figuras políticas en Colombia logran sintonizar tan bien con sus bases como Petro cuando está en una tarima.
Petro empuña la espada
Entusiasmado por esas imágenes, el presidente subió el tono de su discurso y arremetió contra los congresistas, advirtiéndoles que, si no aprobaban la consulta, los electores podrían revocarlos en las próximas elecciones. Lo hizo empuñando la espada del libertador Simón Bolívar.
Mientras Petro se mostraba desafiante, el ministro del Interior, Armando Benedetti, asumía un rol más conciliador en el Congreso, intentando sumar para la causa a senador tras senador. En busca de ese respaldo, sin pudor, ofreció cargos claves como el ministerio de Comercio para los liberales.

En esa tarea lo acompañó el ministro de Trabajo, Antonio Sanguino. Con calculadora en mano, el martes ambos anunciaron no solo que el 'sí' ganaría, sino que incluso les sobraban votos.
Entre los opositores se percibía que en esta ocasión el Gobierno podría salir victorioso. Sin embargo, surgió una jugada inesperada: la oposición decidió votar una apelación presentada por el propio Pacto Histórico tiempo atrás, como un recurso válido —aunque desesperado— para revivir la reforma laboral que había sido archivada en aquel lejano mes de marzo por la Comisión Séptima del Senado.
La decisión fue recibida con ironía por los miembros del Gobierno, que la consideraron una estratagema para frenar la votación de la consulta. Lo que inicialmente fue subestimado, fue cobrando fuerza. Se dio entonces una situación insólita: quienes antes defendían con ahínco la apelación, ahora pedían sepultarla, mientras que quienes la habían rechazado, ahora la impulsaban.
Las primeras dudas
Esta situación sembró dudas entre senadores del liberalismo, de La U y de los Verdes, quienes explicaron que, independientemente de su voto, defendían que era una decisión del Congreso que debía respetarse y seguir su trámite. Alguno de ellos, posiblemente, cambió el voto por lo que el bloque con el que contaba el Gobierno empezó a resquebrajarse.

Para discutir la apelación, sin embargo, era necesario seguir los procedimientos parlamentarios. La senadora Paloma Valencia, del Centro Democrático, se adelantó y pidió cambiar el orden del día para votar primero la apelación y luego la consulta popular. Lo hizo a las seis de la mañana, vía correo electrónico, como ella misma dijo: “Al que madruga Dios le ayuda”.
Cuando los miembros del Gobierno y los senadores llegaron este miércoles al recinto, se encontraron con un nuevo escenario. A pesar de la sorpresa, el Gobierno aceptó las votaciones requeridas y empezó a sufrir derrota tras derrota: orden del día, aprobación del informe positivo de la apelación e impedimentos.
Usando una analogía futbolística, les marcaron un gol, luego otro. Al mediodía, el marcador iba 2-0. En ese momento, Benedetti y Sanguino intentaron subirse al bus de la apelación con una condición: que se reviviera el proyecto de reforma laboral, pero que se votara antes del 20 de junio. La oposición aceptó y anotó otro gol: 3-0.
El poder del Congreso
Ante el resultado, la oposición celebró con efusividad. Se anotó un triunfo que pocos creían posible y envió un mensaje diáfano: el Congreso es un poder legítimo y autónomo, al mismo nivel que el Ejecutivo y el Judicial dentro de la arquitectura del Estado colombiano. Se podrá disentir de sus decisiones, pero eso no les quita la validez.
La reacción inicial del oficialismo fue más emocional que racional. El presidente Petro habló de una salida masiva a las calles, el ministro Benedetti denunció trampa y fraude, y el ministro Sanguino acusó al Congreso de jugar con fuego. Además, puso sobre la mesa la posibilidad de una huelga general, y recordó el paro nacional del 14 de septiembre de 1977 y el estallido social de 2021.

Al llegar la noche, las reacciones eran tan airadas como profusas especialmente en las redes sociales. “¡A calmarse todo el mundo!”, exclamó el exsenador Humberto de la Calle, quien sostuvo que lo que viene es que el Congreso apruebe rápidamente una reforma laboral. A los gremios les pidió sensibilidad hacia las aspiraciones de los trabajadores, y al Gobierno, mayor serenidad ante la frustración.
“Tiene derecho a movilizar a sus adeptos. Pero esos llamados al paro general son un contrasentido. Los paros suelen hacerse contra los gobiernos, no a favor de ellos. Si el Gobierno exagera, se encontrará con un bumerán. Y el presidente debe desistir de descalificar a quienes piensan distinto. Es el gobernante de todos, no solo de los suyos. Los ministros energúmenos y vociferantes pierden su propia dignidad”, concluyó.
El Senado, un obstáculo para Petro
Por su parte, el analista Héctor Riveros señaló que ningún debate sobre la sesión en el Senado cambia la realidad política. Para él, el escollo está en que el gobierno de Gustavo Petro no ha conseguido construir mayoría en esa corporación.
Y él, como pocos colombianos, tiene el valor agregado de conocer, como las líneas de las palmas de sus manos, al Congreso, porque allí brilló durante años. Cuando empezó a gobernar era un factor que él debía tener en cuenta.

En las primeras de cambio, así lo hizo. Nombró a Alfonso Prada como interlocutor del parlamento. Con él logró aprobar en pocas semanas la reforma tributaria. Luego, dio un golpe sobre la mesa y anunció que no hablaría más con los jefes de los partidos.
Designó entonces como ministro a Luis Fernando Velasco, quien, en sintonía con el presidente, marginó a las directivas de las colectividades e impulsó una política de interlocución directa con congresistas. Allí la relación se rompió.
Después nombró a Juan Fernando Cristo, quien retomó el diálogo con todos los partidos y logró la aprobación del Sistema General de Participaciones (SGP) y de la Jurisdicción Agraria. Pero, de forma sorpresiva, fue reemplazado por Armando Benedetti, quien ahora enfrenta esta derrota.
¿Cuáles son los escenarios?
Cuando el presidente ha buscado consensos y tendido puentes, ha conseguido más victorias en el Congreso que cuando ha optado por la confrontación.
Aunque el tiempo juega en contra del Ejecutivo, es probable que muchos ciudadanos respondan a su llamado y salgan a las calles en defensa del Gobierno. Pero también es cierto que hay un sector exhausto de la pugnacidad. ¿Cómo construir más políticas públicas que beneficien a los ciudadanos? Ese es el dilema que ahora enfrenta.

¿Entonces? ¿Qué otros escenarios hay? Roy Barreras, exembajador en Londres, cercano al presidente Petro y aspirante presidencial, plantea que en primer lugar hay que calmar los ánimos. “Nadie ha perdido. Nadie ha ganado. Aún puede ganar la sensatez”, dice. “El Gobierno puede volver a radicar la consulta popular sin dramatismo”.
Y explica su fórmula: la oposición (y el Senado en general) podría aprobar la reforma laboral apelada de aquí a junio y demostrar que su compromiso con los derechos de los trabajadores —horas extras, recargos nocturnos, dominicales, etc.— es legítimo.
Si la aprueban y es justa, gana el Congreso y también el Gobierno, dice. Si no la aprueban (por tiempos ajustados), el Ejecutivo puede presentar de nuevo la consulta el 20 de julio ante la nueva mesa directiva. Con más calma y sin un proyecto en trámite, podría ser aprobada sin una votación tan ajustada. En ese caso, la consulta se celebraría en octubre. Así, según su tesis, gana el Gobierno.
La resucitada reforma laboral
Para eso, la reforma laboral que revivió entra a tercer debate y si se dejan a un lado las acusaciones y señalamientos, las partes pueden concentrarse en estos 38 días que hay de aquí al fin de la legislatura y sacar adelante la reforma laboral, un proyecto en el que todos los sectores consideran como necesario.
La sesión de este miércoles coincidió con los actos fúnebres de José ‘Pepe’ Mujica, referente político de Petro, quien afirmaba que todos los días se levantaba con la intención de tender puentes entre los sectores sociales para que a Uruguay le fuera mejor. De pronto, esa es una puerta que puede volver a abrir Petro, porque cuando lo ha hecho le ha funcionado.
Anoche desde China, donde se encuentra, Petro dio una alocución extraordinaria tras el descalabro de la consulta en el Senado. El mandatario solicitó una nueva votación y aseguro que la consulta "no se hundió, sino que la hundieron con fraude". A continuación, pidió al pueblo a "reunirse en cabildo en todos los municipios de Colombia, y tomar la decisión que corresponde a la respuesta del Senado de la República".
Ahora el presidente Petro regresará al país tras hacer una escala en Roma, donde espera reunirse con el papa León XIV. Será un largo viaje de retorno, en el que tendrá tiempo para reflexionar sobre qué camino tomar.
