Más allá del tropel: crónica en el corazón del paro de la Universidad Nacional

Campamento de estudiantes en el edificio Uriel Gutiérrez de la Universidad Nacional.

Crédito: Crédito fotografía: José Ricardo Báez - CAMBIO.

12 Mayo 2024

Más allá del tropel: crónica en el corazón del paro de la Universidad Nacional

Desde hace varias semanas la Nacional está en una crisis interna que parece lejos de terminar. CAMBIO entró al campus y habló con los protagonistas para entender la situación que se vive en la universidad más grande del país.

Por: Andrés Mateo Muñoz

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Cambio Colombia

 

Detrás de cada grafiti en la Universidad Nacional hay, por lo menos, un indignado y una indignación. Una demanda y un demandante. Un debate sin resolver. Por eso, caminar por el campus en Bogotá es como leer un diario escrito por varias manos sobre las paredes blancas de la biblioteca central, del edificio viejo de ingeniería y de los corredores de la Facultad de Ciencias. Con los grafitis, los estudiantes aprovechan para dialogar hasta en las paredes:

—¿Cuál es el propósito de tanto tropel? —escribió alguien en un muro,

—Todo el mundo se pregunta lo mismo —otro alguien respondió. 

Grafittis en la  Universidad Nacional
Charla entre estudiantes anónimos en uno de los muros del campus en Bogotá de la Universidad Nacional. Crédito: CAMBIO.

Y aquel anónimo tiene razón. En la ‘Nacho’ el tema de discusión en las últimas semanas es la crisis provocada por la designación del nuevo rector, Ismael Peña.

Todas las charlas desprevenidas en el campus, pasadas por tinto y cigarrillo, apuntan a lo mismo: “Y entonces, ¿qué va a hacer el Gobierno?”, “este paro sí tiene cara de ir para largo”, “ese no es mi rector”, “¿Peña sí puede hacer eso?”. 

Lejos de los rayones que lo señalan como el enemigo público de la Universidad Nacional, está Ismael Peña. En el Claustro de San Agustín, a unos pasos de la Casa de Nariño. Una casona colonial con piso de madera, de esos que delatan los pasos por el crujir de las tablas. 

Ismael Peña
Grafiti en contra de Ia designación de Ismael Peña como rector de la Universidad Nacional. Crédito: CAMBIO.

“Estoy tranquilo”, dice antes de empezar la entrevista. Días atrás, Peña llegó a la Notaría 14 en Bogotá, cerca a Galerías. Llevó siete testigos e hizo una escritura pública para posesionarse como rector, un hecho inédito en la historia de la Nacional. Varios estudiantes han hecho lo mismo. En este momento, hay por lo menos otros dos rectores posesionados en notaría y hasta un “vicerrector de la recocha”. 

“Yo no podía ceder ante la presión mediática [...] no es un deseo de aferrarme a un cargo, es un deseo de defender la autonomía universitaria”, dice Peña sobre su posesión ‘sui generis’.

Según el profesor e ingeniero de sistemas, ante la sospecha de que el Ministerio de Educación pretende nombrar otro rector, no tuvo otra opción. Mientras tanto, las preocupaciones aumentan. Las señales del Gobierno van en ese sentido. “Ya tenemos la principal universidad del país parada, y el Gobierno va a tomar decisiones”, dijo el presidente Petro el pasado 10 de mayo. 

Peña es enfático en que, para él, no hay caminos jurídicos para que su designación se caiga. "Yo soy el rector de la universidad y en el ordenamiento jurídico nacional no hay ninguna forma de cambiar eso", aseguró Peña.

Ismael Peña Reyes
Ismael Peña Reyes ya cumple funciones como rector en el Claustro de San Agustín, al lado de la Casa de Nariño. Crédito: CAMBIO.

Al mandatario no le gustó que Peña haya sido el designado rector. Un día antes de la sesión del Consejo Superior Universitario, Petro fue a la Nacional, entregó el nuevo edificio de artes y se comprometió a que el nuevo rector iba a ser quien ganara la consulta que se hace en la comunidad universitaria. El presidente confiaba en que, con sus tres representantes en el CSU y el voto de la representación estudiantil, el elegido sería Leopoldo Múnera, el favorito de la mayoría.

"Son mecanismos tramposos que no respetan las mayorías", dijo Múnera sobre la forma en la que se eligió a Peña. El profesor de Ciencia Política se refiere al método de la votación ponderada utilizado en la sesión del CSU en la que se definió el nuevo rector. "Yo estaba dispuesto a retirarme si no ganaba la consulta, esa era la única condición", agregó Leopoldo Múnera.

Leopoldo Múnera
Leopoldo Múnera, profesor de Ciencia Política. Fue el más votado en la consulta virtual a la comunidad universitaria. Se ha declarado en "desobediencia civil pacífica". Crédito: CAMBIO.

El debate sobre quién propuso la votación ponderada y por qué se aprobó tiene a la ministra de Educación, Aurora Vergara insistiendo en que se haga un acta detallada de las nueve horas que duró aquella sesión y disipar suspicacias sobre la postura del Gobierno. “La propuesta se armó entre varios y se puso a consideración [...] el ministerio tiene las grabaciones de la sesión”, dijo Diego Torres, representante de los profesores en el CSU. 

Torres también nos atendió fuera del campus. Según dijo, por razones de seguridad. Asegura tener dolor por la Universidad Nacional y por el ambiente enrarecido de este proceso de elección de rector. “Es claro que fue desafortunada la intervención del señor presidente y las ambigüedades presentadas por la ministra de Educación”, dijo Torres.

Por su parte, María Alejandra Rojas, unas de las delegadas del presidente Petro en el CSU, explica la postura del Gobierno: “El método utilizado es contrario al principio de las mayorías [...] quien lo propuso es alguien cercano a las ciencias exactas, a la Física y las Matemáticas”. 

María Alejandra Rojas
María Alejandra Rojas, una de las dos delegadas del presidente Gustavo Petro en el Consejo Superior Universitario. Crédito: CAMBIO.

"Queremos que se refleje de manera clara las intervenciones de cada uno de los consejeros y también solicitamos que haya una individualización de las intervenciones y de los votos que no fueron secretos", explicó Rojas. La representante del jefe de Estado en el CSU agregó que: "para nosotros y nosotras la autonomía universitaria no reside únicamente en la institucionalidad, hay jurisprudencia de la Corte Constitucional que dice que la autonomía universitaria reside en lo que decida la comunidad universitaria".

Varias sesiones extraordinarias y ordinarias del CSU no han servido para resolver el lío del rector en la Nacho. La ministra sigue sin firmar, Peña se aferra al cargo y los respaldan tres consejeros de ocho. Las dos partes exploran alternativas jurídicas mientras la Universidad sigue en crisis. 

El 'off the record' con los estudiantes

Aunque la Sede Bogotá está en paro, los estudiantes siguen entrando al campus a discutir en asambleas, a asistir a algunas clases o a encontrar un refugio. Son formas distintas de apropiarse de una universidad que, en muchos casos, representa la única oportunidad para un joven de acceder a educación superior de calidad.

Es el caso de Camila*, estudiante santandereana de artes. Es bajita, pálida. Con ceño fruncido, da la impresión de desconfiar constantemente. Y no es para menos. Es la primera vez que un “medio tradicional” -como Camila denominó a CAMBIO- entra al campus a conversar con los estudiantes. Con sinceridad habla de las tomas de edificios y las acciones directas de algunos de sus compañeros organizados.

“Es un mecanismo para visibilizar la digna rabia. No se puede cuestionar la efectividad en términos de propaganda. Sin esas acciones directas, no se estaría hablando de la situación de la Universidad Nacional. Ustedes no estarían aquí como medio tradicional si no fuera por eso”, dijo Camila.

El recelo por su identidad viene de las persecuciones de las que sus compañeros dicen haber sido víctimas. Unos dicen que la Dijin hace perfilamientos, otros que es la Sijin, otros señalan a la Policía Militar y otros a la División de Seguridad de la universidad. La historia siempre tiene un comienzo similar: una camioneta negra que ronda los alrededores de la Nacho. 

Sin importar qué partes de la historia sea ciertas y cuáles sean propias de un mito, los estudiantes que deciden participar en organizaciones procuran cuidarse entre sí. Se sienten responsables de su alimentación, su seguridad y su capacidad de propiciar cambios en una universidad que lleva abierta 157 años. 

Todos los temores y aspiraciones se mezclan en una olla sobre un fogón de leña en la mitad de la Plaza Che. Allí se prepara el almuerzo para decenas de estudiantes que participaron por estos días de un encuentro nacional. Mientras fritan arepas y preparan arroz, aprovechan para conversar con los líderes de la asamblea.

Universidad Nacional
Los estudiantes que participan del encuentro nacional se encargan de su propia alimentación a través de una olla comunitaria. Crédito: CAMBIO.

Uno de ellos es César*, estudiante de Ciencias Humanas. Tiene gafas gruesas, una barba incipiente, los ojos irritados por el humo del fogón y ojeras pronunciadas. El trasnocho no ha sido por trabajos, sino por los apuros de organizar el encuentro. “A veces pienso que no pudo salir peor”, dice César sobre el evento.

Las diferencias entre estudiantes de distintas sedes han dificultado que el debate transcurra con fluidez. La mayoría de los pocos representantes de las sedes regionales que pudieron llegar a Bogotá piensan que las decisiones sobre el movimiento estudiantil se toman en la capital y no se escucha a la periferia. “Pedimos que nos tengan en cuenta”, dice Laura*, que vino desde la sede de La Paz, Cesar.

A pesar de las dificultades, la mayoría de estudiantes son optimistas. Sienten que esta vez sí vendrán cambios en la Nacional. La controversial elección de Ismael Peña como rector y la atención nacional sobre el tema están abriendo a empujones una puerta que, por décadas, se mantuvo cerrada. 

“No solo es la elección del rector; es cómo se organiza la universidad, cómo se invierte el dinero. No es solo el Gobierno interno de la universidad, sino toda su organización”, dice Daniela*, otra de las estudiantes que se acercó, más con preocupación que con curiosidad, a indagar quiénes eran los que decían ser reporteros de una revista.

De repente, había unos 15 estudiantes tratando de descifrar cómo un medio de comunicación ingresó al campus, para qué lo hacía y cómo tratar con él. Nos identificaron con una credencial improvisada: un pedazo de tela naranja con “R. Cambio” escrito a mano. Así pudieron confiar más en nosotros o, más bien, desconfiar menos. 

Credencial Universidad Nacional
Los estudiantes tienen sus propios protocolos para que los medios puedan cubrir las asambleas. Uno de ellos es estar acreditados.

La distensión nos permitió acceder al edificio Uriel Gutiérrez, el mismo donde hasta hace unas semanas funcionaban las oficinas administrativas de la Universidad Nacional. Ese día se cumplía un mes de la toma por parte de los estudiantes. “¡Es nuestro cumplemes!”, dijo emocionado uno de ellos. Solo cayó en cuenta del tiempo que lleva ahí cuando se le preguntó. Con más de 30 días, la de este año se va consolidando como la toma más larga de los últimos 30 años.

Desde hace semanas, el Uriel se convirtió en una especie de agujero negro para los medios de comunicación. Ninguno se había acercado lo suficiente como para hablar con quienes montaron allí un campamento. 

Campamento Uriel Gutiérrez
Los estudiantes llevan más de un mes acampando en el Uriel Gutiérrez.

Por ello, toda la información sobre lo que pasa en el Uriel ha llegado de terceros. Se ha dicho que un vigilante estuvo secuestrado, que se destruyeron equipos de cómputo, que se borraron videos de cámaras de seguridad. Los estudiantes lo niegan todo y enfatizan que se trata de una retoma. 

“Lo del Uriel es una retoma no una toma. Se trata de recuperar espacios que eran nuestros hasta 1984 [...] Aquí vino Noticias Caracol, se hicieron a 50 metros y hablaron de un secuestro que nunca sucedió”, aseguró Orlando*, uno de los integrantes del campamento. 

Orlando parece ser el de mayor edad entre sus compañeros, aunque no pasa los 25 años. Mientras nos atiende ayuda a coordinar la preparación del almuerzo. Unos pican plátano, otros revisan una olla gigante de lentejas, otros mantienen vivo el fogón y otros ponen música. “El campamento se sostiene con donaciones, principalmente de egresados. Vienen y nos dejan aquí mercado. También hay un Nequi. ¿Quieren donar?”, dijo Orlando. 

Edificio Uriel Gutiérrez
Los estudiantes han aprovechado la "retoma" del edificio Uriel Gutiérrez para pintar la fachada con mensajes y murales. Crédito: CAMBIO.

Es un tipo al que el buen sentido del humor se le nota en los ojos. No quiso decir qué estudiaba, y cualquier asomo de un silencio incómodo lo resolvió con chistes, principalmente sobre nosotros: los ‘extraños periodistas’. “Pero, ¿ustedes son independientes o no?”, así nos increpó Orlando. Y antes de que pudiéramos responder, la tensión se rompe con una carcajada. “Frescos, es molestando”, dice. Hay una especie de paranoia con cuanto viene de afuera, mezclada con la intención de tender puentes con la opinión pública.

Día y noche en el campamento conviven más de 20 estudiantes. Hacen relevos para ir a las asambleas. Ninguno ha desertado, pero sí hay agotamiento. El Uriel se volvió su casa. Allí cocinan, lavan ropa, duermen, barren y vigilan cualquier movimiento sospechoso. Están lejos de los tropeles de la 26 o la 45, pero es inevitable que, desde afuera, se los asocie con los ‘capuchos’. “No tenemos nada que ver con ellos”, aclaró Orlando.

A pesar del desgaste, los estudiantes mantienen la determinación que, con esta toma “violenta” para algunos críticos, tienen cómo presionar al Gobierno nacional y al universitario. “La idea es que aflojen, tiene que aflojar y dialogar”, dijo Ana, una estudiante boyacense muy carismática que parece ser la oradora por excelencia del campamento.

La insistencia por saber qué piden los estudiantes es en vano. Cada uno tiene su propia propuesta o petición, pero aclaran que hasta ahora no hay un pliego de peticiones unificado. Parece ser cierto el viejo dicho que dice que donde haya tres estudiantes habrá cuatro opiniones. 

Para ellos lo importante es saber qué se quiere antes de pensar en el cómo, y eso tomará tiempo, más de lo que ha necesitado hasta ahora. “Estamos en eso”, dijo César sobre el pliego de peticiones. “Este proceso comenzó en 2023”, agregó. 

Hay propuestas, como la de crear un Senado de profesores y una Cámara de estudiantes, o reformar los estatutos de la Universidad Nacional con una constituyente, pero no la del presidente Petro sino la de ellos. Todas las propuestas buscan que los estudiantes, y otros estamentos, tengan voz y voto en órganos de decisión de la Universidad Nacional. 

Al calor de la discusión, las asambleas se pueden convertir en una torre de Babel. Son tantas las inconformidades que, al mismo tiempo, se habla de Marx, del Neoliberalismo, de Gaza e Israel, de Peña y Leopoldo Múnera, de la reforma a la educación que camina en el Congreso. Todo, al mismo tiempo, en todas partes del León de Greiff. 

La mejor síntesis del rumbo de la asamblea llega por cuenta del otro medio que está cubriendo el encuentro estudiantil: La Lora Informa. Es un medio impreso en una hoja de papel tamaño carta. En uno de los párrafos amontonados está la mejor explicación de la situación en la que está la Universidad Nacional:

“La pregunta sigue siendo: ¿Qué hacer? Y la respuesta de algunos sería: organizarse. Pero para poder organizarnos primero tenemos que darnos”, dice parte de La Lora. 

La Lora informadora

Lo único claro en la Nacho por estos días es que lo de Ismael Peña fue una gota que desbordó un río de reclamos acumulados por años. Es tal la magnitud de lo que se quiere que implica la transformación del modelo de educación superior en Colombia. 

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