Colombia en su dilema con Maduro. Por Julio Londoño

Nicolás Maduro y Gustavo Petro

Crédito: Colprensa.

29 Diciembre 2024 03:12 am

Colombia en su dilema con Maduro. Por Julio Londoño

En texto exclusivo para Cambio, el excanciller Julio Londoño Paredes, miembro de la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores, uno de los más respetados analistas internacionales, se refiere a la compleja situación que para Colombia significa la presidencia de Maduro y dice que “el reto de nuestro país es y seguirá siendo siempre mantener pragmáticamente la relación con Venezuela, sin que importe el gobierno que tenga la hermana república”.

Por: Julio Londoño Paredes

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Se ha generado expectativa sobre la actitud que adoptará el gobierno colombiano ante el régimen de Maduro después del 10 enero de 2025, cuando se oficializa, la 'continuación' del mando en ese país.

La cancillería colombiana ha anunciado que en esos actos de 'continuación' enviará al embajador de Colombia en Caracas. Lo que está mal expresado, porque el Gobierno no va a enviar al embajador, ya que él está allá. Simplemente va a asistir a una ceremonia convocada por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela y, como embajador, él tendrá que estar presente en ese y en muchos actos diplomáticos más, a menos que sea retirado por el gobierno de Colombia. Lo que sería un error.

Todavía no se ha confirmado si Petro estará presente en la ceremonia, a la que ha sido expresa y personalmente invitado. Sin embargo, no parecería lógico que lo hiciera, ya que el embajador va ser quien represente a Colombia. Pero, en fin, por llevar la contraria podría hacerlo: Petro es tan impredecible como Trump. Igualmente funesto sería que designara un 'enviado especial', aunque sea un congresista de las Farc. Eso tendría otro carácter,

Es evidente que siendo Nicolás Maduro el personaje que genera el mayor repudio dentro de la opinión pública colombiana, la presencia del mandatario colombiano podría armar una ola de rechazos desde muchos sectores, incluso desde algunos muy cercanos al Gobierno y, como dice el dicho, “el palo no está para cucharas”.

También se ha expresado por la cancillería colombiana que las relaciones con Venezuela continuarán normalmente, aunque no se reconocerá el triunfo de Maduro hasta tanto no se publiquen oficialmente las actas. Es una salida retórica, ya que las actas han sido divulgadas, entre otros por el Centro Carter, aunque el gobierno de Colombia oficialmente no las haya visto.

En esas condiciones y sin conocer las actas oficialmente, tampoco se podría reconocer como presidente electo a Edmundo González, como lo han solicitado grupos expresidentes, grupos políticos, congresistas y varios comentaristas. Sería un error político garrafal. 

Nicolás Maduro
Crédito: Colprensa. 

Algunas naciones han reconocido a González generando una fuerte reacción del dictador venezolano, incluyendo la suspensión de relaciones y la exigencia del retiro de los representantes diplomáticos de Caracas. Si Colombia lo hiciera, la reacción sería igual o peor.

Todavía están frescas las graves secuelas del rompimiento de facto de las relaciones diplomáticas y consulares con Venezuela en el anterior gobierno de Colombia, que, secundado por los Estados Unidos, se puso a la cabeza de un grupo de estados para derrocar a Maduro.

Hasta ahora se están restableciendo los consulados, a un altísimo costo económico. Igualmente, más de tres millones de venezolanos ingresaron a Colombia, generando graves problemas económicos y sociales así como una inseguridad galopante en diversas partes del país.

Sin mencionar que, como Maduro y su combo no son propiamente ángeles celestiales y están asesorados por los amigos cubanos, debieron poner en práctica la política que siguió Fidel Castro en la llamada 'operación Mariel' durante la administración del presidente Carter en los Estados Unidos, mediante la cual se enviaron desde Cuba miles de indeseables a la Florida, generado una grave situación que se prolongó por varias décadas en todo el país.

El caso de Venezuela no es igual para Colombia que para los demás países del continente. No puede ser igual, con una frontera abierta de 2.219 kilómetros, afectada por una delincuencia rampante y por el tráfico de drogas, con más de tres millones de venezolanos establecidos en nuestro país, con varios grupos armados actuando desde territorio venezolano, con muchas personas de origen colombiano en Venezuela, con un comercio importante, aunque no sea del volumen existente hace algunos años, y con Venezuela como facilitador y testigo en el proceso de la frustrada 'Paz Total' de Petro.

Adicionalmente, en Colombia no ha existido nunca la práctica de reconocer expresamente el triunfo de un candidato en las elecciones presidenciales en otro Estado. Sería asumir la condición de árbitro en los comicios que se celebren en todas las naciones con las que se tienen relaciones. No daríamos abasto.

En la misma forma, en ninguna de las elecciones celebradas en Colombia, algunas de ellas calificadas de fraudulentas o manipuladas, se ha requerido el reconocimiento expreso del triunfador por parte de otros Estados.

Por último, en las transmisiones de mando, la presencia de mandatarios es ocasional y el hecho de que uno de ellos no asista, por más vecino que sea, no tiene mayor connotación. Puede asistir el embajador acreditado en el país, o incluso un funcionario subalterno de la misión diplomática.

No es sino ver cualquiera de las transmisiones del mando realizadas en Colombia en las últimas décadas, cuando entre centenares de asistentes en la plaza de Bolívar, dotados de paraguas o sombreritos, están presentes funcionarios de baja categoría diplomática haciendo simplemente acto de presencia en nombre de sus Estados.

Colombia no puede cambiar de vecindario, como sucede con el arrendatario o el dueño de un apartamento en un edificio cuando tiene un vecino incómodo o indeseable. A algunos en Colombia les gustaría estar en el centro de Europa, teniendo como vecina a Suiza, a Noruega o a Dinamarca, pero eso no es así.

Nicolás Maduro
Nicolás Maduro. Crédito: Colprensa. 

La vida republicana de Venezuela ha estado, además, regida por dictadores y por intentos de golpes de estado. Qué vamos a hacer. Maduro siguió después de la salida de Duque y continuará después de la terminación de la presidencia de Petro. Es más, seguramente seguirá no hasta el 2031, sino hasta el 2035, si hace algún pequeño cambio a la constitución. ¿Si Ortega lleva 45 años controlando a Nicaragua, porque Maduro no lo podrá hacer?

Por lo tanto, el reto de nuestro país es y seguirá siendo siempre mantener pragmáticamente la relación con Venezuela sin que importe el gobierno que tenga la hermana república.

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