La primera mutilación ocular en tiempos de Gustavo Petro
15 Febrero 2023

La primera mutilación ocular en tiempos de Gustavo Petro

Crédito: Yamith Mariño Díaz

El pasado 10 de febrero un joven de 22 años se convirtió en la víctima 108 de mutilación ocular por parte del Esmad. Desde entonces, ha denunciado sufrir persecución por parte de la Policía Nacional. Teme, también, las represalias de su padre, que perteneció a la institución.

Por: Maria F. Fitzgerald

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“Yo lo vi cayendo y cuando fui a levantarlo le vi su carita llena de sangre. Lo primero que me dijo fue: ‘Tranquila flaca, yo estoy bien’, pero verle la cara destrozada fue demasiado impactante”, asegura la flaca*, una de las integrantes de la primera línea del Portal de la Resistencia –o Portal de las Américas–, en el sur de Bogotá. “Todos salimos a estos espacios sabiendo que podemos no regresar. ¿Pero que le pase a alguien tan cercano?, eso duele demasiado”. 

El diagnóstico en el Hospital San Ignacio, a donde sus amigos lo trasladaron de inmediato, fue contundente: pérdida total del globo ocular por impacto traumático.

A su compañero le dispararon en el ojo mientras protestaban en el campus de la Universidad Nacional. Así, se convirtió en la víctima número 108 de mutilación ocular por acciones de la Policía Nacional, desde el paro nacional de 2019, de acuerdo con las cifras de la Fundación Comité de Solidaridad con los Presos Políticos (CSPP) y la campaña Defender la Libertad. 

Es, además, el primer mutilado ocular por el Esmad bajo la presidencia de Gustavo Petro. “¿Pero sabe qué hacían los tipos del Esmad? Empezaron a burlarse. Empezaron a tirarnos más duro y a gritarnos que ya se habían bajado a otro de nosotros”, recuerda Mateo*, otro miembro de la primera línea que estuvo aquella tarde en la protesta.  

Todos los nombres de este reportaje han sido modificados pues Carlos* y su familia denuncian estar siendo acosados por miembros de la Policía Nacional, que han llegado hasta el hospital a hacer guardia en la puerta, a solicitar su historial médico y, también, vestidos de civil, ingresado hasta la habitación para tomarle fotos. CAMBIO estuvo presente en el lugar en el momento en que dos patrulleros llegaron a la puerta de la clínica. Al preguntarles por qué estaban allí, respondieron que los habían enviado con la orden de "esperar en el hospital". No les dieron más información. 

 

“Ya lo tenían marcado” 

Carlos* venía sufriendo amenazas desde hace tiempo. Mateo*, su amigo, cuenta que, a través de cuentas anónimas, le enviaban su foto y le decían que ya lo tenían marcado, que ya sabían quién era y "que se lo iban a bajar”.  

Las primeras amenazas se dieron durante el paro nacional de 2021, justamente cuando Carlos* conoció a los otros miembros de la primera línea del Portal de la Resistencia. Son todos jóvenes. Carlos* es uno de los mayores, y tiene 22: “Pero eso no les importa. Ellos nos atacaron y nos siguen atacando sin asco. Muchas veces nos disparan al rostro, a la cabeza, a las costillas. Nos disparan en donde saben que nos pueden inmovilizar, o debilitarnos. Pero lo peor que nos pueden hacer, es quitarnos los ojos”, asegura la Flaca*. 

Desde aquellas movilizaciones, Carlos* empezó a ser hostigado a través de redes sociales. La última amenaza le había llegado una semana antes del ataque. Le dijeron –según la Flaca*, que se iban a encargar de dejarlo quieto: “Y lo lograron. El impacto de todo esto, más que solo físico, es también emocional. ¿Con cuáles ganas vamos a salir otra vez? Y a todo esto se suma que nosotros, que siempre hemos salido a defender la vida, sólo somos calificados de vándalos y criminales. Nadie pone en las noticias todas las razones por las que salimos a protestar. Nosotros ponemos el cuerpo por los demás”, añade la Flaca*, mientras se cubre con una cobija en el cambuche improvisado que crearon frente a la clínica ella y sus compañeros, quienes aseguran que se mantendrán allí hasta que Carlos* salga. 

"Lo peor es que el papá de Carlos* fue miembro del Esmad, y cuando la mamá lo llamó para contarle lo que había decidido, este dizque le contestó que eso le pasaba por andar de protestas, que se atuviera a las consecuencias", agrega Mateo*.

Las consecuencias de la mutilación ocular

La mutilación ocular es calificada como una práctica de tortura por organizaciones como Human Right’s Watch y Amnistía Internacional, pues el impacto no es solo físico; es, sobre todo, emocional. 

Juliana Bustamante, directora de la organización Paiis, un consultorio jurídico de la Universidad de los Andes creado para acompañar a las víctimas de traumas oculares del paro nacional de 2021, asegura que esta herida en específico va destinada a crear un mensaje: “Se marca el rostro, además de que se crea una discapacidad a una persona que, por supuesto, no podrá asumirla con facilidad. Así, se consigue dejar una marca indeleble que a la persona le recordará que no puede salir a manifestarse. Y, a los demás, les dará el mensaje de que eso es lo que puede llegar a pasarles si continúan saliendo a protestar”. 

De acuerdo con el informe 'Tiros a la vista', realizado por Amnistía Internacional, Paiis Uniandes y la ONG Temblores, los traumas oculares se han convertido en una práctica sistemática en distintas partes del mundo, con el objetivo de reprimir las protestas. En Chile se registraron más de 400 mutilaciones durante el estallido social. Esta misma práctica se ha visto en Estados Unidos –durante las protestas de Black Lives Matter–, en Perú –durante el reciente estallido social–, en Egipto –durante la Primavera Árabe– y en Palestina. 

Puntualmente en Colombia, el informe muestra que la sistematicidad aumentó durante las protestas de 2021. La plataforma Grita!, de Temblores, registró que, durante los 44 días más agudos de las protestas, ocurrió una mutilación cada 0,81 días. Bogotá fue la ciudad más afectada, con el 54,37 por ciento de los casos. En un 26,20 por ciento de los casos, las víctimas no superan los 22 años. El informe también señala que la mayoría de mutilaciones ocurrieron en barrios de estratos 1 y 2; por ello, la mayoría de víctimas pertenecen a estos estratos sociales. 

“En varios videos verificados es posible determinar que las armas que lanzan gases lacrimógenos son usadas de manera ilegal y contraviniendo los estándares de derechos humanos, apuntando directamente al cuerpo de manifestantes, en especial, direccionando a la cabeza. De acuerdo con el Cuerpo de Verificación Digital de Amnistía Internacional, es posible determinar en varios videos el uso de estos elementos como ‘proyectiles’, a corta distancia y con ángulo promedio de 45 grados. Las armas lanzagranadas identificadas fueron Penn L140-1 de 40 milímetros, armamento hecho en Estados Unidos. Estos lanzagranadas de impacto cinético son consideradas potencialmente letales si su uso es direccionado y a corta distancia, como en estos casos”, apunta el informe. 

 

¿Qué pasó con el desmonte del Esmad?

A raíz del estallido de 2021, las víctimas de mutilaciones oculares crearon MOCAO, un movimiento que busca la protección y acompañamiento de víctimas de esta práctica de represión. Los miembros de este grupo también han dado acompañamiento a Carlos*, pues saben lo que vendrá para él. 

“Lo primero seguro será el duelo, que, en muchos casos, es lo más difícil. El impacto de esto te lleva a sentir que perdiste tu vida entera en un instante. Así nos ha pasado”, asegura Cristian Rodríguez, quien fue mutilado en 2019 cuando salía de la Plaza de Bolívar, luego de una jornada de protestas. “Es que la vida se te cambia por completo. Muchos de nosotros perdimos nuestros empleos, por ejemplo, porque nos crean una discapacidad que no nos permite desempeñarnos como antes. Y nada más con eso, pueden destruirnos por completo”. 

A su voz se suma la de Gareth Sella, otra víctima de mutilación ocular. Él perdió su ojo luego de ser impactado por una recalzada, una munición que crean con latas de gas lacrimógeno desocupadas y vueltas a llenar con fragmentos de balines. Para Sella, los cambios estéticos que ha tenido el Esmad hasta la fecha no son suficientes. Muestra de ello es el caso de Carlos*. 

Uno de esos cambios estéticos que él señala es el hecho de que, hasta ahora, los protocolos de comportamiento no han sido aplicados, el desmonte tampoco se ha dado, las armas que utilizan siguen siendo las mismas y, lo máximo que se ha logrado, ha sido cambiarle la sigla al escuadrón. Desde septiembre del año pasado, el escuadrón ya no recibe el nombre de Esmad sino de Unidad de Diálogo y Mantenimiento del Orden (UNDMO). 

“Nosotros, como movimiento, hemos solicitado no sólo que se desmonte el Esmad, pues esa es la única forma en que garantizaremos que esto no vuelva a suceder, sino que se cree una fuerza enfocada en la protección, no en el ataque. Entendemos que, por supuesto, si simplemente se desmonta el Esmad, corremos el peligro de quedar en manos de fuerzas más letales de la Policía”, asegura Sella. 

Adicionalmente, Rodríguez y sus compañeros han solicitado la creación de una ley que proteja a las víctimas de la brutalidad policíaca: “Hasta este momento no existe nada que nos cobije. Es importante que se entienda que nosotros somos víctimas de una fuerza estatal y por lo mismo requerimos ser acompañados bajo estos estándares. Y, sobre todo, que no tengamos que regresar a acompañar a una persona más por haber sido mutilada”. 

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