Mentiras reales: ¿dónde está Kate Middleton?

El 29 de abril de 2011 Kate Middleton entró a la iglesia de Westminster como civil y salió siendo la duquesa de Cambridge. Doce años después, el 25 de diciembre de 2023, entró como princesa de Gales a la celebración de Navidad en la Iglesia de Santa María Magdalena de Norfolk y salió para despedirse. Desde entonces, desapareció para el público. 

Han pasado 80 días desde esa última vez que el mundo vio a Kate Middleton como siempre la había visto: sonriente, tranquila y amable. De la mano de sus hijos y su esposo, el príncipe William, Kate se despidió del público. Lo que parecía una interacción rutinaria, se convirtió en la última pista sobre el estado de la futura reina de Inglaterra. Comenzó entonces una historia llena de torpes incoherencias que hoy tiene especulando en tiempo real a la prensa, las redes sociales y el público. 

La primera alerta se prendió el 16 de enero, cuando Kate ingresó a la clínica. Ese día, el palacio de Kensington emitió un comunicado explicando que la princesa de Gales se había sometido a una “cirugía programada en el área abdominal” y “retomaría sus labores después de Pascua”. La agenda real citaba varios compromisos con Kate antes de esa fecha. Algo que  levantó suspicacias. Si la cirugía estaba planeada, ¿por qué comprometerse? ¿Por qué el Palacio guarda reserva con el diagnóstico? ¿Por qué el príncipe William solo la acompañó un día? ¿Por qué la familia de Kate no sabía?

Aunque las dudas se resolvían con el argumento de privacidad, el público no estaba convencido. Kate ya había demostrado que el protocolo siempre había prevalecido a vida privada. Se habla de una mujer que interactuó con la prensa horas después de dar a luz, en la puerta de la clínica, tres veces.  La prensa ha documentado desde el compromiso con el príncipe  William hasta el primer día de kinder del príncipe Louis. ¿Por qué de repente todo en torno a ella es un misterio?

El Palacio de Kensington anunció el 29 de enero que Kate había sido dada de alta y que “continuaría su recuperación desde casa”. Solo se publicó el comunicado, sin ninguna fotografía. Las teorías comenzaron a crecer, “tal vez su estado de salud es más serio de lo que se pensaba, quizás se complicó la cirugía, a lo mejor era un procedimiento estético, tal vez está inconsciente”. Siete días después, el Palacio de Buckingham anunció que el rey Carlos III fue diagnosticado con cáncer, que inició tratamiento y ha “decidido compartirlo con el público para evitar especulaciones”. La declaración fue entendida por muchos como una puya entre la misma familia. 

En febrero se agregaron más elementos al misterio: una visita de 12 minutos del príncipe Harry a su padre en Inglaterra, la cancelación de última hora de la presencia del príncipe William en el entierro de uno de sus padrinos de bautizo y el aparente suicidio de Thomas Kingston, esposo de una prima lejana del rey. Con cada minuto el suspenso crecía y el público se cuestionaba cada vez más por el estado de la monarquía.

El 4 de marzo apareció una foto de Kate. Los mismos paparazzi, que han documentado en 4K la vida de los príncipes de Gales, publicaron una fotografía borrosa, granulada, con sombras, de Kate al lado de su madre. La princesa se veía seria, con gafas de sol, sin ninguna expresión particular. Los análisis sobre la imagen no se hicieron esperar: “le falta el lunar en la cara”, “esa no es Kate”, “¿dónde están sus escoltas?”. Seis días después publicaron una fotografía notablemente editada y la princesa se volvió tendencia mundial. En una acción sin precedentes, las agencias de noticias retiraron la fotografía de sus plataformas, pues “la fuente ha manipulado la imagen”. La prensa británica pareció reaccionar presionando al heredero al trono con el perfil de Rose Hanbury, quien, se rumora, es amante del príncipe desde hace años; las redes sociales se inundaron de teorías de la conspiración. 

El Palacio de Kensington decidió responder a la prensa y enviar un comunicado explicando que el príncipe William editó la fotografía. Minutos después, la cuenta oficial de los príncipes de Gales publicó un trino de Kate firmado con una C, diciendo que estaba “experimentando con herramientas de edición, como muchos fotógrafos aficionados”. Nadie lo cree. Se filtra otra foto de paparazzis del príncipe William y Kate en un carro. Nadie sabe dónde está Kate Middleton. Siglos de secretismo real parecen explotar en segundos.  

Desde la muerte de la reina Isabel II en septiembre de 2022, la corona británica parece estar perdiendo el control. Si bien ha tenido una relación de altos y bajos con la opinión pública, la difunta reina manejó oportunamente las comunicaciones e incluso en la muerte de Lady Di supo flexibilizar los protocolos para complacer al público. Hoy el rey Carlos III está enfermo y rechazó el tratamiento tradicional, su esposa Camilla acaba de regresar de un viaje de caza para "recuperarse del cansancio", su hijo mayor está evitando todo tipo de interacción y su hijo menor vive en otro continente. 

Secretos reales: los escándalos de la realeza británica

Históricamente la familia real británica ha escondido, prohibido y castigado “los amores prohibidos”, salvo cuando favorecen a un heredero directo al trono. La princesa Margarita, hermana de la difunta reina Isabel II, fue forzada a elegir entre un hombre divorciado de quien estaba enamorada y su título real, escogió el segundo. Carlos III dejó a su esposa Diana por Camilla, una mujer divorciada, y hoy reinan juntos. 

La generación anterior del título de Gales, el príncipe Carlos y la princesa Diana, tuvieron una relación tormentosa documentada desde el principio hasta su trágico final. Durante décadas, Diana luchó contra una monarquía rígida que le exigía silencio ante infidelidades, depresiones y problemas alimenticios. La obsesión del público con la “princesa del pueblo” obligó a la monarquía a flexibilizar, aunque muy poco, sus estándares para proteger al heredero al trono, William, el hijo mayor de un matrimonio infeliz de portada de revista. 

Carlos III lidiaba con las responsabilidades de un heredero al trono: una familia disfuncional, su no tan secreta amante Camilla Parker, su esposa Diana saltándose el protocolo y las críticas de la prensa. Antes, su hermano menor, no se quedó atrás. Su matrimonio con Sarah Ferguson, “la princesa divertida”, no duró ni seis años. Los rumores de infidelidad resultaron ser ciertos.

Sarah salía con hombres americanos mientras Andrés cumplía con su agenda. Años después del divorcio, Andrés comenzó a viajar a la isla de Jeffrey Epstein, donde abusaba de menores de edad. Las denuncias contra él permanecieron años en silencio por años. En 2019 anunció su retiro voluntario de la vida pública luego del suicidio de Epstein en medio de un juicio en su contra. Solo hasta 2022 la monarquía tomó cartas en el asunto y le pidió la devolución de su título de duque de York. 

El proteccionismo es la carta de presentación del Palacio de Buckingham. El heredero al trono se cuida por encima de todo, incluso de sus hermanos o de su madre. Si bien la princesa Diana logró que sus hijos tuvieran una educación más tradicional, la diferencia de papeles entre William y Harry era evidente. William siempre tuvo compromisos más estrictos, protocolos más fuertes, expectativas más altas. Harry siempre fue “la oveja negra”, con rumores incluso de que su padre no es Carlos III sino James Hewitt. Y aunque William y Harry tenían una relación cercana, esta se rompió cuando uno eligió la monarquía y el otro eligió a su “amor prohibido”. 

Harry, que ha estado en el ojo público desde que fue concebido, ha documentado paso a paso su salida de la monarquía. Con libros, series, entrevistas y podcasts, Harry y su esposa Meghan han narrado su versión de la historia y su paso de familia real británica a familia celebridad norteamericana. Un paso que le ha costado a Harry  la relación con su familia y algunos de los secretos que guardaba; por ejemplo, el temperamento de su hermano mayor. 

Según Spare, el libro de memorias de Harry, William lo agredió en medio de una discusión sobre Meghan Markle en su residencia en Nottingham. Le pegó y lo acusó de “no estar contento con ser el repuesto (the spare)”. “Me agarró por el cuello, me rompió el collar y me tiró al suelo. Caí en el plato del perro, que se rompió y los pedazos me cortaron la espalda”, dice Harry en el libro. Las acusaciones encontraron eco en versiones del personal del Palacio de Buckingham que aseguran que el príncipe William es “una persona difícil e impaciente”. 

Con estos antecedentes, las teorías alrededor de la misteriosa desaparición de Kate Middleton se centran principalmente en violencia intrafamiliar, infidelidad, divorcio e incluso su muerte. Todas las teorías se ven posibles en una monarquía que se ha dedicado a esconder verdades detrás de los lentes paparazzi.