Nosotros no le hemos dado la calificación de fraude a lo de Venezuela: habla el canciller
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En entrevista con Patricia Lara, Luis Gilberto Murillo responde las preguntas de fondo sobre Venezuela: su cuestionado proceso electoral, el papel de Maduro en el proceso con el ELN y la seguridad de la frontera. “Nosotros tenemos que poder llegar a controlar nuestra frontera con Venezuela”, dice. Habla del eterno Benedetti y del rollo de los pasaportes. En cambio, sobre su candidatura, como buen político, dice que no le queda tiempo de pensar.
Por: Patricia Lara Salive
_Está muy elegante_, le dije a Luis Gilberto Murillo, nuestro ministro de Relaciones Exteriores, un chocoano nacido en Andagoya, casado con rusa, ingeniero de minas egresado de la Universidad Estatal Rusa de Prospección Geológica.
_Eso lo tengo muy claro, Patricia. Los negros tenemos que estar siempre elegantes, _ dijo.
Y es que, como todos los negros, Murillo ha sentido la discriminación generada por el racismo de Colombia, de Rusia, de todas partes…
Exgobernador del Chocó, exministro de Medio Ambiente, excandidato presidencial, excandidato vicepresidencial de Sergio Fajardo, exembajador en Washington y, ahora, canciller de la república, en esta entrevista para CAMBIO, Murillo responde a fondo las preguntas fundamentales que se hace el país sobre nuestras relaciones con Venezuela en momentos en que cada día se hace más evidente que Nicolás Maduro no va a presentar las actas con los resultados de las elecciones presidenciales realizadas el pasado 28 de julio. En ellas, a juzgar por la publicación que, de cerca del 80 por ciento las mismas, hizo María Corina Machado, la jefe de la oposición, Edmundo González fue elegido de sobra presidente de Venezuela. Sin embargo, luego de que en ese país le dictaron orden de captura, el gobierno de izquierda de Pedro Sánchez le concedió asilo en España. Pero con ello, según escribió el excanciller Julio Londoño Paredes, Maduro “mató tres pájaros de un tiro: consolidó el régimen, salió de la incómoda presencia del presidente electo y le propinó un duro golpe a la oposición”.
CAMBIO: Parece más agitada la Cancillería que la embajada en Washington, ¿no es cierto, canciller?
Luis Gilberto Murillo: Sí, definitivamente. Washington tiene sus agites, pero son distintos. La Cancillería tiene muchos más temas y, obviamente, muchos más desafíos.
CAMBIO: Bueno, vamos a la ‘pepa’ del asunto: Venezuela. ¿Qué va a hacer con esa situación? Colombia le ha insistido a Maduro que muestre las actas, como también lo han hecho Brasil y México. Las elecciones fueron hace más de mes y medio y él no ha mostrado ningunas actas. ¿Hasta cuándo va a esperar Colombia?
L.G.M.: Usted conoce la posición del presidente Petro y ahora, dentro del grupo que hemos llamado el ‘G3 latinoamericano’, la de los tres mandatarios que han querido coordinar sus enfoques frente a lo que implica apoyar y mediar en un proceso en el que los propios venezolanos dialoguen y lleguen a acuerdos políticos. Desde muy temprano, el presidente Petro se manifestó en términos de poder lograr que Venezuela regrese al sistema interamericano, sobre todo en materia de derechos humanos, y que se aplique la Convención Interamericana. Él hizo esa propuesta y ha insistido en ella. Posteriormente, Colombia jugó un papel muy importante en reactivar el rol de la comunidad internacional frente al acompañamiento de soluciones para Venezuela. Usted recordará que, inclusive, al comienzo, la discusión era sobre si se iba a presentar un calendario electoral o no, porque se había estancado el Acuerdo de México. Y cuando entró el gobierno del presidente Gustavo Petro, estaba estancada la discusión sobre si debía cumplirse el cronograma electoral y sobre si había que transferirle 3.000 millones de dólares a Venezuela para inversiones humanitarias, pues tenía graves problemas en materia de salud y energía. Esos eran algunos de los temas que se discutían con el acompañamiento de Noruega y de otros países. Nosotros encontramos esa situación. Y como Colombia tiene que jugar un papel principal, el presidente Petro tomó la decisión de reactivar la relación diplomática con Venezuela. Y fue una de las primeras cosas que se hicieron por las implicaciones que esa ruptura de relación y cierre de frontera tenían para el país en muchos aspectos: en el apoyo a los procesos de paz; en la imposibilidad de controlar esa frontera sin comunicación entre las fuerzas armadas de los dos países; en la caída del intercambio comercial que llegaba a 7.000 millones de dólares al año y bajó a 200 millones; y en la población de migrantes venezolanos que se acercaba a 2.8 millones. Entonces, frente a ello, el presidente reactivó la relación para mirar todos estos aspectos, especialmente los relacionados con la población de la frontera. Y se diseñó un plan para avanzar en la implementación de medidas en el marco de la Comisión de Integración y Vecindad que se tiene con Venezuela. Es que son 13 millones de personas de lado y lado que dicen: ‘oiga, nosotros necesitamos que abran esta frontera’. Inclusive, muchos de ellos son binacionales: los wayuu, los yukpa, etcétera. Entonces se tomó otra decisión. Y se dijo: ‘aquí hay una oportunidad’. Y, en esos diálogos, el presidente Petro afirmó desde el principio que había que mantener un canal de comunicación con la oposición. Luego, en la visita que hizo Antony Blinken a Colombia, Estados Unidos le dijo al presidente Petro: ‘Oiga, nos gusta lo que están haciendo. Ayúdennos a jugar un papel más constructivo en lograr que avancemos en los Acuerdos de México’. El presidente Petro respondió que sí y empezó ese proceso donde el mandatario convocó a una conferencia sobre Venezuela, la conferencia de Bogotá, que muchos dicen que no llenó las expectativas. Pero sí las llenó, porque fue allí donde se reactivó de nuevo la comunidad internacional. Borrell, Celso Amorín, todos llegaron aquí.
CAMBIO: Pero la situación no cambió…
L.G.M.: No, este contexto es importante: es que no se iban a hacer elecciones. Entonces, se determinó, primero, que había que tener calendario electoral y hacer elecciones. Segundo, que había que levantar sanciones. Y tercero, que se debía lograr cumplir con los Acuerdos de México. Y empezó otra dinámica de la comunidad internacional después de la conferencia de Bogotá. Cuando se inició esta otra dinámica, se llegó al acuerdo de Barbados: había calendario electoral y se harían unas elecciones, con todas las imperfecciones que pudieran tener. Y se llegó al proceso electoral. Y el presidente Petro, teniendo en cuenta que había un riesgo inmenso por la polarización y la violencia, viajó a Caracas y les dijo: ‘Miren, aquí es importante que se haga un acuerdo político de garantías’. Y habló con el presidente Maduro, que estuvo de acuerdo. En ese entonces, ya la oposición había escogido a un candidato que era Rosales, y el presidente habló con Rosales y él estuvo de acuerdo. Inclusive, el presidente Petro les dijo: ‘hagan un acuerdo político’. Y, además de eso, un referendo para que fueran los mismos votantes los que ratificaran esas garantías porque, por la desconfianza, lo más difícil iba a ser el periodo poselectoral. Después surgieron los cambios de candidatos y se entró en la dinámica electoral, con todas sus imperfecciones y, obviamente, allí ya fue imposible materializar un acuerdo que, si se hubiese hecho, de pronto no estaríamos en estas discusiones de ahora.
CAMBIO: Pero vamos a la situación de hoy. Ha pasado casi mes y medio de unas elecciones sobre las que la oposición publicó unas actas en donde aparece que ganó Edmundo González. Maduro no acepta esa decisión. Se inventó un mecanismo para decir que sí ganó. Eso no se lo cree nadie en Colombia, ni en Brasil, ni en México. Maduro no va a publicar las actas, Canciller. ¿Qué va a hacer Colombia si se llega a enero, cuando debe ser la posesión del nuevo presidente de Venezuela, y seguimos en las mismas?
L.G.M.: Colombia sigue en su posición. Usted ha escuchado al presidente Petro y a los tres mandatarios. Seguimos en un diálogo muy fluido con los cancilleres de esos países y, obviamente, con Venezuela y el canciller Gil, principalmente. Y los tres países siguen con la disposición de jugar un papel de mediación, de facilitación, porque en Venezuela tienen que dialogar y hay que llegar a acuerdos políticos. Inclusive, los presidentes se manifestaron en favor de revisar si tenían que hacerse nuevas elecciones, y fue una propuesta desde lo externo, para que fueran los propios venezolanos y venezolanas quienes la consideraran. Fue una propuesta con todas las garantías, es decir, con amnistía para todo el mundo, sin acosos a nadie de la oposición, pero también sin acosos ni órdenes de captura contra el oficialismo, las cuales existen por parte de Estados Unidos, etcétera. El presidente Petro, inclusive, en algún momento, habló de buscar un mecanismo de cohabitación, como el del Frente Nacional de Colombia en su época. Entonces, allí hay unas alternativas de solución, teniendo en cuenta la realidad política. Ahora, nosotros no somos injerencistas. Y al no ser injerencistas, pues no podemos decir qué van a hacer los venezolanos ni qué tienen que hacer para ponerse de acuerdo. Nosotros facilitamos lo que haya que facilitar. Aquí, la gente dice: ‘No, pero es que ha pasado mes y medio’. Pues sí, ha pasado un mes y medio, pero todavía estamos frente a una posesión que tiene que ser el 10 de enero. Entonces hay que seguir insistiendo para que dialoguen, lleguen a acuerdos políticos y eviten situaciones indeseables. Porque aquí estamos en un tema de intereses de Colombia. La relación de Colombia con Venezuela es atípica, más que la que tiene con Brasil o con México.
CAMBIO: Así es: Brasil tiene una gran frontera con Venezuela, pero es selvática; y México está lejos, su frontera principal es Estados Unidos. En cambio, Colombia tiene 2.200 kilómetros de frontera con Venezuela. Y es muy porosa. Y allí está el ELN. Y según Crisis Group, está asentado con casas, DIRECTV, neveras… Y Antonio García se dedica allá a hacer poemas malos y a dirigir la guerra aquí. Allá hay connivencia con las fuerzas militares y, bueno, Iván Márquez también está allá, pero por lo menos está tratando de negociar. Pero aquí estamos como haciéndonos los bobos ante esa situación muy difícil. Y esto no puede durar eternamente. Incluso, el expresidente Santos publicó un comunicado en el que dijo que es bueno mirar cómo es el tema militar, en caso de que, Dios no lo quiera, haya algo. Colombia debe estar preparada, dijo él. Y en algún momento, Maduro ha dado declaraciones en las que aseguró que los colombianos, es decir el ELN y las disidencias, lo defenderían. ¿No es mejor entonces coger el toro por los cachos, canciller? Y decirle a Maduro, mire, allá están los del ELN, etc., ¿y buscar una solución realista?
L.G.M.: Lo que nosotros estamos haciendo es realista. Creemos que sí es posible facilitar y ayudar para que haya diálogo y acuerdos políticos, que es lo que más le conviene a ambos países. Hay que evitar por todos lados una situación de violencia. Y nosotros insistimos en que la región debe ser y mantenerse como una zona de paz. No queremos esos hechos perturbadores. Y vamos a insistir, por la atipicidad de la vecindad que tenemos con Venezuela, y por la relación que hay con los dos países, en buscar esas salidas. Porque, además, Colombia goza de la gran ventaja de tener canales de comunicación con el gobierno de Venezuela y también con sectores de la oposición. Y eso facilita que, al menos, que podamos hacer cierta intermediación. Pero tenemos que garantizar que se muevan en ese sentido. Y allí hay otros factores que hay que tener en cuenta: el factor Estados Unidos, que es supremamente importante, y el factor de la Unión Europea, que le impuso sanciones a Venezuela, las cuales, en últimas, terminan afectando a la población civil. Colombia tiene que prepararse para los desafíos que implica el manejo de esas relaciones, porque nosotros tenemos que poder llegar a controlar nuestra frontera con Venezuela. E insisto, hay implicaciones que son muy importantes y que tienen que ver, principalmente, con los procesos de paz que adelantamos aquí y con la seguridad. Antes, la seguridad se impactó muy negativamente porque no había ni siquiera comunicación entre las bases locales de las Fuerzas Armadas de cada país. No había coordinación.
CAMBIO: ¿Entonces todo eso implica que tenemos que aguantarnos el fraude, Canciller?
L.G.M.: No, nosotros no le hemos dado esa calificación que usted le da. Lo que hemos dicho, y nos mantenemos en esa posición, es que Venezuela, entre sus propias normas, tenía establecido que se deberían publicar unas actas. Eso lo han manifestado los tres presidentes y han sido repetitivos en eso. Ellos cambiarán su posición en algún momento y ellos sabrán cuándo: estamos en conversaciones. Pero lo que sí hay que plantear es que esto va mucho más allá de lo electoral y tiene que ver con la atipicidad de nuestra relación con el vecino país. Nosotros, en esa frontera tan inmensa, tan activa y tan porosa, necesitamos coordinación en temas de seguridad, independientemente del tipo de régimen que haya. Y el otro factor que miramos es el económico. Aquí se cometió el grave error de cerrar una frontera donde había un intercambio que llegaba a los 7.000 millones de dólares al año y disminuyó a 200 millones. Hoy ya vamos en mil millones. Y eso ha tenido un impacto sustancial porque ayudó en términos de disminución de la pobreza en Cúcuta, y ha generado mayor empleo. Es que ahí están en juego entre 150.000 y 200.000 empleos. Y, en ese sentido, vamos avanzando. Y hay otro tema: el asunto humanitario. Nosotros tenemos en el lado de Venezuela una población colombiana importante. Pero aquí hay cerca de 3 millones de migrantes venezolanos y venezolanas. Y gracias a la última regulación que estamos estableciendo, vamos a darle acogida a cerca de 500.000 de ellos que están aquí. ¿Qué eso tiene un costo? Sí, claro, eso implica casi un punto del Producto Interno Bruto. Pero, por otro lado, ellos también le aportan al país. Y el país no se imagina qué hubiese pasado con las cosechas que se recolectaron si ellos no hubieran estado aquí. De modo que hay aspectos que van más allá de la discusión electoral y que Colombia, en su política exterior, tiene que verlos con mucho pragmatismo y realismo. Realismo, insisto, porque aquí lo que vemos es que la gente responde muy airadamente y casi que la política venezolana se vuelve local acá y la de aquí se vuelve local allá. Y si nosotros queremos asumir una relación seria con nuestro vecino tenemos que hacerlo con mucho rigor, pero con mucha prudencia. Prudencia, porque las consecuencias pueden ser aún mayores. Eso no implica que no nos preparemos para cualquier escenario.
CAMBIO: A propósito de la mediación, canciller, el presidente Santos agregó en su declaración que la salida de Maduro, así sea utilizando un puente de oro, es la única solución. Y afirmó que en esa dirección se debe trabajar. ¿Ese puente de oro no podría ser, por ejemplo, negociar con Maduro y su gente para que se vayan para Moscú, Estambul o Pekín, y así queden a salvo de la justicia penal internacional?
L.G.M.: Nosotros respetamos las recomendaciones del presidente Santos, quien nos ha acompañado en la Comisión de Relaciones Exteriores y, obviamente, es alguien muy conocedor del tema internacional y de esa relación. Tanto la conoce, que él vivió los desafíos del año 2015 en adelante, cuando tomó unas decisiones que también nos sirven a nosotros como aprendizaje, aun cuando en aquel momento no se planteara el tipo de cosas de hoy. En todo caso, a él le tocó navegar el cierre de frontera, los desafíos de seguridad, la crisis migratoria y, a su vez, el papel de Venezuela en el proceso de paz con las Farc. No fue fácil. Ahí se acumularon lecciones que se extraen de los aciertos y errores.
Como sea, el presidente Petro hizo la propuesta de la cohabitación, que los tres mandatarios del que hemos llamado grupo G-3 vieron con buenos ojos, igual a como ocurrió con la de hacer nuevas elecciones. Pero es algo que tienen que decidir los venezolanos y venezolanas y, lo que todo indica, es que los distintos sectores, tanto oficialistas como de oposición, quieren estar en Venezuela y hacer política en Venezuela con garantías, como debe ser. Y eso los actores externos deberían garantizarlo. Yo creo que hay que darles el aire y el espacio a los mismos venezolanos y venezolanas para que tomen este tipo de decisiones, y que esto no entre en ese juego geopolítico en el que a veces vemos que está entrando. Entonces, tiene que haber una posibilidad de que haya cohabitación en Venezuela. Eso lo ha venido planteando el presidente Petro y una de las salidas para eso puede ser la que los presidentes han dicho sobre unas nuevas elecciones. Pero no queremos ser injerencistas. Esas son simplemente ideas que este grupo ha planteado. CAMBIO. Muy bien, canciller, pero para que Maduro acepte salidas la presión tiene que ser mucho mayor en cuanto a condenar las violaciones de los derechos humanos, las barbaridades que se cometen contra la oposición, etcétera. ¿No es una posición un poco tibia la de Colombia?
L.G.M.: De ninguna manera. Usted vio cómo Colombia y Brasil se pronunciaron frente a la orden de captura en contra de Edmundo González. Por eso los presidentes han insistido en que es importante que se les den garantías a todos y a todas, lo mismo que una amnistía para todos. Eso lo ha dicho el presidente Petro repetidas veces.
CAMBIO: Los gobiernos de Colombia, México y Brasil plantearon una reunión por ‘zoom’ con Maduro y no se hizo…
L.G.M.: Los presidentes –y fue una iniciativa más de Colombia– propusieron esa reunión de los tres, o de los dos, porque hay que entender que el presidente Ángel Manuel López Obrador ya está en un proceso de transición y entrega su mandato. Por eso no podemos exigirle que esté en estos escenarios. Pero él siempre ha estado alineado con las posiciones de Colombia y Brasil. Sin embargo fue una idea más nuestra la de tener una conversación y hacerle unos planteamientos al presidente Maduro, directamente, tanto en el escenario multilateral regional de los tres países, como en el bilateral. Esa reunión, y me gusta que me pregunte eso porque ha habido rumores de que no se hizo, se concretó con el canciller Gil dentro de nuestro intercambio, que es permanente. El 2 de septiembre acordamos hacer esa reunión el día miércoles 4 de septiembre.
CAMBIO: ¿Y se realizó?
L.G.M.: Queríamos hacer una videoconferencia, pero debido a que por su agenda, el presidente Maduro estaba fuera de Caracas, ella no se pudo realizar. Sin embargo, acordamos con el canciller Gil que íbamos a buscar una nueva fecha. Es decir, en ningún momento hubo rechazo a la reunión. Hay que ser exactos en eso, porque siempre hemos estado en conversaciones con ellos. Acordamos definir una nueva fecha para la reunión y precisamente estamos trabajando ahora para concretarla en un día en que todos puedan concurrir.
CAMBIO: Bueno, ojalá avancen en las negociaciones…
L.G.M.: No, no eran negociaciones. Es una simple conversación.
CAMBIO: Pues ojalá se logre un acuerdo, porque todo esto también puede acabar en que la gente se rebote y saque a Maduro arrastrado del Palacio… Pero bueno, cambiemos de tema, canciller, ¿qué ha pasado con la investigación contra Armando Benedetti por el caso del maltrato a su exesposa en España?
L.G.M.: Está en proceso. Hay unas investigaciones de parte de nuestra Oficina de Control Interno Disciplinario, se está avanzando y se van a producir los momentos procesales que están establecidos.
CAMBIO: ¿Cuándo debe salir el fallo?
L.G.M.: Eso depende mucho de los términos de cada etapa. Pero no quiero entrar en detalles, porque a mí me corresponde hacer la segunda instancia en esa decisión.
CAMBIO: ¿Le conviene a Colombia tener a alguien tan cuestionado como Benedetti representando al país ante la FAO?
L.G.M.: Hay que respetar siempre el debido proceso no sólo de los funcionarios públicos, sino de cualquier ciudadano o ciudadana. Vamos a esperar qué nos dice ese proceso.
CAMBIO: Pero la gente se pregunta, canciller: ¿qué será lo que sabe Benedetti para que el presidente Petro corra con ese costo político tan alto de mantenerlo ahí?
L.G.M.: Bueno, yo no discuto las decisiones del presidente. Obviamente, él decide el equipo que lo debe acompañar y yo respeto esas decisiones. Y el embajador Benedetti hace parte de nuestro cuerpo diplomático. Hay unas investigaciones en curso, sobre las cuales vamos a tomar decisiones muy pronto. Él, como funcionario y como cualquier ciudadano, tiene derecho al debido proceso.
CAMBIO: Algunos analistas piensan que a Colombia y al mundo le iría mejor si ganara Kamala Harris. Usted no puede pronunciarse sobre política en Estados Unidos. Pero ¿hay un plan B por si gana Trump?
L.G.M.: Yo siempre he dicho, y lo practicamos cuando estábamos en la embajada en Washington, que la relación entre Colombia y los Estados Unidos ha sido de carácter bipartidista. Por ejemplo, hemos recibido muchas delegaciones de congresistas de ambos partidos. La última visita fue la del senador Tommy Tuberville, de Alabama, republicano y muy cercano al expresidente Trump. Y hemos tenido visitas también de dirigentes muy cercanos al mundo demócrata del presidente Biden o de la vicepresidenta Harris. Y, además lo muestra la experiencia, independientemente de los ciclos políticos en Estados Unidos o en Colombia, los fundamentos de esta relación se han mantenido y eso es muy importante en distintas áreas de la cooperación. La militar, por ejemplo, que siempre se mantiene en buen nivel, lo mismo que la cooperación judicial o la cooperación en inteligencia, que es fundamental, pero también la cooperación en desarrollo. Nosotros estamos acordando una suma cercana a los 1.500.000.000 de dólares sólo en cooperación para el desarrollo, lo cual es un buen indicador. Obviamente que cambian los matices. Cuando hay cambios políticos en Colombia, como ha sido el caso nuestro, o cuando los hay en Estados Unidos, esa relación varía de matices. Pero las bases son tan sólidas, que permiten ese tipo de cambios.
CAMBIO: O sea que, como existe esta relación bipartidista, si gana Trump, fuera de que debemos echarnos la bendición, no tendríamos mayor problema…
L.G.M.: Lo que hay que resaltar es que hoy, por la polarización que existe en distintos países, la naturaleza del relacionamiento exterior cambia mucho. Y Estados Unidos ya no es una excepción como lo era antes, sino que también hace parte de esa dinámica de polarización como la que se ve aquí. Es una característica de cómo van evolucionando las democracias.
CAMBIO: Canciller, ¿qué se está haciendo por avanzar a nivel internacional en la despenalización de las drogas con el fin de que Colombia no sea siempre la mala del paseo, el ‘país paria’?
L.G.M.: El objetivo realmente es despenalizar sobre todo la coca y sus usos, porque hay unos usos industriales.
CAMBIO: Pues imagínese que a mí se me acabaron unas gomitas extraídas de la marihuana, que tienen CBD y son buenísimas para quitar el cansancio y para dormir. Y voy a tener que ir a Cambridge, Massachussets, donde estudiaba mi hija, a comprar las gomitas de marihuana. Y es en Colombia donde deberían poder conseguirse…
L.G.M.: Mire, Patricia, hay desarrollos regulatorios nacionales más allá de las convenciones de fiscalización de drogas que el país puede hacer como política pública. Pero sentimos, y usted lo ha visto, que hemos tenido algunas iniciativas en el Congreso que no han avanzado como se quisiera. Hay algunos desafíos allí, porque Colombia está perdiendo una enorme oportunidad sobre todo en la elaboración de este tipo de productos alternativos que pueden generar una nueva industria y un nuevo ecosistema de generación de empleo y desarrollo en muchas regiones. En días pasados hablaba con la ministra de Ciencia, Tecnología e Innovación, Yesenia Olaya, y ella me decía que ya se estaba produciendo una especie de gaseosas con base de coca y que hay muchos subproductos que se pueden sacar adelante. Pero para lograr ese objetivo ha faltado mayor desarrollo regulatorio. Eso en cuanto a lo nacional, asunto en el que Colombia puede ser un gran exportador de esos productos. Pero, en el plano internacional, en donde hay que avanzar en modificar las convenciones de fiscalización, se ha hecho un trabajo muy importante, por ejemplo, en la última convocatoria de la Comisión de Estupefacientes de Naciones Unidas, en Viena, donde Colombia pudo romper ese consenso con el apoyo de Estados Unidos y de Inglaterra, y crear una coalición de casi 60 países que están pidiendo que se modifiquen, precisamente, esas convenciones. Colombia se unió a Bolivia y otras naciones, para que la coca pueda tener los usos industriales del caso. Ahí, pues, se ha estado avanzando. Sin embargo, hay países que todavía siguen siendo muy prohibicionistas, y no quiero mencionar ninguna región para no estigmatizar a nadie. Pero se cree que son regiones lejanas y no: todavía, en este hemisferio, existen países que son prohibicionistas e, inclusive, se presentan como naciones muy progresistas. Entonces, las alianzas que estamos planteando son muy distintas, porque tienen que apoyarse en países de diferentes latitudes. En ese sentido ha avanzado mucho Tailandia, que tiene un modelo con el que pudo, en casi 30 años, prácticamente eliminar sus cultivos de amapola. Es un modelo distinto, basado en desarrollo regional, que es lo que el presidente Petro ha venido planteando. Este no es un tema de penalizar comunidades, sino que aquí se requiere realmente cambiar unas economías para que haya desarrollo regional y eso necesita mayor apoyo. Estados Unidos ha venido flexibilizando también, y hay que reconocerlo, y usted lo mencionaba, el tema de los usos, por ejemplo, del cannabis. Pero, igualmente, en su relación con Colombia, ha venido generando lo que ha llamado un ‘abordaje holístico’, en el que realmente se está moviendo más hacia la propuesta colombiana de desarrollo regional.
CAMBIO: Ojalá eso siga así, canciller, ¿Colombia apoyaría la candidatura de Iván Duque a la OEA?
L.G.M.: No hemos discutido todavía ese tema, porque obviamente tenemos que mirar todos los aspectos relacionados con la OEA. Pero lo que hemos planteado nosotros y vemos con buenos ojos, es que el grupo de países que estamos coordinando pueda apoyar candidaturas que se identifiquen con la visión que nosotros tenemos de región, de país y, sobre todo, con nuevas voces, que es lo que caracteriza a este gobierno. Hay candidatos interesantes del Caribe. Y hay candidatas muy importantes que también hemos observado y que ven con interés esa posibilidad. Creo que nuestra inclinación sería hacia candidaturas que realmente reflejen lo que nosotros somos como gobierno y lo que estamos haciendo en el contexto internacional, que es algo muy distinto a lo que han venido planteando candidatos como el que usted menciona.
CAMBIO: Una penúltima pregunta, Canciller, y es sobre el bendito tema de los pasaportes. Hace un año más o menos, la directora de la Agencia Jurídica del Estado, Martha Lucía Zamora, salió de su cargo por emitir un fallo en el que recomendaba conciliar con la firma Thomas Greg & Sons. Esto le costó un regaño a gritos del entonces canciller Álvaro Leyva en los corredores de la Presidencia. Thomas Greg & Sons va a seguir imprimiendo y personalizando los pasaportes por un año más, porque ustedes no encontraron otra solución a pesar de que hicieron todo lo posible por hallarla. Y llevan dos años tratando de encontrarla...
L.G.M.: No, sí encontramos otra solución…
CAMBIO: Pero no por ahora…
L.G.M.: No. Vamos a entrar en un empalme, que es distinto.
CAMBIO: Bueno, pero lo que yo veo es que hasta septiembre del año entrante seguiremos en las mismas.
L.G.M.: No, no seguiremos en las mismas.
CAMBIO: Cambia el personal que está en la calle 98 en Bogotá y ahora lo va a poner la Cancillería, pero básicamente la cosa técnica sigue igual. ¿No le parece que seguimos como viviendo y gobernando en Macondo?
L.G.M.: ¡Nooo!, de ninguna manera. Al contrario, creo que estamos avanzando. Aquí hay un tema, y aprovecho para plantearlo pues no lo he hecho en otros escenarios, y es que aquí hay una visión de Estado. Y usted sabe que una de las preguntas más importantes en economía política es: ¿cuál es el papel del Estado y de la economía en construir sociedad? En nuestro gobierno, lo que nosotros hemos dicho es: ‘aquí se construyó una visión de Estado desde los años 90 que fue tercerizar todo, castigando a algunas regiones que no tenían la posibilidad de entrar realmente en un esquema de tercerización, como sí hubo otras’. El Chocó es un ejemplo de ello. Tercerizaron totalmente la salud y allá no llegó, lo mismo que a muchas otras regiones. Y no es estatización, como algunos dicen, sino buscar una participación más de lo público. En ese contexto, inclusive algunos plantearon la tercera vía, que era: el mercado hasta donde sea posible y el Estado hasta donde sea necesario. Pues eso ya es obviamente una etapa culminada. Ahora lo que necesitamos es una respuesta más sólida del Estado, sobre todo por los desafíos que tiene la humanidad en el manejo de sus datos, y en cómo los Estados realmente pueden garantizar que la persona tenga acceso universal a la salud o a la educación. Son preguntas que hoy se hace no solamente nuestra sociedad, sino la sociedad global. En ese contexto, el presidente Petro ha sido muy claro y me dijo: ‘Mire, Luis Gilberto, tenemos que lograr estos criterios para que diseñemos un mejor modelo, porque la expedición de los pasaportes es un ejemplo clarísimo de total tercerización’.
CAMBIO: Pero funcionaba de manera muy eficiente…
L.G.M.: Sí, pero con unos costos altísimos y con riesgos para el manejo de la soberanía de los datos. Le voy a dar un ejemplo: con el solo ahorro que vamos a lograr de entre el 30 y el 50 por ciento en algunos procesos con el nuevo modelo, vamos a poder darles pasaporte gratuito a ciertos sectores de la sociedad.
CAMBIO. Pero hay formas de hacer las cosas, ¿o no, canciller?
L.G.M.: Estamos hablando del fondo y de la racionalidad del modelo, no de las formas. Yo prefiero ir por un camino más expedito, que es el de plantear de una vez el cambio de modelo. Entonces, ¿qué implica ese cambio de modelo? Primero, que no es de licitación. Nosotros estamos buscando un modelo de cooperación internacional para el tema y ese es el empalme que estamos haciendo. El cambio de modelo implica que no todo se va a tercerizar como se está tercerizado con Thomas Greg & Sons y con Millenium. CAMBIO. ¿Millenium que hace? LGM: Es la firma que hace todo el proceso de captura y personalización de los datos que después pasan para la fidelización que hace Thomas Greg & Sons. Luego viene la impresión de las tarjetas de pasaportes y otros documentos de viaje, que es el tema central del proceso de expedición. Entonces, el Ministerio de Relaciones Exteriores asume esos procesos para ejercer soberanía sobre los datos, y eso es lo que cambia a partir del 3 de octubre, fecha en que entramos en ese empalme. A partir de ese día, no todo va a estar tercerizado. Thomas Greg & Sons solamente continúa haciendo la personalización de la información que se pone en el pasaporte y la impresión de la tarjeta. El resto lo asumimos como Estado. Eso cambia sustancialmente. Pero además de eso, iniciamos un proceso de empalme para que, en un tiempo que oscila entre siete y diez meses, ya tengamos una planta de producción para la impresión de esos pasaportes y asumamos todo el proceso. ¿Por qué ese plazo? Porque la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), que es la que garantiza este tipo de estándares, ha recomendado que estos procesos de transición duren de siete a diez meses, pues hay que construir una planta y tiene que haber un procedimiento de transferencia.
CAMBIO: ¿Ahí entra Portugal? ¿Qué va a hacer?
L.G.M.: Exacto. Y por eso nosotros escogimos un modelo de cooperación porque queremos que sea entre entidades públicas. Entonces, el Gobierno de Portugal lo hace con la Imprenta Nacional de ese país, que es la Casa Moneda. Y tendrá que hacer un acuerdo con la imprenta nuestra.
CAMBIO: ¿Y Portugal ha hecho pruebas de eso? ¿Nosotros sabemos cómo funciona su proceso?
L.G.M.: Sí, y como es un modelo de cooperación, nosotros le asignamos unos recursos. Pero Portugal nos trae otros recursos adicionales en donación con el fin de crear capacidades institucionales para el manejo de datos en el Ministerio de Relaciones Exteriores, hacer el laboratorio de control de calidad en Migración Colombia y, obviamente, fortalecer la Imprenta Nacional no sólo en materia de pasaportes, sino en otras unidades de negocio. Entonces, en lo que tiene que ver con el Gobierno de Portugal, el compromiso es clarísimo.
Ahora bien, desde 2007, Thomas Greg & Sons viene haciendo este proceso y cada tres años sale a licitación, con todas las discusiones que surgieron en torno a ello. Si hoy tuviéramos el modelo que nosotros vamos a aplicar, ya haría siete años que tendríamos una planta de propiedad del Estado. Pero no la tenemos. Eso solo para dar un ejemplo. Entonces, lo que quiero decir, es que este modelo es más conveniente para el Estado y para la sociedad que el anterior.
CAMBIO: Pero todo hubiera podido hacerse de manera distinta y no a las patadas, Canciller. Se hubiera podido decirle a Thomas Greg & Sons: ‘Mire, nosotros queremos asumir el manejo, como Estado, de los pasaportes y ese es un proceso que puede durar un año o dos años. Por favor, ayúdenos, cooperen’. Y ya…
L.G.M.: En eso, Patricia, yo acepto que sí lo hubiésemos podido hacer de manera distinta, porque el presidente Petro fue muy claro en criterios y no en cómo hacerlo.
CAMBIO: Sí, pero es que a veces él trata a la gente a las patadas…
LGM: No, de ninguna manera...
CAMBIO. Cada rato insulta a la gente, canciller… Pero cambiemos de tema: usted suena como posible candidato presidencial para el año 2026, como alguien que podría aglutinar al centro y a la izquierda. O por lo menos a la centroizquierda. ¿Le va a jalar al asunto?
L.G.M.: No, yo estoy concentrado en la Cancillería.
CAMBIO: Ahora está concentrado, pero después...
L.G.M.: Respeto su opinión, pero estoy muy concentrado en los asuntos del ministerio. Usted mencionó todos esos temas críticos y esas ‘papas calientes’. Imagínese, yo no tengo tiempo para pensar en eso.
CAMBIO: Ah, pero de pronto usted podría decirse: ‘Bueno, esto como que está ya muy complicado. Más bien yo me salgo y me dedico a eso’ ¿No?
L.G.M.: No hay tiempo para pensar en eso.
CAMBIO: Gracias canciller.
L.G.M.: Gracias por la oportunidad, Patricia. Fue una buena conversación.