
Gustavo Petro pone el balón de la consulta popular en la cancha del Senado
El presidente Gustavo Petro empuña la espada de Simón Bolívar.
Crédito: Presidencia - Andrea Puentes
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El presidente vivió un Primero de Mayo pletórico: una multitud lo vitoreó en la Plaza de Bolívar, puso contra la pared a sus opositores del Congreso y cumplió su sueño de toda la vida: empuñar la espada del Libertador. ¿Qué sigue ahora?
Por: Armando Neira

Desde que era adolescente y estudiaba en el Colegio de La Salle de Zipaquirá, donde fundó el periódico llamado Carta al Pueblo, Gustavo Petro Urrego siempre tenía como inspiración a Simón Bolívar, quien dedicó su vida a luchar por la libertad.
Más adelante, ya formado políticamente, se sumergió en la azarosa insurgencia armada del movimiento M-19, cuyo símbolo era precisamente la espada del Libertador.
Este jueves festivo, en su condición de presidente, Petro ordenó sacar la espada de la urna de cristal para empuñarla ante una multitud en la Plaza de Bolívar de Bogotá, epicentro de todos los poderes del país, que lo vitorearon con entusiasmo.
Lo hizo en medio de un largo discurso en el que leyó las 12 preguntas de la consulta popular, que para realizarse debe contar con el visto bueno del Congreso. “El balón está ahora en manos del Senado”, dijo. En efecto, el texto fue radicado, y esta corporación deberá decidir si le da el aval o lo niega.

Entusiasmado por la presencia masiva que copó la plaza, sumada a otras 200 manifestaciones y 50 concentraciones en el resto del país, Petro afirmó que al Senado no le quedaba otra opción que aprobar la consulta. “Ni un solo parlamentario que vote en contra de la consulta popular se vuelve a elegir”, pronosticó.
“El pueblo revocará al Congreso”
Agregó que, si el Congreso dice no a la iniciativa, “el pueblo se levanta y lo revoca”. Aclaró, sin embargo, que no se trata de tomar el Capitolio por la fuerza, sino de expresar el rechazo en las elecciones de marzo. “El pueblo no volverá a votar por ellos”.
Ese es el quid del asunto: le quedan solo un año y tres meses en la Casa de Nariño, y la oposición cree que, por el desgaste natural y las promesas incumplidas de un cambio que aún no se concreta, Petro ya está acabado y que es cuestión de esperar para despedir su propuesta de izquierda. Y esta jornada le sirvió a él para tomar oxígeno y demostrar que seguirá siendo protagonista de las decisiones de las políticas públicas que se tomen para Colombia.
Aunque en Bogotá el presidente aprovechó la presencia de los sindicatos, a la que se sumaron 20.000 indígenas de la minga, es evidente que sus bases se movilizaron no solo en la capital, sino también en el resto del país. “Ya podemos decir con certeza que estamos realizando la mayor manifestación del pueblo colombiano en toda su historia”, aseguró.

Las manifestaciones coincidieron con la publicación de la encuesta Invamer, que muestra un aumento en su aprobación: pasó del 32 por ciento al 37 por ciento, mientras que la desaprobación cayó del 63 por ciento al 57 por ciento. Aunque el saldo sigue siendo negativo, son los números más favorables para el mandatario desde febrero de 2023.
En su discurso radicalizó sus ataques a los legisladores de oposición y elevó el tono, mostrándose polarizante, populista, amenazante y hasta insultante. Llamó “vampiros” y “hp” a quienes se oponen a su iniciativa, aunque luego matizó sus palabras, asegurando que se refería a “honorables parlamentarios” y “honorables periodistas”.
¿Por qué? En las próximas elecciones legislativas y presidenciales, estos podrían sentir una sensación de orfandad al no ver su rostro en el tarjetón. Con la consulta en marcha, todos sus alfiles van a mostrarse como los representantes del pueblo, un reconocimiento que en política tiene gran peso. Así, Petro dio inicio a la campaña para que el progresismo no pierda el poder: la obsesión que lo desvela.
La mortaja del Congreso
Petro aprovechó en su intervención todas las circunstancias. Así, por ejemplo, desde el estallido social, en cada manifestación las entidades públicas son cubiertas por polisombras para evitar ser afectadas en caso de desmanes. En esta jornada, además, decenas de edificaciones –como la Universidad Javeriana en la carrera Séptima– estaban valladas.

Fue un detalle que para él no pasó inadvertido, sino que le sirvió de munición. Petro centró buena parte de su discurso en señalar que el edificio del Congreso estaba cubierto por “una mortaja”, en referencia a la tela negra que lo protegía. Esa institución, dio a entender, representa la muerte, mientras él y su Gobierno representan la vida.
En ese sentido, también la puesta en escena fue llamativa. Entre quienes rodearon al presidente en la tarima estaban: Angie Lizeth Rodríguez, directora del Dapre; Yannai Kadamani, ministra de Cultura; Cielo Rusinque, ministra de Comercio; Martha Peralta Epieyú, senadora del Pacto Histórico; Lena Yanina Estrada, ministra de Ambiente, y su hija Antonella, entre otras. Una postal colorida y de las nuevas generaciones que han ido asumiendo el poder. Mientras tanto, para Petro, los viejos congresistas estaban allá “escondidos entre la mortaja negra”.
Hasta las condiciones climáticas lo favorecieron. Durante toda esta semana han caído aguaceros torrenciales en la capital, pero durante el acto hubo un sol abrasador. La plaza estaba llena al mediodía, y así esperaron al presidente, que hizo su arribo a la 1:40 de la tarde. Nadie se movió en este lapso. Y sí, se sacaron los paraguas, pero para protegerse del sol, por lo que desde el aire la plaza se veía salpicada con puntos negros, mientras ondeaban centenares de banderas de Colombia, de Palestina y del M-19, tres de las causas que más defiende el presidente.
Fue tanta la emoción porque el libreto le salió como él quería, que incluso dijo que, si la consulta popular pasa, llamará a los presidentes de Venezuela, Panamá y Ecuador para que estos territorios se unan en una confederación de naciones y reediten la Gran Colombia.
Un minuto de silencio y luego insultos
Petro demostró su capacidad para manejar los espacios abiertos, al punto que pidió un minuto de silencio por Alberto Peña, activista por los derechos humanos y miembro del movimiento Colombia Humana, quien fue asesinado por sicarios en Miranda, Cauca, hecho que, según él, se debió a que estaba invitando a la gente a participar en la consulta. El silencio fue absoluto.
“A Alberto lo matan por (Miguel Ángel) Pinto, por haber negado el tránsito de la ley de la reforma laboral y aunque no lo ordenó, señora (Nadia) Blel, la sangre de Alberto hoy la ensucia a usted y a su familia”, sentenció el presidente en referencia a los congresistas que hundieron la reforma laboral.
Y ahí no paró en sus temibles acusaciones, sino que continuó con ataques personales que eran respondidos con aplausos: “Que me digan el señor (Efraín) Cepeda, el señor Pinto y las evangélicas, si el día se acaba a las seis de la tarde, como dice la ciencia, por qué a los trabajadores que laboran después de esa hora se les pagan migajas”.

“Tienen un mes para decidir, según la Constitución. Van a decidir, y no vale la jugarreta que hizo César Gaviria. Le metimos mensaje de urgencia a la reforma laboral liberal. Ahora, es el Senado el que va a tener en sus manos un poder constituido”.
Y se mostró como un sirviente de lo que él llama “el pueblo”. “Su jefe, el pueblo de Colombia, les manda el mensaje para que aprueben la consulta popular. El pueblo ordena aprobar la consulta, y yo sirvo de mensajero como presidente de la república de Colombia”.
Al final de su intervención, hacia las tres de la tarde, Petro leyó un texto de Simón Bolívar: “Quisiera tener una fortuna material que dar a cada colombiano, pero no tengo más que corazón para cuidarlos y una espada para defenderlos”.
Consulta radicada
Entonces se marchó al Salón Constitucional del Congreso, donde radicó oficialmente la solicitud de concepto sobre la consulta popular, para que vote y determine si puede llevarse a cabo.
¿Qué sigue ahora? Con la decisión de Petro de poner el balón en la cancha del Congreso, hay expectativa por la jugada que harán los legisladores. No es una situación fácil, porque ¿cómo se oponen a un mecanismo democrático en el que se busca que los trabajadores mejoren sus condiciones?
En caso afirmativo, las preguntas deberán pasar por una revisión del Consejo de Estado y la Corte Constitucional. Una vez aprobadas, la votación debe realizarse dentro de los cuatro meses siguientes. Es decir, entre septiembre y octubre se iría a las urnas en un proceso que distintos especialistas estiman tendrá un costo entre 500.000 y 700.000 millones de pesos.

Pero las dificultades del Gobierno no se limitan a semejante cantidad de dinero en tiempos de apretón fiscal. En el horizonte enfrenta un desafío aún mayor: necesita movilizar al menos 13,6 millones de votos para que la decisión sea vinculante. Esto representa más de 2 millones de votos por encima de los que obtuvo Petro cuando fue electo presidente en 2022.
A partir de hoy viene un periodo de 30 días en el que la plenaria del Senado tendrá que discutir la propuesta. Para que sea aprobada, deberá haber 53 votos positivos de 105 posibles; de lo contrario, será negada por la corporación y no podrá convocarse, pese a que desde el Gobierno insisten en que la sacarían por decreto, incluso recibiendo una negativa de la Cámara alta.
En este contexto inédito, hasta ahora la oposición no ha mostrado una estrategia clara para enfrentar a Petro. Se limitan a hacer memes, alimentar tendencias en X para ironizar sobre sus posibles adicciones y reunirse en alegres grupos en el Festival Vallenato.
Petro, entre tanto, demostró que aún conserva una amplia capacidad de movilización, con bases sociales, grupos que lo apoyan, ciudadanos que le creen y se emocionan, incluso, en un acto tan sorprendente como desenvainar la espada de Bolívar, un hecho que en su momento también hizo el presidente de Venezuela Hugo Chávez.
La tarde cayó y en el ambiente quedó gravitando el eco de sus palabras dirigidas a los congresistas: “Si votan no a la consulta, el pueblo se levanta y los revoca”. Al entrar con su hija Antonella a la Casa de Nariño se le veía sonriente.
