Los NFT desatan la locura por el cripto arte
Para unos, los activos no tangibles constituyen la revolución del mercado artístico y para otros una estupidez más de la era digital. En realidad podrían ser ambas cosas.
Por Álvaro Montes
El cripto arte está de moda. El año pasado, en una subasta de la casa Christie's alguien pagó 69 millones de dólares por Everydays: The First 5.000 Days, una obra digital de Mike Winkleman, más conocido como Beeple, quien se convirtió en uno de los tres artistas vivos más exitosos del mundo. El comprador recibió a cambio de tan jugosa suma una anotación en blockchain (la misma tecnología que se utiliza para las transacciones del bitcoin), que lo certifica como el propietario legítimo. No recibió nada más, salvo un archivo digital, compuesto de pixeles, y que ha sido copiado enemil veces en internet, porque en el estrambótico mundo de los non-fungible tokens se paga por intangibles.
No se compran con NFT los derechos de autor, sino solo la simbólica propiedad sobre la creación del artista. Kevin Roose, periodista de The New York Times, subastó para una obra benéfica el archivo en Microsoft Word de un célebre artículo suyo. En su momento, el archivo digital fue copiado varias veces: cuando Roose lo envió al editor, y este al corrector de estilo; y después llegó al Mac del diseñador que lo colocó en la web, en donde fue leído por muchos de los 8 millones de suscriptores del popular diario neoyorquino. Pero hubo alguien que pagó 60.000 dólares para recibir una nota blockchain (léase, una línea de código de software) que lo certifica como el propietario de ese común y humilde archivo en formato .docx. Los derechos intelectuales y de autor continúan en manos del diario y del periodista. Así funciona el nuevo mercado de los activos digitales.
El vaso medio lleno del mercado de NFT es que los artistas tienen una ventana nueva y promisoria para vender sus obras. La tecnología blockchain anima a compradores de todo el mundo a pagar por la propiedad en el mundo virtual de alguna creación, y siempre será bueno que los creadores reciban la merecida compensación. El vaso medio vacío es que el comprador adquiere un intangible del que no tiene nada que no tenga cualquier otra persona, por lo que la última maravilla de los negocios en internet ha sido acusada de nueva burbuja financiera, especulación de inversionistas que vieron una oportunidad de negocio y, tal vez, una estupidez más de la era digital.
Los defensores del modelo tienen buenas razones. “Es una nueva manera de poseer las cosas” afirma Norella Magdaniels, una artista barranquillera exitosa en los mercados de cripto arte. Hace poco vendió en 11.000 dólares un trabajo digital, durante Labitconf, una de las conferencias de cripto arte que han comenzado a emerger en Latinoamérica. No lleva más de un año en esta tierra incógnita y le ha ido bastante bien. En abril del año pasado vendió su primer trabajo mediante NFT y en agosto hizo sonar su caja registradora 88 veces en solo dos semanas. Cada token de una obra suya está valorado en medio ethereum (1.220 dólares hoy), que es la criptomoneda de uso corriente en el mercado del arte digital.
“Este movimiento rompe las barreras que los intermediarios imponían antes a un artista para alcanzar los mercados internacionales”, dice el sociólogo Iván Morales.
Morales ve en el mercado del cripto arte una oportunidad de democratización de la creación estética. “Este movimiento rompe las barreras que los intermediarios imponían antes a un artista para alcanzar los mercados internacionales”, afirma. Morales lidera un proyecto sin ánimo de lucro denominado Fundación Restaurando Futuro, que ganó hace poco una beca del Ministerio de Cultura en la línea de emprendimientos innovadores en economía naranja, y se propone fomentar la educación artística en niños de la vereda Cai, en zona rural de Ibagué. Las creaciones de arte digital de los niños serán exhibidas en una galería de NFT que la fundación abrirá al público el próximo mes de marzo. Morales señala el hecho cierto de que a los artistas jóvenes es a quienes les ha sido más difícil acceder a los espacios de exposición tradicionales. “Para los artistas en etapa emergente hay escasez de espacios de exposición y esta es una alternativa de baja inversión, con un costo beneficio muy alto para impulsar sus carreras”, explica.
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Sobre la locura financiera de pagar sumas a veces exorbitantes por un activo intangible, hay diversas miradas posibles. “¿Quién puede cuestionar a alguien que en el mundo físico paga millones de dólares por una esmeralda?”, advierte Clementina Giraldo, fundadora de Dots & Tech, start-up líder en Colombia en el impulso a los mercados NFT, tecnologías blockchain y fintech. “Los artistas continuarán exhibiendo su trabajo en el mundo físico, pero la tecnología blockchain les ofrece una vitrina adicional en los metaversos”. En su opinión, la tecnología es un habilitador que transforma vidas, rompe barreras y nos acerca a otras realidades. Giraldo hace parte de un reconocido grupo pionero —en el que figuran también el fundador guatemalteco de Platzi, Christian Van Der Henst, y el emprendedor mexicano Mario Valle, fundador de Altered Ventures, entre otros primeros evangelizadores del NFT en Latinoamérica. Clementina Giraldo es probablemente la mayor coleccionista de cripto arte en el país y fue la primera cliente que tuvo Fira, la primera mujer cripto artista colombiana.
“Me interesé en cripto arte porque el arte digital por sí solo carece de un certificado de autenticidad, pero cuando lo combinas con blockchain tiene valor y autenticidad”, explica Camila Fierro, la popular Fira, una de las más reconocidas creadoras del país, quien destaca la trazabilidad, la transparencia y la transferencia de valor que estas plataformas proporcionan al mercado del arte. “No necesitas tener mucho dinero ni desplazarte a París o Nueva York para presentar tu trabajo; lo haces desde cualquier lugar, mediante internet y a un bajo costo para el artista”, señala Fira.
Clementina Giraldo asegura que los NFT no son una necesidad creada, sino que llegaron a suplir una demanda real, porque permiten que todo pueda ser certificado con transparencia, “algo que era necesario no solo en el mundo del arte”. Nadie discute las evidentes ventajas que esta tendencia trae para los creadores. Nadella Magdaniels valora el hecho de tener clientes de Singapur, a donde jamás habría llegado de otro modo.
Pero el halo romántico de los tokens no tangibles llega hasta los bordes del mercado del arte. Cuando sale de ese campo, es más difícil defenderlo. Hay personas comprando propiedades inmobiliarias en mundos virtuales por las que pagan grandes sumas. En el metaverso The Sandbox, un fondo de inversión, creó un archipiélago con cien islas, el cual se denomina literalmente “Fantasy Island” y está vendiendo lotes allí. Microsoft, Facebook, Ubisoft, Activision y otras grandes empresas tecnológicas planean poner en operación jugosos negocios en los mundos virtuales, de los que extraerán dólares verdaderos, contantes y sonantes.
Microsoft, Facebook, Ubisoft, Activision y otras grandes empresas tecnológicas planean poner en operación jugosos negocios en los mundos virtuales, de los que extraerán dólares verdaderos, contantes y sonantes.
En su más reciente libro, No-cosas (editorial Taurus), Byung-Chul Han, el filósofo de moda en Europa, lamenta que la digitalización desmaterializa y descorporeiza a la sociedad, y acusa a la información, a la Inteligencia Artificial y al smartphone de tal desgracia. Incluso hay quienes piensan que el mismo Walter Benjamin, muerto en 1940, se revolcaría en su tumba con el concepto de NFT. Para el connotado pensador alemán, autor de El arte en tiempos de su reproducción mecánica, el capitalismo industrial puso en jaque el aura propia de cada obra de arte. Afiches de la Monalisa carecen de la esencia de la obra original que trazó Da Vinci con sus manos, razón por la cual un Botero original cuesta mucho más que las postales para turistas de la misma obra que se venden en las tiendas de los museos. Qué dirá entonces de los archivos digitales, que no difieren en nada del documento original, pero que ahora, por la magia del blockchain, se venden como obras únicas.
Iván Morales insiste en que no asistimos a la decadencia del arte análogo ni de los museos. Para él, se trata por ahora de una nueva opción, pero advierte que NFT está resignificando el hecho de que el arte deba exhibirse en museos que siempre estuvieron reservados para las élites sociales. En la medida en que la adopción de tecnologías de Realidad Virtual y mundos inmersivos se expanda en el mundo, una población más amplia tendrá la oportunidad de acceder a este tipo de bienes creativos. Al menos esa es la apuesta y la promesa del naciente pero impresionante mercado de los non-fungible tokens.