Hongos para curar la depresión
22 Diciembre 2022

Hongos para curar la depresión

La psilocibina, presente en alucinógenos, ha demostrado ser una gran alternativa para el tratamiento de ciertas condiciones de salud mental como la depresión y la ansiedad.

Por: Maria F. Fitzgerald

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A los 8 años, Catalina –cuyo nombre ha sido cambiado por solicitud de ella– supo que algo en su cabeza no funcionaba igual a la de los demás. No lograba reírse tanto como los demás. No lograba jugar tanto como los demás. Tampoco lograba conectarse y tener amistades como los demás. Cuando cumplió 12 años, recibió un primer diagnóstico: “Tiene un cuadro depresivo mayor”, dijeron los médicos. 

La terapia funcionó con algunos de los síntomas. Sin embargo, no fue suficiente. Los doctores decidieron darle también medicina. Clonazepam fue la primera: solo aumentó sus ganas de acabar con la vida. Brimazepam fue la segunda: “Me mantenía como dopada todo el tiempo. Yo no lograba entender bien qué pasaba a mi alrededor y me hacía sentir como si estuviera a punto de dormirme siempre”.

Las propuestas de la medicina convencional no le ofrecieron mayores soluciones; en cambio, sí le dejaron un profundo miedo de nunca ser capaz de mejorar. 

Un día, leyó un artículo sobre una nueva alternativa para el manejo de algunos cuadros de salud mental: la terapia con psilocibina –o terapia con hongos–, que prometía ayudar a pacientes que no habían logrado mejorar con la medicina convencional. Y, entonces, todo cambió.

Para profundizar

¿Qué es la psilocibina? 

La psilocibina es uno de los componentes de los hongos alucinógenos. Es, justamente, la causante de las alucinaciones visuales y auditivas, y la causante también de las alteraciones del pensamiento y la conciencia.

El consumo de hongos estuvo asociado durante mucho tiempo a fines recreativos, pero en los últimos años los expertos han estudiado su poder terapéutico. 

“Ensayos clínicos controlados con placebo han demostrado que las  dosis de psilocibina, administradas en un entorno terapéutico, pueden lograr cambios drásticos y duraderos en personas que padecen un trastorno depresivo mayor resistente al tratamiento convencional, es decir, en quienes generalmente no responden a los antidepresivos tradicionales con un perfil de seguridad clínica apropiado”, asegura Gabriel Oviedo, director del posgrado en psiquiatría general de la Universidad Javeriana. 

Hace unos seis años, investigadores de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, Estados Unidos, detectaron que la psilocibina reducía los cuadros de depresión mayor y ansiedad grave en personas con cáncer terminal. 

Posteriormente, varios estudios respaldaron la eficacia de la psilocibina en pacientes no terminales pero depresivos que no habían encontrado alivio a sus síntomas. 

Catalina decidió ensayar la terapia con hongos hace dos años, aunque con cierto escepticismo. Pero, incluso, su psiquiatra la alentó. Si las pastillas no funcionaban, valía la pena intentar por otros medios. Así, Catalina combinó la terapia convencional, con su psiquiatra habitual, con el consumo de dosis bajas de psilocibina, con asesoría de un terapista alternativo: “Para mí esto fue un cambio radical. Fue la primera vez en que genuinamente conseguí tener algún tipo de tranquilidad desde que fui diagnosticada”.

Al principio, la diferencia no fue tan significativa. Sin embargo, como tampoco sintió efectos negativos, continuó. Con los meses, empezó a notar que el malestar y el entumecimiento que le producía la depresión estaban desapareciendo: “Por fin noté que la sensación constante de no sentir nada se estaba desvaneciendo. Desde ese momento, finalmente, he sentido que logro tener mucha tranquilidad por primera vez en mi vida”. 

Este mismo tratamiento ha sido estudiado tanto en pacientes de razas distintas y diferentes características: jóvenes y mayores, de altos o bajos ingresos, hombres y mujeres. Y los resultados son alentadores. Oviedo explica que, aunque los antidepresivos tradicionales han demostrado ayudar a una buena porción de pacientes, existe un 20 por ciento que no mejora; y que entre el 30 y el 40 por ciento de los pacientes solo notan mejorías parciales: “El tratamiento con hongos sigue siendo experimental, pero se constituye en una perspectiva terapéutica muy importante en la ciencia médica”. 

 

¿Efectos adversos? 

Como todo tratamiento médico, la psilocibina también puede traer efectos secundarios, principalmente por su capacidad alucinógena, que puede producir experiencias sensoriales alteradas en algunos pacientes.

Según Oviedo, algunos estudios han hallado que existe la posibilidad de que la psilocibina "induzca a un cambio profundo de la conciencia, con intensificación de las respuestas afectivas y mayor capacidad de introspección; pero también se corre el riesgo de producir comportamientos como regresión al pensamiento primitivo e infantil y activación de rastros de memoria vívidos con la asociación de efectos emocionales pronunciados”.

Hasta la fecha, agrega, no se han presentado casos de muerte asociados al uso de psilocibina. Tampoco se han reportado casos de adicción a la sustancia, como sí puede llegar a pasar con otros antidepresivos. Lo más generalizado ha sido más el aumento de la frecuencia cardíaca y la presión arterial. También es más común que los pacientes tengan mareos, debilidad, temblor, somnolencia y visión borrosa. Sin embargo, estos son efectos transitorios. 

Con todo, los efectos adversos hasta ahora han resultado ser menores en comparación con el alivio que ofrece, esa tranquilidad que volvió a recuperar, por ejemplo, Catalina: "Para mí, la vida ha tenido un antes y un después desde que inicié el tratamiento. Por supuesto, todavía hay síntomas, pero de eso, a lo que vivía antes, hay una diferencia abismal en todo". 

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