Arauca, la opción de la guerra total

Crédito: Foto Colprensa.

Arauca, la opción de la guerra total

En análisis para CAMBIO, el araucano Simón Cedeño dice que, tal vez, la paz total en Arauca sea vista como un fracaso, si se mantiene la disputa territorial entre las disidencias de las FARC y el ELN. La apuesta del gobierno nacional debe ser consolidar una agenda clara y fácil de comprender para la gente y para los grupos armados.

Por: Simón Cedeño

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El actual gobierno del presidente Gustavo Petro ha puesto en el derrotero de su gobierno la salida negociada al conflicto interno armado por medio de la denominada paz total. No obstante, la comprensión del fenómeno social y político que tiene incidencia a partir de esta dinámica ha sido ajena al común denominador en el departamento de Arauca.

Una mirada, una solución

Los araucanos, dentro de sus perspectivas, han visto en la paz total una herramienta de distracción por parte de los grupos armados al gobierno nacional, con el fin de que estos actores del conflicto continúen dominando la escena política, social, económica. Esta visión ha sido el trabajo de sectores de la dirigencia política local y aliados a nivel nacional, que ven en la política de solucionar el conflicto por medio de la rendición incondicional de los Grupos Armados Organizados, la única salida para generar seguridad a las actividades cotidianas, tanto en lo rural como en las incipientes urbes, todo esto basado en la visión positivista de la justicia, siendo la punitiva la única manera de que funcione la lógica del castigo frente al crimen.

Esto se ve reflejado en el amplio rechazo electoral que tienen las agrupaciones cercanas a la política de Paz, tanto del gobierno Petro como, anteriormente, del presidente Santos. La comprensión del conflicto de manera acotada, quizás sea la mejor posibilidad de los políticos tradicionales de generar la desesperanza en medio de la población civil, que, gracias a la máxima expresión de los medios de comunicación corporativos, siente que la salida negociada es ser proclives a la impunidad y, sobre todo, a que se genere una realidad donde los “enemigos” de la institucionalidad dominen el poder y el escenario político regional.

Posiblemente el amplio dominio del Ejército de Liberación Nacional, por medio de sus aliados políticos a modo de “Think Tank” y demás figuras, hayan creado una incertidumbre constante en la población araucana, además de haber buscado soluciones poco ortodoxas como las presentadas durante 1998 a 2010, donde desde el modelo CONVIVIR se apostó por una forma para “erradicar” la ‘subversión’ de manera total, comenzando por la dirigencia política que desarrolla ideas propias de la centro izquierda, todo esto promovido por los gobiernos Pastrana y Uribe, que impusieron desde la legitimación del voto, gobernadores, alcaldes y una dirigencia política acorde.

Mientras el departamento se desangraba, la idea de la pacificación era latente, tanto es así que había una sensación de que la subversión había sido ‘sometida’ y casi exterminada, cuando la realidad era una estrategia de repliegue por parte de las FARC y el ELN hacia zonas más alejadas del departamento, mientras en las cercanías a las vías principales y cascos urbanos, se presentaban como zonas libres de insurgencia armada, una victoria de la capacidad de la fuerza pública. Esta falsa idea aún perdura en Arauca.

El dilema paz y plomo

Es claro que, con el éxito publicitario de casi una década de la política de seguridad democrática, los araucanos persistan en la idea de lo que denominamos guerra total, que no es más que una visión más agreste del modelo de la seguridad democrática, que incluye nuevos objetivos que contemplan de manera difusa los problemas se convivencia ciudadana y los fenómenos de criminalidad generados por las constantes migraciones fronterizas. Quizás la percepción de inseguridad, sumada a la estrategia de los medios de comunicación corporativos nacionales, siga alimentando el modelo de combatir con fuego y plomo lo que sea un reto para la seguridad de los araucanos.

De otro lado, hay sectores organizados de la sociedad civil, que han monopolizado los temas de defensa de derechos civiles y humanos, de una manera dogmática y cerrada, que han excluido a parte de la sociedad araucana, que sigue desconociendo las ventajas de las salidas negociadas al conflicto, esto por la extensa polarización de la dinámica de éste en las dos regiones que hay en el departamento, el Piedemonte –Arauquita, Fortul, Saravena y Tame- y la Sabana –Arauca, Cravo Norte y Puerto Rondón-. La visión de la paz total es mucho más cercana a las comunidades organizadas del Piedemonte, que han tenido una lógica basada en promover el trabajo conjunto, contraria a la visión individualista de los habitantes de la región de la Sabana que optan por las salidas punitivas y de uso de la fuerza.

La historia misma ha moldeado estas visiones, que son diametralmente opuestas y que han hecho que entre las dos regiones exista un choque constante, donde los desprestigios y la desconfianza afloran en época electoral, pero están presentes en la cotidianidad de los araucanos. Es posible que la presencia de actores en el conflicto armado sea uno de los grandes factores de división de los araucanos, incluso tanto dentro de las estructuras del ELN, como de las Antiguas FARC-EP, los miembros de las denominadas Disidencias de las FARC, y las antiguas AUC-BVA.

Las acciones más fuertes del conflicto han concurrido mayoritariamente en las áreas de los municipios de Arauca, Cravo Norte, Puerto Rondón y Tame, siendo estos los lugares donde el discurso contra la insurgencia ha sido mucho más vehemente. Y mucho menos lo ha sido en el triángulo Arauquita, Fortul y Saravena, pues allí la constante de la subversión fue contra la infraestructura petrolera y no contra actores de la comunidad. Esta diferencia notoria dentro del conflicto hizo que, en los últimos veinte años, el relato del conflicto y la realidad política del departamento cambiara de manera notoria las perspectivas de paz.

El fracaso premeditado de los diálogos de Andrés Pastrana en el Caguán, es latente en la mayoría de los habitantes del departamento, que desconocen los avance del Acuerdo de La Habana, a pesar de que en Arauca se desescaló, desde 2016, más del 67 por ciento de las acciones armadas a raíz de la desaparición de los Frentes 10, 28 y 45 de las antiguas FARC. Aunque esto haya sido un éxito, la presencia del ELN generó la sensación de fracaso. Y la constante de procesos inconclusos con este grupo insurgente, como los Diálogos de Cravo Norte, Tlaxcala, Maguncia, Caracas y La Habana, hace que gran parte de los araucanos opte por desconfiar de la propuesta del Presidente Petro, y busque la Guerra Total como una forma de castigar la impunidad de los actos de los grupos subversivos a lo largo de la historia de nuestra región.

Una nueva visión integral

Podemos decir que hay temas pendientes. Uno de ellos es la cultura de paz en el departamento. Esto generado por las dirigencias políticas locales, que a partir de la estrategia del miedo, de los odios y las rencillas internas, han generado que la palabra paz sea entendida como el silencio de las armas y no un escenario estructural, donde se integre todo lo concerniente al desarrollo humano.

Una salida a la Guerra Total, que se plantea de manera pueril en las conversaciones cotidianas en Arauca, podría ser un marco de desarrollo educativo basado en la creación de capacidades en los araucanos, entre otras cosas, para poder conocer las realidades del conflicto, aplicadas a la realidad inmediata, como una forma de vencer los pesimismos dentro de la visión del entorno y apostar por una sociedad solidaria que pueda desarrollar el respeto al otro desde la humanidad misma.

Esta opción debe ir acompañada de un programa extenso de inversión económica en el departamento, donde el Estado colombiano, por medio del Gobierno Nacional, logre canalizar los escenarios de inversión privada, más allá de las economías extractivas, ya que el departamento se ha desatacado por ser monoproductor y agroproductor, con un desarrollo incipiente de los sectores que generan valor agregado, que fortalecerían la empleabilidad, y que lograría bajar el paro laboral que está en el 30.9% según datos del DANE a agosto de 2023. Ante esto existe un miedo latente por la presencia de grupos armados, y las dinámicas de extorsión y retenciones; sin embargo, si el Estado garantiza la generación de empleos y fortalece la asociatividad efectiva en el departamento, logaría integrar a un modelo de economía de mercado, a una región que vive en las dinámicas de la premodernidad económica.

Es ineludible que la frontera es punto crucial en el desarrollo, y que el araucano debe romper la óptica politizada frente a Venezuela la cual, debido a la influencia de los medios corporativos y de los aliados de los políticos regionales a nivel nacional que se establecen en los partidos de derecha, debe convivir en el marco de las relaciones fronterizas con una región similar en dinámica como el Estado Apure, en especial de los Municipios Páez y Rómulo Gallegos, que son el complemento ideal para la consolidación del desarrollo económico que la región está dispuesta a desarrollar. La creación de la zona de Connurbación entre Arauca-Guasdualito, como zonas de desarrollo fronterizo, haría una gran diferencia como desarrollo comercial e industrial, lo cual haría que el Gobierno del Presidente Petro logre establecer las ventajas de la Paz y las buenas relaciones de vecindad con el gobierno venezolano sin importar los temas ideológicos, esto debido a que se antepondrán las afinidades culturales, económicas e históricas frente a lo coyuntural.

Seguido a estas estrategias, debe el gobierno nacional incentivar por medio de los gobiernos locales y departamental, simplificar la atomización presente entre los diferentes gremios, creando espacios para trabajar de manera unida en el marco de las diferencias. Por tal razón es necesario fortalecer de manera constante la unicidad de los gremios presentes en la región, ya que la división de comités, asociaciones y demás entes organizativos, hace que los proyectos de inversión no cuenten con los acompañamientos precisos y generen dinámicas de poca apropiación por parte de las comunidades.

Un riesgo llamado paz total

Quizás la paz total en Arauca  sea vista como un fracaso, si se mantiene la disputa territorial entre las disidencias de las FARC y el ELN. La apuesta del gobierno nacional debe ser consolidar una agenda clara y fácil de comprender para la gente y para los grupos armados.

Sabemos que el riesgo que corren los actores armados quizás sea la pérdida de influencia efectiva en los diferentes asuntos relacionados con el poder; pero, en general, la evidencia electoral muestra que la presencia de actores armados en el panorama, hace que los araucanos se inclinen hacia actores políticos que enarbolan el discurso de odio que toman los sectores de la derecha colombiana, y se cierren hacia nuevas formas de ver la realidad mundial, volviendo a las categorías de análisis en blanco y negro del siglo pasado.

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