Video exclusivo: con los grupos ilegales "sí se vive mejor que con el Ejército", dicen campesinos atacados en Tierralta

Crédito: Archivo Particular

15 Septiembre 2023 02:09 pm

Video exclusivo: con los grupos ilegales "sí se vive mejor que con el Ejército", dicen campesinos atacados en Tierralta

CAMBIO conoció las declaraciones de los campesinos de Tierralta, Córdoba, que, durante más de cinco horas, le contaron a la Procuraduría cómo fue la incursión de los militares de la Brigada 11 que se hicieron pasar por integrantes de las disidencias. Estos son algunos de sus testimonios.

Por: Javier Patiño C.

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El martes 12 de septiembre, en horas de la tarde, las redes sociales se vieron colmadas por varios videos que mostraban la actuación de un grupo de hombres encapuchados que intimidan a los pobladores de la vereda Bocas del Manso, en Tierralta, Córdoba. En un primer momento, se identificaron como integrantes del frente quinto de las disidencias de las Farc. Luego se vino a saber que eran militares. 

Un hombre vestido de buzo negro, pantalón camuflado y pañuelo negro cubriéndole el rostro amenaza a una mujer con una pistola.

“Usted a mí no me manda a callar, porque yo tengo derechos y usted me los está vulnerando. Son criminales. A  ver si son capaces de meterme un tiro con mi hijo en brazos. Dígame si esto les parece justo, compararse con nosotros que no tenemos cómo defendernos”, la contesta la mujer, con un bebé en brazos. 

La discusión continúa por varios minutos y la cámara de celular de la persona que graba muestra la imagen de otro de los integrantes del grupo, que amenaza con disparar su fusil contra los civiles desarmados.

“En estos momentos no me siento libre, ustedes nos apuntan con esas armas a la cara y nosotros no estamos haciendo nada. Ustedes saben que si nos vamos a la Constitución eso no se puede hacer, eso es violación de derechos humanos”,  afirma uno de los pobladores.

En medio de la zozobra la comunidad identificó que algo no cuadraba en la forma de vestir del grupo ilegal: los encapuchados tenían varias prendas utilizadas por el Ejército, y a algunos se les notaba la presilla del Batallón Junín, que presta seguridad en esta zona del departamento de Córdoba.

Los uniformados portaban fusiles Galil, con una marquilla amarilla, que es utilizada como un código de supervivencia, pañoletas que los identificaban como comandos y chalecos multipropósito para los proveedores.

Por último, los uniformados se alejaron del lugar y los pobladores decidieron hacer pública la denuncia subiendo a las redes sociales el atropello del que habían sido víctimas. ¿Qué fue lo que pasó?

militares

Tres días después de los hechos, delegados de la Procuraduría llegaron a Bocas del Manso a reconstruir los hechos. Durante cinco horas conversaron con la comunidad y lograron los testimonios de lo ocurrido.

El almuerzo agridulce

La vereda Bocas del Manso está compuesta por sesenta viviendas de madera y zinc, un kiosco, una cancha de fútbol y una casa que sirve de escuela para los cerca de 30 niños que hacen parte de las 120 familias que habitan el lugar.

Las labores diarias están centradas en las 200 hectáreas de coca y los pequeños cultivos de maíz y plátano.

Los habitantes tienen que tomar pequeñas canoas por el río Sinú para dirigirse a Puerto Frasquillo, la población a dos horas más cercana, a donde llegan a aprovisionarse de alimentos y elementos esenciales.

La vida normal de sus pobladores gira en torno a cuidar los cultivos, acompañar a los niños a clase e intercambiar productos que llegan todas las mañanas desde Puerto Frasquillo.

Pero la tranquilidad de un día normal fue alterada al mediodía, recuerda una joven mujer que habita en la vereda: “Ese día estábamos en la hora del almuerzo; cuando hacía el cruce con mi niña por la cancha de fútbol, aparecieron de improviso cinco uniformados, nos llamaron y nos empujaban apuntándonos que corriéramos para el kiosco”.

La mujer suplicaba a los uniformados que no les hicieran nada, en especial a su hija: “Les lloraba porque estaban delante de mi niña, uno de ellos incluso dijo que él actuaba así porque en su casa su mamá no lo quería, era como descargar una impotencia hacia nosotros, hacía mi niña”.

Durante varios segundos temió por su vida: “Le reclamaba porque no tenía derecho de tratarnos mal, pero nos seguía apuntando, y yo le decía 'tenga piedad, son mis niños', a lo que me respondía que no le importaba”.

La joven mujer recuerda que su hija empezó a desesperarse: "Nos van a matar, mami, nos van a matar". Y yo le decía 'estás conmigo', y yo la abrazaba, y fue tanta la presión que yo no contenía las lágrimas. Yo les decía: 'por  favor, por favor, hay niños', y ellos decían 'gonorrea, no importa' y palabras que ofenden a cualquier ser humano y es algo que nos impactó”.

Otro poblador aseguró: “Los uniformados primero llegaron identificándose como guerrilleros, no como integrantes del Ejército, nos tiraron al suelo y comenzaron a amenazarnos, un temor que se acrecentó cuando escuchamos que intentaron violar a una indígena a la entrada de la vereda y se habían robado en una casa varias joyas, dinero, y saqueado la tienda de comestibles”.

El presidente de la Junta de acción comunal reprochó la actuación del Ejército al recordar que fueron de casa en casa para reunirlos en el kiosco, amenazándolos con sus armas y utilizando a algunos de los pobladores como escudos humanos para que no los atacaran.

Otro habitante agregó que lo que vivieron por varias horas lo había dejado impactado, sin palabras, cuando notó que los hombres que, se supone, debían protegerlos, los estaban atacando sin ninguna razón:

“Es la primera vez. Desde que el Ejército está cerca de nosotros, nos daba tranquilidad; pero lo que pasó nos genera desconfianza, y es mejor que se vayan, si ellos están aquí, nos vamos a sentir inseguros”.

El miedo a los militares 

Algo similar opinó una mujer: “Estamos por aquí porque tenemos necesidades de trabajar. Lo que queremos es seguir adelante, y ellos nos están perjudicando, y para esa gracia es mejor estar solos que mal acompañados”.

Los pobladores son conscientes de la presencia de otras organizaciones ilegales, pero reconocen que no los tratan de mala maneras. “Solo hasta ahora hemos sentido miedo, con la llegada del Ejército, porque de resto, nosotros vivimos sabroso, relajados, porque, de verdad, susto es el que vivimos ahora con el Gobierno”, afirma un campesino.

Así lo piensa un vecino suyo. Según él, son muchos los menores que viven en la vereda que, de ahora en adelante, verán con miedo a los militares. "Se preguntarán: ¿vienen unos soldados? ¿Qué nos van a hacer? Porque ellos están impactados por lo que pasó, lo único que queremos es exigir respeto”.

Otro testigo asegura que la gente se siente más protegida con los grupos ilegales, porque al menos están allí para ayudar en las dificultades. “Aquí no se vive en paz con los grupos ilegales, porque lo ilegal es ilegal, pero sí se vive mejor que con el Ejército, porque nosotros aquí el que venga se respeta y más si vienen armados, cumpliendo y acatando lo que ellos digan. Pero el Estado ya viene atropellando muy feo, jodiendo los cultivos, quemándolos, botándole las cosas a uno, robándonos o intimidándonos, entonces muy verraco así”.

Al final del diálogo con la Procuraduría, los pobladores le pidieron al estado que no los trate como enemigos, sino que los ayude con los problemas que viven diariamente, con la construcción de vías, de centros de salud y de educación, y con proyectos que los saquen del negocio de la coca.

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