Desarrollo y medio ambiente sí pueden ir juntos
20 Junio 2023

Desarrollo y medio ambiente sí pueden ir juntos

Crédito: Adobe Stock

En Colombia son abundantes los ejemplos de empresas comprometidas con el cuidado del medio ambiente como una forma de compensar por los efectos que pueda causar su operación, y a lo largo y ancho de la rica y variada geografía nacional encuentran innumerables tareas para enfocar su esfuerzo en este sentido.

Por: Contenido especial

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Por eso, la agenda de actividades medioambientales desde la empresa es inagotable: la protección de especies en peligro, la descontaminación de los cuerpos de agua, el cuidado de ecosistemas sensibles como arrecifes y páramos, la reducción de emisiones, la migración a energías renovables, la economía circular y la sustitución de materiales de alto impacto –como los plásticos de un solo uso–, entre muchas otras, son tareas en las que las empresas colombianas han asumido un importante rol de liderazgo.

La responsabilidad es particular en nuestro país, si se tiene en cuenta su enorme riqueza natural, en medio de la cual las empresas deben desarrollar sus negocios procurando el mínimo impacto: dos océanos con zonas de arrecife, la mayor extensión de páramos en el mundo, el tercer país con más territorio de la Amazonía después de Brasil y Perú, el número uno en especies de aves, la riqueza de los pisos térmicos en nuestras tres cordilleras, selvas, llanuras, desiertos, ríos, manglares y ciénagas… En fin. Tanta abundancia natural se debe proteger.

Desarrollo y Medioambiente
Foto: Adobe Stock.

Pequeños pasos y grandes compromisos

“La ecoeficiencia es importante para nuestra organización, entendiendo que el uso eficiente de los recursos lleva a una menor generación de residuos y de contaminación, y a la vez incrementa la eficiencia en la operación. Todo esto contribuye a la adaptación del negocio a las dinámicas globales de sostenibilidad ambiental y, con ello, a la perdurabilidad económica de la compañía”, sostiene la transportadora de gas TGI.

Esta empresa, por ejemplo, lleva a cabo actividades de protección medioambiental en las zonas de impacto de su operación, como recuperación de bosques y defensa de especies nativas, entre otras. En el Sector Yamunta, en Boyacá, a reubicar 1.200 individuos de especies de orquídeas y bromelias consideradas en veda, con el fin reducir la afectación sobre la flora silvestre del área. En Cajicá apoyan actividades de reforestación y eliminación del retamo, que es una especie invasora, y la empresa ha comprado casi mil hectáreas de terrenos cedidos a proyectos de recuperación de ecosistemas.

El caso de Terpel es también interesante. Esta compañía es la única distribuidora de combustibles en el listado de las 100 empresas más responsables de Colombia del Monitor Empresarial de Reputación Corporativa (Merco), en términos de compromiso con el medio ambiente, ética, gobierno corporativo y responsabilidad.
Una de las acciones que le valieron este honor es el programa Green Pass, para el manejo adecuado de los lubricantes desde su fabricación y venta, hasta su disposición final. Esta iniciativa incluye el reciclaje de los tarros de aceite asegurando su recolección y almacenamiento adecuado, con el compromiso de alcanzar 30% del plástico utilizado para 2025, la utilización de 30% de plástico reciclado en envases nuevos para 2030 y la reducción de 95% de plásticos en los empaques que se usan en sus tiendas para el mismo año. 

En la misma dirección, Cerro Matoso viene adelantando acciones para compensar el impacto de su operación minera en Córdoba. Como una de las minas de ferroníquel a cielo abierto más grandes del mundo, ubicada a los pies de las lomas de Paramillo, tiene el compromiso –legal y moral– de minimizar su impacto medioambiental y compensarlo. 

“A lo largo de la última década, Cerro Matoso ha hecho de la educación ambiental un pilar para el desarrollo de capacidades en las comunidades vecinas a su operación, logrando su involucramiento en los procesos de monitoreo y veeduría ambiental, así como de su estrategia de reforestación”, explica la compañía. 

Una de las acciones más significativas es la reforestación y conservación de 1.060 hectáreas de suelos que rodean la operación de la mina, convirtiéndose en vivienda para 528 especies de flora y 677 especies de fauna, entre las que se cuenta el mono tití cabeciblanco –una especie endémica de Colombia declarada en peligro–, la nutria, el tigrillo, la pigua y la guacharaca.

Así como estos ejemplos, en el territorio colombiano se replican una y otra vez las acciones que adelantan las empresas en sus programas de responsabilidad ambiental, y con esto, se alivia en algo la presión que el desarrollo ejerce sobre el estado de la naturaleza.
 

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