Al mejor estilo de Bob Dylan

Por Jacobo Celnik
Una mirada rápida a la lista de catorce canciones que conforman el undécimo álbum oficial en vivo del cantautor norteamericano da la impresión de que es más de lo mismo. Sin embargo, lo que ha hecho Bob Dylan es enaltecer su amplia, prolífica y ecléctica obra. Todo empezó como una medida desesperada para que la inactividad no le pasara una desagradable cuenta de cobro emocional. A inicios de 2021, y ante la imposibilidad de tocar en vivo ente miles de espectadores, Dylan aceptó una propuesta de la cineasta Alma Har'el para rodar un showcase que se emitiría a través de la plataforma Veeps.com.
Dylan y su banda de enmascarados se congregaron durante siente días en un estudio en Santa Mónica, California, para reinterpretar algunas de sus canciones clásicas de las décadas se los sesenta, setenta y ochenta, con nuevos arreglos y algunos retoques que les permitieron adquirir otro concepto sonoro. La película se estrenó en julio de 2021 en Estados Unidos con muy poca publicidad y sin anticipar mucho de qué se trataba. Incluso, las reacciones en redes de sus seguidores mostraron que esperaban un concierto con todas las de la ley en vez de una amalgama de imágenes editadas en blanco y negro como si se tratara de una obra póstuma de Ingmar Bergman. Más allá del secretismo y el poco impacto global del largometraje, la prensa especializada emitió comentarios muy favorables al respecto. Variety dijo: “Dylan no ha sonado mejor en décadas”. Rolling Stone enfatizó: “Todo el espectáculo fue una delicia asombrosa tras otra”.
Esos buenos comentarios de la prensa gringa produjeron sana envidia entre los dylanólogos del planeta entero que, por no estar en Estados Unidos, se perdieron de una joya en su máxima expresión (me incluyo entre el grupo de frustrados de aquel momento). Pero Dylan sabe cómo hace sus movidas de ajedrecista y hace pocos días sorprendió a sus devotos seguidores con un nuevo disco que finalmente refleja lo que pasó en aquellos siete días de 2021 en Santa Mónica: grandeza en su máxima expresión, y no exagero.
Lo primero que hay que destacar de esta reinvención y mirada fresca a una parte selecta de su catálogo es que Bob Dylan evita, ante todo, convertirse en una banda tributo a sí mismo (como le pasa a Yes y Kiss, por ejemplo). ¿Cómo lo hace? Conservando el poder, la esencia y la mística de sus canciones. No olvidemos que sus temas nunca sonaron igual en vivo, no lo han hecho. Basta con revisar parte de sus álbumes en directo de los años setenta, como Before the Flood y At Budokan, para corroborar que ninguna de las versiones de I shall be released, Don´t think twice it´s all right o Just like a woman se parecen. Ejemplos hay de sobra.

De entrada, la canción When I paint my masterpiece, un regalo que le hizo Dylan a The Band en 1971 para el álbum Cahoots (aunque su versión apareció en el Greatest Hits II de 1971), es una joya en todo el sentido de la palabra gracias a arreglos bluseros y orquestales que le imprimen un rasgo único y particular, de otro tiempo y de otro momento, una decisión acertada porque música y voz se funden en una sincronía pocas veces vista en sus actuaciones en vivo. Y aunque el inicio del concierto daba la sensación de tener un aire lúgubre, triste y nostálgico (como un lamento por los tiempos que se vivían), lo que sucede a continuación deja sin aliento al más ferviente de sus seguidores con una exquisita versión de Most likely you go your way (and I'll Go Mine), original del álbum Blonde on Blonde, de 1966, cuya identidad melódica se conserva gracias al sonido del acordeón, que sustituye a la armónica de la versión original, para recordarle al espectador que en lo más profundo de sus recuerdos permanecen esos estribillos inconfundibles.
Dylan es un maestro para que sus viejas canciones suenen frescas y pertinentes en 2023, sin incurrir en clichés, afanes o estrategias desacertadas que le podrían restar magia o brillo a composiciones más que memorables como Tombstone blues, Forever young, Pledging my time y I´ll be your baby tonight, versión que por momentos suena a Scott Walker. Todos esos elementos que convirtieron clásicos en tesoros modernos, corroboran la impresionante visión y vitalidad de un artista al que el paso del tiempo no le pesa ni lo aminora, como ha sucedido con varios de sus pares. Por el contrario, el correr de las décadas lo han beneficiado con una sabiduría única para usar a su favor su histrionismo, su capacidad camaleónica para confundir y ese rol de entretainer que tan bien le queda. Al respecto, hace un par de semanas le dijo al Wall Street Journal: “Eres dueño de tu destino. Manipulas la realidad y te mueves por el tiempo y el espacio con la actitud adecuada. No es un camino fácil, no es diversión y juegos, no es Disney World”.
Hay otro aspecto interesante que vale la pena destacar de este nuevo disco. Para quienes seguimos sus pasos, es el primer registro oficial en vivo de Dylan desde el Unplugged de 1995, ya que todo lo que ha editado en los últimos quince años corresponde a su archivo, los famosos The Bootleg Series que recuperaron y desempolvaron registros muy valiosos de los años sesenta, setenta, ochenta y noventa.
Da la sensación de que Shadow kingdom es un álbum innecesario en la amplia obra de Dylan, aunque para él significa mantenerse vigente, presente y relevante a su manera en el mundo del entretenimiento y, sobre todo, no perder su mayor tesoro: la memoria. Por eso no ha dejado de tocar en vivo desde 1963 y lo hará hasta el día que su corazón deje de latir. Por lo pronto, tenemos Dylan para rato (eso espero).

Escuche aquí el álbum.

Yo soy otro: 10 canciones de Dylan que evolucionaron con los años y nunca sonaron igual
The times they are A-changing (versión del Unplugged, 1995)
I want you (versión de Dylan & The Dead, 1989)
Blowin´ in the wind (versión de At Budokan, 1978)
All along the watchtower (versión de Dylan & The Dead, 1989)
Visions of Johanna (version de Biograph, 1985)
Isis (versión de Rolling thunder revue, 1975)
My back pages (versión de 30th Anniversary Concert, 1992)
I shall be released (versión de Before the flood, 1974)
It´s all over now, baby blue (versión de The Real Royal Albert Hall Concert, 1966)
Forever young (versión de Shadow Kingdom, 2021)