De Rolling por las galerías de arte
Carboncillo de Gonzalo Fuenmayor
Crédito: Cortesía: Galería El Museo.
Estas son tres sugerencias muy variadas para quienes disfrutan del arte y quieren ver obras inesperadas. Desde carboncillos en gran formato hasta instalaciones sonoras.
Por: Redacción Cambio
Dos miradas a la opulencia en la Galería El Museo
Gonzalo Fuenmayor y Lucas Ospina son los dos artistas que en este mes, y hasta mediados de octubre, exponen en la Galería El Museo. En las salas 1 y 2 de la galería se exhibe Tropismos, una colección de obras de Gonzalo Fuenmayor en las que el artista utiliza diversas técnicas para mostrar juntos la opulencia (representada ante todo por esas enormes lámparas de cristal conocidas como arañas) y algunos estereotipos de la identidad cultural caribeña, representada ante todo por el banano.
Tropismos es un término que se utiliza en las ciencias biológicas para definir el movimiento de orientación de un organismo como respuesta a un estímulo externo. Un ejemplo de ello (relacionado de alguna manera con esta exposición) es el fototropismo, en el cual la luz determina el movimiento o la orientación de algunas plantas. De esta manera, Fuenmayor alude a la intervención de los factores culturales en los espacios.
En algunas de las obras (por lo general fotografías y videos), la plantación de banano hace las veces de entorno y en ella se acomodan estas arañas, alimentadas por generadores de energía a gasolina. ¿Cómo es posible colgar una lámpara tan grande y pesada de una planta de banano? La sola idea logra que estas obras inquieten al espectador. Estas fotos forman parte de la serie Papare y registran una instalación que Fuenmayor realizó hace diez años en una plantación de banano en Ciénaga, Magdalena.
Pero Fuenmayor también juega con la contraparte. En unos carboncillos de gran formato que se destacan por la pulcritud en el manejo de tan complicada técnica y el nivel de detalle, la opulencia (representada por salones dignos de un palacio con muebles y cuadros del siglo XIX, por cenefas, coronas y molduras que recubren techos y paredes) se ve desbordada, ya sea por cargamentos de bananos que brotan de algún cuadro e irrumpen en los espacios, o porque un simple banano es el tema de una pintura con un marco delirantemente barroco. En otra de sus salas victorianas irrumpe un tobogán de piscina, atraviesa todo el espacio y apenas deja ver algunos pocos elementos de la decoración decimonónica propia de esos salones.
En otro de los carboncillos una bandada de flamencos cruza volando por un salón. Y la figura de Carmen Miranda, la actriz brasileña que triunfó en Hollywood a mediados del siglo pasado y que fue el símbolo del exotismo en la edad dorada de Hollywood, en dos de las obras no luce piñas en su cabeza sino tucanes en una de ellas y (adivinaron) un racimo de bananos en la otra. Fuenmayor también juega en algunos de sus carboncillos con el uso del positivo y el negativo de las fotografías en blanco y negro.
En la Sala de proyectos de la galería se exhibe la pieza Venta de una pintura abstracta, que consta de una obra abstracta en tonos naranja y retratos de cuerpo entero y a tamaño natural de seis diversos y muy variopintos personajes que representan a posibles compradores de la obra. Uno de ellos es Julio Mario Santo Domingo.
Ospina recrea en la sala lo que ocurre en un coctel de inauguración de una exposición. De alguna manera, él mismo se burla de lo que sucedió con su proyecto la noche en que la exposición le abrió las puertas al público. Él plantea que la exposición de arte tiene una característica muy diferente a un concierto de música, la proyección de una película o una obra de teatro, en las que los espectadores se concentran en lo que ocurre en la pantalla o sobre el escenario. En la galería de arte y en el museo, sobre todo del día de la inauguración, el público muchas veces le presta más atención a la otra gente que a las obras de arte. Es gente viendo gente que termina siendo una parte muy importante de la misma exhibición. En el texto de sala que acompaña la muestra, Ospina narra la historia de un artista emergente, un comerciante, un par de coleccionistas y una trama que se desarrolla en subastas, galerías y museos.
Galería El Museo
Calle 80 No. 11-42, Bogotá
Horario de atención
Lunes a viernes de 9:30am a 6:30pm
Sábados de 11am a 6:30pm
Cabo y Bonet en Sketch
La trayectoria del ya fallecido artista colombiano Alejandro Cabo se entrelaza con la visión vanguardista del escritor y artista español Rubén Bonet. Esta exhibición marca el debut de ambos en Colombia. La obra de Cabo es una polifonía de disciplinas en la que conviven de manera armónica vitrales, cerámica, pintura y dibujo. Él se denominó a sí mismo como carpintero pero su legado es mucho más prolífico. Dibujos y pinturas que se exhiben en Sketch dan fe de las diversas etapas de su carrera. Desde la figuración libre hasta el expresionismo y la lírica poética le permitieron expresar sus cuestionamientos a las estructuras de poder, en las que se opuso al militarismo y tomó partido contra la marginalización animal y en defensa de la diversidad natural y la defensa inquebrantable de la vida.
Por su parte Rubén Bonet, español residente en México, fusiona sus oficios de escritor y artista en collages donde afloran elementos de las vanguardias del siglo XX, que también se alimentan del dadaísmo y el surrealismo. Sus creaciones exploran lo reprimido y lo subconsciente, adentrándose en el sueño, la muerte, el hedonismo pagano y la emotividad cruda. Los collages de Bonet son el resultado de su experiencia en México. En ellos resalta las imágenes religiosas, el cromatismo de los alebrijes oaxaqueños y la exuberancia barroca. A través de su obra, Bonet desafía el hiperconsumo, la explotación sexual y los efectos del glamour ciego de la publicidad.
Sketch Galería
Carrera 23 # 77 - 41 Bogotá
Lunes a viernes: 10 a.m. a 1 pm y 2 p.m. a 6 p.m.
Sábados: 11 a.m. a 2 p.m. y 3 p.m. a 7 p.m.
Domingos con cita previa |
[email protected]
La exposición estará abierta al público hasta el 4 de octubre.
El río Bogotá también canta
Leonel Vásquez es un artista que utiliza el sonido para darle sentido y fuerza a esculturas, instalaciones audiovisuales y espacios arquitectónicos en entornos de conflictos sociales y ambientales. Ha sido investigador y gestor cultural en proyectos realizados con la Radio Nacional de Colombia y el Ministerio de Cultura de Colombia. Es profesor de arte sonoro en la Universidad de los Andes y su trabajo se ha presentado en festivales y en residencias y exposiciones en varias partes del mundo.
En Templo de agua: río Bogotá Leonel Vásquez organizó las investigaciones sonoras que realizó en diferentes puntos del río Bogotá y algunos de sus afluentes para mostrar cómo, a lo largo de su recorrido, el río presenta estados diversos. En un espacio circular, una arquitectura ritual que ha estado presente desde los albores de la humanidad y que induce al encuentro y la danza, la palabra y el trance, se escuchan los distintos sonidos y cantos que ofrece el río Bogotá, cuyo recorrido es muy complejo. No es ni fuente cristalina ni cadáver líquido. En algunos puntos es un manantial de aguas transparentes, en otros recibe desechos que enturbian e incluso asesinan sus aguas, pero su paso por cascadas y, sobre todo el Salto del Tequendama, le permiten recuperar parte del oxígeno perdido y, por lo tanto, de alguna manera resucita. Dentro del templo se escucha al agua, pero las personas también se escuchan unas a otras. Ese carácter circular está impreso en la semilla de esta obra de Leonel Vásquez. Como él señala, es una “circularidad de sanación creada por la sonoridad misma, el sonido que sana [brindando] la posibilidad de poder participar en la construcción de la realidad, el deseo de vivir, energizar los cuerpos y ganas y movimiento”.
Galería NC Arte
Carrera 5 No.26B–76, Bogotá, Colombia
Martes a sábado, 10 am a 5 pm
Entrada libre