En Casa Zirio, una breve y contundente lección de arte moderno colombiano
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‘La Consolidación de la Modernidad en Colombia’ es una exposición colectiva que reúne a grandes nombres del arte colombiano y que muestra cómo llegó a estas tierras eso que llaman la modernidad, en gran parte de la mano de Marta Traba. Lo bueno, lo malo y lo feo de un momento fascinante de la cultura colombiana.
Por: Eduardo Arias
En la galería Casa Zirio está abierta una exposición que podría considerarse como una clase (o al menos una introducción) al arte moderno en Colombia. Basta con repasar los nombres de algunos de los autores allí representados: Alejandro Obregón, Alicia Tafur, Álvaro Barrios, Ana Mercedes Hoyos, Antonio Caro, Armando Villegas, Beatriz González, Bernardo Salcedo, Carlos Rojas, Cecilia Porras, David Manzur, Édgar Negret, Eduardo Ramírez Villamizar, Enrique Grau, Feliza Bursztyn, Fernando Botero, Freda Sargent, Gonzalo Ariza, Guillermo Wiedemann, Hernán Díaz, Ignacio Gómez Jaramillo, Juan Antonio Roda, Manuel Hernández, Marco Ospina, Norman Mejía y Santiago Cárdenas.
María Elvira Ardila se encargó de curar esta exposición titulada La consolidación de la modernidad en Colombia. Es un breve pero muy sustancioso recorrido por aquellas décadas de la mitad del siglo pasado a través de pinturas, esculturas, fotografías y dibujos de artistas que dejaron una honda huella a partir de los años 50.
Nadie mejor que María Elvira Ardila para conocer el contexto de esta exposición que ella curó. De acuerdo con María Elvira Ardila, el arte en Colombia registró un relevo generacional gracias a factores como la presencia de la crítica y escritora argentina Marta Traba y la inauguración del Museo de Arte Moderno de Bogotá en 1963. “Marta Traba se estableció con su familia en Colombia en 1954, por un período de más de diez años. Por medio de su posición radical abolió conceptos artísticos subsistentes en Colombia y promocionó a los artistas que abrazaban las propuestas modernistas”. Ella ejerció la crítica de arte desde diversos frentes. Por un lado fue profesora de Historia del Arte en las universidades América, Nacional y Los Andes. Escribió columnas en la Revista Plástica, en la revista Mito, el diario El Tiempo y la revista Semana. Además realizó los programas de televisión El ABC del arte y Una visita a los museos. Más adelante, en 1967, en el canal privado Teletigre, tuvo un espacio llamado Punto de vista. Este espacio fue censurado por el gobierno, que acusó a Marta Traba porque “alentaba a la subversión”. Después de este incidente en junio de este mismo año, durante el gobierno de Carlos Lleras Restrepo, se decretó la expulsión de Marta Traba del país, por sus declaraciones a la prensa por la presencia del ejército en el campus de la Universidad Nacional. “La crítica apeló su destierro y ganó la petición secundada por la mayoría de amigos, artistas e intelectuales del país”, recuerda María Elvira Ardila, quien también señala la importancia de Casimiro Eiger y Walter Engel en el ejercicio de la crítica.
Marta Traba, quien tenía un dominio sobresaliente del idioma escrito y de la palabra hablada, se alineó con las tendencias modernas y atacó de manera despiadada los lenguajes académicos, así como las ideas nacionalistas expresadas en el muralismo mexicano o por el Grupo Bachué en Colombia. “Se podría hablar de dos etapas que contemplan el pensamiento de Marta Traba: la de los años cincuenta en la que, como la mayoría de los críticos de la época, tenía una actitud eurocéntrica y esteticista, y; la que emergió a finales de los sesenta, en donde consideró el cauce del arte continental desde el otro lado del río, por así decirlo, al adoptar un marco conceptual en el cual la articulación de la la crítica de arte desde lo local y lo latinoamericano adquirió una relevancia mucho mayor”.
Sus críticas generaron polémica en el medio artístico, académico, y en el público pero las nuevas generaciones las recibieron con entusiasmo y beneplácito, lo que condujo a los artistas a adquirir un compromiso con los conceptos modernos.
“Hoy,sus declaraciones son cuestionadas, con justa razón, como la de considerar a los artistas académicos enemigos del nuevo arte, o tachar a los integrantes del Grupo Bachué como un movimiento provinciano y pasado de moda”, señala María Elvira Ardila.
En efecto, en 1961 Marta Traba proscribió a artistas como Luis Alberto Acuña, “sin reflexionar el contexto en el que se dieron sus obras. Ella era implacable. 'No tenemos nada que preservar ni nada que respetar', decía. Hasta que llegó la generación de Obregón y de Ramírez Villamizar”.
María Elvira Ardila señala que. en respuesta a estas afirmaciones el grupo Amauta que simpatizó con las consignas de un arte americanista y cotejó al nuevo arte, rechazó los nuevos paradigmas y uno de los integrantes, en una exposición realizada en el Museo de Arte Moderno, atentó contra las pinturas de artistas colombianos, venezolanos y bolivianos que estaban expuestas, lo que por supuesto, le causó indignación a Marta Traba, ya que la garantía que ofrecía a los artistas para el préstamo de las obras era su palabra.
En junio de 1963 se llevó a cabo una primera muestra en la Biblioteca Luis Ángel Arango con la exposición de pintura venezolana y una exposición con obras de artistas entre los que se encuentran Juan Antonio Roda, Alejandro Obregón, Guillermo Wiedemann, Augusto Rivera, Enrique Grau, Alberto Gutiérrez y Teyé. Los jóvenes artistas estaban influenciados por la consigna de la rebeldía que repercutió en casi todas las manifestaciones artísticas.
“Marta ayudó pero también destruyó”, concluye María Elvira Ardila,
Uno de los objetivos de esta exposición es mostrar el cambio generacional y la apropiación de las vanguardias en Colombia. “Una apropiación que ya buscaba combinar muchos aspectos, En Negret es muy claro, viene de estudiar en Estados Unidos donde ganó la beca Guggenheim y está fascinado por con los nuevos materiales y con los signos de la ciudad, pero su estudio fue en torno a las cosmogonías de los nativos americanos, los cículos de arena, la sanación. Y este Aparato mágico que está en la muestra tiene esas dos cosas. Al igual, Ramirez Villamizar quien estudia lo mesoamericano y las iglesias barrocos para hacer sus relieves”, señala María Elvira Ardila.
Ella también quiso mostrar cómo sobresalió la gráfica y por eso eligió los grabados de Juan Antonio Roda, “esas aguafuertes que hablan de los cotidiano, del erotismo de las monjas, de la risa”: También quiso destacar el papel de mujeres artistas que fueron relegadas por su condición de ser mujeres. Por ejemplo, obras de Sin olvidar a Freda Sargent, gran pintora, relegada por el hecho de haber sido una de las esposas de Alejandro Obregón. En la exposición también es posible admirar un cuadro de Cecilia Porras, quien acaba de estar en una exposición de Surrealismo en Europa; de Alicia Tafur, quien se peleó con Marta Traba porque muchas artistas hablaban de un sindicato y decían que Marta tenía mucho poder. Entre esas estaba Alicia. "De ahí apara adelante no volvió a invitarla", recuerda María Elvira Ardila.
A propísitoMarta Traba, quien iba a sacar un libro con los seis grandes del arte moderno en Colombia, sacó a Armando Villegas, el esposo de Alicia. Es más, en una fotografía que tomó Hernán Díaz Marta Traba recortó a Villegas, que estaba en un extremo. La fotografía completa, con Grau, Botero, Wiedemann, Ramirez Villamizar, Alejandro Obregón y Villegas puede verse en la exposición.
Fue una época de gran ebullición política y cultural. “El país se encontraba en un momento ávido de experimentaciones artísticas y literarias, lo que llevó a crear festivales y eventos que contribuyeron al fortalecimiento de las nuevas tendencias", recuerda María Elvira Ardila. “El Primer Festival de Arte Vanguardia en Cali, en el que algunos artistas como Norman Mejía y Pedro Alcántara, apoyaron las propuestas de los Nadaístas, que buscaron a través de sus intervenciones sacudir el medio artístico en Colombia”. Ardila también destaca la participación de artistas colombianos como Eduardo Ramírez Villamizar, Omar Rayo, Fernando Botero y Juan Antonio Roda, entre otros, en exposiciones y concursos internacionales como la Beca de la Fundación Guggenheim de Nueva York, la Bienal de Sao Paulo, exposiciones en la Unión Panamericana en Washington, así como la participación de Edgar Negret en la Documenta de Kassel en Alemania. “Esto hizo que se consolidara el arte moderno en nuestro país”. María Elvira Ardila señala que un gesto muy importante de la exposición en Casa Zirio fue haber incluido un cuadro de Gonzalo Ariza, uno de los artistas que más padecieron los ataques de Marta Traba. “Marta llegó a quemar un cuadro de Ariza en su clase. Fue una pelea mortal. Y si uno mira bien su obra, descubre que Gonzalo es modernista. Atmósferas casi abstractas, una nueva visión del territorio, él era masón…”.
En apenas dos salas de una galería, más bien pequeña, es posible sumergirse en un período determinante del arte colombiano, con todas sus paradojas, contradicciones y, por encima de todo, su enorme creatividad y vitalidad.
La consolidación de la modernidad en Colombia
Exposición colectiva
Galería Casa Zirio
Calle 80 No. 12- 55, Bogotá.
Abierta hasta el 20 de agosto.
Lunes a viernes, de 10 a.m. a 6 p.m.
Sábados, de 10 a.m. a 3 p.m.