Café con aroma de arancel: el peso de las medidas de Trump sobre las exportaciones del grano colombiano

Colombia envía casi 40 por ciento de sus exportaciones de café con destino a Estados Unidos.

Crédito: Federación Nacional de Cafeteros.

13 Abril 2025 03:04 am

Café con aroma de arancel: el peso de las medidas de Trump sobre las exportaciones del grano colombiano

Estados Unidos es el principal destino de las exportaciones de café colombiano, pero los anuncios de aranceles de las últimas semanas están preocupando al sector. Exportar el grano no es sencillo, y aunque por unos días Colombia logró una ventaja frente a sus competidores asiáticos, las incertidumbre está golpeando a toda la cadena cafetera.

Por: Laura Lucía Becerra Elejalde

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Cuando era niño, hacia las cuatro de la mañana, hora en la que aún no aparecen los primeros rayos de sol detrás de las montañas, Víctor Cordero ya estaba listo para recoger café. En su finca familiar, cerca a la Sierra Nevada de Santa Marta, Cordero creció y aprendió el oficio caficultor, el mismo que toda su vida ha tenido su padre y que también fue el de sus abuelos por varias décadas.

Entre todos se repartían las tareas: recolectar los granos, traer las mulas, lavar el café, secarlo, procesarlo y seleccionarlo para llevarlo al punto de compra, una realidad de la que viven en Colombia —un país de tradición y orgullo cafetero— cerca de 550.000 familias caficultoras. 

Esta operación, que se desarrolla en miles de fincas pequeñas en 603 municipios de 23 departamentos, se ha visto alterada en los últimos días por un problema internacional: la avalancha de aranceles a las exportaciones que está imponiendo Estados Unidos y que hoy amenazan a la economía de muchos países, como Colombia. 

Café
El café colombiano, de variedad arábiga, es conocido como uno de los de más calidad en el mundo. Crédito imagen: Freepik. 

En Nueva York, a más de 3.000 kilómetros de distancia de la finca que tienen Víctor y su familia en la Sierra Nevada, miles de personas comienzan su ajetreada jornada, todos los días, con una taza de café colombiano, popularmente conocido como ‘el mejor del mundo’. En ese país, siete de cada diez adultos consume café al menos una vez a la semana. 

Estados Unidos es el principal comprador de café colombiano. La calidad del grano nacional, la ubicación geográfica del país y su cercanía al gigante norteamericano, así como la relación política, comercial y de ‘amistad’ de años entre las dos naciones explican también por qué 30 por ciento de las importaciones de café que hace ese país sean desde Colombia. 

En 2024 se cultivaron y procesaron en Colombia 13,9 millones de sacos de café de 60 kilogramos, de los cuáles se exportaron 12,3 millones, según datos de la Federación Nacional de Cafeteros (Fedecafé). El 39 por ciento del café que vendió al exterior Colombia el año pasado viajó con destino a Estados Unidos, y le dejó al país más de 1.300 millones de dólares, o alrededor de 5,4 billones de pesos. 

Gráfico café
Crédito imagen: Elaboración CAMBIO / Yamith Mariño. 

Los aranceles de Trump

Nada de esto fue suficiente para frenar la idea del presidente Donald Trump de ponerte aranceles, o impuestos, de 10 por ciento a las exportaciones que hace de Colombia hace unos días. No fue una medida exclusiva contra el país y es posible que para el mandatario republicano los granos de café colombiano no sean siquiera relevantes en medio de una guerra comercial con la que lleva amenazando desde hace meses, cuando aún estaba en campaña, y que se materializó la semana pasada. 

En un acto desde los jardines de la Casa Blanca, el pasado miércoles 2 de abril, el presidente Trump celebró una jornada a la que bautizó como el ‘día de la liberación’.

Durante una conferencia televisada, anunció aranceles para más de un centenar de países. A Colombia no le fue ‘mal’ en los términos de Trump, si se tiene en cuenta que al país le tocó una tarifa de 10 por ciento, la más baja de todas las impuestas por Estados Unidos, la misma que le tocó al mayor productor de café del planeta, Brasil, y muy inferior en comparación a la que le impuso inicialmente a los otros grandes productores cafeteros del mundo, como Vietnam, al que se le aplicó un arancel de 46 por ciento, e Indonesia, con una tarifa de 32 por ciento. 

En principio, esta diferencia con los competidores naturales del mercado se vio como una oportunidad. “Colombia es el segundo país exportador de café a Estados Unidos, y aunque se enfrenta a un arancel del 10 por ciento, este mismo porcentaje aplica para Brasil, su principal competidor, mientras que Vietnam, otro gran proveedor, enfrenta un arancel mucho más alto. Esta diferencia abre una ventana de oportunidad para Colombia en ese mercado”, dijo la presidente de la Cámara de Comercio Colombo Americana (AmCham Colombia), María Claudia Lacouture, en días pasados.

Exportaciones
En este momento Colombia tiene un arancel de 10 por ciento. Crédito imagen: Colprensa. 

Pero la dicha duró poco. Apenas una semana después del primer anuncio, y luego de un tire y afloja de varias medidas contra China, el principal adversario comercial de Estados Unidos, Trump tomó otra decisión radical: congeló los aranceles que les había puesto a 75 países por 90 días y mientras tanto decidió bajarles la tarifa a 10 por ciento y equipararlos con otras naciones que ya tenían ese impuesto. 

El grueso de la pelea se acotó los dos países que también habían protagonizado la primera guerra comercial de Trump, entre 2018 y 2020. China terminó con un arancel de 145 por ciento a sus exportaciones hacia Estados Unidos y en represalia impuso medidas del 84 por ciento a esa nación. 

Café
En 2024 Colombia produjo casi 14 millones de casos y exportó 12,3 millones de ellos. Crédito imagen: Federación Nacional de Cafeteros. 

Los retos de exportar café 

Exportar café desde Colombia no es fácil. Hay retos agrícolas y logísticos y en los últimos años el mercado ha sido volátil y esas subidas y bajadas de precios golpean a los productores y a los exportadores. “A todo esto se le suma un nuevo elemento de incertidumbre en el proceso de comercialización, con un arancel que todavía no es claro cómo se va a absorber dentro de la estructura de costos”, comenta Gustavo Gómez, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Exportadores de Café de Colombia (Asoexport). 

La exportación de café es un negocio concentrado con pocos actores. Por sus costos, y para que sea eficiente y rentable, se necesita agregar grandes volúmenes. Asoexport tiene 25 empresas afiliadas, como Nestlé, Colcafé, Tostao y OMA, entre otras, y que en conjunto representan el 75 por ciento de las exportaciones de café. Sumadas a las de la Federación Nacional de Cafeteros, que es el gremio que agrupa a los productores, son casi el 95 por ciento de las exportaciones. Según Gómez, en el país solo hay 120 exportadores que venden café al extranjero de manera regular. 

Los exportadores llevan el café al puerto y allí se ocupan de él el tostador, el importador o el comprador internacional, que puede ser también la misma empresa con sede en Estados Unidos. El lío, según Gómez, es que en la práctica el que debe desembolsar el dinero es el importador que lleva el café a Estados Unidos, pero hoy no es claro si el precio irá directamente a los consumidores finales o si toda la cadena absorberá pedazos de ese margen. 

A eso se suma otro problema y es que normalmente en las negociaciones de café el producto se negocia ‘a futuros’, que son contratos que obligan a las partes a intercambiar un activo a un precio y fecha acordados de antemano. Es decir, se negocia con anticipación porque pasa un tiempo desde que se compra el café hasta que se puede embarcar al cliente. Por todo esto, establecer una estrategia de operación hoy es bastante complicado. 

 

Café
La finca de Víctor Cordero ha sido sus sustento y el de su familia por varias generaciones. Crédito imagen: Cortesía. 

Aunque Víctor Cordero recolectó café por buena parte de su vida, ahora, a sus 49 años, ha cambiado un poco su relación con la caficultura. Hoy es el gerente de Red Ecolsierra, un grupo de productores ecológicos de café de la Sierra Nevada de Santa Marta. 

En la Sierra, la región cafetera es un cinturón de aproximadamente 80.000 hectáreas, dentro de la cuales hay cerca de 25.000 hectáreas sembradas, especialmente en cuatro municipios cafeteros en el Magdalena: Santa Marta, Ciénaga, Fundación y Aracataca. Son aproximadamente 5.150 familias beneficiadas en la región y 12.000 empleos los que se generan alrededor de la actividad en la zona. 

La medida afectó los últimos contratos de la red de caficultores que iban con destino a Estados Unidos, pero tenían una reexportación a Canadá. “Nuestros clientes nos pidieron no enviar el café a Estados Unidos, sino directamente a puerto en Vancouver. Eso nos ha retrasado las operaciones por más de un mes”, aseguró. 

Por fortuna, la temporada de cosecha está finalizando por estos días, y por eso, según el caficultor, el impacto no ha sido fuerte. La finca de Víctor, así como la de la mayoría de los caficultores que viven de esta actividad no es muy grande, pues este cultivo no es un negocio que haga a muchos campesinos ricos. La finca de Víctor tiene 13 hectáreas, pero solo tiene sembrada la mitad del terreno, un espacio similar al de nueve canchas de fútbol, y saca, una vez al año durante la cosecha entre octubre y febrero, entre 6.000 y 8.000 kilos de café.

Víctor Cordero, caficultor
Víctor Cordero es la tercera generación de caficultores de su familia. Crédito imagen: Cortesía. 

La caída del consumo: el temor del sector 

En el mundo del café hay dos grandes familias o variedades: arábiga y robusta. Colombia, así como Brasil, exporta la primera, que suele asociarse a una mayor calidad. Vietnam y otros países asiáticos cultivan la segunda, que tiene una mayor productividad, y por ende, es más barata. 

La industria ya ha aprendido que cuando hay escasez de un tipo de café, ya sea por temas climáticos o logísticos, pueden compensar en algo con la otra. Mezclan las variedades y mitigan los impactos del mercado. Eso le puede jugar en contra a Colombia. 

A diferencia de Brasil, que es el mayor exportador global y envía al mundo más de 46 millones de sacos al año, Colombia mantiene un proceso de colecta artesanal en el que los granos son seleccionados a mano, por eso en el mercado internacional el café colombiano goza de una ‘prima de calidad’, un valor adicional que se paga por la calidad, reputación y disponibilidad del grano colombiano. Por eso este café es más costoso frente a sus competidores. 

Café
En Colombia, la recolección de café todavía se hace de manera artesanal. Crédito imagen: Freepik. 

En un escenario de aranceles, en el que se encarecerán todas las exportaciones que se hagan a Estados Unidos, habrán nuevas presiones por precio, e incluso, en el consumo.

El presidente de la Federación Nacional de Cafeteros, Germán Bahamón, expresó en días pasados que el anuncio del presidente Trump “genera una legítima preocupación en el sector cafetero, especialmente por su posible efecto en la demanda de café en el mercado más importante para Colombia, Estados Unidos, debido al eventual aumento de precios al consumidor”. 

Bahamón dijo que confía en que la diplomacia comercial logre proteger los intereses de los caficultores colombianos y enfatizó en que el trabajo mancomunado de los actores privados y el acompañamiento público debe enfocarse en contribuir a mejorar las condiciones de productividad. 

Colombia seguirá siendo un proveedor confiable y competitivo, diferenciándose por lo que mejor sabemos hacer: producir el mejor café suave del mundo. Nuestra fuerza cafetera, respaldada por su institucionalidad, la investigación y el conocimiento del mercado, está preparada para enfrentar este desafío y continuar ofreciendo a los consumidores de Estados Unidos y del mundo un café de la más alta calidad”, aseguró.

Café
En Colombia hay cultivos de café en 603 municipios en 23 departamentos. Crédito imagen: Federación Nacional de Cafeteros. 

Germán Machado, profesor de la Universidad de los Andes, considera que hay varios riesgos para Colombia en esta coyuntura. “Al consumidor estadounidense el café le va a salir más caro y ahí podría haber una disminución, considerando también que la guerra comercial nos lleva de frente a una recesión mundial. De ahí también que el precio del café haya caído la última semana”, explicó. 

Una solución que sugirió Machado para reducir el impacto de los aranceles puede ser dejar de tostar el café en Colombia. “Una estrategia puede ser exportar solamente el grano verde y tostarlo en los Estados Unidos. Eso bajaría la producción que se hace en el país, reduciría los ingresos locales y sería una manera para pagar menos aranceles en la entrada a los Estados Unidos”, dijo. 

Pero lo más importante, y bajo la lógica que está manejando la Casa Blanca, es que, aparentemente, los aranceles son negociables. Puede ser que Colombia aproveche sus canales diplomáticos y la relación comercial que tiene con Estados Unidos para que la nación salga bien librada y que casi medio millón de familias colombianas que se dedican a cultivar café y viven de ello no se vean afectadas. 
 

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