El dolor de cabeza de crecer poco con inflación alta
26 Febrero 2023

El dolor de cabeza de crecer poco con inflación alta

Crédito: Fotoilustración: Yamith Mariño

Mientras en el mundo –y en la región– la inflación da señales más claras de desacelerarse junto con la economía, en Colombia seguimos esperando el pico. ¿Cuáles son los riesgos?

Por: Angélica M. Gómez

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La relación entre crecimiento económico e inflación es bastante compleja: un mayor crecimiento económico hace que la gente tenga más dinero en el bolsillo y eso, si no se mantiene un entorno adecuado, podría llevar a una mayor inflación, porque habrá más demanda de bienes y servicios. A su vez, una inflación alta afecta la economía porque, para bajarla, se suben las tasas de interés y eso desacelera el crecimiento económico. Es decir: hay menos dinero circulando y los consumidores y las empresas tienen menos poder adquisitivo por los precios altos.

En el escenario colombiano, el Banco de la República espera que la economía colombiana crezca apenas 0,2 por ciento en 2023, un nivel de producción prácticamente igual al del año anterior –que fue de 7,5 por ciento, uno de los más altos del mundo pese a la desaceleración del último trimestre–, pero con una inflación de 8,71 por ciento, muy por encima todavía del rango meta de largo plazo: entre dos y cuatro por ciento. Es decir: precios muy altos con casi la misma cantidad de dinero en los bolsillos de los consumidores.

Esos números llegarían si se cumple el pronóstico: el techo de la inflación se presentaría en los primeros meses del año y de ahí en adelante empezaría a bajar lentamente. Los analistas del mercado esperan que, si eso sucede, el Banco de la República suba un poco más sus tasas de interés en los primeros meses y luego las deje quietas alrededor del 13 por ciento –hoy están en 12,75 por ciento– y solo hacia el final del año o en 2024 empezarían a bajar las tasas.

Hay pronósticos más optimistas y un equilibrio frágil: la inflación de enero resultó más alta de lo esperado (13,25 por ciento anual) y el crecimiento del último trimestre de 2022 más bajo de lo esperado (2,9 por ciento), porque los hogares consumieron menos por cuenta de las tasas de interés del Banco de la República –las decisiones del emisor se demoran entre 12 y 18 meses en surtir efecto en la economía–. Es decir: los colombianos se apretaron el cinturón en Navidad porque ya se sentía que todo estaba muy caro. 

César Tamayo, decano de Economía y Finanzas de EAFIT, advierte que un panorama en el que la inflación fuera más alta y la economía cayera más sería grave: “quiere decir menos empleo y menos salarios, pero más aumentos de precios, lo que causaría una desmejora en la calidad de vida de los hogares colombianos”.

Por su parte, la excodirectora del Banco de la República Carolina Soto Losada dice que “es más preocupante para Colombia la inflación que todavía no cede –y esperamos que lo haga pronto– que la desaceleración de la actividad económica. En los pronósticos más conservadores, que son los del Banco de la República, este año se espera que apenas se crezca 0,2%, es decir que más o menos se mantenga el mismo nivel de producción del año pasado, es una desaceleración fuerte, pero la economía va a continuar creciendo en especial después de un crecimiento récord de 7,5 por ciento”. 

Soto Losada argumenta que “el mayor reto es poder controlar la inflación porque vimos que las cifras de enero muestran un crecimiento, que de nuevo sorprendió al alza tanto los alimentos que siguen disparados, como los regulados que no han cedido a pesar de los controles a las tarifas de energía. Ese es el principal riesgo y es lo que más afecta a las clases menos favorecidas, que no tienen cómo protegerse frente a la pérdida de su poder adquisitivo”.

Para contrarrestar este fenómeno inflacionario los expertos coinciden en que es necesario que el Banco de la República siga haciendo su tarea, pero que también haya coordinación de otras políticas económicas para que no resulte peor el remedio que la enfermedad. Como los controles de precios, que pueden resultar en escasez de bienes y servicios o en nuevas espirales inflacionarias.

Tamayo agrega: “no debemos caer en la tentación de las políticas miopes o ciegas de control de precios sin tener en cuenta las consecuencias que esto puede traer de escasez, por ejemplo, y toda la política económica debe estar concentrada en tratar de que el aterrizaje de la economía sea suave y que la inflación ceda lo más pronto posible”.

En esa línea, Soto Losada advierte que otro reto del país es reducir su percepción de riesgo y la incertidumbre, pues esto ha aumentado el precio del dólar incluso en tiempos en los que países similares están reportando que sus monedas suben de valor frente a la divisa estadounidense. 

Esta incertidumbre ha hecho que Colombia sea percibida como un país de alto riesgo en este momento, nuestra tasa de cambio está disparada, muy por encima de otros países similares donde se ha corregido y se está revaluando la moneda y Colombia todavía no; esto también influye en que haya más inflación”, advierte la economista. 

El papel del Banco de la República

La autoridad monetaria tiene el mandato constitucional de controlar la inflación, de proteger que la capacidad de compra de los colombianos no se pierda rápidamente con las subidas de los precios. Su herramienta son las tasas de interés, que han subido 11 puntos porcentuales desde el 1,75 por ciento de septiembre de 2021 hasta el actual 12,75 por ciento. 

“El Banco tiene ese mandato misional de controlar la inflación por encima de todo, aunque debe revisar cómo están el empleo, el crecimiento, pero sobre todo para cumplir su mandato de controlar la inflación y ese es el mensaje que ha mandado al subir las tasas, así como con sus pronunciamientos y las minutas de las reuniones de Junta Directiva. Lo que se ve es que sigue preocupando mucho la inflación en distinto grado porque, por ejemplo, en la última decisión de Junta cinco miembros votaron por una subida de 0,75 puntos porcentuales y dos votaron por 0,25 puntos porcentuales, es decir que no hay consenso sobre la magnitud pero sí sobre la necesidad de seguir subiendo las tasas de interés”. explica Soto Losada. 

La otra parte del trabajo está en los agentes del mercado y quienes fijan precios en la economía: si ellos confían en que el Banco de la República está haciendo su trabajo y que cumplirá su tarea de bajar la inflación en el futuro, no se anticipan a hacer movimientos que pueden aumentar hoy la inflación, pero para eso también se necesita saber que el gobierno no va a “meterle mano” a los precios o a tomar otras medidas que pongan en peligro la estabilidad jurídica de sectores como la infraestructura, energía, telecomunicaciones, salud, etcétera.

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