Ser mujer e inversionista de la Bolsa de Valores en Ciudad Bolívar
8 Marzo 2023

Ser mujer e inversionista de la Bolsa de Valores en Ciudad Bolívar

Crédito: Fotoilustración: Yamith Mariño

En poco más de 30 años, Colombia pasó de tener una sola mujer comisionista de bolsa a multiplicar el número de mujeres inversionistas en plataformas digitales. ¿Cómo sucedió?

Por: Angélica M. Gómez

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Era 1988 cuando Margot Restrepo Mejía entró a la Bolsa de Valores de Bogotá como la primera mujer comisionista de bolsa. En esa época todavía los títulos valores eran papeles físicos y las compras y ventas se cantaban en el famoso “corro”. 

Detrás de ella entraron cuatro mujeres más; como Gladys Forero, quien inició también en 1988 tras presentar las pruebas y certificaciones que pedía la Comisión Nacional de Valores. Su especialidad eran los títulos del Tesoro de la Nación, que negociaba principalmente con clientes del sector financiero: bancos, fiduciarias, etcétera, a quienes visitaba en las tardes, una vez se había cerrado la rueda de negocios. 

“En ese tiempo todavía no estaba sistematizada la bolsa, así que teníamos hasta las cinco de la tarde para cumplir con la operación que habíamos anunciado. Todas las operaciones que se hacían en el día había que cerrarlas, había que cumplir con el papel y con la plata y, si no se hacían, si llegaba la hora y no podía cumplir, comenzaban las sanciones de la bolsa”, recuerda Forero. 

A esta excomisionista le tocó la fusión de las bolsas de Bogotá, Medellín y Cali y la sistematización de las operaciones de la bolsa. Incluso, participó en el diseño de esos primeros programas que permitían registrar los movimientos bursátiles, los cambios en las entidades reguladoras del mercado de valores y su crecimiento.

“El número de operaciones y los montos eran más pequeños porque dependíamos de los mensajeros, del tiempo de los clientes, pero a medida que fuimos creciendo, todo se fue sistematizando, poco a poco fue desapareciendo el “corro” y ya no teníamos que ir a cantar las operaciones, sino que las hacíamos por el computador. Así que era mucho más fácil. Las acciones fueron lo último que se sistematizó. Antes las registrábamos físicamente en una papeleta, como un recibo, entonces nos fijábamos mucho más en los errores, aunque eso no pasaba mucho porque había un jefe de rueda de cada firma y muchísima gente revisando precisamente para detectar cualquier posibilidad de error”, explica Forero.

Más tecnología y más mujeres

Desde la sistematización de la Bolsa de Valores en 1991 han pasado 32 años y mucho ha cambiado. Además de los institucionales, que nos dejan una sola Bolsa de Valores, el Depósito Central de Valores (Deceval), la Superintendencia Financiera y el Autorregulador del Mercado de Valores (AMV), los cambios tecnológicos han masificado el acceso al mercado de valores. 

Hoy cualquier persona puede comprar y vender acciones del mercado colombiano y de otros países mediante plataformas tecnológicas; manejar otros productos de depósito como fiducias y hasta invertir en activos alternativos como las criptomonedas. Eso sí, siempre con la recomendación de asegurarse de que la plataforma está registrada ante la Superintendencia Financiera y sigue al pie de la letra las normas colombianas. 

Jorge Llano, vicepresidente de desarrollo de mercados de AMV, dice que "las aplicaciones han venido tomando una relevancia importante en la transaccionalidad del mercado, en particular en la renta variable –es decir, en la compra y venta de acciones–.  El monto operado en estas aplicaciones durante 2022 fue de 3,8 billones de pesos, es decir 14 por ciento más que en 2021 y la cantidad de operaciones creció 59 por ciento en el mismo año".

Una de estas nuevas inversionistas electrónicas es Alejandra Torres, una bogotana de 36 años que invierte en bolsa mediante dos aplicaciones móviles y cada mes destina una parte de sus ingresos para aumentar sus inversiones. Este ahorro, dice, tiene dos propósitos: complementar su pensión cuando sea el momento y pagar la universidad de su hija, porque quiere darle la posibilidad de estudiar lo que ella quiera en cualquier otro país. 

Torres estudió psicología, pero, como sucede con muchos colombianos, los cobros del Icetex le obligaron a empezar a trabajar para pagar la deuda y no pudo graduarse. Sin embargo, con su estudio y las prácticas profesionales, logró engancharse en el mundo del empleo formal en el área de recursos humanos de una empresa, de la que salió a una desarrolladora de aplicaciones, donde aprendió programación para diseñar nuevos productos y también aporta su experiencia en recursos humanos y psicología. 

Además, ha dedicado parte de su tiempo y dinero a hacer cursos de negociación en bolsa de valores y hoy explica sin problemas los tipos de estrategia de inversión bursátil. Dice que no les tiene miedo a los movimientos de Wall Street en Estados Unidos porque tiene clara su meta y su estrategia, lo que hace que hasta le emocionen las bajadas de precios de las acciones en las que está invirtiendo, pues ve la oportunidad de mejorar su posición.

“Creo que mi segunda inversión en Colombia fue con Promigas y de repente cayó como el 4 por ciento, que eso para mí en ese momento era mucho y me asusté y vendí, en esa segunda inversión sí perdí como el 1 o 2 por ciento. Después de eso ya empecé a tranquilizarme, a entenderlo más y a esperar en el tiempo unos meses mientras esa acción tiene su equilibrio y se corrige y demás. Ahí aprendí también a tener control de la emoción”, dice Torres desde su casa en Ciudad Bolívar, una localidad de Bogotá de estratos 1 y 2 en donde la inversión en bolsa parece una opción más bien lejana.

Esta trabajadora de 36 años hace parte de las casi 39.000 mujeres inversionistas que operan en la plataforma Trii, soportada por la comisionista Acciones y Valores. María Paula Isaza, líder de crecimiento y de la comunidad de mujeres de la plataforma, resalta que hoy las mujeres representan el 27 por ciento de usuarios de la startup

La mayoría de las mujeres empiezan con inversiones de 100.000 pesos, pero el promedio de inversión es de 1,2 millones de pesos por cada una. 

Isaza agrega que hay mujeres de todas las edades, pero en promedio las que más operan están entre los 30 y los 40 años. "Sin embargo, tenemos mujeres de más de 60 años que invierten en Trii. Hemos conversado con algunas de ellas y nos dicen que lo hacen pues esto es un ingreso adicional a su pensión".

En el mercado local, entre las acciones más transadas por las mujeres están Ecopetrol y Grupo Sura, que además son nombres con mayor visibilidad en medios de comunicación y redes sociales. En el mercado internacional, la estrella es Nu pues el valor de la acción “no es muy alto y pues es una acción con bastante liquidez y que se mueve mucho”, explica Isaza.

En Tyba, otra aplicación colombiana de inversiones, ya hay 30.000 mujeres inversionistas, que representan el 35 por ciento de usuarios de la aplicación, con una inversión promedio de 2,4 millones de pesos.

Valdemaro Mendoza, CEO y cofundador de Tyba, resalta que las mujeres colombianas que utilizan la aplicación tienen un mayor interés en el sector de finca raíz que los hombres –37 por ciento frente al 30 por ciento de hombres–. Este dato sobresale por encima de otros países como Perú (23 por ciento de mujeres) y Chile (24 por ciento) en donde también se realizó el estudio. Los 'negocios' (32 por ciento) y productos financieros como fondos de inversión colectiva, CDT, acciones, criptos, entre otros (22 por ciento) son las siguientes opciones de inversión que llaman la atención de la población femenina colombiana.

En 35 años, el mercado de capitales se abrió a las mujeres y los desarrollos tecnológicos permiten que desde cualquier lugar del país –e incluso desde otros países– ellas puedan invertir para complementar sus ingresos o ahorrar para mejorar sus perspectivas de futuro.

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