El agro saca la cara por la economía colombiana

En Colombia, poco más de 3,2 millones de personas se dedican al agro.

Crédito: Colprensa

25 Abril 2024

El agro saca la cara por la economía colombiana

El sector crece a tasas por encima de las del promedio nacional. En 2023 aportó el 8,7 por ciento del producto interno bruto. Pero, aunque tiene un presupuesto histórico en 2024, las brechas del agro son profundas y la rentabilidad de los pequeños agricultores sigue siendo baja.

Por: Laura Lucía Becerra Elejalde

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Colombia es un país agropecuario, se suele decir, aunque desde hace años sectores como la industria, el comercio y los hidrocarburos desplazaron a los cultivos como las principales actividades económicas. En 2023, el sector agropecuario aportó 8,7 por ciento del producto interno bruto (PIB) colombiano. Mientras la economía nacional creció 0,6 por ciento, el agro se expandió 1,8 por ciento. 

En el último trimestre de 2023 el agro destacó como la actividad económica con mayor crecimiento entre las 12 ramas de actividad que mide el Dane. Su producción subió 6,0 por ciento. Según la entidad estadística, ese comportamiento se explicó principalmente por los aumentos en café (23,7 por ciento), otros cultivos agrícolas (7,2 por ciento) y ganadería (3,2 por ciento)

En lo que va de 2024, por otra parte, también se ha visto una dinámica positiva. El Indicador de Seguimiento a la Economía (ISE) de las actividades primarias, en las que se agrupa al agro y la minería, creció 10,2 por ciento en enero y 7,77 por ciento en febrero. Mientras tanto, el ISE de la economía en su conjunto creció 1,6 por ciento y 2,49 por ciento, respectivamente. Si bien el indicador no discrimina entre los dos sectores,  varios  indicadores agropecuarios son positivos en una coyuntura de desaceleración en la economía. 

¿Qué explica el repunte agropecuario?

Según el Ministerio de Agricultura, entre los factores detrás del crecimiento del sector figura el aumento en la oferta de alimentos, que se puede medir con el abastecimiento que ingresa a los principales mercados mayoristas del país, que creció 6,9 por ciento durante 2023. En 2024, entre enero y marzo, aumentó 11,5 por ciento en comparación con las cifras de un año atrás. Esto se explica por una mayor oferta de granos y cereales, alimentos procesados, pescados, frutas, tubérculos, plátanos, lácteos y huevos, verduras y hortalizas y carnes. 

La ministra de Agricultura, Jhenifer Mojica, aseguró en días pasados que el fenómeno de El Niño “no impactó notoriamente en la producción de alimentos” y que gracias a ello en el primer trimestre se dio un aumentó en el abastecimiento de alimentos en todas las centrales.  

Las exportaciones de productos agropecuarios y agroindustriales también van por buen camino este año. Según la cartera, entre enero y febrero crecieron 39,9 por ciento en su variación anual, impulsadas especialmente por las exportaciones de banano, aguacate y café. 

Un informe reciente del grupo de investigaciones económicas de Bancolombia destaca, por ejemplo, que en 2024 se espera el crecimiento de 19 por ciento en el volumen exportado de aguacate hass, “gracias a un mejor clima, la disminución en costos de agroinsumos y la entrada de nuevas hectáreas productivas”. De igual forma, entre los productos pecuarios, Bancolombia estima que la producción porcícola podría crecer 8,3 por ciento, lo que les permitirá competir con las importaciones de cerdo de otros países. 

Son muchos los productos que tienen potencial en el agro colombiano. Además, el sector agropecuario es la segunda actividad económica que más empleo genera en la economía colombiana, el 14,4 por ciento de los ocupados del país se dedican al campo, poco más de 3,2 millones de personas. 

Campesino
En 2023 aumentó 6,9 por ciento el abastecimiento de productos agrícolas en las centrales mayoristas. Crédito: Colprensa

El reto de la rentabilidad 

Jorge Enrique Bedoya, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), asegura que, más que el crecimiento, lo importante para el agro es la rentabilidad de los productores, los ingresos que perciben a cambio de sus productos. Y en eso, dice el dirigente gremial, falta mucho por avanzar. 

“Lo importante en este sector es la rentabilidad de los productores. Eso es lo que hace viable que un productor en un cultivo de ciclo corto luego tenga recursos para volver a sembrar, para pagar los créditos y para comprar los insumos. Lo mismo en el sector pecuario”, indica Bedoya. 

Aunque hay sectores que registran buenos volúmenes, dice, a la larga son los ingresos los que definen la situación real del sector. “Es paradójico, puede haber sectores con crecimientos importantes, pero que están pegados al techo por la tasa de cambio o por la situación climática, atentos al régimen de lluvias que puede que venga pronto, o afectados por las sequías, como la piscicultura”, comenta Bedoya, quien reconoce que “cada sector es un mundo diferente”.  Mientras algunas actividades se han beneficiado en la compra de insumos importados gracias a que la tasa de cambio ha bajado un poco, esto también le está jugando una mala pasada a los productos de exportación.  

“Si uno habla con los cafeteros, un sector con un volumen de producción alto, hace dos semanas el precio internacional estaba en el piso y en los últimos días ha vuelto a subir. En el caso del cacao se está viendo un precio que nunca se ha visto en el mercado internacional y eso beneficia a los productores. Para ellos puede ser una gran ventaja. Pero puede pasar lo contrario con otros sectores”, explica Bedoya. 

Café, el producto insignia del agro colombiano

Carolina Cabrera Díaz tiene 32 años y vive en el Huila, donde tiene una pequeña finca productora de café. “Nuestras parcelas y fincas son pequeñas, se trabaja más que todo con mano de obra familiar. Me gusta mucho la actividad, pero es muy duro, realmente no es rentable”, dice Cabrera.  

En el departamento, y en la mayoría del país, la caficultura es un proceso minifundista. La mayoría de productores tiene fincas de menos de una hectárea, y a diferencia de otros países cafeteros, como Brasil o Vietnam, el proceso de recolección de café en Colombia es artesanal y manual. De este modo, se garantiza la selección precisa de los granos. 

“Hoy producir una carga de café está en 2.000.000 de pesos, y el precio hoy no supera 1.800.000 pesos. Comparado con los precios que ha tenido anteriormente está muy por debajo”, asegura Cabrera.  

Según ella, con el alza del dólar de las últimas dos semanas, la situación mejora, pero es consciente de que, en un par de meses, cuando salgan las grandes cosechas de Brasil y de Vietnam, “los caficultores volverán a estar a merced de la volatilidad de los precios”. 

Cabrera viene trabajando con otras mujeres en transformación de café. Juntas tuestan de manera artesanal y luego muelen y empacan los granos para luego comercializarlos. Según explica, hoy es necesario un producto que pueda competir con valor agregado.

“Hay mucho por hacer. Venimos de un agro en producción primaria y necesitamos volcarnos hacia un sector agropecuario industrializado, con criterios de agronegocios y empoderado en sus cadenas productivas. Necesitamos de una transferencia de tecnología importante para lograr valor agregado y que así el sector se fortalezca financiera, social y económicamente. El acceso al crédito es muy importante. Esto es lo que le permitiría al sector ser rentable para los jóvenes y las futuras generaciones y contribuir a la economía del país”, dice la caficultora. 

Carolina Cabrera, cafetera, pequeña caficultora
Carolina Cabrera, cafetera, pequeña caficultora. Foto: Cortesía

En Colombia 549.000 familias dependen del sector cafetero. Alrededor de 95 por ciento son pequeños productores. El gerente general de la Federación Nacional de Cafeteros (FNC), Germán Bahamón, aseguró a este medio que el énfasis agroindustrial “debe arraigarse con mayor fuerza en aquellos productos en los que tenemos ventajas competitivas en los mercados internacionales”. Según el gerente de la FNC, es crucial contar con capacidades técnicas, apuestas de inversión de capital y avanzar en medidas de seguridad.

Bahamón reconoce que en las últimas semanas “se ha producido un fenómeno de apreciación de los commodities en los mercados internacionales que acompañará a los agricultores”. De continuar esta tendencia, soportará las exportaciones agrícolas. 

En el primer trimestre de 2024 la producción de café totalizó 2,6 millones de sacos de 60 kilogramos, un aumento del 3 por ciento. Según Bahamón, se espera que la cosecha que acaba de comenzar en el sur del país entregue 5,8 millones de sacos en el primer semestre. Las expectativas son lograr una cifra cercana a los 12 millones de sacos este año. 

Necesitamos mejores tasas de interés para el desarrollo de capacidades agroindustriales, un apoyo decidido del Gobierno para la salvaguarda del sistema cooperativo cafetero”, aseguró Bahamón. 

Recursos e inversiones no alcanzan a solventar las brechas

En 2024 el presupuesto nacional que se definió para el agro fue de 9,2 billones de pesos, una cifra histórica que representó un incremento de 69 por ciento frente a los 5,4 billones con los que contaba en 2023. Sin embargo, el sector enfrenta problemas estructurales de competitividad, conectividad y productividad que requieren estrategias articuladas e iniciativas claras para mejorar las condiciones de vida en el campo. 

A nivel estatal, buena parte de los recursos para el sector se canalizan a través de Finagro (Fondo para el Financiamiento del Sector Agropecuario), un banco de desarrollo de segundo piso que otorga recursos en condiciones de fomento a las entidades financieras para que estas, a su vez, otorguen créditos a proyectos productivos.

Para la vigencia 2024, el Ministerio de Agricultura, a través de Finagro, dispuso un presupuesto por 528.000 millones de pesos para cinco grandes programas e incentivos de capitalización para financiar proyectos que impulsen la producción y productividad agropecuaria. Uno de los más importantes es el Incentivo a la Capitalización Rural (ICR), un instrumento mediante el cual se reconoce hasta el 40 por ciento de la deuda que tiene el productor con el banco. 

“Esto incluye la financiación y fomento de proyectos asociativos que garanticen el acceso y abastecimiento de alimentos en el mercado local y nacional, así como el aumento de sus exportaciones en productos agropecuarios promisorios y no tradicionales como, por ejemplo, el cacao, pasifloras, mango, aguacate, lima tahití, productos amazónicos y exóticos”, asegura Alexandra Restrepo, presidenta de Finagro. 

El valor de crédito agropecuario y rural desembolsado durante este Gobierno suma los 46,2 billones de pesos, a través de 854.456 operaciones de crédito que han beneficiado a 679.226 productores. 

A pesar de los recursos, las alternativas de crédito, las buenas tasas de crecimiento que registran los diferentes sectores y las cifras de producción, el país tiene una deuda histórica con el sector agropecuario y los campesinos. En las zonas rurales, el 25,1 por ciento de la población vive en condiciones de pobreza multidimensional; es decir, con necesidades básicas insatisfechas en temas de salud, educación, trabajo, condiciones de los niños y relacionadas con su vivienda y los servicios públicos. En el resto del país el indicador apenas llega al 12,1 por ciento. 

En las zonas rurales colombianas viven 12,5 millones de personas, el 23,9 por ciento de la población del país, y de 4 millones de hogares que hay en estas zonas, 1,4 millones están encabezados por mujeres, quienes enfrentan mayores retos en términos económicos y sociales en temas como educación, acceso al trabajo y cargas de trabajo no remunerado. 

El sector agropecuario está sacando la cara por la economía, pero estas actividades aún enfrentan muchas brechas y problemas que no se resolverán solo con mejores cifras de producción

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