Por qué es común que los feminicidas se suiciden
15 Mayo 2023

Por qué es común que los feminicidas se suiciden

El feminicida de Érika Aponte se disparó en la cabeza en el lugar de los hechos y murió pocas horas después. Esta reacción suele ser usual entre los perpetradores de este delito.

Por: Maria F. Fitzgerald

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Érika Aponte ya había denunciado a su feminicida, Cristian Camilo Rincón, tres días antes de que él llegara hasta su trabajo en el centro comercial Unicentro, un lugar público en el que ella era más vulnerable, y la asesinara. 

Pese a que había solicitado medidas de protección, que le fueron otorgadas por la inminencia de las amenazas, no fueron suficientes para evitar el desenlace que acabó con su vida. Y que acabó, también, con la vida de Rincón, luego de que él utilizara la misma pistola para suicidarse. 
 

Aunque él salió aún con signos vitales del centro comercial, falleció en la UCI de la Clínica Santa Fe unas horas después. Pero la actuación de Rincón no es particular. De hecho, buena parte de los feminicidas optan por el suicidio luego de perpetrar su delito. Todo hace parte de una larga lista de violencias que se alimentan para derivar en estos hechos. 

¿Por qué se suicidan?  

Desde el jueves 11, Aponte había solicitado acompañamiento ante la Secretaría Distrital de Integración Social. Hizo una llamada al sistema de ayuda, que fue diseñado para dar acompañamiento a este tipo de casos de violencia intrafamiliar, “Llamada de vida”, para recibir asesoría y atención a su caso. 

Los protocolos se activaron, pero no alcanzaron. El desenlace no es tampoco extraño. De hecho, varios estudios a nivel global han señalado que buena parte de los feminicidas terminan por suicidarse en la amplia mayoría de los casos. Un estudio presentado por la Revista Mexicana de Ciencia Forense –siendo México el segundo país con más feminicidios en toda América Latina–, analizó la recurrencia de estos actos y encontró que en los casos en los que un hombre se suicida después de cometer un homicidio, siempre lo hace después de haber asesinado a alguien con quien sostenía una relación íntima y afectiva. 

Este fenómeno ha sido analizado también en países como España, Brasil, Reino Unido y Colombia. El medio Cerosetenta publicó una investigación en la que señalaban que, de acuerdo con el conteo que ellos llevaron, uno de cada siete feminicidas opta por el suicidio. 

En entrevista con este medio, la doctora psiquiatra Isabel Cuadros, directora de la Asociación Afecto, que atiende casos de maltrato infantil y de mujeres, aseguró que este acto viene de un impulso básico: querer controlar a la víctima. 

Porque justamente eso es lo que ocurre con estos casos de violencia basada en género: todos provienen de una serie de actos perpetrados por el victimario a través de los que busca controlar a su víctima. Así lo explicó a CAMBIO Susana Mejía, coordinadora de proyectos de la Red Nacional de Mujeres. Aseguró que, con los casos que han acompañado, han logrado encontrar que la violencia psicológica que se desprende de estos actos es una extensión de la necesidad de control que tiene el abusador. 

No es un tema de psicópatas

A su voz se une la de Olga Sánchez, directora de la Casa de la Mujer: “No existe protocolo que al final logre prevenir todos los feminicidios. Por eso, es importante entender las dinámicas de control que se crean a través del uso de la culpa sobre la víctima, para que ella ceda y que así el victimario tome posesión sobre ella”. 

Esta dinámica permea, además, todas las facetas de la vida de la víctima quien, al final, termina cargando la protección de su victimario y de su entorno, quedando ella como la última prioridad. Mejía señala que es común ver en casos de violencias basadas en género una seguidilla de responsabilidades que son asumidas por la víctima: se culpa de los cambios de humor de su violentador, del daño que él pueda ejercer sobre otras personas, del daño que pueda ejercer sobre ella y, sobre todo, del daño que puede ejercer sobre sí mismo. 

“Al final, todo es un tema de control y por ello las conversaciones alrededor de estos temas son vitales. Porque lo que empieza a pasar acá también es que pensamos que este tipo de actos son cometidos por personas desequilibradas. De hecho, la alcaldesa López señaló que Cristian Camilo Rincón llevaba 11 años teniendo comportamientos psicopáticos. Sin embargo, nosotras sabemos que estos actos son cometidos por hombres perfectamente corrientes que son hijos del sistema patriarcal”, señala Mejía. 

Tanto Sánchez como Mejía consideran que es importante comprender que estos actos no pueden ser comprendidos como temas aislados, sino que deben tratarse en las dimensiones de violencia que realmente representan. Para Sánchez, es necesario que cambie la mentalidad con la que se asume socialmente un feminicidio, empezando por asumirlo como un duelo colectivo que refleja todo lo que sale mal en una comunidad: “Es importante que exista una toma de conciencia de toda la sociedad: cuando un hombre dice que va a matar a una mujer, generalmente cumple su promesa”. 

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