
Crédito: Gobierno alemán
Crisis del modelo alemán... ¿y de Europa?
El corresponsal de CAMBIO en Europa, Eduardo Sánchez, analiza, en exclusiva, la crisis económica y política que atraviesa Alemania y su posible futuro de extrema derecha, impulsado por Elon Musk. ¿La crisis se extenderá a Europa?
Por: Eduardo Sánchez

Los dos países más importantes de la Unión Europea (UE), Alemania y Francia, están atravesando una importante crisis tanto política como económica. Y sí: en el caso de Francia, esta situación no tiene nada de extraño. Pero el caso alemán es bastante excepcional, porque se pone en debate el famoso modelo germano, con su estado de bienestar tan alabado como envidiado. En efecto, estas dos naciones son bastante diferentes, a pesar de su gran frontera común de 450 kilómetros: mientras que la cultura de compromisos y acuerdos negociados es común entre sindicatos y patronato alemanes, por ejemplo, en Francia las negociaciones entre estos dos agentes sociales pasan más a menudo por huelgas y enfrentamientos callejeros. Y lo mismo ocurre con las coaliciones de gobierno, corrientes en Alemania, al tiempo que en Francia la polarización política vuelve casi imposible un acuerdo entre formaciones separadas en el espectro político, como lo están padeciendo actualmente los sucesivos primeros ministros de Macron (cuatro en un año).
Veamos entonces, separadamente, los aspectos económicos y políticos de la actual crisis alemana.
Crisis económica
Alemania es la primera potencia económica de la UE, con una economía basada principalmente en una industria exportadora, de alto nivel tecnológico. Pero, al igual que otras economías occidentales, se encuentra confrontada con la transformación en productores y exportadores de varios de los países que son sus clientes tradicionales y que tienen costos de producción mucho más bajos. Y, como si fuera poco, también se enfrenta a las amenazas de proteccionismo avanzadas por Trump. El resultado ha sido la pérdida de competitividad con China al oriente y con USA al occidente.
Un ejemplo de esta evolución, bastante dramática por su fuerte simbología, es la decadencia de su industria automovilística, representante durante décadas del savoir faire industrial alemán. El caso de Volkswagen es emblemático: frente a una pérdida constante de beneficios y de mercado, la empresa ha buscado una disminución de costos de producción por medio de una drástica supresión de personal, enfrentándose al poderoso sindicato IG Metall. Luego de largas discusiones y huelgas, el grupo industrial, que incluye otras marcas como Audi o Seat, aceptó no cerrar ninguna fábrica ni decretar despidos masivos, en contrapartida de ausencia de aumentos salariales y la eliminación de 35.000 puestos de trabajo, a través de jubilaciones anticipadas, indemnizaciones o empleo en otras empresas del grupo.

Una de las razones invocadas para explicar la pérdida de competitividad de la industria alemana es el alto costo de su energía, dependiente en gran medida del gas natural ruso, agravado con la guerra de Ucrania y el abandono de la energía nuclear. El cierre de las últimas centrales nucleares alemanas, realizado en 2023, está siendo estudiado por una comisión parlamentaria que debería entregar sus conclusiones en 2025: hay fuertes indicios que señalan que este cierre fue decretado por razones ideológicas, sin tener en cuenta las consecuencias económicas. Un estudio de la universidad noruega de tecnología, publicado en junio de 2024 en la revista International Journal of Sustainable Energy, indica que el mantenimiento de las centrales habría permitido una economía de 600.000 millones de euros y que el desarrollo de nuevas centrales habría permitido alcanzar la neutralidad carbono, con una economía adicional de 300.000 millones de euros. Por supuesto, estas cifras son controvertidas por los ecologistas alemanes, pero otra cifra es innegable: el costo del kilovatio-hora pagado por una familia promedio alemana es el más alto de Europa.
Tres cifras, para terminar:
- PIB, en porcentaje de variación anual: -0,1 en 2024, contra 0,8 en la Eurozona; 0,7 previsto en 2025, contra 1,3 en la Eurozona; 1,3 previsto en 2026, contra 1,6 en la Eurozona
- Déficit, en porcentaje del PIB: -2,2 en 2024, contra -3 en la Eurozona; -2 previsto en 2025, contra -2,9 en la Eurozona; -1,8 previsto en 2026, contra -2,8 en la Eurozona
- Deuda, en porcentaje del PIB: 63 en 2024, contra 89,1 en la Eurozona; 63,2 previsto en 2025, contra 89,6 prevista en la Eurozona; 62,8 prevista en 2026, contra 90 en la Eurozona.
Crisis política
La política alemana ha sido dominada tradicionalmente por dos grandes partidos, la CDU (Unión cristiana-demócrata), de centro derecha, y el SPD (Partido social-demócrata), de centro izquierda. Incapaces de obtener una mayoría única en el Parlamento (Bundestag), ha sido corriente ver gobiernos de coalición, esencialmente con los Verdes (Die Grünen) y el FDP (Partido liberal-demócrata, especie de Partido conservador colombiano, presente en todos los gobiernos).
En 2005, Angela Merkel, jefa de la CDU, comenzó uno de los gobiernos más largos y estables, hasta el 2021. Canciller (primera ministra) pragmática y moderada, lideró gobiernos de coalición hasta con el SPD, conduciendo Alemania al liderazgo indiscutido de la UE. El comienzo de su descenso ocurre en 2015, cuando durante la crisis migratoria causada por las guerras orientales decide acoger un millón de refugiados. Esta decisión favorece la ascensión de la AFD (Alternativa para Alemania), partido de extrema derecha, racista, xenófobo y nostálgico del nazismo.

Mientras tanto, Los Verdes aumentan en popularidad gracias al interés creciente del público por las crisis climática y energética. En 2021, las elecciones son ganadas por el SPD, liderado por Olaf Scholz, que gobierna en coalición con Los Verdes y el FPD. Sin embargo, la crisis económica y la popularidad creciente de la extrema derecha conducen a una gran impopularidad de Scholz y a la desintegración de la coalición de gobierno, el 6 de noviembre de este año.
Siguiendo una vía paralela a la de Macron en Francia, Scholz pidió este 16 de diciembre al Parlamento un voto de confianza, esperando que el rechazo seguro conduzca a elecciones anticipadas: con la excepción del SPD, todos los otros partidos votaron contra o se abstuvieron (207 votos a favor, por un total de 733). Ahora, el presidente Frank-Walter Steinmeier debe convocar elecciones para el 23 de febrero, siete meses antes de lo previsto. Scholz va a hacer campaña alrededor de tres puntos: 'modernizar' las reglas que gobiernan el endeudamiento del país, aumentar el salario mínimo y reducir el IVA sobre los artículos alimenticios.

Todas las predicciones anuncian una derrota segura de Scholz, similar a la sufrida por Gerhard Schröder en 2005, cuando el SPD tuvo que ceder el poder a una joven Angela Merkel en otras elecciones anticipadas. En el mejor de los casos, las encuestas le dan únicamente un 13 por ciento al SPD, detrás de la CDU (32 por ciento) y el AfD (15% por ciento). Como si fuera poco, una intervención externa ataca igualmente a Scholz: Elon Musk, el hombre más rico del mundo, propietario de X (antiguo Twitter) y principal consejero de Trump, publicó el 20 de diciembre un trino diciendo: “Solo AFD puede salvar Alemania”. Este apoyo de Musk a la extrema derecha alemana viene después de un apoyo similar a Nigel Farage, líder de la extrema derecha antieuropea inglesa. Este eje de extrema derecha que se extiende de Trump hacia Europa, ha contaminado igualmente al FDP: su líder Christian Lindner cuya destitución como ministro de Finanzas del gobierno Scholz fue el detonador del fin de la coalición, declaró que el próximo gobierno debe imitar a Milei o a Musk.
La gran pregunta es cuál será el futuro de Europa con la llegada de Trump en Estados Unidos, la creciente popularidad de la extrema derecha y las crisis paralelas de sus dos grandes potencias. Poco incita a una respuesta optimista…
